UTOPIA O EL ENCUENTRO CON SERES EVOLUCIONADOS
Hace muchos años, cuando en Cuba los libros costaban entre
0.75 centavos hasta un máximo de 10 pesos (que pocos estaban dispuestos a
pagar) y por supuesto no haba best sellers de escritores contemporáneos
capitalistas, me lei un libro llamado 'La Nebulosa de Andrómeda ‘, de un
escritor soviético.
Un libro fascinante que trataba , entre otros temas, de un
amor imposible de un terrícola por una extraterrestre de un planeta de la
Nebulosa de Andrómeda. El fondo o
contexto: la sociedad comunista mas de 5 siglos después de hacerse realidad. Ya
el capitalismo y la historia anterior eran solo posibles en libros, y es mas,
ya no era necesario ni aprender de ellos. Nada de todas esas formaciones
económicas pre-comunistas era no solo valido sino ni tan siquiera ligeramente
importante en el terreno práctico.
Hace ya tanto tiempo y siempre me ha quedado la imagen que
se describe en aquel libro sobre ese planeta lejano y muy avanzado que había
logrado hacernos llegar a la Tierra imágenes maravillosas de seres y civilizaciones
avanzadas.
¿Cómo serían las civilizaciones más avanzadas del universo sobre
todo en comparación con nosotros?
Si, nosotros, egoístas y autosuficientes, represivos, y como
civilización en general ciegos y sordos ante el dolor de la mayoría. Sobre todo
en estos últimos tiempos “decadentes”, como diría un amigo muy querido.
Claro, la idea que tenemos de otras civilizaciones es casi
siempre la hollywoodense: civilizaciones terribles que vendrían a destruirnos.
Pero como todos los que han estudiado Arte sabemos que éste es un reflejo de la época y la civilización que la produce, y no es
nada asombroso que una como la nuestra, plagada de invasiones y guerras
considere que todos los seres son como nosotros.
Pero en fin, yendo al punto:
¿Cómo imaginaríamos serían los
seres de una civilización realmente elevada
y avanzada?
De seguro son superiores en todas las formas:
tecnológicamente, políticamente, socialmente, espiritualmente. Físicamente y
psicológicamente.
De seguro no tendrían nuestra inclinación e insistencia por
las comparaciones y su necesidad constante de caracterizar algo como “mejor” o
“peor”, “superior” o “inferior”, “bueno” o “malo” que demuestra lo mucho que hemos caído en la
dualidad, qué tan profundo nos hemos sumergido en el separatismo que nos lleva
a cometer actos terribles a “los otros” .
Toda la vida en nuestro planeta se construye en el
separatismo; consideramos que somos familias o clanes separados, reunidos en
vecindarios o estados separados, reunidos en naciones o países separados, formando
un mundo o planeta separado.
Muchos imaginamos que nuestro mundo es el único mundo
habitado en el universo. Imaginamos que nuestro
país es la mejor nación de la Tierra. Imaginamos que nuestro estado o provincia
es el mejor en el país y que nuestra familia es la más maravillosa en el estado
y finalmente, pensamos que somos mejores que cualquier otra persona en nuestra
familia.
Aseguramos que no pensamos nada de esto; sin embargo,
actuamos como si lo pensáramos, y estos pensamientos se reflejan cada día en las decisiones
sociales, en las conclusiones políticas, en las determinaciones religiosas, en las
decisiones económicas y en las elecciones individuales de todo, desde la
amistad, hasta los sistemas de creencias
El mecanismo es la negación. Y la negación es más insidiosa cuando es auto
negación.
Ya sería bastante triste que limitáramos nuestras negaciones
de cosas menos personales, como la disminución de la capa de ozono, la
deforestación con árboles de muchos años, nuestro tratamiento horrible a la juventud. Sin
embargo, no nos contentamos con negar todo lo que vemos a nuestro alrededor, sino
también todo lo que vemos en nuestro interior.
Vemos bondad y compasión y la negamos. Vemos sabiduría y sin
embargo la negamos. Vemos posibilidad infinita en nuestro interior y la
negamos. Vemos y experimentamos a Dios (podemos llamarlo energía o con
cualquier otro nombre) en nuestro interior y lo negamos.
