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lunes, 26 de julio de 2021

El Juego (suerte + inteligencia vs la vida que toco')

Yo era pobre. 
No muy pobre, solo pobre.
Mis momentos de solaz eran caminar por las calles hasta llegar al mar. Frente a los grandes hoteles. 
La señora era muy rica. Vivía en California, pero había nacido en Cuba.
Se había marchado en 1952.
Estaba muy enferma y quería regresar a los lugares de su pasado.
A la señora le fui recomendado y así podría ayudarme económicamente también.
La señora recorrió  la Habana y Pinar del Rio.
Muchas lágrimas.
Al final de viaje la señora me ofreció  una computadora. ¿es posible enviarla?
No.
En el 2004 era imposible hasta tenerla.
Pero no importa, llegará porque vendrá de una ciudad cuyo nombre es Los Ángeles y fui recomendado por alguien en una iglesia.
Y llegó diciembre con la noticia de que Alguien vendría con una laptop.
Y llegó con ella en  un pequeño maletín en una mano y otro mas pequeño aun en la otra.
“ahora ve a tu casa, comienza a disfrutarla, puede ser un juguete o puede ser transformada en una poderosa herramienta, solo quiero que me vengas a buscar mañana temprano”.
La noche fue esplendida, explorando un pequeño objeto como si fuera Egipto, el Amazonas, el Everest. ¡tantas cosas y experiencias caben en tan poco espacio! ¡cuanta felicidad en lgo tan pequeño!
El chico se presentó temprano. ‘Alguien’ le dijo que debía cambiar el pasaje para marcharse. Solo había venido a entregar el presente.
Así lo hizo, pero antes  me puso en la mano 100 dólares. ‘ comprate algo para ti o tu familia, pero deja la mitad porque es inevitable que algo bueno traiga algo aun mejor’
Pasó escasamente una semana.
Un amigo de un amigo de un hermano de un conocido tocó a mi puerta.
Venía con una oferta: internet.
¿internet? ¿Qué es eso? Digo, ¿no está prohibido?
‘¿y? ¿lo quieres o no?’
‘Probemos’
1 hora al día por 40 dólares al mes. Toda una fortuna aun hoy.
Un mes, una hora diaria para aprender, bajar cursos, aprender a hacer una página web al menos básica, dar de alta en los buscadores de entonces y lo mas importante: tener clientes para poder pagar otro mes y. . . alimentar la familia.
El cerebro se expande ante los retos. El alma decide no tener miedo.  El reto estaba planteado y las naves se habían quemado.
Nunca mas  supe de la Sra. Ofelia de California.
Nunca mas supeo de el Sr. Evan que trajo la laptop.
Mas de 20 proveedores de internet a escondidas en todos estos años.
Y lo más relevante fue que se abrió la puerta hacia un mundo prohibido entonces, y aún desconocido. Descarga de libros digitales, música, información actualizada, contactar mentes de lugares distantes, viajar sin moverte de casa. Todo lo que entonces estaba prohibido, hoy mas común, pero aun por descubrir para el 90% de los cubanos de entonces, incluso hoy que Facebook  y sus "amiguitos " llevan a la mayoria por caminos retorcidos. 


La mejor rebelión contra el  sistema de las cosas hoy en día (cualquiera sea el sistema)  es estudiar, aprender. Sobre todo estudiar lo que el sistema no quiere que estudiemos , para así poder ser lo más libre posible. Entonces seremos capaces de poder decidir por nosotros mismos el tipo de vida que queremos llevar, aun dentro de él.  O al menos poder perdernos en nuestra mente a donde Ellos, todavía, no pueden llegar.
 

lunes, 28 de junio de 2021

EL PERFUME.

 Agradecimiento a mi amigo Ismael. Cuando nos conocimos me abrió un océano de fragancias nuevas y por lo tanto de mundos que no conocía. El olor del chocolate de primera calidad, las especias que conocía solamente por libros, pero nunca había probado u olido. Las fragancias de perfumes o colonias que parecían ser del paraíso, de un mundo vetado. El olor del cuero noble, de vinos , de las cosas nuevas y sus envolturas que me sorprendían desde antes de descubrir los tesoros que me había traído como regalos. El olor de comidas que nunca antes había probado y que con su paciencia budista en cada viaje de miles de kilómetros disfrutaba regalarme de restaurante en restaurante, de paladar en paladar  cada noche, literalmente cada noche, y con conversaciones que parecen no tener fin. Y todo esto sin pedir nada a cambio, solo por el placer de hacer despertar los sentidos dormidos de alguien en una isla lejana y con mala fama a la que nunca pensó regresar, de hacer un nuevo amigo que se merece lo mejor, aunque viva en el otro lado de la Historia y del mundo.



ANTES DE 1990

Al poco tiempo del 1959 ya teníamos en Cuba problemas con los artículos de aseo y limpieza. Toda la materia prima provenía de Estados Unidos y la historia ya la conocen.

Una década más tarde teníamos un solo tipo de jabón de lavar, dos tipos de jabón de baño y más tarde solo uno, dos tipos de champú (uno para cabello riso y otro para cabello lacio). Dos tipos de colonias que fueron después cuatro y dos perfumes en la década del 1980s. Dos tipos de desodorantes, uno en crema para los negros y otro en barras sólidas para los blancos. Olores intensos al estilo ruso, nada de sutilezas. Talco sin olor para después del baño, y creo que eso fue todo. No nos enteramos que en otras partes se habían creado y  usaban champús para cabellos grasos, secos, dañados, teñidos, igualmente que habían entrado en el mercado acondicionadores, mascarillas capilares, suavizadores, detergentes para ropa de color, detergentes con bacterias que devoraban la suciedad, desodorantes para todo tipos de pieles y con decenas de fragancias nuevas cada año.

La vida era simple para nosotros, los olores eran naturales, la ropa de cama olía a sol y a almidón . No había mascaras ni cremas en rostros ni fragancias artificiales en la piel. Pero tampoco había magia. Nadie entraba ni salía de Cuba y por lo tanto no sabíamos.

Mi mamá guardaba un pequeño frasco vacío, con una delgada capa parda sólida de esencia seca en el fondo de un frasco de Chanel número 5 que de alguna manera llegó a sus manos, y alguna que otra vez la veía en la ventana destapar cuidadosamente el frasquito y oler por unos segundos aquel aroma que durante unos minutos la transportaba a otra época cuando era joven y unas gotitas detrás de las orejas y en las muñecas era como llevar un arma mortal para conquistar el mundo.

Todo hasta el 1990 cuando cae el muro de Berlín y el campo socialista de Europa del Este. Y entre las cosas que cambiaron fue la llegada de los turistas, con un mundo moderno, oloroso y atrevido en fragancias en sus equipajes.

 

EL ANCIANO DE “EL ENCANTO”

A Ricardo lo conocí durante el periodo especial cuando todos los cubanos hacíamos colas de varias horas para conseguir algo de alimentos. Nunca lo había visto antes, pero nos llevamos bien inmediatamente. Fueron esos días donde todos nos volvimos un poquito contrarrevolucionarios y culpábamos al gobierno por todo lo que nos estaba pasando y entonces Ricardo me contaba de su época de juventud. Fue jefe de piso en la tienda mas elegante de la Habana, y por lo tanto de America Latina: El Encanto.

Otro día escribo sobre ella, pero lo importante ahora es mencionar que este hombrecito diminuto fue el jefe de piso donde se encontraba la perfumería. La Habana era el lugar donde se probaban los perfumes franceses que venían a América, si gustaban seguían para las grandes urbes del continente:  New York, Ciudad Méjico, Buenos Aires.

Ricardo aun en los años 1990s se vestía como si estuviera activo, aun cuando la tienda fue victima de un sabotaje en 1961 y él se jubiló en los años 1980s. Camisas de mangas largas, pantalones de pliegues en la cintura y hasta de vez en cuando zapatos de dos tonos. Colores claros en el verano y oscuros en el invierno.

