Dos introducciones para comprender mejor. Y leer hasta el final, que siempre pueden ser sorprendentes.
Hace algunas semanas un cubano, o una cubana, viviendo
en Cuba, publicó en Facebook una foto con sus brazos con algunas quemaduras
leves. En el texto de las fotos se decía que esas quemaduras fueron hechas
porque estaba friendo unas croquetas que se venden muy baratas y que al
ponerlas en el aceite caliente saltaron de la sartén. Allí venían una serie de
insultos al gobierno que vendía esas croquetas que debían ser comida para
animales y no para personas. Ciertamente las redes se hicieron eco de ese post (sí,
nosotros nos quejamos del precio del helado y de las croquetas ya que nos
faltan los secuestros, los narcotraficantes y los asesinatos en masa) y poco a
poco se le añadieron más elementos y se compartió mucho entre cubanos emigrados
y sus amigos extranjeros. Como información de primera mano quiero decir que yo también
las he comprado, frito y comido sin tener esa mala suerte, pero quizás me
tocaron las menos saltarinas de todas. No obstante, malas son, pero en Cuba comemos
los que haya a la mano no los que queremos.
La otra introducción es que en el transcurso de todos
estos años trabajando como guia he conocido a muchos
extranjeros , algunos de ellos personas interesantísimas y curiosas en los por
qué de las cosas. Con ellos acostumbro a intercambiar por whatssap y telegram,
y a su vez me añaden a sus grupos de debate que tienen entre amigos y colegas. Realmente
no me gusta opinar sobre otra realidad ajena a la mía (cosa que no hacen con
nosotros y con Cuba) porque hacen falta muchos elementos más allá de las agencias
de noticias que tratan de llevarnos en direcciones muchas veces ajenas a la
realidad. Nosotros los cubanos lo sabemos muy bien. Pero al vivir en Cuba me
consideran marxista, comunista, intolerante y esperanzado en una realidad vana
que según algunos de ellos “esta’ anclada en la miseria material”. En otras
palabras, soy la fuente de contraste y el punto de vista de un proletario
resentido de un país pobre.
A veces me pregunto si
alguien realmente me conoce. Menos mal que la mayoría me considera buena
persona (aunque sea una pena que sea comunista, según ellos).Que tontería.
Así que frecuentemente ,
cuando las conversaciones se estancan sale a relucir el tema de las croquetas.
Por ejemplo, ayer. Un colombiano me pregunta sobre cómo veía yo desde mi punto
de vista la situación en Colombia. Con mucho tacto (ya saben que las
conversaciones de Paz entre la guerrilla colombiana y el gobierno de ese país fueron
en Cuba) le expreso mi opinión. ¿Respuesta? “Es que lo importante para nosotros
es evitar el comunismo y no terminar comiendo todos solamente esas croquetas
voladoras que comen todos ustedes todos los días”
Otro momento, un cubano que
hace tres años que se fue de Cuba. Aquí lo conocí, inteligente, trabajaba en un
banco y supongo que en el medio de una crisis existencial decidió quedarse en Miami. Allí trabaja cuidando a
una persona mayor, vive en una habitación de 5x4 sin cocina. Trabaja todos los días
por 10 horas. No ha podido reunir todavía para un viaje, para una gran cena en
un restaurante, para un fin de semana en un hotel. Pero es libre, me dice. En
los primeros momentos de la pandemia usaba mascarilla con un pomo de agua
mineral de 5 litros modificado donde metía la cabeza para no contagiarse. Ahora
no usa nada, a la mascarilla le llama bozal, porque lo que quieren los poderes ocultos es que nos
envenenemos con nuestro propio CO2 y no cogerá el virus porque según él no
forma parte de su realidad. Y por supuesto no se vacunará porque no quiere que
le implanten nanotecnología en su cuerpo. Y por cierto cuando conversamos por
whatssap nunca dice “vacuna” sino “inyección” para que los algoritmos de
Facebook y la CIA no lo detecten como negacionista y uno de esos seres que
quedara’ libre una vez que todos seamos controlados por los microchips de Bill
Gates. Y claro, de todos modos se siente muy bien viviendo en un país donde no
existen esas terribles croquetas “matagente”
Y finalmente la guinda. Un amigo de Méjico me invita a su grupo a escuchar y
expresar sus opiniones sobre las elecciones de medio término en su país. Todos de
clase media, con negocios más o menos grandes. Todos contra el presidente. Yo escucho
y escucho, hay cosas que no entiendo muy bien. Me piden mi opinión, pero antes
debo hacer algunas preguntas. Parece ser que incómodas, de cualquier modo Méjico
es una democracia burguesa bien establecida y al sur de Estados Unidos.
Blindada. Pero mis preguntas generan cierta hostilidad. Poco a poco comienzan a
hablar de Cuba, ¿Por qué? No los sé si era sobre Mejico, quizás para sentirse
mejor en su abundancia material. Yo dejo de responder. Pero no olvidan y de
repente salta una voz agresiva que pregunta: ¿Y quién invitó al esclavo come croquetas
a este grupo?
Solo me dio por reír. Los sé, es denigrante ser llamado así, ser visto así.
Pero muchas cosas hay que vivirlas para comprenderlas, y no obstante muchos no lo hacen. Otras veces no hay nada
que comprender, solo sobrevivir. Otros fueron hasta ayer come croquetas y hoy
que tienen mejor suerte lo olvidan y desprecian a su gente y ponen un precio
muy alto, incluida la traición y el crimen, por dejar de comer croqueta y comer
faisán.
Humberto
Guia Local Y Maestro.
Tour de Ciudad. Arte, Sociedad, Historia
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email: humbercuba@yahoo.es
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LEYENDO EL PERIODICO EL PAIS
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