jueves, 22 de noviembre de 2018

Cubanos, Así éramos, así somos.

Así éramos, así somos. Otra mirada subjetiva


Un amigo me dijo una vez que nosotros, los cubanos que vivíamos en Cuba después de la revolución, no nos conocimos bien hasta ciertas fechas importantes como el 1978, el 1994, y después del 2000 cuando ocurrían ciertos eventos importantes, entonces nos sorprendíamos al vernos tal cual somos  y no como nos decían que éramos.
Nos fuimos convirtiendo en seres diferentes. Algunas transformaciónes fueron buenas, pero otras tenían el olor de anomalías sociales.
Hasta el 1978:
No nos importaba la ropa. Todos estábamos vestidos casi iguales y con ropas gastadas. Los rusos de vez en cuando enviaban algún cargamento de ropas que le sobraban. Abrigos todos del mismo color: mostaza, rojos o verde olivo. Pantalones de trabajo, zapatos de cuero duro, y en algún momento el gobierno comenzó a hacer zapatos plásticos que todos usábamos. Había un programa sobre el cine en la televisión llamado ‘24 x segundo’, ya saben, la cantidad de cuadros por segundo en que se filma, y esto pasó a como nos vestíamos. Parecía que siempre estábamos uniformados porque todos usábamos las mismas telas, los mismos zapatos y en fin, nos adaptamos a esto, nos conformamos.
La comida no era suficiente, aunque solo faltó realmente después del 1990 cuando cayó la ex Unión Soviética. Pero en hechos concretos la mayoría de la población en Cuba no ha comido una pera o una fresa, hace años que no se come una buena naranja.
Todos recibíamos la misma educación, pero el cielo era el límite. Pero el cielo era el partido comunista y la nueva sociedad que se construía y se ayudaba a construir, con guerra o con paz, en otros países.
Toda la vida parecía monótona, gris, a los ojos de los visitantes. Los que venían a Cuba en los años 1960s  decían que los cubanos ya no reían como antes del 1959. Los que venían a Cuba en los 1970s decían que los cubanos ya no sonreían como los de los años 1960s, como cuando hicieron la revolución. Los que venían en los años 1980s decían que los cubanos ya no tenían fuerzas para vivir como los que lucharon por sobrevivir en la época de la gran crisis de los años 1970s. Los que vinieron en los 1990s ya no notaban brillo en nuestros ojos. Los que vinieron en los 2000s pensaron que éramos autómatas. Los que vienen después del 2010 se preguntan cómo es posible que tengamos fuerzas, alegría, brillo en los ojos.
Pero ya no somos los mismos. En el año 1978 se abrió la primera puerta que trajo una luz con matiz diferente. Después de 20 años llegaron los cubanos americanos a visitar a sus familiares en Cuba. Trajeron equipajes enormes, compraron en tiendas hechas para ellos y en las cuales el gobierno, a precios abusivos, les vendió para que les compraran cosas a sus familiares necesitados en Cuba. Trajeron la luz del mundo material, trajeron la idea de que cada vez que se chasquea los dedos en el mundo capitalista sale dinero. Y para algunos, unos cuantos y no unos pocos, fue una gran decepción al final de todo el proceso. Una decepción que culminó en el año 1980.
1980.
Año en que se suponía ya no quedaban enemigos dentro de la Cuba socialista. Pero no era así. La ventana que se abrió en el 1978 y dejó entrar una luz que estaba en el olvido también corrió el maquillaje en el rostro revolucionario de algunos, y no pocos, cubanos. Más de 100 000 cubanos se marcharon por mar hacia Estados Unidos solamente. ¿Qué son 100 000 de 10 millones de habitantes? Pues muchos, sobre todo cuando se creía que no quedaba ninguno.
Después vino la famosa luna de miel con el campo socialista. Ellos comprendieron que si no apuntalaban con alimentos y mercancías el socialismo tercer mundista estaba en serio peligro de extinción. Y así comenzó la década prodigiosa. La década que recuerdan todos los que tienen edad para hacerlo como la década en que reaparecieron algunas cosas y alimentos. Algunas eran totalmente nuevas como el café instantáneo, por ejemplo.
Fue la década donde muchos cubanos murieron en tierras lejanas, en guerras ajenas, en misiones como maestros o sencillamente participando en el juego de las potencias. Fue un paréntesis y un punto final. Un paréntesis económico y el punto final del socialismo como sistema.
1990.
Caída del Muro de Berlín, y como efecto mariposa, las calles de la Habana y otras ciudades se convirtieron en tornados de desesperanza, pero también, como esos insectos enquistados durante décadas surgieron fantasmas y enfermedades del pasado. De la nada, de la oscuridad de los cementerios de la historia salieron prostitutas, marginales, el lumpen proletariado se multiplicó, los oportunistas que nunca fueron muchos parecían estar en cada rincón. No eran muchos, pero hicieron mucho daño y le dieron a la sociedad,  unos nuevos argumentos que 20 años después han calado en muchísimos jóvenes: quizás el dinero no sea lo más importante, pero es mejor tenerlo a todas costa para que no te pase lo que a tus padres y abuelos que vagan mal vestidos y alimentados cuando ya no tienen fuerzas y están enfermos sin que se pueda hacer nada por ellos. No importa que haya que fingir, usar el camuflaje ideológico. Esperar el momento para poder viajar y quedarse fuera de Cuba. Hablar de revolución en voz alta para poder ser escogido para cargos cerca de extranjeros para poder casarse y salir, y dentro de unos años poder regresar para hacer negocios y ser considerado como alguien respetable. Resumiendo: doble moral.
La educación ya no es tan importante como un buen cuerpo o unos ojos hermosos. De cualquier modo ¿para qué sirve?, al menos en Cuba. Los hijos de los que hicieron la revolución ya eran mayores y alardeaban en las calles sus autos, de sus casas dadas por sus padres que se casaban y divorciaban una y otra vez provocando una lista de hijos y ex esposas que había que mantener, darles casas, pagarles viajes mientras la mayoría escasamente comía, y enfermaba con neuropatías por falta de vitaminas.
Ellos tienen los contactos. Ellos se codean con millonarios y empresarios extranjeros. Ellos tienen los mejores trabajos. Se casan entre ellos o con extranjeros influyentes como la nobleza de reinos europeos.
Pero todo eso no lo sabíamos por entonces. Solo muy recientemente. Ya las responsabilidades se diluyen en los nuevos tiempos disfrazados de oportunidades de viajes, permiso de trabajo por cuenta propia, inversiones extranjeras, apariencia de cambios para en esencia seguir el mismo camino que sabemos que podrá tener curvas, pero el destino es el mismo.
Los pobres de hoy somos los hijos de los honestos de ayer.
Todo esto llevó a otra gran emigración en el 1994. Miles se fueron y llegaron a Estados Unidos por mar. Miles murieron. ¿La vida no vale nada como para hacerlo o es que hay otros sentimientos involucrados? ¿Deben ser respetados o insultados esos que se fueron?