Pero con el periodo especial desaparecieron los artículos de limpieza. Lavábamos la ropa con agua y sal; y la cabeza con flores de mar pacifico, y mientras pasaba esto Ricardo se iba apartando en las colas, se mantenía distante y ya no conversábamos. Hasta que un día coincidimos y casi que lo acorralé en una esquina del portal de la bodega donde comprábamos. . .lo que podíamos. Y ante mis preguntas me hizo a su vez otra: ¿no las ves? ¿no lo sientes?, me dijo mientras me hizo notar pequeñas moscas que llamamos en Cuba guasasas que revoloteaban sobre su cabeza, “ a donde quiera que voy vienen hacia mí. Ya no puedo más con este olor, esta falta de higiene, se me cae la cara de vergüenza”

A Ricardo lo dejé de ver por un tiempo. Murió por una sobredosis de Valium que no sé de donde lo sacó porque escaseaba tanto como el jabón. Decían que estaba muy deprimido por todo lo que pasábamos, pero yo creo que lo hizo por vergüenza de tan solo pensar que era rechazado por el mal olor característico que tienen  los ancianos desprotegidos.

 

 

CLASES PRIVADAS

Me he puesto unos audífonos para escribir esta parte. Escucho música Caribeña, alegre y colorida, para espantar los sentimientos negativos. Es curioso, en aquel entonces me sentía muy feliz de llegar a casa con el resultado del trabajo de todo un mes y por “el sabor del peligro” en los labios.

Pero el tiempo cambia las cosas, la visión de las cosas. Ahora siento un poco de desánimo y vergüenza. Y no sé bien porqué, en definitiva hice lo mejor que pude y con las herramientas que tenía: mi mente y mi conocimiento.

La historia comienza así. En la esquina de mi casa hay un hospital. En aquel entonces era un hospital ginecobstétrico, es decir, atendía mujeres y sus dolencias propias, y embarazadas. Toca a mi puerta una mujer de unos 35 años, elegante y perfumada, con sortijas de oro y perfume un poco fuerte. Me pregunta si soy Humberto. Ella, Elsa,  la jefa del departamento de microbiología del hospital. La cuestión era que ella y unas amigas querían dar clases de Inglés.

Hasta ese momento yo no había dado clases privadas. Y realmente ni había pensado en ello, pero ya mi padre comenzaba con el cáncer en su garganta y era el año1998 y no había manera de conseguir alimentos baratos. Acepté. No sería lejos de casa, a solo 20 minutos. Las clases en su casa o, en caso de que la clases coincidieran con su horario de trabajo en algún momento se podían dar en la casa de una de las chicas, justo al lado de la de ella. Perfecto.

Seré breve. Casas preciosas, pero algo me llamó la atención inmediatamente. Elsa de 35 años con esposo (director del hospital) de 70. Las muchachas mucho más jóvenes, escasamente 18 años. En total 5. El pago pudiera ser de dos maneras: en efectivo o en especie. En pocas palabras: Elsa era una madame, las chicas sus prostitutas, jineteras, y como estaban con extranjeros podían comprar en las tiendas de los hoteles y por lo tanto podían pagarme con lo que ellas comprarían. Una de ellas era la hija de un teniente coronel que vivía en la casa de al lado, y todo debía ser muy en secreto, incluidas las clases de ingles.

Cada mes ellas me preguntaban sobre si efectivo o mercancía. Siempre fue mercancía. Cada fin de mes yo regresaba feliz con mi botella de champú, dos jabones, algo de detergente, pasta dentífrica, un desodorante y un poco más porque me pagaban 3 dólares por 3 clases de una hora a la semana. Fueron casi dos años hasta que mi padre empeoró y durante un tiempo no pude dar clases de ningún tipo.

Pero durante ese tiempo fue la época que la gente lavaba con sal, el señor Ricardo murió quizás de vergüenza, y la gente se lanzaba al mar en búsqueda de una mejor vida, y yo , al menos durante un tiempo no tuve esa preocupación. Tampoco eran productos buenos, lo importante era la cantidad, y tampoco remedié lo de los alimentos, pero al menos estábamos limpios.

Con el tiempo ese recuerdo me oprime el corazón. Y no sé exactamente la razón. O sí la sé, y es que quizás las cosas no han cambiado mucho.

LA LIBERTAD DE OLER BIEN

Es quizás la más menospreciada de las libertades. Muchos la califican de superficial. Pero a los cubanos nos brinda mucha información. Las fragancias nos dicen si tu jefe, tu amigo, tu cliente o simplemente la persona que tienes delante han viajado recientemente, si se asea diariamente o solo cubre la mugre con perfumes. Nos dice si tiene dinero, si es coqueto o coqueta por el brillo del cabello. Los hombres y mujeres cubanos nos alteramos las hormonas con solo sentir que alguien pasa a nuestro lado recién bañado oliendo a jabón de calidad, a crema sobre la piel. Unos cabellos mojados oliendo a champú y suavizador nos transportan a unos minutos atrás a una ducha donde muchas cosas pudieran pasar.

Pero además, el poder comprar, escoger, disfrutar de productos de aseo es un signo de libertad para los cubanos. De que no solo quieres sino también puedes cuidar de ti, de que nadie te puede limitar y tenga poder sobre ti.

Puede parecer un razonamiento superficial, pero después de tantas décadas marca la diferencia. Y tanto es así que siempre me sonrío (soy de esos maestros que se vuelca sobre los alumnos para revisar sus ejercicios mientras lo hacen en clases) y ellos dicen que soy “el teacher que huele a yuma”


Humberto

Guia de Ciudad y Maestro

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martes, 4 de mayo de 2021

BLANCO, ROJO, AZUL (parte III) Hisroria de Cuba a traves de una familia

 


 El precio de no ser (aparentemente) lo que se espera.

 La revolución triunfó,  ¿pero qué ha pasado con los que nacieron después y eran diferente a lo que se esperaba ?  

Una vez un amigo me dijo que los dos amores más grandes eran el de las madres y el de Dios. Y que la única diferencia entre ellos era que el de la madre es para sus hijos, y el Dios para todos los seres.

Si algo tuvo Blanco claro desde que la razón inundó su mente era que la relación con su madre no sería normal. Había muchas expectativas y sin embargo nada de exigencia. Lo importante para ella era solo una cosa: estar cerca los más posible. Todo lo demás era intrascendente. No tenía importancia si Blanco se hacía profesional o no, si se casaba o no, si era revolucionario o no. Lo importante era caminar juntos la vida ‘por siempre’.

Rojo quería lo opuesto. El haber traído un revolucionario al mundo era algo relevante, porque tenía que ser un revolucionario sin lugar a dudas. Un guerrillero en tierra ajena y la propia, un constructor de escuelas y de lo que hiciera falta. Un comunista que renunciara a su familia, a las comodidades y hasta a la vida si fuera necesario y por una buena causa.

Sin embargo, desde el mismo comienzo todo salió torcido. Blanco tuvo una infancia con una salud precaria. A los dos días de nacido ya estaba de regreso al hospital y así fue durante años. Todo los que pudiera darle a un niño lo padeció. Tuvo que aprender a caminar nuevamente a los siete años. Estaba claro que los sacrificios físicos no serían posible, aunque ya en la adolescencia y la juventud luchó y venció muchas de las limitaciones. Así que mucho tiempo en cama y convalecencia fueron los aliados de los libros y nadie sabría nunca en qué lugar real estaba. Y aunque costaran poco, estaban fuera del alcance del salario mensual, sobre todo porque estaban solos, no había otros miembros de la familia a quien recurrir.

Blanco, a los efectos de la sociedad heredada, era un bastardo. Nació fuera del matrimonio y rechazado por la familia paterna. Sin primos, sin tíos y tías, sin abuelos, sin viajes al campo a ver la familia o fiestas de fin de año o navidad. Nada.

Y entonces la soledad fue la mejor amiga. No había que explicar, convencer. No había con quien reír o escuchar historias del ayer. Cuando comenzó en la escuela ya el daño estaba hecho. Le gustaba aprender, pero algo dentro de él lo impulsaba contracorriente.  Nada de marchas, himnos patrióticos, poemas y loas a la patria. Detestaba los uniformes tanto como amaba los fines de semana y las vacaciones lejos de todos, excepto el cielo y el mar, el correr por el malecón, las casas en la playa cuando iban con los amigos de Rojo.

