martes, 19 de julio de 2016

UTOPIA : EL ENCUENTRO CON SERES EVOLUCIONADOS

UTOPIA O EL ENCUENTRO CON SERES EVOLUCIONADOS

Hace muchos años, cuando en Cuba los libros costaban entre 0.75 centavos hasta un máximo de 10 pesos (que pocos estaban dispuestos a pagar) y por supuesto no haba best sellers de escritores contemporáneos capitalistas, me lei un libro llamado 'La Nebulosa de Andrómeda ‘, de un escritor soviético.
Un libro fascinante que trataba , entre otros temas, de un amor imposible de un terrícola por una extraterrestre de un planeta de la Nebulosa de  Andrómeda. El fondo o contexto: la sociedad comunista mas de 5 siglos después de hacerse realidad. Ya el capitalismo y la historia anterior eran solo posibles en libros, y es mas, ya no era necesario ni aprender de ellos. Nada de todas esas formaciones económicas pre-comunistas era no solo valido sino ni tan siquiera ligeramente importante en el terreno práctico.
Hace ya tanto tiempo y siempre me ha quedado la imagen que se describe en aquel libro sobre ese planeta lejano y muy avanzado que había logrado hacernos llegar a la Tierra imágenes maravillosas de seres y civilizaciones avanzadas.
¿Cómo serían las civilizaciones más avanzadas del universo sobre todo en comparación con nosotros?
Si, nosotros, egoístas y autosuficientes, represivos, y como civilización en general ciegos y sordos ante el dolor de la mayoría. Sobre todo en estos últimos tiempos “decadentes”, como diría un amigo muy querido.
Claro, la idea que tenemos de otras civilizaciones es casi siempre la hollywoodense: civilizaciones terribles que vendrían a destruirnos. Pero como todos los que han estudiado Arte  sabemos  que éste es un reflejo de la  época y la civilización que la produce, y no es nada asombroso que una como la nuestra, plagada de invasiones y guerras considere que todos los seres son como nosotros.
Pero en fin, yendo al punto:  ¿Cómo imaginaríamos  serían los seres de una civilización  realmente elevada y avanzada?
De seguro son superiores en todas las formas: tecnológicamente, políticamente, socialmente, espiritualmente. Físicamente y psicológicamente.
De seguro no tendrían nuestra inclinación e insistencia por las comparaciones y su necesidad constante de caracterizar algo como “mejor” o “peor”, “superior” o “inferior”, “bueno” o “malo”  que demuestra lo mucho que hemos caído en la dualidad, qué tan profundo nos hemos sumergido en el separatismo que nos lleva a cometer actos terribles a “los otros” .
Toda la vida en nuestro planeta se construye en el separatismo; consideramos que somos familias o clanes separados, reunidos en vecindarios o estados separados, reunidos en naciones o países separados, formando un mundo o planeta separado.
Muchos imaginamos que nuestro mundo es el único mundo habitado en el universo. Imaginamos  que nuestro país es la mejor nación de la Tierra. Imaginamos que nuestro estado o provincia es el mejor en el país y que nuestra familia es la más maravillosa en el estado y finalmente, pensamos que somos mejores que cualquier otra persona en nuestra familia.
Aseguramos que no pensamos nada de esto; sin embargo, actuamos como si lo pensáramos, y estos pensamientos  se reflejan cada día en las decisiones sociales, en las conclusiones políticas, en las determinaciones religiosas, en las decisiones económicas y en las elecciones individuales de todo, desde la amistad, hasta los sistemas de creencias
El mecanismo es la negación.  Y la negación es más insidiosa cuando es auto negación.
Ya sería bastante triste que limitáramos nuestras negaciones de cosas menos personales, como la disminución de la capa de ozono, la deforestación con árboles de muchos años, nuestro  tratamiento horrible a la juventud. Sin embargo, no nos contentamos con negar  todo lo que vemos a nuestro alrededor, sino también todo lo que vemos en nuestro interior.