Gran parte de nuestro mundo demostró más compasión hace
setenta años, que en la actualidad.
De seguro los seres
evolucionados controlarían mejor el clima que parecemos no ser capaces de controlar. Por lo tanto, estamos sujetos a sus caprichos. De seguro pensamos que la temperatura en un planeta es producto
de su distancia de su sol, de su atmósfera, etcétera y no hay nada que hacer,
pero en realidad esos hechos solo establecen los parámetros. Dentro de esos
parámetros, pueden hacerse muchas cosas, como por ejemplo controlar el medio
ambiente, creando o dejando de crear ciertas condiciones en la atmósfera.
No es sólo una cuestión de donde estamos en relación con el
sol, sino de lo que coloquemos entre nosotros
y nuestro sol.
Hemos colocado las
cosas más peligrosas en la atmósfera y retiramos algunas de las más importantes.
Supongo que todas las personas con sentido común se preguntan ¿por qué les toma
tanto tiempo a los gobiernos firmar los tratados de protección a la atmosfera y
al planeta en general?.
La respuesta es simple: porque detener el envenenamiento costaría
mucho dinero a muchas de las compañías principales, porque a muchas personas
individuales les costaría sus conveniencias, porque durante años, muchas personas y países
eligieron negar (necesitaban negar) la evidencia, para proteger su interés en
el status quo; para mantener las cosas como están.
Sólo cuando aumentó en forma alarmante el porcentaje de
cáncer de la piel, sólo cuando la temperatura empezó a elevarse y los glaciares
y la nieve empezaron a derretirse y los océanos se calentaron más y los lagos y
los ríos empezaron a desbordarse empezaron a prestar atención. En otras
palabras, sólo cuando su propio interés
personal lo exigió, comprendieron la verdad que las mejores mentes habían
colocado ante nosotros durante años.
De seguro en otras
culturas y sociedades en diferentes planetas, la definición de “interés personal”
es mucho más grande que en el mundo nuestro. Para las criaturas elevadas
(incluso aquí en la Tierra) es muy claro que lo que lastima a uno, lastima a
muchos y que lo que beneficia a pocos debe beneficiar a muchos o,
decididamente, no beneficia a nadie.
Sin embargo, a veces en nuestro planeta da la impresión de que es justamente
lo contrario. Lo que lastima a uno, la mayoría lo ignora y lo que beneficia a
pocos, se le niega a la mayoría.
Esto es porque nuestra definición de interés personal es muy
estrecha y apenas si alcanza a pasar del ser individual a nuestros seres
queridos y eso, si cumplen con su parte.
Realmente debe hacerse lo que es mejor para nuestro interés
personal siempre y cuando se comprenda que eso es lo que también es mejor para el mejor
interés de los demás, porque nosotros y los demás somos Uno.
Es muy rara la sensación que a veces provoca el ver a los
grandes centros de poder hablar de tecnologías
avanzadas y de nada vale el tener
tecnologías avanzadas de alguna forma que beneficie, sin contar con el
pensamiento avanzado. La tecnología avanzada, sin el pensamiento avanzado, no
crea avance, sino desaparición.
Nuestra evolución
tecnológica está tan adelantada a la evolución espiritual que termina convirtiendo
a la tecnología en Dios. La gente adora la tecnología y todo lo que ésta puede crear
y proporcionar. Incluida la destrucción en masa.
Y regresando a esos otras posibles civilizaciones, ¿qué otras
cosas marcan a una sociedad como “primitiva” o “avanzada”?
Muchos creen que una sociedad debe llamarse primitiva o
avanzada basándose en lo elevadas que son sus comprensiones. Sin embargo, ¿qué
tan buenas son las comprensiones más elevadas, si no las llevamos a cabo? La
respuesta es que no solo no son buenas sino incluso peligrosas.
Estamos al punto de que
la tecnología amenaza con superar nuestra habilidad para emplearla
sabiamente. Nuestras sociedades están a
punto de convertirse en un producto de nuestra tecnología, en lugar de que la
tecnología sea un producto de la sociedad.