Ya en la escuela comprendió que era parte de algo más grande. Tuvo la impresión que eso más grande no necesariamente sería bueno con él, le parecía que solo era una pieza de decoración en una obra enormey no exactamente ni la torre, ni el caballo ni el alfil y mucho menos el rey del ajedrez. Muchas veces durante su vida tuvo o tiene casi la certeza de que era un error de la matriz en el escenario donde nació. Un pedacito contrastante o descolorido. Pero estaba vivo y había que continuar.

Se fue abriendo camino unas veces silenciosamente, otras queriendo estar aislado (haciendo sufrir a Rojo) llamaba más la atención que gritando. Lo amenazaron, lo pusieron en unas listas y los tacharon de otras, aunque al fin pudo graduarse de lo que le gustaba. Fue a las montañas y enseñó, bajó al llano y llevó arte y comprensión a niños y adolescentes por si acaso había escondiéndose en los laberintos de la mente algún otro Blanco como él mismo y que no se sintiera solo. Cuidó de Rojo durante muchos años hasta que literalmente le cerró los ojos. Y como Azul soñó aún está junto a ella.

Aunque no exactamente.

Cada día va quedando menos de Blanco en el mundo real. Siente cómo gramo a gramo va ganando en espiritualidad y gramo a gramo va perdiendo materialidad. Lamenta haber dedicado tanto tiempo a no comprender que en cada plano siempre se nos necesita. Ayudar, enseñar, sonreír a los desconocidos,  amar a los extraños y más aun a los que conocemos. Niños siempre alrededor, sanos, enfermos, con padres y madres, abandonados o casi. Y aunque desde lejos Blanco da la impresión de firmeza y felicidad, todavía sigue convencido que todo ha sido un accidente, una equivocación mientras no le demuestren lo contrario. . . salvo por una cosa, un quizás,  acompañar a Azul.

Rojo, Azul y Blanco (parte I)

Azul, Blanco y Rojo (parte II)



AZUL, BLANCO Y ROJO (parte II) Historia de una familia y de Cuba

 


 No hay palabra alegre en la vida excepto “Hijo”

 La revolución triunfó,  ¿pero qué pasó con las que la hicieron?  

Azul creció en una familia numerosa. Pero no seré condescendiente con el que lee estas líneas. Era una familia tan pobre que solo ella, sus hermanas y un hermano, sobrevivieron a la tuberculosis en una época en que todavía no existían los antibióticos o cuando ya comenzaban resultaban demasiado caros.

La madre de Azul tuvo sus hijas y su hijo, cuatro hembras y un varón, en el sanatorio donde casi todo el año permanecía internada para evitar contagiar a otros familiares. Solo su esposo podía visitarla y en escasos momentos podía irse a casa por unos días.

El padre de Azul era panadero. Compartía la casa con su hermana y sus hijos. Por supuesto que no había mucho dinero, pero la vida fluía sobre todo después que las chicas crecieron.

Pero antes hubo un momento difícil en que parecía que el círculo se cerraba para ese grupo de personas y se pasaría otra hoja del libro anónimo de tantos y tantos seres humanos. Uno de esos días la madre tomó a sus hijos pequeños y con una amiga se plantó en la entrada de autos del Palacio Presidencial. Esperaban que la secretaria de la Primera Dama saliera y entregarle una nota explicándole su situación.

Tuvieron suerte y al rato llegaba la Primera Dama en persona y se bajó del auto para saber qué pasaba con esa señora y esos cinco pequeños que se agrupaban temerosos alrededor. Todo fue muy rápido, le entregó la nota y le pidió por Dios que la ayudara.

Una semana después las niñas eran llevadas a una escuela interna atendidas por monjas, el varón a una atendida por curas. Justo a tiempo pues en un mes la madre de Azul, la abuela de Blanco, moría. Pasaron ocho a diez años y todos se reunieron nuevamente en la mesa familiar. Muchos jóvenes y sus sueños.

De todas las  hermanas, Virginia, era la más cercana. Solo dos años de diferencia y compartían muchos de los intereses, por ejemplo, la política. No es que participaran de ella, pero leían mucho y comentaban los periódicos y los incidentes casi diarios en una Cuba siempre revuelta, llena manifestaciones, huelgas, fraudes electorales, y golpes de estado. La policía y el ejército campeaban por las calles de La Habana y no parecía haber límite para la crueldad y el despotismo. Al mismo tiempo La Habana bullía por la moda, los conciertos en teatros, artistas de todo tipo y de todas partes pasaban por aquí.  Uno de los primeros países  del mundo en tener la radio, el primero después de Estados Unidos en tener la televisión. Las grandes compañías de la moda europea primero venían a la Habana y si sus productos gustaban continuaban hacia Estados Unidos, en caso contrario probaban suerte en el Sur.                                                Las navidades, los carnavales, las loterías millonarias, los ferris de fin de semana desde y hacia Estados Unidos con miles de turistas que venían a burlar la ley seca de su país, la ley del aborto, la reconstrucciones de virginidad,  y el próximo traslado de las Vegas hacia La Habana para escapar del FBI.

Azul trabajaba en una entonces muy céntrica esquina.  Desde su puesto de trabajo se veía claramente, casi a tocar de mano El Capitolio, donde se reunían senadores y congresistas.  Al Frente se encontraban Los Aires Libres de Prado. Cinco cuadras de cafés y bares con mesas cubiertas con sombrillas afuera, en las aceras, donde tocaban tríos y cuartetos todas las tardes y noches. Cada café con sus vitrolas, cada bar con sus músicos. A veces la vida parecía una ilusión.

Allí conoció a Rojo que venía escapando de su pueblo. Conversaban de sus afinidades políticas que más bien eran sueños de igualdad y justicia que un cambio radical. Y mientras más pasaba el tiempo mejor se sentían estando juntos. Él era un hombre con experiencia, mundo visto, ya casado y con hijos a pesar de su juventud. Le confesó que era revolucionario y lo que quería para Cuba y un día sintió miedo por él y pensó que debía ser el amor.

Sentía miedo cada mañana. Se levantaba a las cuatro de la mañana para abrir a las cinco la parte donde vendía el café. A esa hora, todos los días, estaban los servicios funerarios recogiendo los cadáveres en las calles. Jóvenes muertos podían aparecer en cualquier lugar. Ser joven era un sinónimo de ser revolucionario y si estabas en el lugar equivocado en el momento equivocado, o con una chica bonita que le gustaba a algún policía, o cualquier otra cosa, daba igual, podía ser la última vez que vieras las estrellas.

Una tarde de domingo estaban ella y su hermana sentadas en el parque de Bejucal, por un tiempo vivían allí. El matrimonio de Virginia no andaba bien. Ya varias veces su marido, un policía de patrulla, la había golpeado y había tenido que irse con los niños a la casa familiar.  Pero ahora parecía que todo estaba nuevamente bien. Estaban en un banco del centro del parque, protegidas por una gran sombra de una ceiba. Y los vieron llegar en la patrulla. Eran tres. Entre ellos su marido. En uno de los bancos de la esquina una parejita conversaba y cuando vieron a la patrulla se levantaron para irse. Demasiado tarde. La joven demasiado linda.  El marido de Virginia se aproximó demasiado a la joven y el chico trato de interponerse entre ellos.

Los pájaros salieron volando y ellas miraron al cielo porque pensaron que había sido un trueno. Un engaño de la mente donde lo posible y cotidiano ya no los acepta, se niega a aceptar que algo así sucediera. El joven cayó al suelo, la joven abrió la boca, pero nada salió en su auxilio mientras que unas manos poderosas la empujaban dentro del patrullero. El marido de Virginia no las vio.

Caía la tarde y todavía estaban allí temblando y tomadas de las manos. Se habían llevado al joven al hospital o algún lugar, no lo sabían. Virginia había tomado una decisión radical. Al día siguiente con sus hijos sacó tres pasajes para Miami y partió. En aquello años costaban 20 dólares. Era el 30 de diciembre de 1958, un día antes de la caída del dictador Batista, dos días antes del triunfo de la revolución de Fidel Castro y el primer día de 40 años de ausencia.