Vemos bondad y compasión y la negamos. Vemos sabiduría y sin embargo la negamos. Vemos posibilidad infinita en nuestro interior y la negamos. Vemos y experimentamos a Dios (podemos llamarlo energía o con cualquier otro nombre) en nuestro interior y lo negamos.
Gran parte de nuestro mundo demostró más compasión hace setenta años, que en la actualidad.
De seguro  los seres evolucionados controlarían mejor el clima que parecemos no ser  capaces de controlar. Por lo tanto, estamos  sujetos a sus caprichos. De seguro pensamos  que la temperatura en un planeta es producto de su distancia de su sol, de su atmósfera, etcétera y no hay nada que hacer, pero en realidad esos hechos solo establecen los parámetros. Dentro de esos parámetros, pueden hacerse muchas cosas, como por ejemplo controlar el medio ambiente, creando o dejando de crear ciertas condiciones en la atmósfera.
No es sólo una cuestión de donde estamos en relación con el sol, sino de lo que coloquemos entre nosotros  y nuestro  sol.
Hemos colocado  las cosas más peligrosas en la atmósfera y retiramos algunas de las más importantes. Supongo que todas las personas con sentido común se preguntan ¿por qué les toma tanto tiempo a los gobiernos firmar los tratados de protección a la atmosfera y al planeta en general?.
La respuesta es simple:  porque detener el envenenamiento costaría mucho dinero a muchas de las compañías principales, porque a muchas personas individuales les costaría sus conveniencias,  porque durante años, muchas personas y países eligieron negar (necesitaban negar) la evidencia, para proteger su interés en el status quo; para mantener las cosas como están.
Sólo cuando aumentó en forma alarmante el porcentaje de cáncer de la piel, sólo cuando la temperatura empezó a elevarse y los glaciares y la nieve empezaron a derretirse y los océanos se calentaron más y los lagos y los ríos empezaron a desbordarse empezaron a prestar atención. En otras palabras, sólo cuando su  propio interés personal lo exigió, comprendieron la verdad que las mejores mentes habían colocado ante nosotros durante años.
De seguro  en otras culturas y sociedades en diferentes planetas, la definición de “interés personal” es mucho más grande que en el mundo nuestro. Para las criaturas elevadas (incluso aquí en la Tierra) es muy claro que lo que lastima a uno, lastima a muchos y que lo que beneficia a pocos debe beneficiar a muchos o, decididamente, no beneficia a nadie.
Sin embargo, a veces en nuestro  planeta da la impresión de que es justamente lo contrario. Lo que lastima a uno, la mayoría lo ignora y lo que beneficia a pocos, se le niega a la mayoría.
Esto es porque nuestra definición de interés personal es muy estrecha y apenas si alcanza a pasar del ser individual a nuestros seres queridos y eso, si cumplen con su parte.
Realmente debe  hacerse lo que es mejor para nuestro interés personal siempre y cuando se comprenda  que eso es lo que también es mejor para el mejor interés de los demás, porque nosotros y los demás somos Uno.
Es muy rara la sensación que a veces provoca el ver a los grandes centros de poder  hablar de tecnologías avanzadas y de nada vale el  tener tecnologías avanzadas de alguna forma que beneficie, sin contar con el pensamiento avanzado. La tecnología avanzada, sin el pensamiento avanzado, no crea avance, sino desaparición.
Nuestra  evolución tecnológica está tan adelantada a la evolución espiritual que termina convirtiendo a la tecnología en Dios. La gente adora la tecnología y todo lo que ésta puede crear y proporcionar. Incluida la destrucción en masa.
Y regresando a esos otras posibles civilizaciones, ¿qué otras cosas marcan a una sociedad como “primitiva” o “avanzada”?
Muchos creen que una sociedad debe llamarse primitiva o avanzada basándose en lo elevadas que son sus comprensiones. Sin embargo, ¿qué tan buenas son las comprensiones más elevadas, si no las llevamos a cabo? La respuesta es que no solo no son buenas sino incluso peligrosas.