Es curioso que muchas veces pensamos que el universo es
caprichoso cuando en realidad lo que vemos nos demuestra su estructura y su
leyes aceptablemente estables bajo ciertos parámetros. La ironía es que una vez
que conocemos ese método, una vez que empezamos a comprender cada vez más cómo
funciona el universo, corremos el riesgo de ocasionar una falla. De esta
manera, la ignorancia puede ser dicha.
El universo es en sí una tecnología. Es la mayor tecnología.
Funciona a la perfección, por cuenta propia. Sin embargo, una vez que intervenimos
y empezamos a meternos con los principios y las leyes universales, se arriesgan
a descomponer esas leyes y usarlas de
manera egoísta e irresponsable (siempre me vienen a la mente las bombas
atómicas, la guerra bacteriológica, la creación de virus, en fin, si continúan proliferando
las armas de destrucción masiva, de la
misma manera que lo han estado haciendo, muy pronto estaremos en manos de
alguien que tenga al mundo como rehén o que lo destruya, tratando de hacerlo.
Muchas veces el mundo científico luce como esos padres irresponsables que le
dan fósforos a los niños y esperan que
no quemen la casa.
Es demasiado esperar que una sociedad primitiva se desarme a
sí misma. Por lo tanto, el desarme, nuestra única solución duradera, parece
fuera de cuestión. Somos una raza de
seres singularmente incapaces de controlarnos.
El primer principio guía de las civilizaciones avanzadas es el
reconocimiento de de lo sagrada que es toda la vida. Lo que encontramos en
todas las sociedades elevadas es que bajo ninguna circunstancia un ser quitará
la vida a otro ser de su propia especie contra su voluntad.
Y esto nos lleva a los filmes de ciencia ficción donde salvo
ET y otros pocos ejemplos siempre nos atacan esos seres de otros mundos.
Si una especie muy evolucionada fuera atacada por otra, es
una garantía que el atacante sería el menos evolucionado. En realidad, el
atacante sería esencialmente un ser primitivo, porque ningún ser evolucionado
atacaría a nadie. Los seres muy evolucionados del universo nunca “matarían” a
otro ser sensible, no terminarían con la experiencia corporal de ningún otro
ser, sin el permiso de ese ser. En tercer lugar nunca se sentirían “atacados”,
incluso ni siquiera desde el exterior de su propia sociedad o especie, porque
para sentirte “atacado”, tienes que sentir que alguien te está quitando algo
(tu vida, tus seres amados, tu libertad, tu propiedad o tus posesiones...
algo). Un ser elevado nunca
experimentaría eso, porque dicho ser
daría simplemente lo que otro piensa
que necesitaba tanto y que estaba dispuesto a tomarlo a la fuerza,
incluso si eso costara la vida corporal del ser evolucionado, porque el ser
evolucionado sabe que puede recrear todo de nuevo. Con naturalidad daría todo a
un ser inferior que no supiera esto.
Los seres muy evolucionados no son mártires ni son víctimas
de la “tiranía” de nadie.
Seguramente el ser evolucionado no sólo sabe con claridad
que puede crear todo de nuevo, sino que también sabe que no tiene que hacerlo.
Sabe con claridad que no necesita nada de eso para ser feliz o para sobrevivir.
Comprende que no requiere de nada exterior a él y que el “él” que ahora es no
tiene nada que ver con lo físico.
Las razas y los seres menos evolucionados no siempre saben
con claridad esto.
El ser muy evolucionado comprende que él y sus atacantes son
Uno. Ve a los atacantes como a una parte herida de su Yo. Su función en esa
circunstancia es sanar todas las heridas, para que el Todo en Uno pueda de
nuevo conocerse como realmente es. Los seres elevados , si existen y aparecen
por acá, lo compartirían todo, con todos. Ningún ser elevado deja de compartir. Todos los recursos
naturales de su mundo, de su medio ambiente de seguro se dividen
equitativamente y se distribuyen entre todos.
Por supuesto que no considerarían que una nación o un grupo o una
cultura “posee” un recurso natural, simplemente porque ocupa el lugar físico
donde ese recurso se encuentra.
