lunes, 26 de julio de 2021
El Juego (suerte + inteligencia vs la vida que toco')
lunes, 28 de junio de 2021
EL PERFUME.
Agradecimiento a mi amigo Ismael. Cuando nos conocimos me abrió un océano de fragancias nuevas y por lo tanto de mundos que no conocía. El olor del chocolate de primera calidad, las especias que conocía solamente por libros, pero nunca había probado u olido. Las fragancias de perfumes o colonias que parecían ser del paraíso, de un mundo vetado. El olor del cuero noble, de vinos , de las cosas nuevas y sus envolturas que me sorprendían desde antes de descubrir los tesoros que me había traído como regalos. El olor de comidas que nunca antes había probado y que con su paciencia budista en cada viaje de miles de kilómetros disfrutaba regalarme de restaurante en restaurante, de paladar en paladar cada noche, literalmente cada noche, y con conversaciones que parecen no tener fin. Y todo esto sin pedir nada a cambio, solo por el placer de hacer despertar los sentidos dormidos de alguien en una isla lejana y con mala fama a la que nunca pensó regresar, de hacer un nuevo amigo que se merece lo mejor, aunque viva en el otro lado de la Historia y del mundo.
ANTES DE
1990
Al poco
tiempo del 1959 ya teníamos en Cuba problemas con los artículos de aseo y
limpieza. Toda la materia prima provenía de Estados Unidos y la historia ya la
conocen.
Una década más
tarde teníamos un solo tipo de jabón de lavar, dos tipos de jabón de baño y más
tarde solo uno, dos tipos de champú (uno para cabello riso y otro para cabello
lacio). Dos tipos de colonias que fueron después cuatro y dos perfumes en la
década del 1980s. Dos tipos de desodorantes, uno en crema para los negros y
otro en barras sólidas para los blancos. Olores intensos al estilo ruso, nada
de sutilezas. Talco sin olor para después del baño, y creo que eso fue todo. No
nos enteramos que en otras partes se habían creado y usaban champús para cabellos grasos, secos,
dañados, teñidos, igualmente que habían entrado en el mercado acondicionadores,
mascarillas capilares, suavizadores, detergentes para ropa de color,
detergentes con bacterias que devoraban la suciedad, desodorantes para todo
tipos de pieles y con decenas de fragancias nuevas cada año.
La vida era
simple para nosotros, los olores eran naturales, la ropa de cama olía a sol y a
almidón . No había mascaras ni cremas en rostros ni fragancias artificiales en
la piel. Pero tampoco había magia. Nadie entraba ni salía de Cuba y por lo
tanto no sabíamos.
Mi mamá
guardaba un pequeño frasco vacío, con una delgada capa parda sólida de esencia
seca en el fondo de un frasco de Chanel número 5 que de alguna manera llegó a
sus manos, y alguna que otra vez la veía en la ventana destapar cuidadosamente
el frasquito y oler por unos segundos aquel aroma que durante unos minutos la
transportaba a otra época cuando era joven y unas gotitas detrás de las orejas
y en las muñecas era como llevar un arma mortal para conquistar el mundo.
Todo hasta
el 1990 cuando cae el muro de Berlín y el campo socialista de Europa del Este.
Y entre las cosas que cambiaron fue la llegada de los turistas, con un mundo
moderno, oloroso y atrevido en fragancias en sus equipajes.
EL ANCIANO
DE “EL ENCANTO”
A Ricardo lo
conocí durante el periodo especial cuando todos los cubanos hacíamos colas de
varias horas para conseguir algo de alimentos. Nunca lo había visto antes, pero
nos llevamos bien inmediatamente. Fueron esos días donde todos nos volvimos un
poquito contrarrevolucionarios y culpábamos al gobierno por todo lo que nos
estaba pasando y entonces Ricardo me contaba de su época de juventud. Fue jefe
de piso en la tienda mas elegante de la Habana, y por lo tanto de America
Latina: El Encanto.
Otro día
escribo sobre ella, pero lo importante ahora es mencionar que este hombrecito
diminuto fue el jefe de piso donde se encontraba la perfumería. La Habana era
el lugar donde se probaban los perfumes franceses que venían a América, si
gustaban seguían para las grandes urbes del continente: New York, Ciudad Méjico, Buenos Aires.
