Así éramos, así somos. Otra mirada subjetiva
Un amigo me dijo
una vez que nosotros, los cubanos que vivíamos en Cuba después de la revolución,
no nos conocimos bien hasta ciertas fechas importantes como el 1978, el 1994,
y después del 2000 cuando ocurrían ciertos eventos importantes, entonces nos sorprendíamos
al vernos tal cual somos y no como nos decían
que éramos.
Nos fuimos
convirtiendo en seres diferentes. Algunas transformaciónes fueron buenas, pero
otras tenían el olor de anomalías sociales.
Hasta el
1978:
No nos importaba
la ropa. Todos estábamos vestidos casi iguales y con ropas gastadas. Los rusos
de vez en cuando enviaban algún cargamento de ropas que le sobraban. Abrigos todos
del mismo color: mostaza, rojos o verde olivo. Pantalones de trabajo, zapatos
de cuero duro, y en algún momento el gobierno comenzó a hacer zapatos plásticos
que todos usábamos. Había un programa sobre el cine en la televisión llamado ‘24
x segundo’, ya saben, la cantidad de cuadros por segundo en que se filma, y
esto pasó a como nos vestíamos. Parecía que siempre estábamos uniformados
porque todos usábamos las mismas telas, los mismos zapatos y en fin, nos
adaptamos a esto, nos conformamos.
La comida no era
suficiente, aunque solo faltó realmente después del 1990 cuando cayó la ex
Unión Soviética. Pero en hechos concretos la mayoría de la población en Cuba no
ha comido una pera o una fresa, hace años que no se come una buena naranja.
Todos recibíamos
la misma educación, pero el cielo era el límite. Pero el cielo era el partido
comunista y la nueva sociedad que se construía y se ayudaba a construir, con
guerra o con paz, en otros países.
Toda la vida parecía
monótona, gris, a los ojos de los visitantes. Los que venían a Cuba en los años
1960s decían que los cubanos ya no reían
como antes del 1959. Los que venían a Cuba en los 1970s decían que los cubanos
ya no sonreían como los de los años 1960s, como cuando hicieron la revolución.
Los que venían en los años 1980s decían que los cubanos ya no tenían fuerzas
para vivir como los que lucharon por sobrevivir en la época de la gran crisis
de los años 1970s. Los que vinieron en los 1990s ya no notaban brillo en
nuestros ojos. Los que vinieron en los 2000s pensaron que éramos autómatas. Los
que vienen después del 2010 se preguntan cómo es posible que tengamos fuerzas, alegría,
brillo en los ojos.
Pero ya no somos
los mismos. En el año 1978 se abrió la primera puerta que trajo una luz con
matiz diferente. Después de 20 años llegaron los cubanos americanos a visitar a
sus familiares en Cuba. Trajeron equipajes enormes, compraron en tiendas hechas
para ellos y en las cuales el gobierno, a precios abusivos, les vendió para que
les compraran cosas a sus familiares necesitados en Cuba. Trajeron la luz del
mundo material, trajeron la idea de que cada vez que se chasquea los dedos en
el mundo capitalista sale dinero. Y para algunos, unos cuantos y no unos pocos,
fue una gran decepción al final de todo el proceso. Una decepción que culminó
en el año 1980.
1980.
Año en que se suponía
ya no quedaban enemigos dentro de la Cuba socialista. Pero no era así. La
ventana que se abrió en el 1978 y dejó entrar una luz que estaba en el olvido también
corrió el maquillaje en el rostro revolucionario de algunos, y no pocos,
cubanos. Más de 100 000 cubanos se marcharon por mar hacia Estados Unidos
solamente. ¿Qué son 100 000 de 10 millones de habitantes? Pues muchos, sobre
todo cuando se creía que no quedaba ninguno.
Después vino la
famosa luna de miel con el campo socialista. Ellos comprendieron que si no
apuntalaban con alimentos y mercancías el socialismo tercer mundista estaba en
serio peligro de extinción. Y así comenzó la década prodigiosa. La década que
recuerdan todos los que tienen edad para hacerlo como la década en que
reaparecieron algunas cosas y alimentos. Algunas eran totalmente nuevas como el
café instantáneo, por ejemplo.
Fue la década
donde muchos cubanos murieron en tierras lejanas, en guerras ajenas, en
misiones como maestros o sencillamente participando en el juego de las
potencias. Fue un paréntesis y un punto final. Un paréntesis económico y el
punto final del socialismo como sistema.
1990.