El planeta (o planetas) que un grupo de especies llama
“hogar” se entiende que pertenece a todos, a todas las especies de ese sistema.
En realidad, se entiende que el planeta o grupo de planetas en sí es un todo.
Se considera como un sistema total, no como un puñado de partes pequeñas o
elementos, cualesquiera de los cuales pueden eliminarse, diezmarse o
erradicarse sin daño al sistema en sí. No es sólo la ecología ,sino también la
relación de los habitantes con ellos mismos, mutuamente y con el medio
ambiente.
En nuestro planeta, los deseos y las necesidades de algunas
especies tienen que subordinarse a los deseos y a las necesidades de otros o no
podríamos experimentar la vida como la conocemos. Y estamos acercándonos peligrosamente al tiempo cuando no podremos
experimentar la “vida como la conocemos”, precisamente porque insistimos en
subordinar las necesidades de la mayor parte de las especies a los deseos de
sólo una: La especie humana.
Los seres humanos haremos
lo que estamos haciendo (a nosotros mismos mutuamente) hasta que
comprendamos que ya no es para nuestro mayor interés. Ninguna cantidad de
discursos cambiará eso. Si los discursos cambiaran las cosas, las religiones
habrían sido mucho más efectivas desde hace mucho tiempo
Ningún miembro de una especie elevada o evolucionada podría quitar o quitaría algo a otro
simplemente porque “él lo tuvo primero” o porque es “su posesión” o porque
“escasea”. La dependencia mutua de todas las cosas vivientes se reconoce y se
respeta
Todavía los terrícolas estamos en la etapa de que tenemos el derecho de poseer personalmente todo sobre
lo que ponemos nuestras manos. Esto
incluye esposas y niños, la tierra y la riqueza de la tierra. La “materia” y
toda “materia” que su “materia” podía proporcionarles es propiedad también. Los humanos estamos obsesionados con este
concepto de la “propiedad ¡ incluso hablamos de los “derechos sobre el aire”!
Por el contrario, debeos comprender plenamente que el
planeta físico bajo nuestros pies no es algo que pueda ser poseído por ninguno
de nosotros. En una sociedad equilibrada , a una corporación nunca se le permitiría
saquear la tierra para obtener una ganancia, porque con claridad se vería que
la calidad de las vidas de cada persona que posee o trabaja para la corporación
está resultando irrevocablemente dañada
Otra cosa, de seguro los seres evolucionados viven mucho
tiempo, y de seguro también todo es cuestión de equilibrio. Primero, porque no
contaminan su aire, su agua y su tierra. No ponen sustancias químicas en la
tierra, por ejemplo, que después las absorben las plantas y los animales y
llegan al cuerpo mediante el consumo de esas plantas y animales.
Es muy posible que nunca consumirían un animal, mucho menos
llenarían con sustancias químicas la tierra y las plantas que come el animal,
para luego llenar al animal con sustancias químicas y luego consumirlo. Supongo que
en todas partes del universo esto
que hacemos en la Tierra se consideraría
correctamente como una práctica suicida.
Por lo tanto, civilizaciones más avanzadas no contaminan su medio ambiente, su atmósfera
y sus propios cuerpos , como lo hacemos los seres humanos. Sus cuerpos son
creaciones magníficas, hechos para “durar” infinitamente más que lo que nosotros
le permitimos a los nuestros durar.
Es muy posible que los miembros de una civilización avanzada
nunca se preocuparían (nunca
comprenderían el concepto humano de “preocupación” o “estrés”). Tampoco “odiarían”
o sentirían “ira” o “celos” o “pánico”.
Por lo tanto no producirían reacciones bioquímicas dentro de su propio cuerpo,
que lo desgasten y lo destruyan.