Finalmente decidieron irse a vivir juntos. Las mujeres miraban las cosas de manera diferente entonces. Pocas imaginaban una vida con un hombre fuera del matrimonio, aunque todas siempre creen las promesas. La reacción de la familia de Rojo fue desproporcionada.  Amenazas, chantajes, sobornos, todo por conservar las apariencias y lo que llevaba implícito en ese contrato social que es el matrimonio.  Todo terminó con aislamiento total y ya con un hijo de diez años por fin vino el matrimonio.

¿Es fácil cambiar? ¿Cómo convertirse de burgués progresista a revolucionario radical? ¿Es fácil dejar de ser machista en una sociedad latina? ¿Es la monogamia posible en una sociedad socialista y machista?

Los que sí es un hecho es que para las mujeres en su mayoría, el amor es incompleto y a veces difuso en época de revolución.  Pero de los amores nacen los hijos, y si hubo algo seguro en la vida de Azul fue a partir del momento en que tuvo a su hijo Blanco. La mujer que ha trabajado desde joven sufre mucho en su salud, en el cuidado de su familia, en tratar de mantener la economía doméstica, en apuntalar el amor, en tender puentes y renunciar incluso a su Fe para que su hijo no sufriera consecuencias en la nueva sociedad atea. Al llegar a la vejez y recapitular su vida, los más especial ha sido el amor del hijo. Para ella hay una frase que se dice al casarse que debería decirse al nacer un hijo: hasta que la muerte nos separe.

Rojo, Azul y Blanco (parte I)

Blanco, Rojo y Azul (parte III)



martes, 6 de abril de 2021

Una Historia de sencillez, y no de otra cosa.

En todas las ciudades importantes del mundo hay barrios mejores que otros.
Ya sabemos quienes pueden pagar esos barrios. Los ricos claro esta'. !Y que bien que los haya!
En la Habana hay uno de esos barrios (en realidad hay dos o tres), pero la composición de los habitantes son un poco diferente a la de otros barrios similares en otros países.
Hablo de Miramar. Viven allí algunos descendientes de esas personas que eran ricas, o profesionales y que decidieron no marcharse de Cuba cuando todo se radicalizó. Pero también viven los “nuevos ricos”, los que el sistema ha beneficiado con buenas oportunidades en la vida, por hacer bien sus trabajos, cuales quiera que sean.
¿Qué tienen en común estas personas?
El orgullo por su mundo material. Por lo que poseyeron o poseen. Residencias, autos, lindas ropas y zapatos, tablas de surf, celulares, mp3, ipods, cuerpos de gimnasio. Y aun cuando Miramar no tiene playas, fluye a lo largo de una línea costera con espacio de piedras, pero los habitantes se las han arreglado para hacerla “bañable”, sobre todo los muy jóvenes que en gran parte del año están en las escuelas y les resulta muy distantes las playas del otro lado de la ciudad.
Pero claro, no es un espacio cerrado.
Y debido a que tengo amigos por allí de vez en vez me voy cerca del mar, un placer al que nunca renuncio.
Domingo pasado.
Bello espectáculo el mar, un sol no muy fuerte. Alguna gente ya.
Y apareció.
Venia en su bicicleta, despintada y vieja.
Mas o menos 30 años.  Pelo recogido en una coleta. En unos jeans recortados. Sandalias. Un pulóver descolorido.
Quedo' un poco escondido por algunos arbustos y árboles  y supuse que estaba guardando la bicicleta para que no diera tanto sol.
A través de las ramas entreví  como  se quitaba el pulóver y las sandalias y tomaba algo en sus brazos.
Salio de entre los arbustos. Un cuerpo de trabador rudo, Soberbio. Pero lo mas curioso era lo que llevaba entre sus brazos de hombre de trabajo, sin lugar a dudas.
Un bebé. Es decir , un pequeñito de acaso un año y medio.
Pasó entre todos. Haciendo que todos levantaran la vista.
Se encaminó hacia un rincón del lugar, y deposito al bebé en una pequeña poceta natural.
Entre sus piernas.
Lo impresionante fue la forma en que lo depositó. Muy delicadamente. Lo desvistió, le paso un aceite por su cuerpo. Le puso en su lugar el cabello desordenado. Le sacó su inflable, su patito de goma y sonrió.
¿han tenido la impresión alguna vez de que no importa lo que suceda el mundo está bien, es salvable a pesar de todo?
Esa fue mi impresión.
Era puro amor lo que transmitía ese hombre robusto y gigante al lado de su hijo.
No le importaba la gente, ni lo que pensaran de su viejo short  o de su bicicleta oxidada.
Nada podía alcanzarlo, y todos los que estábamos cerca sentimos una onda expansiva de amor y bienestar.
Era realmente una mezcla increíble: fortaleza física, salud de hierro, la pureza de espíritu del pequeño, y la suya misma, el mar y el sol, las hormonas que corrían en ese cuerpo increíble y finalmente lo que mas me gusto: la falta absoluta de interés por los presentes habitantes de las  residencias, por los autos, las lindas ropas y zapatos, las tablas de surf, los celulares,  mp3 y  ipods brillantes sobre las coloridas toallas, y cuerpos de gimnasio.
Y me recordó lo que el trovador cantaba:

Quizás porque mi niñez sigue jugando en tu playa
Y escondido tras las cañas duerme mi primer amor
Llevo tu luz y tu olor por donde quiera que vayas
Y amontonado en tu arena
Guardo amor, juegos, y penas.
.............................................................

HISTORIA DE UNA FAMILIA CUBANA 

Rojo, Azul y Blanco (parte I)

Azul, Blanco y Rojo (parte II)


Humberto. Local Guide in Havana, Guia local en la Habana,
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sábado, 10 de octubre de 2020

MI DIA A DIA. 10/10/20

 

Hoy comienzo unas especie de crónicas (casi) diarias. Muchas personas me preguntan cómo  es el dia a dia del cubano promedio. Y eso es lo que hare’, contar algunas cosas del hoy, con alguna que otra explicación para hacerlo “mas potable". Si no gustan las borraré del blog.

No sé si considerarme un cubano promedio. Para algunos el cubano promedio es el muy pobre. Para un europeo yo soy muy pobre. Para un cubano pobre soy de clase media. Y para el gobierno. . .soy un enigma (envuelto en misterio). Así que vamos allá. No siempre serán  sobre mi, sino de cosas que presencio o solamente me rozan. Y recuerden, estamos en tiempos de pandemia y todavía las escuelas cerradas.

Bien temprano fuera de la cama que el que se levanta temprano Dios le ayuda. 6 am. Tengo la suerte de tener café y preparo mis dos tasas. Necesito dos para comenzar el dia. Bien negro. Preparo el desayuno para mi madre y para mi, y a la calle a conseguir algo de vegetales y viandas, y además algún liquido de limpieza antes de que aparezcan los inspectores y los revendedores los desaparezcan. De vuelta a las 7:30 am.

La muchacha de la limpieza viene los sabados asi que parto a la calle a la segunda etapa de la caceria, es decir, conseguir mas alimentos. En mi celular llevo música, libros, y algo de datos para conectarme con los amigos. Todo perfecto para una cola de 3 horas, aunque yo casi nunca las hago. Como dice un guajiro que vino a vivir a mi cuadra: mientras haya huevos, pan, yuca, malanga, frijoles y aguacates no se me ha perdido nada en esas colas donde la gente se hacina.

Fui a casa de mi tia, esta vez no caminando. Usualmente hago 8 kms al día, pero ayer hice 12, y prefiero darle un poco de paz al cuerpo, tome’ una guagua (autobús) y en 5 minutos allí. Llegamos a tiempo para comprar algo de yogurt y de paso nos metimos en una cafetería que reabría después de 7 meses de cuarentena. Helados italianos y café’ expreso (ocurren milagros y cosas así. . .) Me da mucho placer invitar a mi tia cada semana a algo así. Mi prima tiene sus características y no considera esas cosas importantes, al menos para los mayores. Pero lo son.