Estamos al punto de que  la tecnología amenaza con superar nuestra habilidad para emplearla sabiamente. Nuestras sociedades  están a punto de convertirse en un producto de nuestra tecnología, en lugar de que la tecnología sea un producto de la sociedad.
Es curioso que muchas veces pensamos que el universo es caprichoso cuando en realidad lo que vemos nos demuestra su estructura y su leyes aceptablemente estables bajo ciertos parámetros. La ironía es que una vez que conocemos ese método, una vez que empezamos a comprender cada vez más cómo funciona el universo, corremos el riesgo de ocasionar una falla. De esta manera, la ignorancia puede ser dicha.
El universo es en sí una tecnología. Es la mayor tecnología. Funciona a la perfección, por cuenta propia. Sin embargo, una vez que intervenimos y empezamos a meternos con los principios y las leyes universales, se arriesgan a descomponer esas leyes y  usarlas de manera egoísta e irresponsable (siempre me vienen a la mente las bombas atómicas, la guerra bacteriológica, la creación de virus, en fin, si continúan proliferando las  armas de destrucción masiva, de la misma manera que lo han estado haciendo, muy pronto estaremos en manos de alguien que tenga al mundo como rehén o que lo destruya, tratando de hacerlo.
Muchas veces el mundo científico  luce como esos padres irresponsables que le dan fósforos  a los niños y esperan que no quemen la casa.
Es demasiado esperar que una sociedad primitiva se desarme a sí misma. Por lo tanto, el desarme, nuestra única solución duradera, parece fuera de cuestión.  Somos una raza de seres singularmente incapaces de controlarnos.
El primer principio guía de las civilizaciones avanzadas es el reconocimiento de de lo sagrada que es toda la vida. Lo que encontramos en todas las sociedades elevadas es que bajo ninguna circunstancia un ser quitará la vida a otro ser de su propia especie contra su voluntad.
Y esto nos lleva a los filmes de ciencia ficción donde salvo ET y otros pocos ejemplos siempre nos atacan esos seres de otros mundos.
Si una especie muy evolucionada fuera atacada por otra, es una garantía que el atacante sería el menos evolucionado. En realidad, el atacante sería esencialmente un ser primitivo, porque ningún ser evolucionado atacaría a nadie. Los seres muy evolucionados del universo nunca “matarían” a otro ser sensible, no terminarían con la experiencia corporal de ningún otro ser, sin el permiso de ese ser. En tercer lugar nunca se sentirían “atacados”, incluso ni siquiera desde el exterior de su propia sociedad o especie, porque para sentirte “atacado”, tienes que sentir que alguien te está quitando algo (tu vida, tus seres amados, tu libertad, tu propiedad o tus posesiones... algo). Un ser elevado  nunca experimentaría eso, porque dicho ser  daría simplemente lo que otro piensa   que necesitaba tanto y  que estaba dispuesto a tomarlo a la fuerza, incluso si eso costara la vida corporal del ser evolucionado, porque el ser evolucionado sabe que puede recrear todo de nuevo. Con naturalidad daría todo a un ser inferior que no supiera esto.
Los seres muy evolucionados no son mártires ni son víctimas de la “tiranía” de nadie.
Seguramente el ser evolucionado no sólo sabe con claridad que puede crear todo de nuevo, sino que también sabe que no tiene que hacerlo. Sabe con claridad que no necesita nada de eso para ser feliz o para sobrevivir. Comprende que no requiere de nada exterior a él y que el “él” que ahora es no tiene nada que ver con lo físico.
Las razas y los seres menos evolucionados no siempre saben con claridad esto.
El ser muy evolucionado comprende que él y sus atacantes son Uno. Ve a los atacantes como a una parte herida de su Yo. Su función en esa circunstancia es sanar todas las heridas, para que el Todo en Uno pueda de nuevo conocerse como realmente es. Los seres elevados , si existen y aparecen por acá, lo compartirían todo, con todos. Ningún ser elevado  deja de compartir. Todos los recursos naturales de su mundo, de su medio ambiente de seguro se dividen equitativamente y se distribuyen entre todos.