Ricardo aun
en los años 1990s se vestía como si estuviera activo, aun cuando la tienda fue
victima de un sabotaje en 1961 y él se jubiló en los años 1980s. Camisas de
mangas largas, pantalones de pliegues en la cintura y hasta de vez en cuando
zapatos de dos tonos. Colores claros en el verano y oscuros en el invierno.
Pero con el
periodo especial desaparecieron los artículos de limpieza. Lavábamos la ropa
con agua y sal; y la cabeza con flores de mar pacifico, y mientras pasaba esto
Ricardo se iba apartando en las colas, se mantenía distante y ya no
conversábamos. Hasta que un día coincidimos y casi que lo acorralé en una
esquina del portal de la bodega donde comprábamos. . .lo que podíamos. Y ante
mis preguntas me hizo a su vez otra: ¿no las ves? ¿no lo sientes?, me dijo
mientras me hizo notar pequeñas moscas que llamamos en Cuba guasasas que
revoloteaban sobre su cabeza, “ a donde quiera que voy vienen hacia mí. Ya no
puedo más con este olor, esta falta de higiene, se me cae la cara de vergüenza”
A Ricardo lo
dejé de ver por un tiempo. Murió por una sobredosis de Valium que no sé de
donde lo sacó porque escaseaba tanto como el jabón. Decían que estaba muy
deprimido por todo lo que pasábamos, pero yo creo que lo hizo por vergüenza de
tan solo pensar que era rechazado por el mal olor característico que
tienen los ancianos desprotegidos.
CLASES
PRIVADAS
Me he puesto
unos audífonos para escribir esta parte. Escucho música Caribeña, alegre y
colorida, para espantar los sentimientos negativos. Es curioso, en aquel
entonces me sentía muy feliz de llegar a casa con el resultado del trabajo de
todo un mes y por “el sabor del peligro” en los labios.
Pero el
tiempo cambia las cosas, la visión de las cosas. Ahora siento un poco de
desánimo y vergüenza. Y no sé bien porqué, en definitiva hice lo mejor que pude
y con las herramientas que tenía: mi mente y mi conocimiento.
La historia
comienza así. En la esquina de mi casa hay un hospital. En aquel entonces era
un hospital ginecobstétrico, es decir, atendía mujeres y sus dolencias propias,
y embarazadas. Toca a mi puerta una mujer de unos 35 años, elegante y
perfumada, con sortijas de oro y perfume un poco fuerte. Me pregunta si soy
Humberto. Ella, Elsa, la jefa del
departamento de microbiología del hospital. La cuestión era que ella y unas
amigas querían dar clases de Inglés.
Hasta ese
momento yo no había dado clases privadas. Y realmente ni había pensado en ello,
pero ya mi padre comenzaba con el cáncer en su garganta y era el año1998 y no
había manera de conseguir alimentos baratos. Acepté. No sería lejos de casa, a
solo 20 minutos. Las clases en su casa o, en caso de que la clases coincidieran
con su horario de trabajo en algún momento se podían dar en la casa de una de
las chicas, justo al lado de la de ella. Perfecto.
Seré breve.
Casas preciosas, pero algo me llamó la atención inmediatamente. Elsa de 35 años
con esposo (director del hospital) de 70. Las muchachas mucho más jóvenes,
escasamente 18 años. En total 5. El pago pudiera ser de dos maneras: en
efectivo o en especie. En pocas palabras: Elsa era una madame, las chicas sus
prostitutas, jineteras, y como estaban con extranjeros podían comprar en las
tiendas de los hoteles y por lo tanto podían pagarme con lo que ellas
comprarían. Una de ellas era la hija de un teniente coronel que vivía en la
casa de al lado, y todo debía ser muy en secreto, incluidas las clases de
ingles.
Cada mes
ellas me preguntaban sobre si efectivo o mercancía. Siempre fue mercancía. Cada
fin de mes yo regresaba feliz con mi botella de champú, dos jabones, algo de
detergente, pasta dentífrica, un desodorante y un poco más porque me pagaban 3
dólares por 3 clases de una hora a la semana. Fueron casi dos años hasta que mi
padre empeoró y durante un tiempo no pude dar clases de ningún tipo.
Pero durante
ese tiempo fue la época que la gente lavaba con sal, el señor Ricardo murió
quizás de vergüenza, y la gente se lanzaba al mar en búsqueda de una mejor
vida, y yo , al menos durante un tiempo no tuve esa preocupación. Tampoco eran
productos buenos, lo importante era la cantidad, y tampoco remedié lo de los
alimentos, pero al menos estábamos limpios.
