jueves, 10 de septiembre de 2015

Y cayo' el gigante

Y llegó el derrumbe. Lo nunca imaginado. Lo históricamente imposible. La caída de la Unión Soviética.
Resistieron dos guerras mundiales, tensiones en innumerables fronteras, amenazas nucleares.
Perdieron millones de vidas por salvar al mundo de la dominación nazi. Crearon el campo comunista que según ellos representaba la esperanza para el mundo, algo diferente.
Pero los años pasaron y los héroes envejecieron, tuvieron hijos y nietos.
Y ellos sucumbieron como los marcianos en ‘La Guerra de los Mundos’ ante los pequeños enemigos, ante lo cotidiano en cualquier parte del resto del mundo menos en el de ellos, sucumbieron ante los plasticos de colores, los electrodomesticos modernos y caros, las imagenes de Paris, New York y Londres que aparecen en postales, filmes y los perfumes caros.
Sucumbieron en una estocada mortal dada por el poder de las cosas. De la necesidad de consumir. Eso que hoy en dia ya no es un enemigo ideologico , es el enemigo de la subsistencia del ser humano en todas partes.
Creían que el principal enemigo llegaría con sus armas nucleares y sus tropas, y solo llegó con sus  hamburguesas de queso y carne, sus gomas de mascar, sus zapatos deportivos, sus revistas, la pornografía, los autos de lujo .
Y todo esto vestido de la promesa de un mundo democratico y mejor.
Sucumbieron ante el marketing.
Suena horrible, pero se sabe que es poderoso.
Los soviéticos pudieron controlar mediante la censura y la mano dura en la política interna las ansias de nuevas libertades,  pero no pudieron controlar el corazón de la gente, que confundida (pienso yo) trastocó todo.
La libertad es algo mas que consumir y vivir en un país considerado democrático. La libertad es ante todo un estado del alma, un compromiso con el mejoramiento de todos los seres humanos. Y aunque no éramos extraordinariamente admiradores de la URSS (algunos sí lo eran) fue un poco pasmoso  ver caer al gigante. Muchos se alegraron también, pero los cubanos que tenían un poco de vista en el futuro sabían lo que nos esperaba. Siempre habíamos vivido como en un sándwich, entre dos superpotencias. Una de ellas ya no estaba, o al menos no era ya una amiga incondicional. Por lo tanto no sería fácil. Aunque para muchos
era el trago amargo que debíamos tomar antes del banquete.
El gobierno cubano  no fue impuesto como en Europa. Por lo tanto se preparaba a resistir.
Y nuevamente quedo' demostrado que lo que parecia  erradicado no lo estaba, que la conciencia del ser humano no se puede regular como un ejercito y que los tiempos difíciles son los mejores momentos para que resurjan viejos hábitos y preferencias.
Los hombres nuevos llevan a los viejos dentro.
Y ese es el paisaje donde empezamos nuevamente a tratar de levantar presión,  mi familia y yo, nuestras familias y los demás.