Por supuesto que no  considerarían que una nación o un grupo o una cultura “posee” un recurso natural, simplemente porque ocupa el lugar físico donde ese recurso se encuentra.
El planeta (o planetas) que un grupo de especies llama “hogar” se entiende que pertenece a todos, a todas las especies de ese sistema. En realidad, se entiende que el planeta o grupo de planetas en sí es un todo. Se considera como un sistema total, no como un puñado de partes pequeñas o elementos, cualesquiera de los cuales pueden eliminarse, diezmarse o erradicarse sin daño al sistema en sí.  No es sólo la ecología ,sino también la relación de los habitantes con ellos mismos, mutuamente y con el medio ambiente.
En nuestro planeta, los deseos y las necesidades de algunas especies tienen que subordinarse a los deseos y a las necesidades de otros o no podríamos experimentar la vida como la conocemos. Y estamos acercándonos  peligrosamente al tiempo cuando no podremos experimentar la “vida como la conocemos”, precisamente porque insistimos en subordinar las necesidades de la mayor parte de las especies a los deseos de sólo una: La especie humana.
Los seres humanos haremos  lo que estamos haciendo (a nosotros mismos mutuamente) hasta que comprendamos que ya no es para nuestro mayor interés. Ninguna cantidad de discursos cambiará eso. Si los discursos cambiaran las cosas, las religiones habrían sido mucho más efectivas desde hace mucho tiempo
Ningún miembro de una especie  elevada o evolucionada  podría quitar o quitaría algo a otro simplemente porque “él lo tuvo primero” o porque es “su posesión” o porque “escasea”. La dependencia mutua de todas las cosas vivientes se reconoce y se respeta
Todavía los terrícolas estamos en la etapa  de que tenemos  el derecho de poseer personalmente todo sobre lo que ponemos nuestras  manos. Esto incluye esposas y niños, la tierra y la riqueza de la tierra. La “materia” y toda “materia” que su “materia” podía proporcionarles es propiedad también.  Los humanos estamos obsesionados con este concepto de la “propiedad ¡ incluso hablamos de los “derechos sobre el aire”!
Por el contrario, debeos comprender plenamente que el planeta físico bajo nuestros pies no es algo que pueda ser poseído por ninguno de nosotros. En una sociedad equilibrada , a una corporación nunca se le permitiría saquear la tierra para obtener una ganancia, porque con claridad se vería que la calidad de las vidas de cada persona que posee o trabaja para la corporación está resultando irrevocablemente dañada
Otra cosa, de seguro los seres evolucionados viven mucho tiempo, y de seguro también todo es cuestión de equilibrio. Primero, porque no contaminan su aire, su agua y su tierra. No ponen sustancias químicas en la tierra, por ejemplo, que después las absorben las plantas y los animales y llegan al cuerpo mediante el consumo de esas plantas y animales.
Es muy posible que nunca consumirían un animal, mucho menos llenarían con sustancias químicas la tierra y las plantas que come el animal, para luego llenar al animal con sustancias químicas y luego consumirlo.  Supongo que  en todas partes del universo  esto que hacemos en la Tierra  se consideraría correctamente como una práctica  suicida.
Por lo tanto, civilizaciones más avanzadas  no contaminan su medio ambiente, su atmósfera y sus propios cuerpos , como lo hacemos los seres humanos. Sus cuerpos son creaciones magníficas, hechos para “durar” infinitamente más que lo que nosotros le permitimos a los nuestros durar.
Es muy posible que los miembros de una civilización avanzada nunca se preocuparían  (nunca comprenderían el concepto humano de “preocupación” o “estrés”). Tampoco “odiarían” o sentirían  “ira” o “celos” o “pánico”. Por lo tanto no producirían reacciones bioquímicas dentro de su propio cuerpo, que lo desgasten y lo destruyan.