Con el
tiempo ese recuerdo me oprime el corazón. Y no sé exactamente la razón. O sí la
sé, y es que quizás las cosas no han cambiado mucho.
LA LIBERTAD
DE OLER BIEN
Es quizás la
más menospreciada de las libertades. Muchos la califican de superficial. Pero a
los cubanos nos brinda mucha información. Las fragancias nos dicen si tu jefe,
tu amigo, tu cliente o simplemente la persona que tienes delante han viajado
recientemente, si se asea diariamente o solo cubre la mugre con perfumes. Nos
dice si tiene dinero, si es coqueto o coqueta por el brillo del cabello. Los
hombres y mujeres cubanos nos alteramos las hormonas con solo sentir que
alguien pasa a nuestro lado recién bañado oliendo a jabón de calidad, a crema
sobre la piel. Unos cabellos mojados oliendo a champú y suavizador nos transportan
a unos minutos atrás a una ducha donde muchas cosas pudieran pasar.
Pero además,
el poder comprar, escoger, disfrutar de productos de aseo es un signo de
libertad para los cubanos. De que no solo quieres sino también puedes cuidar de
ti, de que nadie te puede limitar y tenga poder sobre ti.
Puede
parecer un razonamiento superficial, pero después de tantas décadas marca la
diferencia. Y tanto es así que siempre me sonrío (soy de esos maestros que se
vuelca sobre los alumnos para revisar sus ejercicios mientras lo hacen en
clases) y ellos dicen que soy “el teacher que huele a yuma”
Humberto
Guia de Ciudad y Maestro
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martes, 4 de mayo de 2021
BLANCO, ROJO, AZUL (parte III) Hisroria de Cuba a traves de una familia
El precio de no ser (aparentemente) lo que se espera.
La revolución triunfó, ¿pero qué ha pasado con los que nacieron después y eran diferente a lo que se esperaba ?
Una vez un amigo me dijo que los dos amores más grandes eran
el de las madres y el de Dios. Y que la única diferencia entre ellos era que el
de la madre es para sus hijos, y el Dios para todos los seres.
Si algo tuvo Blanco claro desde que la razón inundó su mente
era que la relación con su madre no sería normal. Había muchas expectativas y
sin embargo nada de exigencia. Lo importante para ella era solo una cosa: estar
cerca los más posible. Todo lo demás era intrascendente. No tenía importancia
si Blanco se hacía profesional o no, si se casaba o no, si era revolucionario o
no. Lo importante era caminar juntos la vida ‘por siempre’.
Rojo quería lo opuesto. El haber traído un revolucionario al
mundo era algo relevante, porque tenía que ser un revolucionario sin lugar a
dudas. Un guerrillero en tierra ajena y la propia, un constructor de escuelas y
de lo que hiciera falta. Un comunista que renunciara a su familia, a las comodidades
y hasta a la vida si fuera necesario y por una buena causa.
Sin embargo, desde el mismo comienzo todo salió torcido.
Blanco tuvo una infancia con una salud precaria. A los dos días de nacido ya
estaba de regreso al hospital y así fue durante años. Todo los que pudiera
darle a un niño lo padeció. Tuvo que aprender a caminar nuevamente a los siete
años. Estaba claro que los sacrificios físicos no serían posible, aunque ya en
la adolescencia y la juventud luchó y venció muchas de las limitaciones. Así
que mucho tiempo en cama y convalecencia fueron los aliados de los libros y
nadie sabría nunca en qué lugar real estaba. Y aunque costaran poco, estaban
fuera del alcance del salario mensual, sobre todo porque estaban solos, no
había otros miembros de la familia a quien recurrir.
Blanco, a los efectos de la sociedad heredada, era un
bastardo. Nació fuera del matrimonio y rechazado por la familia paterna. Sin
primos, sin tíos y tías, sin abuelos, sin viajes al campo a ver la familia o
fiestas de fin de año o navidad. Nada.
Y entonces la soledad fue la mejor amiga. No había que
explicar, convencer. No había con quien reír o escuchar historias del ayer.
Cuando comenzó en la escuela ya el daño estaba hecho. Le gustaba aprender, pero
algo dentro de él lo impulsaba contracorriente. Nada de marchas, himnos patrióticos, poemas y
loas a la patria. Detestaba los uniformes tanto como amaba los fines de semana
y las vacaciones lejos de todos, excepto el cielo y el mar, el correr por el
malecón, las casas en la playa cuando iban con los amigos de Rojo.