Caída del Muro de
Berlín, y como efecto mariposa, las calles de la Habana y otras ciudades se
convirtieron en tornados de desesperanza, pero también, como esos insectos
enquistados durante décadas surgieron fantasmas y enfermedades del pasado. De
la nada, de la oscuridad de los cementerios de la historia salieron
prostitutas, marginales, el lumpen proletariado se multiplicó, los oportunistas
que nunca fueron muchos parecían estar en cada rincón. No eran muchos, pero
hicieron mucho daño y le dieron a la sociedad, unos nuevos
argumentos que 20 años después han calado en muchísimos jóvenes: quizás el
dinero no sea lo más importante, pero es mejor tenerlo a todas costa para que
no te pase lo que a tus padres y abuelos que vagan mal vestidos y alimentados
cuando ya no tienen fuerzas y están enfermos sin que se pueda hacer nada por ellos. No importa que haya que fingir, usar el camuflaje ideológico. Esperar el
momento para poder viajar y quedarse fuera de Cuba. Hablar de revolución en voz
alta para poder ser escogido para cargos cerca de extranjeros para poder casarse
y salir, y dentro de unos años poder regresar para hacer negocios y ser
considerado como alguien respetable. Resumiendo: doble moral.
La educación ya
no es tan importante como un buen cuerpo o unos ojos hermosos. De cualquier
modo ¿para qué sirve?, al menos en Cuba. Los hijos de los que hicieron la revolución
ya eran mayores y alardeaban en las calles sus autos, de sus casas dadas por
sus padres que se casaban y divorciaban una y otra vez provocando una lista de hijos
y ex esposas que había que mantener, darles casas, pagarles viajes mientras la mayoría
escasamente comía, y enfermaba con neuropatías por falta de vitaminas.
Ellos tienen los
contactos. Ellos se codean con millonarios y empresarios extranjeros. Ellos
tienen los mejores trabajos. Se casan entre ellos o con extranjeros influyentes
como la nobleza de reinos europeos.
Pero todo eso no
lo sabíamos por entonces. Solo muy recientemente. Ya las responsabilidades se
diluyen en los nuevos tiempos disfrazados de oportunidades de viajes, permiso
de trabajo por cuenta propia, inversiones extranjeras, apariencia de cambios
para en esencia seguir el mismo camino que sabemos que podrá tener curvas, pero
el destino es el mismo.
Los pobres de hoy
somos los hijos de los honestos de ayer.
Todo esto llevó a
otra gran emigración en el 1994. Miles se fueron y llegaron a Estados Unidos
por mar. Miles murieron. ¿La vida no vale nada como para hacerlo o es que hay
otros sentimientos involucrados? ¿Deben ser respetados o insultados esos que se
fueron?
PERO NO SABIAMOS
Y AUN SE CONFIA ENTRE EL PUEBLO LLANO.
2000.
Después del 2000
los médicos cubanos comenzaron a viajar por todo el mundo subdesarrollado. Han sido
contratados y muchos han regresado, otros han decidido quedarse para sacarle
provecho económico a su profesión. Muchos de esos médicos al regresar, dicen,
que han comprendido algunas cosas.
Otros cubanos se
han marchado a países donde las capitales son glamorosas, hay compañías
pujantes, tiendas maravillosas. Ellos no habían visto nunca un mundo así, lleno
de luces y cosas para comprar. Esperan poder dominar las reglas del juego y ser
lo que llaman triunfadores en las sociedades capitalistas.
Y mientras en Cuba:
Y mientras en Cuba:
Hay comida de dia a dia, se
tiene un techo, se tiene ropa limpia. Los niños tienen cuadernos y libros para
ir a la escuela, juguetes, no muchos en verdad, pero se tiene. Por un azar los
cubanos de las últimas generaciones nacieron del lado de acá de la muralla. La muralla
que separa al tercer mundo del primero, y la muralla que separa a los que no
tienen de los que tienen. Pero de cualquier modo a la mayoría de los cubanos no
nos moja la lluvia porque tenemos un techo. La mayoría de los cubanos no sufre
de hambre y si enferma hay un médico, no importa la edad que se tenga se es
querido y se puede contar con la familia. Y considerando los niveles de
injusticia que hay en el mundo se puede decir que nos cercan muchos privilegios
que damos por descontados.
A los cubanos nos
resulta imposible admitir que otros no lo tienen. Y un día algunos cubanos ven
mejor el mundo, con sus brillos y la miseria que le salió al paso y que no sabían
que existía. La observan desde la posición privilegiada que da la educación y
la formación, observan y no pueden creer que en algún lugar pueda haber niños
sin pan, sin ropas, sin cuadernos. Jóvenes drogados e indigentes a montones
durmiendo en las calles.
Descubren que el
mundo está mal hecho. Se preguntan por qué en el mundo donde todo sobra pasan
estas cosas. Se preguntan por qué en el mundo donde faltan tantas cosas, pero
sobra el amor entre las personas, la gente, como los cubanos, no son felices del todo.
Entonces, hoy en día
los cubanos tienen, más que nunca, certezas. Solo que certezas diferentes.
¿Todas las
certezas pueden convivir o es una quimera?