Ellos seguramente comprenden que todas las cosas son perfectas, que hay un proceso en el universo que funciona y que todo lo que tiene que hacerse  es no interferir con éste.  Esto es algo que ya muchos seres humanos lo tienen  en este planeta, aunque algunos no creen tenerlo y otros, simplemente, no eligen ejercitarlo. Los pocos que hacen un esfuerzo, viven mucho más tiempo, suponiendo que las sustancias químicas y los venenos atmosféricos no los hayan matado y, suponiendo también, que no se hayan envenenado voluntariamente de otras maneras. Como es sabido comemos venenos, bebemos venenos y muchos inhalan y fuman venenos
Para un ser muy evolucionado, esos comportamientos son incomprensibles. No pueden imaginar por qué deliberadamente introducimos en nuestros cuerpos sustancias que sabemos que no nos hacen ningún bien. Un ser elevado disfruta la vida en el cuerpo y no puede imaginar hacer algo que sabe anticipadamente que podría limitar o terminar eso o hacerlo doloroso.
Claro, muchos  de nosotros no creemos que comer carne roja en cantidad, beber alcohol o fumar plantas limitará o terminará con nuestras vidas o las hará dolorosas y eso esto es porque nuestras  habilidades de observación son muy malas. Necesitan agudizarse.
Un día, hace ya algún tiempo me leí un libro muy interesante llamado ‘Voces en el Desierto’ de una experiencia de una doctora americana con indígenas en Australia. Ellos, los indígenas le decían a la doctora que no entendían el afán del hombre blanco (mutantes, en su idioma) por los juegos de competencia y la competencia en el deporte, por ejemplo. Donde hay un ganador hay un perdedor y eso inevitablemente hace que la mitad de la ecuación (de la gente, de los fans, del mundo que observa) tenga sentimientos negativos. El juego es placer, la competencia donde haya perdedores no tiene placer.
Los seres evolucionados no compiten.
Comprenden que cuando uno pierde, todos pierden. Por lo tanto, no crean deportes ni juegos que enseñan a los niños (y se perpetúa en los adultos) el pensamiento extraordinario de que si alguien “gana”, mientras otro “pierde” es entretenimiento.
Los seres evolucionados comparten lo que tienen, lo comparten todo. Cuando otro necesita algo, nunca soñarían en conservar o acumular algo que tienen, simplemente porque escasea. Por el contrario, ése sería el motivo por el que lo compartirían.
En nuestras sociedades modernas  se eleva el precio de lo que escasea, si es que llegamos a compartirlo. De esta manera, aseguramos que, si vamos a compartir algo que “poseemos”, al menos nos enriqueceremos haciéndolo.
Los seres muy evolucionados se enriquecen también compartiendo las cosas que escasean. La única diferencia entre ellos y los seres humanos es como definen “enriquecerse”. Un ser elevado se siente “enriquecido” al compartir todo libremente, sin necesidad de tener una “ganancia”. En realidad, esta sensación es la ganancia.
Hay varios principios guía de nuestra cultura contemporánea y ya mundial, que producen nuestros comportamientos, uno de los más básicos es: la supervivencia del más apto.
Abarca todo lo que nuestra  sociedad ha creado: nuestra economía,  política,  religiones, educación y  estructuras sociales.
Sin embargo, para un ser muy evolucionado, el principio en sí es  auto contradictorio. Puesto que para ellos el Primer Principio Guía es Todos Somos Uno, el “Uno” no está “apto”, hasta que el “Todo” esté “apto”.
A eso lo llaman de manera  despectiva comunismo (recuerden que soy cubano y por acá ese término no suena tan mal)  . En nuestro planeta, hemos rechazado de antemano cualquier sistema que no permita el avance de un ser a expensas de otro.
Si un sistema de gobierno o económico requiere un intento de distribución equitativa, para “todos”, de los beneficios creados por “todos”, con los recursos que pertenecen a “todos”, dicen que ese sistema de gobierno viola el orden natural. No obstante, en las culturas muy evolucionadas, el orden natural es compartir equitativamente.
¿Incluso si una persona o grupo no hizo nada para merecerlo? ¿Incluso si no ha habido contribución para el bien común? ¿Incluso si son malos?
El bien común es la vida. Si estamos vivos, estamos contribuyendo al bien común de una manera u otra.