Ya en la escuela comprendió que era parte de algo más grande.
Tuvo la impresión que eso más grande no necesariamente sería bueno con él, le
parecía que solo era una pieza de decoración en una obra enormey no exactamente
ni la torre, ni el caballo ni el alfil y mucho menos el rey del ajedrez. Muchas
veces durante su vida tuvo o tiene casi la certeza de que era un error de la
matriz en el escenario donde nació. Un pedacito contrastante o descolorido.
Pero estaba vivo y había que continuar.
Se fue abriendo camino unas veces silenciosamente, otras
queriendo estar aislado (haciendo sufrir a Rojo) llamaba más la atención que
gritando. Lo amenazaron, lo pusieron en unas listas y los tacharon de otras,
aunque al fin pudo graduarse de lo que le gustaba. Fue a las montañas y enseñó,
bajó al llano y llevó arte y comprensión a niños y adolescentes por si acaso
había escondiéndose en los laberintos de la mente algún otro Blanco como él
mismo y que no se sintiera solo. Cuidó de Rojo durante muchos años hasta que
literalmente le cerró los ojos. Y como Azul soñó aún está junto a ella.
Aunque no exactamente.
Cada día va quedando menos de Blanco en el mundo real. Siente
cómo gramo a gramo va ganando en espiritualidad y gramo a gramo va perdiendo
materialidad. Lamenta haber dedicado tanto tiempo a no comprender que en cada
plano siempre se nos necesita. Ayudar, enseñar, sonreír a los
desconocidos, amar a los extraños y más
aun a los que conocemos. Niños siempre alrededor, sanos, enfermos, con padres y
madres, abandonados o casi. Y aunque desde lejos Blanco da la impresión de
firmeza y felicidad, todavía sigue convencido que todo ha sido un accidente,
una equivocación mientras no le demuestren lo contrario. . . salvo por una cosa,
un quizás, acompañar a Azul.
Azul, Blanco y Rojo (parte II)
AZUL, BLANCO Y ROJO (parte II) Historia de una familia y de Cuba
No hay palabra alegre en la vida
excepto “Hijo”
La revolución triunfó, ¿pero qué pasó con las que la hicieron?
Azul creció en una familia numerosa. Pero no seré
condescendiente con el que lee estas líneas. Era una familia tan pobre que solo
ella, sus hermanas y un hermano, sobrevivieron a la tuberculosis en una época
en que todavía no existían los antibióticos o cuando ya comenzaban resultaban
demasiado caros.
La madre de Azul tuvo sus hijas y su hijo, cuatro hembras y
un varón, en el sanatorio donde casi todo el año permanecía internada para
evitar contagiar a otros familiares. Solo su esposo podía visitarla y en
escasos momentos podía irse a casa por unos días.
El padre de Azul era panadero. Compartía la casa con su
hermana y sus hijos. Por supuesto que no había mucho dinero, pero la vida fluía
sobre todo después que las chicas crecieron.
Pero antes hubo un momento difícil en que parecía que el
círculo se cerraba para ese grupo de personas y se pasaría otra hoja del libro
anónimo de tantos y tantos seres humanos. Uno de esos días la madre tomó a sus
hijos pequeños y con una amiga se plantó en la entrada de autos del Palacio
Presidencial. Esperaban que la secretaria de la Primera Dama saliera y
entregarle una nota explicándole su situación.
Tuvieron suerte y al rato llegaba la Primera Dama en persona
y se bajó del auto para saber qué pasaba con esa señora y esos cinco pequeños
que se agrupaban temerosos alrededor. Todo fue muy rápido, le entregó la nota y
le pidió por Dios que la ayudara.
Una semana después las niñas eran llevadas a una escuela
interna atendidas por monjas, el varón a una atendida por curas. Justo a tiempo
pues en un mes la madre de Azul, la abuela de Blanco, moría. Pasaron ocho a
diez años y todos se reunieron nuevamente en la mesa familiar. Muchos jóvenes y
sus sueños.