En fin, regresé a casa a eso de las 1 pm y me entere’ que habían caído unos inspectores en la bodega de los bajos de mi edificio y le encontraron un gran déficit de mercancías al bodeguero. Haciéndolo corto llamaron a la policía y derechito al calabozo. La verdad que me sorprendió, el chico me caia bien, era muy reservado, no se le acumulaban los “amigos” en la bodega y no parecía que se metiera en asuntos turbios. Parece ser que lo más importante fue la leche en polvo para los que tienen dieta médica. En fin, la vida continúa. De cualquier modo hace tiempo deje de solicitarles “favores” a los bodegueros. Y ahora menos que aplican grandes multas a los receptadores.

Una siestecita, y después casi un privilegio, yogurt de merienda con galletas de dulce. Hoy es sábado, me encierro en mi cuarto y en un equipo de música viejo que tengo, pero que aun se escucha aceptablemente, disipo el estrés de la semana: me preparo un concierto de rock a todo volumen. Bailo, canto y termino exhausto. Nadie me imagina en esa faceta. Casi llegué a estudiar para bailarin profesional, pero entonces el asma me llevaba bastante mal y nada, me dejaron a un lado, pero había pasado  bien las pruebas. Aun hoy conservo el ritmo, la cadencia y soy muy bueno en la improvisación. Pues nada, mañana será otro dia. Usualmente los domingos nunca han hecho la diferencia en mi vida, al contrario, me provocan. . .tristeza.

miércoles, 30 de septiembre de 2020

CUBA, COVID, VACUNA. Muro de silencio y otros





Y un dia después:
​Hoy Facebook le ha administrado una dosis de libertad de expresión a nuestro vídeo sobre la vacuna cubana contra el coronavirus. Esta mañana eliminaron el vídeo de la cuenta de RT Play porque, ojo, «viola las normas de la comunidad y puede causar daño físico». Un vídeo que habla sobre el desarrollo de la primera vacuna latinoamericana, sus etapas, resultados preliminares…¿qué daño físico y a quién le puede causar?

En Youtube y Twitter sigue disponible, no habrán sido suficientes las denuncias procedentes de Miami para que lo bloqueen en esas plataformas también. Vamos a recurrir. Pero es muy triste y muy significativo. Que se joda la libertad de expresión si los que recurren a ella no me gustan y encima hablan de temas que no encajan con mi visión del mundo. Es así de fácil, ni normas de comunidad ni nada.
Inma Afinogenova


CONTINUARA'. . .

Muchas eces me sucede esto. Lean los mensajes, uno de Facebook y otro de Instagram. Solo por el hecho de vivir en Cuba.





viernes, 27 de marzo de 2020

CUBA, CORONA VIRUS, (I). Brigadas Medicas.

¿Cuánto cuesta un médico cubano y quién lo paga?

 Aunque en algunos casos –especialmente catástrofes humanitarias– son iniciativas cuyo coste asume el Estado cubano, la mayoría de las misiones entra en la categoría de exportación de servicios profesionales, una de las principales fuentes de divisas de Cuba.

El país que contrata estos servicios paga por ellos al gobierno cubano, que no divulga detalles específicos de las transacciones.
El salario que un país solicitante paga por cada profesional cubano varía, pero los trabajadores reciben solo un porcentaje de ese dinero –se estima que entre el 40 y el 60 %–. El resto va a parar a las arcas del Estado cubano, que asegura que esos ingresos se destinan a financiar el sistema de salud gratuito en la Isla, pruebas de esto sobran con solo visitar Cuba.

En 2005,  Fidel Castro, ordenó la creación de un contingente médico de emergencias para ofrecer asistencia a Estados Unidos tras el desastre del huracán Katrina en Nueva Orleans. 
El país vecino rechazó la ayuda, pero ya había nacido la brigada «Henry Reeve», que hasta hoy ha asistido en primera línea en incontables crisis y desastres: la epidemia de ébola en Sierra Leona, Guinea Conakry y Liberia (2014-2015) y la de cólera en Haití, los terremotos de ese país caribeño, Pakistán (2005) y Nepal (2015), inundaciones y huracanes en Centroamérica y el Caribe…  

La experiencia acumulada en estos tres lustros nos hace sumamente valiosos en emergencias médicas y fue reconocida en 2017 por la Organización Mundial de la Salud con el premio de Salud Púbica en Memoria del Dr.Lee Jong-wook.

A todo el bagaje acumulado por la «Henry Reeve» se suma la capacidad de respuesta de los cubanos, que tras 60 años bajo embargo de Estados Unidos estamos acostumbrados a enfrentar situaciones difíciles con recursos limitados. 
Desde entablillar un miembro roto con madera del marco de una puerta a emplear un vaso de plástico como nebulizador, los médicos cubanos tienen una reconocida experiencia en reaccionar rápido y buscar soluciones dado los problemas habituales que tenemos en todos los aspectos de nuestras vidas.

¿Qué países han pedido médicos cubanos para luchar contra el coronavirus? 





CORONA VIRUS 2020

Además de los 53 médicos y enfermeros que ya están en la región italiana de Lombardía, en las últimas dos semanas han partido brigadas de médicos y enfermeros hacia Andorra,  Angola, Granada, Surinam, Jamaica, Belice, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas, Dominica y Santa Lucía. 

A Venezuela, donde trabajan más de 20.000 doctores cubanos, se desplazaron seis especialistas de la «Henry Reeve» y otros cinco de ese mismo contingente viajaron a Nicaragua para colaborar con ese país en la implementación de los protocolos de control, enfrentamiento y tratamiento a la COVID-19.  

Está previsto que los próximos días, partan nuevas brigadas a otras naciones. Las especialidades más demandadas por los países son la terapia intensiva, virología, epidemiología y farmacología.


CUBA, CORONA VIRUS, PRIMEROS DIAS Y ALGO DE HISTORIA


CUBA, CORONA VIRUS, LO IRRACIONAL Y LAS REDES SOCIALES



martes, 27 de noviembre de 2018

CUBANOS, NOSOTROS Y LOS OTROS

Una mirada subjetiva
Hasta el año 1990 todos los cubanos dentro de Cuba éramos NOSOTROS.
Vivíamos en las mismas condiciones aun cuando viviéramos en casas muy diferentes. Comíamos lo mismo, nos recreábamos en los mismos lugares o al menos no estaban vedados algunos lugares, nos vestíamos con lo que se podía conseguir o ya se tenía. Se sufría y se disfrutaba lo que había, que nos afectaba o nos alegraba a todos por igual.
Los primeros OTROS se fueron entre 1960-1964. Los segundos OTROS se fueron en el 1980. Y los terceros otros en 1994.
Esos OTROS pensaban diferente, querían encontrar soluciones diferentes a los problemas, creían que había alternativas diferentes a la del colonialismo, a la del capitalismo salvaje, pero también al socialismo estalinista. Siempre los otros se marchaban o los expulsaban del país para conservar la uniformidad.
A partir del 1995, después de la caída del Muro de Berlín,  poco a poco fueron surgiendo los nuevos OTROS, los que se sentían o sentíamos que eran diferentes.
Aquí tenemos algunos de ellos:

.Los y las jineteras, con sus correspondientes proxenetas. Salieron de la nada. Parecía que habían estado ocultos de alguna manera en los pliegues del tiempo. Como si hubiera habido una guardería y escuela secreta para formar prostitutas y se graduaran 30 años después de que fuera firmado el decreto de la prohibición de la prostitución y el proxenetismo. El gobierno luchó contra ellos, pero aún siguen vivos, solo que bajo diferente forma y nuevas tecnologías.

. Los Orientales: es decir, los emigrados de las provincias orientales / Los policías de las provincias Orientales / Los maestros de las provincias orientales. Los habaneros definitivamente no quieren formar parte de dos tropas: la policía y los empleados mal pagados. Debido a la situación económica tan precaria de los 1990 emigraron muchos maestros a otros sectores y se decretó una emergencia  (aún existe), aumentó la criminalidad y no había suficiente cantidad de policías. Hubo que formar, entrenar y traer personas usualmente muy pobres y con una forma muy peculiar de ser y de mirar los problemas para que sirvan de policías. ¿Características predominantes? Por el tiempo que cumplen su contrato son fuertemente represivos con los habaneros, pero sobre todo con sus compatriotas que vienen a la Habana buscando mejorar sus vidas; y cuando se acaba el contrato y usualmente ya con casa y matrimonio pasan a formar parte del lumpen proletariado pues muchos no regresan a sus provincias y tratan de casarse con residentes en la Habana par así poder quedarse a vivir en la capital.