PERO NO SABIAMOS Y AUN SE CONFIA ENTRE EL PUEBLO LLANO.

2000.
Después del 2000 los médicos cubanos comenzaron a viajar por todo el mundo subdesarrollado. Han sido contratados y muchos han regresado, otros han decidido quedarse para sacarle provecho económico a su profesión. Muchos de esos médicos al regresar, dicen, que han comprendido algunas cosas.
Otros cubanos se han marchado a países donde las capitales son glamorosas, hay compañías pujantes, tiendas maravillosas. Ellos no habían visto nunca un mundo así, lleno de luces y cosas para comprar. Esperan poder dominar las reglas del juego y ser lo que llaman triunfadores en las sociedades capitalistas.
Y mientras en Cuba:
Hay comida de dia a dia, se tiene un techo, se tiene ropa limpia. Los niños tienen cuadernos y libros para ir a la escuela, juguetes, no muchos en verdad, pero se tiene. Por un azar los cubanos de las últimas generaciones nacieron del lado de acá de la muralla. La muralla que separa al tercer mundo del primero, y la muralla que separa a los que no tienen de los que tienen. Pero de cualquier modo a la mayoría de los cubanos no nos moja la lluvia porque tenemos un techo. La mayoría de los cubanos no sufre de hambre y si enferma hay un médico, no importa la edad que se tenga se es querido y se puede contar con la familia. Y considerando los niveles de injusticia que hay en el mundo se puede decir que nos cercan muchos privilegios que damos por descontados.
A los cubanos nos resulta imposible admitir que otros no lo tienen. Y un día algunos cubanos ven mejor el mundo, con sus brillos y la miseria que le salió al paso y que no sabían que existía. La observan desde la posición privilegiada que da la educación y la formación, observan y no pueden creer que en algún lugar pueda haber niños sin pan, sin ropas, sin cuadernos. Jóvenes drogados e indigentes a montones durmiendo en las calles.
Descubren que el mundo está mal hecho. Se preguntan por qué en el mundo donde todo sobra pasan estas cosas. Se preguntan por qué en el mundo donde faltan tantas cosas, pero sobra el amor entre las personas, la gente, como los cubanos, no son felices del todo.
Entonces, hoy en día los cubanos tienen, más que nunca, certezas. Solo que certezas diferentes.

¿Todas las certezas pueden convivir o es una quimera?

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