De todas las hermanas, Virginia, era la más cercana. Solo dos años de diferencia y compartían muchos de los intereses, por ejemplo, la política. No es que participaran de ella, pero leían mucho y comentaban los periódicos y los incidentes casi diarios en una Cuba siempre revuelta, llena manifestaciones, huelgas, fraudes electorales, y golpes de estado. La policía y el ejército campeaban por las calles de La Habana y no parecía haber límite para la crueldad y el despotismo. Al mismo tiempo La Habana bullía por la moda, los conciertos en teatros, artistas de todo tipo y de todas partes pasaban por aquí. Uno de los primeros países del mundo en tener la radio, el primero después de Estados Unidos en tener la televisión. Las grandes compañías de la moda europea primero venían a la Habana y si sus productos gustaban continuaban hacia Estados Unidos, en caso contrario probaban suerte en el Sur. Las navidades, los carnavales, las loterías millonarias, los ferris de fin de semana desde y hacia Estados Unidos con miles de turistas que venían a burlar la ley seca de su país, la ley del aborto, la reconstrucciones de virginidad, y el próximo traslado de las Vegas hacia La Habana para escapar del FBI.
Azul trabajaba en una entonces muy céntrica esquina. Desde su puesto de trabajo se veía
claramente, casi a tocar de mano El Capitolio, donde se reunían senadores y
congresistas. Al Frente se encontraban
Los Aires Libres de Prado. Cinco cuadras de cafés y bares con mesas cubiertas
con sombrillas afuera, en las aceras, donde tocaban tríos y cuartetos todas las
tardes y noches. Cada café con sus vitrolas, cada bar con sus músicos. A veces
la vida parecía una ilusión.
Allí conoció a Rojo que venía escapando de su pueblo.
Conversaban de sus afinidades políticas que más bien eran sueños de igualdad y
justicia que un cambio radical. Y mientras más pasaba el tiempo mejor se
sentían estando juntos. Él era un hombre con experiencia, mundo visto, ya
casado y con hijos a pesar de su juventud. Le confesó que era revolucionario y lo
que quería para Cuba y un día sintió miedo por él y pensó que debía ser el
amor.
Sentía miedo cada mañana. Se levantaba a las cuatro
de la mañana para abrir a las cinco la parte donde vendía el café. A esa hora,
todos los días, estaban los servicios funerarios recogiendo los cadáveres en
las calles. Jóvenes muertos podían aparecer en cualquier lugar. Ser joven era
un sinónimo de ser revolucionario y si estabas en el lugar equivocado en el
momento equivocado, o con una chica bonita que le gustaba a algún policía, o
cualquier otra cosa, daba igual, podía ser la última vez que vieras las
estrellas.
Una tarde de domingo estaban ella y su hermana sentadas en el
parque de Bejucal, por un tiempo vivían allí. El matrimonio de Virginia no
andaba bien. Ya varias veces su marido, un policía de patrulla, la había
golpeado y había tenido que irse con los niños a la casa familiar. Pero ahora parecía que todo estaba nuevamente
bien. Estaban en un banco del centro del parque, protegidas por una gran sombra
de una ceiba. Y los vieron llegar en la patrulla. Eran tres. Entre ellos su
marido. En uno de los bancos de la esquina una parejita conversaba y cuando
vieron a la patrulla se levantaron para irse. Demasiado tarde. La joven
demasiado linda. El marido de Virginia
se aproximó demasiado a la joven y el chico trato de interponerse entre ellos.
Los pájaros salieron volando y ellas miraron al cielo porque
pensaron que había sido un trueno. Un engaño de la mente donde lo posible y
cotidiano ya no los acepta, se niega a aceptar que algo así sucediera. El joven
cayó al suelo, la joven abrió la boca, pero nada salió en su auxilio mientras
que unas manos poderosas la empujaban dentro del patrullero. El marido de
Virginia no las vio.
Caía la tarde y todavía estaban allí temblando y tomadas de
las manos. Se habían llevado al joven al hospital o algún lugar, no lo sabían.
Virginia había tomado una decisión radical. Al día siguiente con sus hijos sacó
tres pasajes para Miami y partió. En aquello años costaban 20 dólares. Era el
30 de diciembre de 1958, un día antes de la caída del dictador Batista, dos
días antes del triunfo de la revolución de Fidel Castro y el primer día de 40
años de ausencia.
Finalmente decidieron irse a vivir juntos. Las mujeres
miraban las cosas de manera diferente entonces. Pocas imaginaban una vida con
un hombre fuera del matrimonio, aunque todas siempre creen las promesas. La
reacción de la familia de Rojo fue desproporcionada. Amenazas, chantajes, sobornos, todo por
conservar las apariencias y lo que llevaba implícito en ese contrato social que
es el matrimonio. Todo terminó con
aislamiento total y ya con un hijo de diez años por fin vino el matrimonio.