.Los Nuevos Ricos. Mayormente son de dos tipos: los hijos o familiares jóvenes de funcionarios del gobierno en diferentes décadas que aprovechan los contactos de sus padres para trabajar en firmas extranjeras o abrir sus propios negocios. La pregunta interesante es de dónde sacan el dinero para hacerlo. Y entonces están  los que recibieron prebendas por trabajar para el gobierno en los diferentes momentos en estos casi 60 años de revolución. Tienen casas y apartamentos para rentar y vender, trabajaron hasta hace poco en posiciones que le permitieron robar sin ser detectados  y cosas así. Quizás debiera añadir otros tipos, pero serian peculiaridades más que grupos.
.Los Cubanos Americanos. Esos fueron los OTROS  en el 1960, 1980 y 1994. Recibieron todo tipo de insultos: Gusanos, Escorias, Apátridas. Resumiendo: enemigos. . . .Hasta hace muy poco. Ahora son Repatriados o cubanos residentes en el exterior con los cuales se consulta incluso para la nueva Constitución. Son los que tienen el dinero que hicieron en las sociedades capitalistas a las cuales emigraron. Son los que están comprando las propiedades (casas, autos clásicos, terrenos, autos modernos, etc.) que tienen los dirigentes y sus hijos y los usufructuarios del sistema en los años de revolución. Porque si algo es seguro es que los pobres de hoy somos los hijos de los honestos de ayer. Y nosotros no tenemos nada que ofrecer.
.Los cubanos con pasaporte español. Es decir, esos favorecidos por una ley de nietos o algo así que dictó el gobierno español. Ellos no necesitan visado para viajar a cualquier parte del mundo. Ellos además se diferencian porque aprovechan esa ventaja que tienen para viajar, comprar mercancías baratas o muy necesitadas en Cuba, traerlas y venderlas con un margen de ganancia enorme aunque siempre a mejor precio que las tiendas del gobierno (en realidad las tiendas todas son únicamente del gobierno). Se están haciendo de una buena cantidad de dinero y poco a poco comienzan a formar un capital.
Estos últimos tres  OTROS por el momento son minoría. Quizás algún día sean como en China, un grupo de millonarios que supieron aprovechar los resquicios del sistema y sacar beneficios en los momentos correctos.
Entonces, resumiendo un poco. En la Cuba actual todos tenemos derecho a la educación, a la salud y tenemos igualdad en todos los niveles de la sociedad. Pero NOSOTROS estamos viendo como cada vez más los OTROS se mueven y prosperan mientras NOSOTROS no. Vemos como los OTROS ricos, casi ricos y prósperos se valen de los OTROS como los orientales policías para mantener un equilibrio social, es decir, el STATUS QUO.

Quizás después de todo, como dice el famoso libro, todos somos iguales, solo que algunos OTROS son más iguales que NOSOTROS.
Quizás sea solo una utopia sobre todo en las condiciones actuales de Cuba y del mundo. 
Hubo un tiempo en que se hacia una distinción entre igualdad e igualitarismo. En todo caso,  lo que desean los NOSOTROS es que no se nos quite la posibilidad de pertenecer a los OTROS sin que sea peligroso o mal visto con posibles consecuencias.
Que el camino para los NOSOTROS no sea tan difícil y trabajoso a proposito para que nunca seamos iguales a los OTROS. 
en fin, como todo lo social, un tema muy complejo.

miércoles, 14 de marzo de 2018

El Vientre Maldito de Lucia (III)

El otro hijo de Lucia era mas discreto. Es decir, , no se le notaba que era gay , excepto claro que se lo preguntaran o lo vieran en algún lugar con algún chico.  El mas exitoso de todos los hermanos, pues era no solo mejor parecido sino también muy inteligente.  Llevaba una vida profesional exitosa,  conocía a extranjeros que era lo mas cercano que la mayoría de los cubanos teníamos por entonces a viajar.
Pero claro, era muy joven por entonces y pensaba que nunca le harían daño. Siempre la consabida verificación en un momento de su vida en que se preparaba para grandes cambios entre ellos una posibilidad d trabajar en una firma de diseño italiana que habia abierto oficinas en Cuba, viajes y mejorar la vida de su familia.
Misma historia que su hermano, al menos en principio. Pero Agustín era indomable, no cejó y fue el primero en partir. Logró una visa para México , logró trabajar hasta poder pagarse un crucero por el Caribe. Pasó casi todo el tiempo en su camarote, solo salia a comer, nervioso, con la mente y el corazón puesto en el único puerto que le interesaba: Miami.
Lo sintió en el aire antes de verlo.
Se bajó y de allí directo a comisaria. El resto es historia. Hoy en día Agustín viene todos los años, renta un auto, compra mucha comida y se lleva a los dos únicos miembros de su familia que restan en Cuba, su hermana Mary y su sobrino.
Su madre también partió. Fueron muchos años de acoso hasta que logró, poco a poco llevarlos al borde del precipicio y que tomaran las decisiones que tomaron y cuya consecuencia fundamental fue la  diáspora familiar.
Hoy por hoy, ya Lucia  ni su hija lesbiana, ni sus hijos gays viven en la preciosa casita. Solo vive allí Mary , la liviana, que tuvo un hijo que desde muy pequeño se comunica con un ángel  y que ya hoy es abogado.

Pero esas son otras historias. Lo importante es que , cada año la familia completa está en Cuba, en una Cuba diferente, pero aun con el presidente del CDR viviendo enfrente recordándoles momentos amargos de sus vidas.
continuara . . .

sábado, 24 de febrero de 2018

CUBANOS, POR ESTO SOMOS ASI: 1980


MARIEL O EL AÑO DE LA ESCORIA

Ya parecía que toda resistencia había acabado tras 21 años de revolución.