Ellos seguramente comprenden que todas las cosas son
perfectas, que hay un proceso en el universo que funciona y que todo lo que
tiene que hacerse es no interferir con
éste. Esto es algo que ya muchos seres
humanos lo tienen en este planeta, aunque
algunos no creen tenerlo y otros, simplemente, no eligen ejercitarlo. Los pocos
que hacen un esfuerzo, viven mucho más tiempo, suponiendo que las sustancias
químicas y los venenos atmosféricos no los hayan matado y, suponiendo también,
que no se hayan envenenado voluntariamente de otras maneras. Como es sabido
comemos venenos, bebemos venenos y muchos inhalan y fuman venenos
Para un ser muy evolucionado, esos comportamientos son
incomprensibles. No pueden imaginar por qué deliberadamente introducimos en
nuestros cuerpos sustancias que sabemos que no nos hacen ningún bien. Un ser
elevado disfruta la vida en el cuerpo y no puede imaginar hacer algo que sabe
anticipadamente que podría limitar o terminar eso o hacerlo doloroso.
Claro, muchos de
nosotros no creemos que comer carne roja en cantidad, beber alcohol o fumar
plantas limitará o terminará con nuestras vidas o las hará dolorosas y eso esto
es porque nuestras habilidades de
observación son muy malas. Necesitan agudizarse.
Un día, hace ya algún tiempo me leí un libro muy interesante
llamado ‘Voces en el Desierto’ de una experiencia de una doctora americana con
indígenas en Australia. Ellos, los indígenas le decían a la doctora que no
entendían el afán del hombre blanco (mutantes, en su idioma) por los juegos de
competencia y la competencia en el deporte, por ejemplo. Donde hay un ganador
hay un perdedor y eso inevitablemente hace que la mitad de la ecuación (de la
gente, de los fans, del mundo que observa) tenga sentimientos negativos. El
juego es placer, la competencia donde haya perdedores no tiene placer.
Los seres evolucionados no compiten.
Comprenden que cuando uno pierde, todos pierden. Por lo
tanto, no crean deportes ni juegos que enseñan a los niños (y se perpetúa en
los adultos) el pensamiento extraordinario de que si alguien “gana”, mientras
otro “pierde” es entretenimiento.
Los seres evolucionados comparten lo que tienen, lo comparten
todo. Cuando otro necesita algo, nunca soñarían en conservar o acumular algo
que tienen, simplemente porque escasea. Por el contrario, ése sería el motivo
por el que lo compartirían.
En nuestras sociedades modernas se eleva el precio de lo que escasea, si es
que llegamos a compartirlo. De esta manera, aseguramos que, si vamos a
compartir algo que “poseemos”, al menos nos enriqueceremos haciéndolo.
Los seres muy evolucionados se enriquecen también
compartiendo las cosas que escasean. La única diferencia entre ellos y los
seres humanos es como definen “enriquecerse”. Un ser elevado se siente
“enriquecido” al compartir todo libremente, sin necesidad de tener una
“ganancia”. En realidad, esta sensación es la ganancia.
Hay varios principios guía de nuestra cultura contemporánea
y ya mundial, que producen nuestros comportamientos, uno de los más básicos es:
la supervivencia del más apto.
Abarca todo lo que nuestra
sociedad ha creado: nuestra economía,
política, religiones, educación y
estructuras sociales.
Sin embargo, para un ser muy evolucionado, el principio en
sí es auto contradictorio. Puesto que para
ellos el Primer Principio Guía es Todos Somos Uno, el “Uno” no está “apto”,
hasta que el “Todo” esté “apto”.
A eso lo llaman de manera
despectiva comunismo (recuerden que soy cubano y por acá ese término no
suena tan mal) . En nuestro planeta,
hemos rechazado de antemano cualquier sistema que no permita el avance de un
ser a expensas de otro.
Si un sistema de gobierno o económico requiere un intento de
distribución equitativa, para “todos”, de los beneficios creados por “todos”,
con los recursos que pertenecen a “todos”, dicen que ese sistema de gobierno
viola el orden natural. No obstante, en las culturas muy evolucionadas, el
orden natural es compartir equitativamente.
¿Incluso si una persona o grupo no hizo nada para merecerlo?
¿Incluso si no ha habido contribución para el bien común? ¿Incluso si son
malos?
El bien común es la vida. Si estamos vivos, estamos contribuyendo
al bien común de una manera u otra.
