En estos días ha comenzado otra guerra. Rusia ha invadido a Ucrania y siempre me vienen a la mente la gente común de ambos lados. Los que tenían una vida ya elaborada después de tantos años de paz. Los que tenían planes, negocios, los que ya están muy mayores para comenzar nuevamente, los que están enfermos o muy débiles, en fin, nosotros.
Recuerdo los días en que desapareció la URSS y el resto de los paises socialistas de europa oriental y nos quedamos literalmente sin poder comerciar, a quien venderle nuestros productos, los que nos vendían el petróleo y compraban el azúcar. Fue el comienzo de una pesadilla que solo podemos contarla los que la sufrimos.
Comenzaron las enfermedades y el hambre. El hambre profunda, la que trae desnutrición crónica y enfermedades como las neuropatías que te tiran en cama porque cada célula de tu cuerpo duele por falta de vitaminas. Fue el momento que Estados Unidos y sus aliados cubanos en Miami se tiraron a la yugular para rematar al gobierno cubano, es decir a nosotros, lo mismo que pasó ahora durante la pandemia.
Recuerdo comer por tres meses solo col. Recuerdo esperar ansiosamente el ticket que se daba semanalmente y después quincenalmente para ir a una cafetería a recibir una hamburguesa, que primero venía con pan, tomate y pepino, después solo el pan con la hamburguesa, y finalmente solo la hamburguesa. Recuerdo mi padre enfermando de cáncer en la garganta justo en esos años, cirugías en salones de operaciones con solo un bombillo.
Recuerdo vasos de leche que podías ver a través. Eso se fue muy rápido. Recuerdo salir casi de noche e ir a escondidas a un comedor de una fábrica de tabacos cerca de casa donde trabajaba un amigo de un amigo para ver si había sobrado algo de arroz del día y podíamos comprarlo a precio astronómico. Recuerdo a los ancianos rodeados de mosquitas atraídos por el olor corporal de personas que no se bañaban a veces por día.
Todo eso y más me viene a la mente cada vez que llegan las noticias de una guerra. Quizás en unos meses ya todo pasará, en definitiva no es lo mismo estar en un continente y ser amigo de 27 países desarrollados que ser una isla en el Caribe y tener casi como enemigos a esos mismos países.
Y esto me lleva a esos cubanos en el extranjero que en estos momentos se rasgan las vestiduras por el dolor del pueblo ucraniano. Por supuesto la mayoría no sabe de historia aun siendo profesionales, la mayoría vive en Estados Unidos o en Europa y ciertamente están expuestos a la prensa de esos países que en los últimos años han invadido más y han conspirado más contra países como Cuba ,por ejemplo, sin pensar tan siquiera en contrastar información.
No buscan conocer en qué consistieron El Acuerdo de Postdam o el Pacto de Varsovia, aunque contradictoriamente aplaude a la OTAN sin analizar conscientemente que es una alianza bélica y no defensiva. Llora por las bombas rusas, las únicas capaces de matar a civiles y soldados: su solidez y capacidad analítica es tan abarcadora que afirma que la metralla rusa es la única letal. Nunca antes este espécimen había señalado la letalidad de bombas francesas o norteamericanas, pues los civiles y soldados muertos en Vietnam, Afganistán, Yugoslavia, Libia, Iraq, Panamá y otros lugares no han sido producto de guerras, sino de accidentes de tránsito.
El cubano que hoy grita en Facebook sufre con esta guerra más que nadie en el planeta y hace menos de un año muchos de esos cubanos pedían bombas del ejército norteamericano (sí claro, de esas que no matan a nadie) contra Cuba, así como también el desembarco de la 82 División Aerotransportada, y másasfixia económica.
Desconoce la historia de nuestro país respecto a la Crisis de Octubre o de los Misiles, como la denominan en Occidente, o cree que fue una exageración narrada por la prensa libre, la misma que reseña a diario los acontecimientos de Melilla, o los ataques con morteros a civiles en Palestina o los abusos en Afganistán.
Esos cubanos no se han enterado aún de la desaparición de 43 normalistas en Ayotzinapa, México. No 1, 2 ni 5…. sino 43…. Ni tampoco está al tanto de los continuos asesinatos de líderes sociales en Colombia, de las fosas comunes ni de la lucha de las abuelas argentinas que aún siguen buscando a sus nietos robados por la Dictadura. Desconocen que lanzaban a seres humanos vivos al vacío o al mar, encadenados, dejando a miles de familias truncas. Para no mencionar el apoyo de la OTAN a Inglaterra durante la guerra de las Malvinas.
Es adicto a etiquetas en RRSS, pero nunca a favor de que quiten el bloqueo contra su país, o que devuelvan una base militar ilegal ocupada por quienes nos asfixian. Para el cubano de Miami la ONU existe solo para condenar a Rusia, pero cuando el mundo vota contra el bloqueo a Cuba entonces la ONU es corrupta, y ahí nuestro endémico espécimen calla y mira hacia otro lado.
Esos cubanos nunca condenaron con vehemencia ni haciendo honores de su vocación católica o cívica, la negativa de EEUU de venderle a Cuba aparatos y respiradores mecánicos para combatir la Covid, así como tampoco nunca se pronunciaron en público contra la persecución de ese país contra barcos cargueros dirigidos a nuestras centrales termoeléctricas, vitales para el fluido eléctrico a la población, a hospitales y la circulación del menguado transporte público y privado del país, aún en tiempos de cuarentena.
Tampoco saben qué significa un peón en un juego de ajedrez. Y regreso a los civiles, a nosotros, los que realmente sufrimos las consecuencias de las guerras, las calientes, las frías, las económicas, de las avaricias y le geopolítica, en Ucrania hoy, en Vietnam en los setenta, los iraquíes en los noventa, los sirios y libios en los dos mil, y los cubanos por sesenta años, por solo mencionar algunos.
Como dice el trovador: La guerra es monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente
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