Todos los que se habían atrevido a disentir habían muerto o estaban en el exilio y solo quedaba un puñado, casi que se podían contar con los dedos de la mano, de los que se atrevían a disentir en público. ¿En público? Bueno, ya parecía que nunca más, aunque ese año demostró que no era así.
Ha pasado algún tiempo ya, pero todos recordamos algunas cosas. Ya todos vestíamos iguales, pobremente ,y mayormente con uniformes. Comíamos lo mismo, cada vez menos variedad. Ya se había ganado la batalla del sexto grado para toda la población y comenzaba la del noveno. La mortalidad infantil estaba por debajo de 5 cada mil nacidos vivos. Ya estábamos en África, en sus guerras, y comenzaban a desaparecer de algunas vidas algunos cubanos, amigos o familiares, perdidos o muertos en tierras lejanas.
Y a pesar de una sola idea latente y ubicua, permanente y no discutida, otros corazones latían por cosas, ideas y realidades que se extrañaban por algunos mayores, que se soñaban por los más jóvenes que se negaban a aceptar lo que ellos llamaban una realidad justa quizás, pero gris y represiva con la diferencia.
Pero nada podía pasar, imposible, ya solo era cuestión de mirar al futuro pues el pasado estaba muerto. 
El Jefe estaba convencido de eso.
Llegó Abril, el mes de la victoria. El mes en que se derrotó la invasión de Playa Girón (Bahía de Cochinos), 'la primera derrota del imperialismo en el hemisferio occidental'. Pero esta vez Abril trajo otra sorpresa. Una que nos cambiaría en muchas maneras.
A fines de mes un autobús se impactó contra el muro que rodeaba la embajada de Perú en la Habana. Murió un custodio. El gobierno cubano pidió que les devolvieran a los cubanos implicados pues eran asesinos y no refugiados políticos. El embajador de Perú se negó. El gobierno cubano decidió retirar la protección de la embajada (dicen que eso no se puede hacer, bueno. . .). Eso sucedió una mañana y como pólvora la noticia se regó por la ciudad. Los que pasaban por la Quinta Avenida dejaban sus autos y motos y saltaban la valla y el muro. En solo dos horas miles de cubanos lo hicieron y llenaron jardines, tejados, cada habitación, cada árbol.
Todos estaban estupefactos. Las autoridades que  !como que 10 000!, no creían lo que había sucedido. Los que se habían metido en la embajada: ´!que he hecho! !de esta no nos salvamos!´ ´!ya estamos muertos!´ Y claro los que estaban afuera, unos ofendidos y algunos frustrados.
El Jefe no cabía en sí mismo, su pecho de león rugía por venganza. !¿Cómo la inteligencia no supo de esta operación?! !Cómo que 10 000! !y solo en la Habana! !partida de mal agradecidos!
Y los mensajes entre países, aliados y enemigos, cubrían la faz de Cuba. Los aliados se sorprendían, vaya que el fantasma de la  Primavera de Praga en el 1968 asomó su nariz en el trópico y tan lejos del frio ruso y tan cerca del imperialismo brutal.
Las cámaras de televisión cubana filmaban a esos cubanos que se hacinaban en un espacio que parecía hundirse bajo su peso. Los más fuertes golpeaban a los más débiles y con barras de hierro impedían que los alimentos llegaran a mujeres y niños y hombres de bien, vamos, que había hombres de bien también, que no es exclusiva el socialismo, pero claro, tenía que ser así, obviamente, y hacía falta una etiqueta, algo que los identificara como gente fuera de la sociedad. Faltaban solo unos días para que saliera a la palestra pública una palabra que como dardo directo al alma de Cuba marcaría por muchos años a los cubanos diferentes, y  separaría por décadas a un mismo pueblo (aun dentro de Estados Unidos).
Y en fin, de repente se anunció que el gobierno del Perú se llevaría a unos cuantos de esos miles a su país. Pero no a todos. El mundo miraba. El Gran Jefe pensaba. El mar de pueblo se agitaba y algunas olas comenzaban a agitar el mar tranquilo de la vida política en Cuba. En otras palabras, cada vez más frecuentemente cubanos deambulaban cerca de embajadas mayormente latinoamericanas. La prensa Americana se cebaba con las noticias diarias. Los cubanos en Estados Unidos miraban con sorpresa, alegría y cierta preocupación lo que sucedía y algunos hasta abogaban por una intervención.
El Jefe decidió resolver las cosas a su manera, como siempre. Nadie le ponía la bota encima. Y claro, hubo un discurso. Plaza de la Revolución a tope. Un millón de personas. Un discurso largo, como siempre. Y lo primero que hizo fue renombrar a esos cubanos que se atrevían a desafiar una sociedad que según sus palabras era la más justa sobre la faz de la Tierra. En su lógica solo los locos o los deshechos de la sociedad se negarían la posibilidad de participar en este proyecto maravilloso. Esas gentes no eran otra cosa que ESCORIA, deshechos, la porquería que queda después de un proceso. De ahí en lo adelante solo así merecerían ser llamados. Ellos y los que eran como ellos. Por eso se les daría la oportunidad de marcharse siempre y cuando hubiera alguien que los quisiera. Se abrirían las fronteras para que los familiares que estuvieran en Estados Unidos vinieran a buscarlos por vía marítima, en el puerto del Mariel,  y los países que quisieran acoger a los que estaban en la embajada del Perú también se les otorgaría el permiso.
Nuevamente los cubanos que estaban en contra el gobierno pasaban a una categoría de personas diferentes. De desafectos a contrarrevolucionarios a gusanos y de gusanos a escoria.
Para irse había que presentarse en una estación de policía y pedir la salida del país como ESCORIA,  lease prostituta, ladrón, gusano, homosexual. Los que estaban en las cárceles tenían vía expedita pues habían sido degradados de criminales y delincuentes a escoria.
Toda historia  puede ser resumida. Esta también. Muchos vinieron a ser recogidos por sus familiares que rentaron yates en Miami. Cada yate fue llenado hasta el tope por los “escorias” que se habían presentado en las estaciones de policía. Otros yates fueron llenados con delincuentes de las prisiones, porque sí, se aprovechó la oportunidad para deshacerse de verdaderos delincuentes y enviarlos “a donde debían estar”. 125 000 cubanos dejaron su pais en menos de un mes.
Cada día, o preferiblemente un día o dos antes, la policía iba barrio por barrio y le avisaba a la fuerzas revolucionarias quien se marcharía y por lo tanto había pasado a ser escoria. Eso daba espacio a los ´mítines de repudio´. ¡Pero ¿qué es eso?! Pues sencillo: el banquete de los extremistas que en toda sociedad existen, en muchos casos se les cortaba la electricidad y el gas. Cuando se marchaban se les lanzaban huevos y piedras. Algunos nunca pudieron marcharse y se quedaron por siempre con la etiqueta de escoria en una sociedad que los despreció por años y nunca más los consideró confiables o sencillamente dignos de atención en ningún nivel.

AGUSTIN

Tenía 16 años cuando ocurrió lo de la embajada del Perú. Era el chico más listo del instituto y uno de los más guapos. Nada que ver con los estándares de hoy en día de gimnasios y poses. En la Cuba de entonces no había espacios para la moda cambiante o ideas “raras” que podrían llegar desde otros países. Realmente no llegaba nada de “allí afuera”, como se decía entonces.
Agustín era muy blanco y de cabello muy negro. Sus ojos sin embargo eran los contenedores de una realidad alternativa y allí era donde radicaba su magia y sentido del humor. Él sabía cosas que el resto de los chicos de su clase ni imaginaban.
¿Cómo era posible? Pues su familia era de gran educación y en los últimos 50 años (recuerden que estábamos en el 1980) habían sido diplomáticos, abogados, periodistas y la cuarta clase social en Cuba: médicos.
La mayoría de ellos habían abandonado el país después del 1959, pero sus padres y abuela no. Disfrutó de sus padres hasta que tuvo 12 años cuando murieron en un accidente durante una segunda luna de miel cerca de Santiago de Cuba. La abuela paterna asumió la tarea de hacer de Agustín un hombre de bien. Pero la abuela venia de un mundo diferente donde los hombres se vestían de acuerdo a la estación del año y el lugar a donde iban, los zapatos se lustraban cada día, el pelado quincenal y la escuela era un deber sagrado como más tarde el trabajo.
Agustín fue criado por una abuela deliciosamente burguesa y se convirtió en un chico con clase, es decir, pendiente de los detalles y con “grandes” recursos, el primero de todos fue la capacidad de saber que realmente no pertenecía a la nueva sociedad ni era uno de esos “hombres nuevos”. Era ya bastante difícil ser un hombre de verdad.
Por eso era diferente. Su forma de tratar a las chicas proletarias, su conocimiento de idiomas y de la certeza que el mundo fuera de Cuba seguía evolucionando y que muy pronto se marcharía y  dejaría detrás a todos estos chicos llenos de sueños diferentes a los suyos.
Pero no hizo falta esforzarse mucho y pensar en salidas ilegales o suicidas. Aquella mañana antes de salir para la escuela ya su abuela le había dado la noticia pues una amiga que vivía cerca de la embajada la había llamado. Su abuela, que había estado en Moscú acompañando a su hijo difunto, lo sentó en la mesa del comedor y le contó, le advirtió y le hizo prometer.
Le contó lo que había sucedido y que según la lógica del sistema las cosas no se quedarían así. Le advirtió sobre reír o festejar, incluso sonreír o cuestionar. Y le hizo prometer que sería prudente, que vendría directo a la casa desde la escuela.
Y la abuela tuvo razón. Y la familia en Estados Unidos organizó todo para venir a recogerlos en un yate. Y entonces Agustín fue el único chico de la clase que se convirtió en escoria y se iba del país. ¿Cómo era posible que con todas sus cualidades fuera escoria? ¿O sería que ser escoria también incluía ser así. . .? y claro, Agustín merecía un acto de repudio , y allá fueron a la mañana siguiente de que la policia notificó a la oficina local del partido y esta al Comité de Defensa de la Revolucion (CDR) y estos a la dirección de la escuela. Para la mayoría de los chicos todo aquello era una fiesta. Uno o dos sabían las consecuencias. Esos mismos dos recibirían una enseñanza de por vida.
Agustín y su abuela vivían en un apartamento en el piso 10 de un edificio en la avenida 23. Un apartamento con una vista maravillosa de la Habana. Les habían dicho que los recogerían a las diez de la mañana, pero ya desde las cuatro estaban en pie. Solo podían llevar con ellos lo puesto, es decir la ropa. Nada de joyas, nada de dinero, ninguna fotografía, nada. Vieron juntos el gran amanecer del Caribe, Agustín pasando el brazo sobre los hombros de la abuela y le dio la impresión de que había crecido durante la noche.
Los policías llegaron con el presidente del CDR y mientras revisaban que todo estaba en orden( ventanas cerradas, ningún daño a la propiedad, los  escoria no llevaban ninguna prenda) la abuela apartó a Agustín y le dijo: ‘mi niño, sabes muy bien que yo quería morir en Cuba y ser enterrada al lado de tu papá, pero Dios me ha dado esta tarea que es darte lo que yo considero el mejor regalo que un hombre de bien puede recibir, la capacidad y la oportunidad de decidir en su vida. No olvides nunca este momento, por bien o por mal’
El elevador se abrió y aparecieron en la distancia, en la acera rostros conocidos. En las manos había huevos y piedras. Esperaban el momento en que la orden fuera dada.
Agustín le dio a su abuela su brazo y su mirada se volvió más oscura que la noche misma mientras su cuerpo se preparaba para defenderla ante aquello para lo cual no encontraba una palabra adecuada. Sí, definitivamente había crecido en pocas horas.
Solo necesitaban dos minutos para poder llegar al auto. Y lo hicieron con dignidad. El imbécil de turno no había llegado a tiempo y nadie dio la orden de humillación.
Ellos se fueron, ellos fueron también escoria  que nos dimos el lujo de perder.