Para una civilización
avanzada no sería posible dejar de compartir. Tampoco sería posible
pensar en “cobrar precios” cada vez más exorbitantes, mientras más escaseara UN
PRODUCTO. Sólo las sociedades sumamente primitivas harían esto. Sólo los seres
muy primitivos verían escasez de lo que se necesita comúnmente, como una
oportunidad para obtener mayores ganancias.
Esto es parte de un sistema que los humanos aseguramos
contribuye a nuestra calidad de vida y al bien común. Sin embargo, desde el
punto ventajoso de un ser muy evolucionado, nuestro sistema viola el bien
común, porque no permite eso que es bueno que se experimente en común .
Ésta es seguramente la comprensión espiritual que apuntala
todas las estructuras sociales, políticas, económicas y religiosas de todas las
culturas muy evolucionadas y simplemente
el no observar estas enseñanzas , comprenderlas y vivir dentro de ellas, crea
toda la discordia de nuestra experiencia en la Tierra.
Entonces, ¿Cómo experimentar la experiencia de realización o
de logro?
Ciertamente no a través de la construcción de un sistema
elaborado de valores alrededor de la “competencia”, “ganar” y “perder”, como se
hace en la mayoría de las sociedades y actividades humanas, incluso (y
especialmente) en las escuelas, sino a través de una comprensión profunda de lo
que el valor real es en una sociedad y de una verdadera apreciación de éste. El
logro se debería definir como “hacer lo
que proporciona valor”, no “hacer lo que produce "fama" y "fortuna",
ya sea o no de valor”.
Los humanos hasta hoy en día vemos un mayor beneficio en
lanzarle una pequeña pelota blanca a un hombre con un bate o en quitarse la
ropa en una gran pantalla, que en dirigir a los hijos para que recuerden las
mayores verdades de la vida o en proporcionar el alimento espiritual de la
sociedad. Por lo tanto, honramos y pagamos más a los jugadores de pelota y a
las estrellas de cine, que a los maestros.
En una sociedad de seres evolucionados seguramente nadie vive en el fondo de la degradación a la
que hemos permitido que caigan muchos
seres humanos. Nadie moriría de hambre, como los 400 niños por hora y las
30.000 personas al día que mueren de hambre en nuestro planeta. No existe una
vida de “desesperación callada” como existe en las culturas de trabajo humanas.
La consciencia humana de insuficiencia (de “no suficiente”)
es la principal causa de toda preocupación, de toda presión, de toda
competencia, de todos los celos, de toda la ira, de todo el conflicto y,
finalmente, de toda la matanza en nuestro planeta.
Siempre hay quien diría que se destina un porcentaje del PIB
de los países ricos para ayudas y muchas otras fundaciones y demás, pero no lo
estamos haciendo bien (además que no es cierto). Si lo hiciéramos,
compartiríamos los recursos más equitativamente. En este momento, una quinta
parte de la población del mundo está utilizando cuatro quintas partes de los
recursos mundiales y no mostramos señales de cambiar esa ecuación.
Hay suficiente para todos, si dejamos de derrochar todo esto
entre las pocas personas privilegiadas. Si toda la gente empleara sabiamente
los recursos, usaríamos menos de lo que utilizamos y menos personas los
utilizarían imprudentemente.
Y es curioso que a pesar de los cataclismos anunciados del
encuentro entre nuestra civilización y otra alienígena, también hay
quienes esperan que algún día van a
aparecer en la Tierra para “salvarnos”, y nos rescatarán de nuestra propia
locura, trayéndonos nuevas tecnologías para controlar las polaridades del
planeta, limpiar nuestra atmósfera, aprovechar la energía de nuestro sol,
regular el clima, curar todas las enfermedades y traernos una mejor calidad de
vida en nuestro planeta.
Pero esa quizás no sea la solución. Quizás esa intervención
sólo nos subyugaría a ellos, convirtiéndolos en nuestros dioses, en lugar de
los dioses a los que en la actualidad estamos subyugados. Sería una tarea
titánica la que enfrentarían si decidirían compartir su tecnología. Estás nos
las darían en cierta forma y cantidad
que nos permitieran reconocer nuestros
propios poderes y potenciales y no convertir en dioses a los maestros.