Para una civilización  avanzada no sería posible dejar de compartir. Tampoco sería posible pensar en “cobrar precios” cada vez más exorbitantes, mientras más escaseara UN PRODUCTO. Sólo las sociedades sumamente primitivas harían esto. Sólo los seres muy primitivos verían escasez de lo que se necesita comúnmente, como una oportunidad para obtener mayores ganancias.
Esto es parte de un sistema que los humanos aseguramos contribuye a nuestra calidad de vida y al bien común. Sin embargo, desde el punto ventajoso de un ser muy evolucionado, nuestro sistema viola el bien común, porque no permite eso que es bueno que se experimente en  común .
Ésta es seguramente la comprensión espiritual que apuntala todas las estructuras sociales, políticas, económicas y religiosas de todas las culturas muy evolucionadas  y simplemente el no observar estas enseñanzas , comprenderlas y vivir dentro de ellas, crea toda la discordia de nuestra experiencia en la Tierra.
Entonces, ¿Cómo experimentar la experiencia de realización o de logro?
Ciertamente no a través de la construcción de un sistema elaborado de valores alrededor de la “competencia”, “ganar” y “perder”, como se hace en la mayoría de las sociedades y actividades humanas, incluso (y especialmente) en las escuelas, sino a través de una comprensión profunda de lo que el valor real es en una sociedad y de una verdadera apreciación de éste. El logro se debería  definir como “hacer lo que proporciona valor”, no “hacer lo que produce "fama" y "fortuna", ya sea o no de valor”.
Los humanos hasta hoy en día vemos un mayor beneficio en lanzarle una pequeña pelota blanca a un hombre con un bate o en quitarse la ropa en una gran pantalla, que en dirigir a los hijos para que recuerden las mayores verdades de la vida o en proporcionar el alimento espiritual de la sociedad. Por lo tanto, honramos y pagamos más a los jugadores de pelota y a las estrellas de cine, que a los maestros.
En una sociedad de seres evolucionados seguramente  nadie vive en el fondo de la degradación a la que hemos  permitido que caigan muchos seres humanos. Nadie moriría de hambre, como los 400 niños por hora y las 30.000 personas al día que mueren de hambre en nuestro planeta. No existe una vida de “desesperación callada” como existe en las culturas de trabajo humanas.
La consciencia humana de insuficiencia (de “no suficiente”) es la principal causa de toda preocupación, de toda presión, de toda competencia, de todos los celos, de toda la ira, de todo el conflicto y, finalmente, de toda la matanza en nuestro planeta.
Siempre hay quien diría que se destina un porcentaje del PIB de los países ricos para ayudas y muchas otras fundaciones y demás, pero no lo estamos haciendo bien (además que no es cierto). Si lo hiciéramos, compartiríamos los recursos más equitativamente. En este momento, una quinta parte de la población del mundo está utilizando cuatro quintas partes de los recursos mundiales y no mostramos  señales de cambiar esa ecuación.
Hay suficiente para todos, si dejamos de derrochar todo esto entre las pocas personas privilegiadas. Si toda la gente empleara sabiamente los recursos, usaríamos menos de lo que utilizamos y menos personas los utilizarían imprudentemente.
Y es curioso que a pesar de los cataclismos anunciados del encuentro entre nuestra civilización y otra alienígena, también hay quienes  esperan que algún día van a aparecer en la Tierra para “salvarnos”, y nos rescatarán de nuestra propia locura, trayéndonos nuevas tecnologías para controlar las polaridades del planeta, limpiar nuestra atmósfera, aprovechar la energía de nuestro sol, regular el clima, curar todas las enfermedades y traernos una mejor calidad de vida en nuestro planeta.
Pero esa quizás no sea la solución. Quizás esa intervención sólo nos subyugaría a ellos, convirtiéndolos en nuestros dioses, en lugar de los dioses a los que en la actualidad estamos subyugados. Sería una tarea titánica la que enfrentarían si decidirían compartir su tecnología. Estás nos las  darían en cierta forma y cantidad que nos  permitieran reconocer nuestros propios poderes y potenciales y no convertir en dioses a los maestros.
