domingo, 4 de octubre de 2015

El Valle de los 20 años


Los 20 y tantos es una edad de maravillas, de muchos descubrimientos. Es cuando uno comienza realmente a madurar, e incluso aunque ya se llegue bastante maduro a esa edad es la etapa en que entonces ocurren la consolidación de muchas de las creencias y actitudes futuras con las que manejaremos la vida en lo adelante.

Después del triunfo de la revolución los 20 y tantos en Cuba siempre han sido , hasta ahora, una etapa de lagrimas y compromisos. Mas bien hasta hace muy poco.

En los años 1960’s tener 20 y tantos significaba tomar partido político, muchas veces contra la misma familia. También fue una época de lucha de verdad, con armas en la mano en Cuba y en otras naciones; de alfabetización y por lo tanto de maravilla; de poder cambiar algunas cosas y perder otras. La polarización de una sociedad no se ha sentido mas intensamente que en esa época de las décadas de vida de los 20 a los 40.

Los que en los años 60 y 70 tenían 20 años hoy ya tienen mas de siete décadas de vida. Y nunca imaginaron que las cosas serían como son hoy en día.

¿ Y cómo son hoy en día?

Quizás como siempre debieron ser : de fiesta y despreocupación por un lado y de bastante cuestionamiento por otro.

¿Tanto así?

Bastante así. Para ser una generación heredera de tantas cosas, tanto esfuerzo y esperanzas, realmente todo ha resultado muy diferente a lo esperado, para ellos y sus formadores.
Siempre se supo que habrían “ovejas negras” en el rebaño , pero no tantas.

En mi opinión las cosas resultaron muy diferentes a lo esperado. No estoy diciendo que son chicas y chicos malos, solo que interpretan la vida en una forma diferente, peligrosamente diferente para el criterio del gobierno, incluso muchas veces de manera opuesta a lo esperado.

Es cierto que las misiones revolucionarias tienen un alto porcentaje de jóvenes, digamos por ejemplo las misiones de médicos en otros países, pero la motivación junto a la posibilidad de ayudar a otros pueblos es el pago en divisa extranjera que esto representa. No hay otra manera de conseguirla para miles y miles de médicos y enfermeras, para miles de técnicos de la salud. He escuchado muchas conversaciones que me hacen dudar que estas misiones pudieran llevarse a cabo si no existiera el pago en moneda fuerte , a no ser como en tantos momentos se pusiera una presión política intensa sobre los hombres y mujeres.

Como ocurrió en las guerras en África.

Es cierto que las universidades llenas de jóvenes activos políticamente mantienen una presencia en marchas y mítines políticos, tareas asignadas por los dirigentes y durante los cinco años que cursan la carrera se hace notar la presencia de ellos con el entusiasmo y lo alto de sus voces con las consignas. Y nuevamente: he escuchado muchas, pero muchas conversaciones que me hacen dudar que si el elemento político durante la carrera , incluso a la hora de asignarlas y por lo tanto marcar el destino de un joven de 18 años o el empleo futuro de un recién graduado, no fuera tan importante, no pesara tanto, ellos fueran realmente tan participativos. En otras palabras, la universidad en Cuba, además de formar a los futuros profesionales es una de las fuentes principales de la doble moral a la hora de asumir los compromisos y evaluar la realidad y las personas.
No eres políticamente correcto no coges carrera. Como dice el lema oficial, y bien oficial: ‘La universidad para los revolucionarios’

Ciertamente no son todos, gracias a dios no son todos, porque al margen de la política las familias siguen educando a sus hijos con principios y criterios morales.
Pero es que cada día me tropiezo con tantos jóvenes que corren en pos de una economía de mercado ajena (se sabe que en Cuba no hay mercado como tal), que a toda costa luchan por beneficios individuales, que se prostituyen o trafican.
Tambien los hay quienes corren detras de la libertad, sea lo que sea que este signifique solo se comprende cuando se sale de Cuba, al menos parece ser asi.
Muchos o pocos (ojala así fuera) no es tan importante como el hecho de que ya no deberían existir.
Los chicos de hoy en día en Cuba tienen la alegría intrínseca de los 20 y tantos, pero ninguna otra. Comen, se visten, disfrutan de sus vacaciones, se cuidan de manera muy precaria, pero sus miradas me parecen vacías.

El valle de los 20 y tantos fue de batallas por grandes ideales. Esas batallas ni remotamente se ganaron, solo hubo pausas donde el supuesto enemigo se recuperó y con nuevos disfraces ha ido ganando terreno. Lo importante es que los jóvenes de espíritu  estén alertas y no se dejen ganar  por la superficialidad y la falta de compromiso con los mejores ideales humanos, mas allá de la política, mas allá del mercado.


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