Por otro lado, ¿Qué hay de niveles sutiles de la sociedad
que nos dejan tan atascados en el atraso como los grandes desvaríos errores?
¿Qué tan importante es para nosotros el abrir nuestros
corazones? Los seres evolucionados
seguramente considerarían
autodestructivo y, por lo tanto, incomprensible, ocultar los sentimientos y
luego quejarse de que nadie comprende lo que sienten.
Los sentimientos son el lenguaje del alma y los seres muy
evolucionados comprenden esto. El propósito de la comunicación en una sociedad
es conocerse mutuamente en verdad. Por lo tanto, no entenderían el concepto humano llamado “mentir”.
Para un ser evolucionado, lograr comunicar una mentira sería
una victoria tan vacía, como no lograr ninguna victoria, sino una derrota
total.
Los seres elevados
seguramente no “dicen” la verdad, pues son la verdad y aprendieron desde hace mucho tiempo, en una
época más allá del recuerdo, que la mentira no da resultado.
En nuestro planeta, gran parte de la sociedad se basa en la
reserva. Muchos creen que lo que nos ocultamos mutuamente y no lo que nos
decimos mutuamente es lo que hace que la vida funcione. Así, la reserva se ha
convertido en nuestro código de ética. Esto no es verdad respecto a todos
y muchos individuos en la sociedad
actual se han negado a adoptar estos comportamientos.
Sin embargo, los gobiernos se rigen por este código,
nuestros negocios lo aceptan y muchas de
nuestras relaciones lo reflejan. Mentir (acerca de cosas grandes y pequeñas) ha
llegado a aceptarse por muchos, que incluso mienten respecto a mentir.
Por ejemplo, expresar los propios sentimientos con
honestidad a menudo lo califica la sociedad humana como “incorrecto”. Y esto es algo incorrecto puesto que el conocimiento preciso de los
sentimientos facilita la vida en cualquier comunidad o grupo
Donde existe un amor profundo, las palabras son virtualmente
innecesarias. Lo contrario de este axioma es también verdad: mientras más palabras
tengan que emplear mutuamente, menos tiempo dedican a interesarse uno por el
otro, porque el cariño crea comunicación y toda la comunicación real es acerca
de la verdad y la única verdad real es el amor. Por ese motivo, cuando está
presente el amor, también lo está la comunicación. Cuando la comunicación es
difícil esto es una señal de que el amor no está plenamente presente.
Ahora bien, ¿una civilización tecnológicamente avanzada es
una civilización evolucionada? Creo que no.
Una civilización evolucionada que
se nos presentara no sería un peligro, principalmente porque un ser muy evolucionado
comparte todo lo que tiene .Hace esto debido a su conocimiento de que todo
pertenece a todos y que él siempre puede crear más de lo que “dio”, si en
realidad lo desea.
Si nos dejáramos llevar por la imaginación y los deseos veríamos que la diferencia entre la sociedad evolucionada y la sociedad humana diferiría en un elemento
muy simple, que llamaremos observación verdadera.
En las sociedades elevadas, los seres reconocen todo lo que
ven. En las sociedades humanas, muchos niegan lo que ven.
Ven que la televisión arruina a sus hijos y lo ignoran. Ven
que la violencia y la “pérdida” se utilizan como “entretenimiento” y niegan la
contradicción. Observan que el tabaco daña el cuerpo y pretenden que no es así.
Ven a un padre que es borracho y abusivo y toda la familia lo niega y no
permiten que nadie diga una palabra al respecto.
Observan que durante miles de años sus religiones no han
logrado cambiar el comportamiento de las masas y también niegan esto. Ven con
claridad que sus gobiernos hacen más para oprimir que para ayudar y lo ignoran.
Ven un sistema de cuidado de la salud que en realidad es un
sistema de cuidado de la enfermedad y gastan una décima parte de sus recursos
en prevenir las enfermedades y nueve décimas partes en atenderlas y niegan que
el motivo de la ganancia es lo que detiene cualquier progreso real para educar
a la gente sobre cómo actuar, comer y vivir, de una manera que promueva la
buena salud.