Por otro lado, ¿Qué hay de niveles sutiles de la sociedad que nos dejan tan atascados en el atraso como los grandes desvaríos errores?
¿Qué tan importante es para nosotros el abrir nuestros corazones?  Los seres evolucionados seguramente  considerarían autodestructivo y, por lo tanto, incomprensible, ocultar los sentimientos y luego quejarse de que nadie comprende lo que sienten.
Los sentimientos son el lenguaje del alma y los seres muy evolucionados comprenden esto. El propósito de la comunicación en una sociedad es conocerse mutuamente en verdad. Por lo tanto, no entenderían  el concepto humano llamado “mentir”.
Para un ser evolucionado, lograr comunicar una mentira sería una victoria tan vacía, como no lograr ninguna victoria, sino una derrota total.
Los seres elevados  seguramente no “dicen” la verdad, pues son la verdad y  aprendieron desde hace mucho tiempo, en una época más allá del recuerdo, que la mentira no da resultado.
En nuestro planeta, gran parte de la sociedad se basa en la reserva. Muchos creen que lo que nos ocultamos mutuamente y no lo que nos decimos mutuamente es lo que hace que la vida funcione. Así, la reserva se ha convertido en nuestro código de ética. Esto no es verdad respecto a todos y  muchos individuos en la sociedad actual se han negado a adoptar estos comportamientos.
Sin embargo, los gobiernos se rigen por este código, nuestros  negocios lo aceptan y muchas de nuestras relaciones lo reflejan. Mentir (acerca de cosas grandes y pequeñas) ha llegado a aceptarse por muchos, que incluso mienten respecto a mentir.
Por ejemplo, expresar los propios sentimientos con honestidad a menudo lo califica la sociedad humana como “incorrecto”.  Y esto es algo incorrecto  puesto que el conocimiento preciso de los sentimientos facilita la vida en cualquier comunidad o grupo
Donde existe un amor profundo, las palabras son virtualmente innecesarias. Lo contrario de este axioma es también verdad: mientras más palabras tengan que emplear mutuamente, menos tiempo dedican a interesarse uno por el otro, porque el cariño crea comunicación y toda la comunicación real es acerca de la verdad y la única verdad real es el amor. Por ese motivo, cuando está presente el amor, también lo está la comunicación. Cuando la comunicación es difícil esto es una señal de que el amor no está plenamente presente.
Ahora bien, ¿una civilización tecnológicamente avanzada es una civilización evolucionada? Creo que no.  Una civilización evolucionada  que se nos presentara no sería un peligro,  principalmente porque un ser muy evolucionado comparte todo lo que tiene .Hace esto debido a su conocimiento de que todo pertenece a todos y que él siempre puede crear más de lo que “dio”, si en realidad lo desea.
Si nos dejáramos llevar por la imaginación y los deseos  veríamos que la diferencia entre la sociedad evolucionada  y la sociedad humana diferiría en un elemento muy simple, que llamaremos observación verdadera.
En las sociedades elevadas, los seres reconocen todo lo que ven. En las sociedades humanas, muchos niegan lo que ven.
Ven que la televisión arruina a sus hijos y lo ignoran. Ven que la violencia y la “pérdida” se utilizan como “entretenimiento” y niegan la contradicción. Observan que el tabaco daña el cuerpo y pretenden que no es así. Ven a un padre que es borracho y abusivo y toda la familia lo niega y no permiten que nadie diga una palabra al respecto.
Observan que durante miles de años sus religiones no han logrado cambiar el comportamiento de las masas y también niegan esto. Ven con claridad que sus gobiernos hacen más para oprimir que para ayudar y lo ignoran.
Ven un sistema de cuidado de la salud que en realidad es un sistema de cuidado de la enfermedad y gastan una décima parte de sus recursos en prevenir las enfermedades y nueve décimas partes en atenderlas y niegan que el motivo de la ganancia es lo que detiene cualquier progreso real para educar a la gente sobre cómo actuar, comer y vivir, de una manera que promueva la buena salud.