ELSA.

Preciosa. Rubia y de ojos verdes. Psiquiatra.
Pero todavía no. Solo un vistazo atrás.
Nació en un espacio entre pueblos en los campos de Cuba. Hija de un médico y una señora que fue la sirvienta de la casa durante muchos años. Nació dos años antes del triunfo de la revolución.
Desde niña lo sabía: era la nota discordante. Siempre con sus batas y zapatos impecables. Su momento especial de cada día era cuando después del baño comenzaban a llegar los amigos de su abuelo y de su padre. Ellos habían viajado a la capital y contaban historias increíbles.
Sus ojos verdes siempre estaban en la distancia, y al menos pudo lograr el permiso para estudiar en la cabecera de provincia. Podía haber estudiado en las escuelas de su región, pero lo importante era salir de casa lo más pronto posible.
Se montó en el autobús y no miró hacia atrás donde su madre, hermana y abuelo le decían adiós.
Han pasado muchos años y ya está en la Habana viviendo con una tía burguesa, muy burguesa, que vive en La Avenida de los Presidentes. ¡Cuánta vitalidad en la Habana! Y eso que ya la mayor parte de los ricos del país ya hace mucho se han marchado. Pero aún quedan sus residencias, sus muebles, sus lámparas y adornos sofisticados, sus sillones de caoba y cuero, aun se siente el olor del dinero. Su mente absorbía con intensidad más allá de su control nombres, fechas, estilos. Y sobre todo  los símbolos del poder.
Ya estaba en la universidad y comprendía el poder que ejercía sobre los hombres. Pero esa figura delicada de rubia de ojos verdes no estaba destinada para hombres sudorosos o comunes. Su primer novio y todos los que siguieron más adelante solo serían oportunidades para estar cerca del nuevo poder y sus prebendas. Es más, el poder en sí mismo no le interesaba, solo sus frutos. Y esos frutos se obtenían cosechando a los hombres del poder.
En realidad se gustaba mucho a si misma, sus vestidos y zapatos aun en los tiempos más difíciles siempre abundantes y modernos. El sexo la mortificaba. Era de las que definía el sexo como una buena cena preparada con tiempo de antelación. Comenzaba un día antes con la compra en lugares inimaginables por los cubanos simples de un vestido nuevo y zapatos en juego. Después una cita en la peluquería del Hotel Habana Libre (anteriormente el Hilton) donde iban las esposas de los nuevos gobernantes, de los diplomáticos y las estrellas de la televisión cuyos estudios estaban enfrente. La noche de la cena primero había que pasar por el Hotel Nacional y paseando por sus jardines con una bebida en la mano y del brazo “de alguien” ser admirada. Finalmente la cena en si misma: lugares especiales en una tierra cada vez más arrasada y de escaseces contundentes. Había que alargar esos momentos que recordaría efectivamente aun muchos años después cuando ya no hubo más hombres poderosos porque la figura y los ojos verdes fueron apagándose. ¿Y el sexo? Sí, era solo algo que pasaba antes de dormir. Solo unos minutos que había que soportar al final de un día glorioso.
Su sueño era tener un bello apartamento en el Vedado. Pero a los que ella llamaba hombres poderosos en realidad no lo eran tanto. Además, hacía mucho tiempo que en la Habana no se construía, al menos no las casas y apartamentos que ella tenía en mente. Así que decidió conquistar a un hombre sin poder, pero con un apartamento de lujo.
¿De lujo? En realidad lo fue, ahora era solo un enorme espacio vacío con vista al mar. Su dueño lo fue vendiendo todo poco a poco para poder comer y. . .beber. Solo era cuestión de tiempo, así que Elsa se presentó una tarde de invierno cubano con un vestido ajustado verde oscuro que resaltaban sus ojos para alquilar una habitación. Solo era una doctora del interior que había comenzado hacia poco tiempo a trabajar en la Habana y no tenía donde vivir. El asunto quedaría entre ellos dos pues no estaba permitido alquilar.
Y pasó el tiempo. Aquel hombre bebía y bebía en cantidades increíbles. Tenía alucinaciones y luchaba contra espíritus y realidades. Un día plantó en el medio de la sala una escultura mediana de un negro desnudo. A sus pies ofrendas de comida, plumas, monedas de un centavo, dulces y cintas rojas.
Ella se encerraba en su habitación y se quedaba quieta en su cama, vestida de pies a cabeza y con un martillo en la mesita de noche. Solo lograba dormir cuando cesaban los ruidos en el pasillo y la sala de la casa. Pero había logrado convencer con 500 pesos a aquel borracho  que la pusiera en algunos documentos oficiales como la libreta de racionamiento, el registro de direcciones y para poder pagar mejor en los registros de la empresa eléctrica y telefónica.
Y llegó abril de 1980. Repito: el Mes de la Victoria.
Se enteró por una amiga y regresó rápidamente a casa. ¡Tantas veces lo había pensado y hasta el último detalle planificado! Y ahora solo era cuestión de suerte. Solo había que esperar el momento perfecto. Cada día las cosas marchaban por un camino que estaba segura habían dibujado en las estrellas para ella. Solo había que contribuir un poco más a la enajenación. Cada día una botella de ron, poca comida y sonrisas.
El puerto del Mariel fue abierto.
Solo tuvo que decirle que lo invitaba a una boda. Salieron en su Mercedes Benz verde jade, el color de vida.
Ella regresó en la madrugada. Sola. En la mañana puso en los botes de la basura de la esquina un pequeño bulto con dos pantalones, una camisa y una escultura que despojada de plumas, cintas y miel parecía un adorno y no un trabajo de santería que la atormentaría por años.
Nadie nunca preguntó por él y si lo hicieron pensaron que se había ido por el Mariel para Estados Unidos.
Se demoró mucho tiempo en eliminar toda la oscuridad y los espíritus malignos que poblaban el apartamento. Cuando finalmente pudo encontrar a alguien que arrinconó al último espíritu hubo un mensaje: ‘nunca ganarás pues nunca será tuyo y solo podrás salvarte si te vas como llegaste’.
Ella es la escoria con la que tuvimos que quedarnos y aun arrastramos.

(Debido a las características de las leyes cubanas Elsa nunca ha podido poner el apartamento a su nombre y siempre teme que le puedan quitar el apartamento si hubiera un censo de la propiedad o algo similar.  En 1982 enfermó de cáncer de piel y se le comenzó a caer el cabello. Aún vive.)