Ven que comer carne de animales que han sido sacrificados,
después de haber sido obligados a alimentarse con comida que contiene
sustancias químicas no es bueno para su salud y, sin embargo, niegan lo que
ven.
Y hacemos mucho mas de este tipo de cosas y comportamientos.
¿estaremos siendo estudiados? ¿nos mandaran algún mensaje
algún día?
Soñemos otra vez, si fuera posible realmente estarían en una
disyuntiva . Porque realmente los seres humanos no tenemos claro nuestros
objetivos en este planeta.
Entonces sería como escribir en un pizarrón con las
siguientes consideraciones que quizás (y solo quizás ) le prestaríamos atención
:
Si el objetivo es vivir una vida de paz, alegría y amor, la
violencia no da resultado
Si el objetivo es
vivir una vida de buena salud y gran longevidad, consumir carne muerta, fumar
carcinógenos conocidos y beber gran cantidad de líquidos que matan a los
nervios y dañan el cerebro no da resultado.
Si el objetivo es
criar hijos libres de violencia e ira, colocarlos directamente frente a
imágenes de violencia e ira durante años no da resultado
Si el objetivo es cuidar la Tierra y aprovechar sus
recursos, actuar como si esos recursos fueran ilimitados no da resultado.
Si el objetivo es
descubrir y cultivar una relación con un Dios amoroso, para que la religión
pueda hacer una diferencia en los asuntos de los seres humanos, entonces,
enseñar sobre un Dios de castigo y retribución terrible no da resultado.
El motivo lo es todo. Los objetivos determinan los
resultados. La vida procede de acuerdo con la
intención. La verdadera intención se revela en las acciones y las
acciones las determina la verdadera intención. Al igual que todo en la vida (y
la vida en sí), la vida es un círculo.
Los seres evolucionado de seguro tienen una visión más o
menos así, ellos ven el círculo. Los seres humanos no lo vemos.
Ellos responden al
porqué de las cosas; los seres humanos lo ignoramos.
Ellos dirían siempre la verdad. Los seres humanos mentimos
a menudo, a nosotrosmismos y a los demás.
Los seres elevados dicen una cosa y hacen lo que dicen. Los
seres humanosdecimos una cosa y hacemos otra.
Muy en el fondo sabemos que algo está mal. Vemos las contradicciones en nuestro comportamiento
.
Si ellos nos están observando, aquí en la Tierra, eso es
lo que observarían, de seguro nosotros somos su pasado, donde ellos estuvieron
hace milenios o millones de años atrás.
¿La raza humana es inherentemente buena o inherentemente
mala?
Esta es la encrucijada a la que hemos llegado. El futuro de
la raza humana depende del camino que sigamos
Si creemos que somos inherentemente buenos, tomaremos
decisiones y crearemos leyes que afirmen la vida y sean constructivas. Si
creemos que somos inherentemente malos, tomaremos decisiones y crearemos leyes
que nieguen y destruyan la vida.
Las leyes que afirman la vida son las que nos
permitirán ser, hacer y tener lo que deseemos. Las leyes que niegan la
vida son leyes que evitan que seamos, hagamos y tengamos lo que deseamos
Verdad. Alegría. Amor.
Éstas tres son intercambiables. Una conduce a la otra y no
importa en qué orden aparezcan.
El amor entre un terrícola y un ser evolucionado de otra
Galaxia nos parece tan imposible como la paz entre en los hombres de hoy en
día. Sin embargo , a mediados del siglo XX enviamos una nave que hoy ya salió del
sistema solar. En ella va un mensaje de amor que quizás algún día sea leído por
unos ojos maravillados y una mente altamente evolucionada que a partir de ese día
perdido en el tiempo futuro comenzará a soñar con ese hombre hermoso de la Vía Láctea
que lo redactó. Todos somos ese hombre. Y si ese camino ya está comenzando a
ser transitado no será imposible que
tengamos la paz en la Tierra y que podamos por fin, después de habernos puesto
erectos y bajar de los árboles , viajar desde nuestra alma a lo infinito del
universo, sea “El Universo” lo que cada cual entienda y desee para si mismo.