Ven que comer carne de animales que han sido sacrificados, después de haber sido obligados a alimentarse con comida que contiene sustancias químicas no es bueno para su salud y, sin embargo, niegan lo que ven.
Y hacemos mucho mas de este tipo de cosas y comportamientos.
¿estaremos siendo estudiados? ¿nos mandaran algún mensaje algún día?
Soñemos otra vez, si fuera posible realmente estarían en una disyuntiva . Porque realmente los seres humanos no tenemos claro nuestros objetivos en este planeta.
Entonces sería como escribir en un pizarrón con las siguientes consideraciones que quizás (y solo quizás ) le prestaríamos atención :
Si el objetivo es vivir una vida de paz, alegría y amor, la violencia no da resultado
Si el  objetivo es vivir una vida de buena salud y gran longevidad, consumir carne muerta, fumar carcinógenos conocidos y beber gran cantidad de líquidos que matan a los nervios y dañan el cerebro no da resultado.
Si el  objetivo es criar hijos libres de violencia e ira, colocarlos directamente frente a imágenes de violencia e ira durante años no da resultado
Si el objetivo es cuidar la Tierra y aprovechar sus recursos, actuar como si esos recursos fueran ilimitados no da resultado.
Si  el objetivo es descubrir y cultivar una relación con un Dios amoroso, para que la religión pueda hacer una diferencia en los asuntos de los seres humanos, entonces, enseñar sobre un Dios de castigo y retribución terrible no da resultado.
El motivo lo es todo. Los objetivos determinan los resultados. La vida procede de acuerdo con la  intención. La verdadera intención se revela en las acciones y las acciones las determina la verdadera intención. Al igual que todo en la vida (y la vida en sí), la vida es un círculo.
Los seres evolucionado de seguro tienen una visión más o menos así, ellos ven el círculo. Los seres humanos no lo vemos.
Ellos  responden al porqué de las cosas; los seres humanos lo ignoramos.
Ellos  dirían  siempre la verdad. Los seres humanos mentimos a menudo, a nosotrosmismos y a los demás.
Los seres elevados dicen una cosa y hacen lo que dicen. Los seres humanosdecimos una cosa y hacemos otra.
Muy en el fondo sabemos que algo está mal. Vemos  las contradicciones en nuestro comportamiento .
Si ellos nos están observando, aquí en la Tierra,  eso  es lo que observarían, de seguro nosotros somos su pasado, donde ellos estuvieron hace milenios o millones de años atrás.

¿La raza humana es inherentemente buena o inherentemente mala?
Esta es la encrucijada a la que hemos llegado. El futuro de la raza humana depende del camino que sigamos
Si creemos que somos inherentemente buenos, tomaremos decisiones y crearemos leyes que afirmen la vida y sean constructivas. Si creemos que somos inherentemente malos, tomaremos decisiones y crearemos leyes que nieguen y destruyan la vida.
Las leyes que afirman la vida son las que  nos  permitirán ser, hacer y tener lo que deseemos. Las leyes que niegan la vida son leyes que evitan que seamos, hagamos y tengamos lo que deseamos
Verdad. Alegría. Amor.
Éstas tres son intercambiables. Una conduce a la otra y no importa en qué orden aparezcan.

El amor entre un terrícola y un ser evolucionado de otra Galaxia nos parece tan imposible como la paz entre en los hombres de hoy en día. Sin embargo , a mediados del siglo XX enviamos una nave que hoy ya salió del sistema solar. En ella va un mensaje de amor que quizás algún día sea leído por unos ojos maravillados y una mente altamente evolucionada que a partir de ese día perdido en el tiempo futuro comenzará a soñar con ese hombre hermoso de la Vía Láctea que lo redactó. Todos somos ese hombre. Y si ese camino ya está comenzando a ser transitado no será  imposible que tengamos la paz en la Tierra y que podamos por fin, después de habernos puesto erectos y bajar de los árboles , viajar desde nuestra alma a lo infinito del universo, sea “El Universo” lo que cada cual entienda y desee para si mismo.