¿Es fácil cambiar? ¿Cómo convertirse de burgués progresista a
revolucionario radical? ¿Es fácil dejar de ser machista en una sociedad latina?
¿Es la monogamia posible en una sociedad socialista y machista?
Los que sí es un hecho es que para las mujeres en su mayoría,
el amor es incompleto y a veces difuso en época de revolución. Pero de los amores nacen los hijos, y si hubo
algo seguro en la vida de Azul fue a partir del momento en que tuvo a su hijo
Blanco. La mujer que ha trabajado desde joven sufre mucho en su salud, en el
cuidado de su familia, en tratar de mantener la economía doméstica, en
apuntalar el amor, en tender puentes y renunciar incluso a su Fe para que su
hijo no sufriera consecuencias en la nueva sociedad atea. Al llegar a la vejez
y recapitular su vida, los más especial ha sido el amor del hijo. Para ella hay
una frase que se dice al casarse que debería decirse al nacer un hijo: hasta
que la muerte nos separe.
Blanco, Rojo y Azul (parte III)
martes, 6 de abril de 2021
Una Historia de sencillez, y no de otra cosa.
Ya sabemos quienes pueden pagar esos barrios. Los ricos claro esta'. !Y que bien que los haya!
En la Habana hay uno de esos barrios (en realidad hay dos o tres), pero la composición de los habitantes son un poco diferente a la de otros barrios similares en otros países.
Hablo de Miramar. Viven allí algunos descendientes de esas personas que eran ricas, o profesionales y que decidieron no marcharse de Cuba cuando todo se radicalizó. Pero también viven los “nuevos ricos”, los que el sistema ha beneficiado con buenas oportunidades en la vida, por hacer bien sus trabajos, cuales quiera que sean.
¿Qué tienen en común estas personas?
El orgullo por su mundo material. Por lo que poseyeron o poseen. Residencias, autos, lindas ropas y zapatos, tablas de surf, celulares, mp3, ipods, cuerpos de gimnasio. Y aun cuando Miramar no tiene playas, fluye a lo largo de una línea costera con espacio de piedras, pero los habitantes se las han arreglado para hacerla “bañable”, sobre todo los muy jóvenes que en gran parte del año están en las escuelas y les resulta muy distantes las playas del otro lado de la ciudad.
Pero claro, no es un espacio cerrado.
Y debido a que tengo amigos por allí de vez en vez me voy cerca del mar, un placer al que nunca renuncio.
Domingo pasado.
Bello espectáculo el mar, un sol no muy fuerte. Alguna gente ya.
Y apareció.
Venia en su bicicleta, despintada y vieja.
Mas o menos 30 años. Pelo recogido en una coleta. En unos jeans recortados. Sandalias. Un pulóver descolorido.
Quedo' un poco escondido por algunos arbustos y árboles y supuse que estaba guardando la bicicleta para que no diera tanto sol.
A través de las ramas entreví como se quitaba el pulóver y las sandalias y tomaba algo en sus brazos.
Salio de entre los arbustos. Un cuerpo de trabador rudo, Soberbio. Pero lo mas curioso era lo que llevaba entre sus brazos de hombre de trabajo, sin lugar a dudas.
Un bebé. Es decir , un pequeñito de acaso un año y medio.
Pasó entre todos. Haciendo que todos levantaran la vista.
Se encaminó hacia un rincón del lugar, y deposito al bebé en una pequeña poceta natural.
Entre sus piernas.
Lo impresionante fue la forma en que lo depositó. Muy delicadamente. Lo desvistió, le paso un aceite por su cuerpo. Le puso en su lugar el cabello desordenado. Le sacó su inflable, su patito de goma y sonrió.
¿han tenido la impresión alguna vez de que no importa lo que suceda el mundo está bien, es salvable a pesar de todo?
Esa fue mi impresión.
Era puro amor lo que transmitía ese hombre robusto y gigante al lado de su hijo.
No le importaba la gente, ni lo que pensaran de su viejo short o de su bicicleta oxidada.
Nada podía alcanzarlo, y todos los que estábamos cerca sentimos una onda expansiva de amor y bienestar.
Era realmente una mezcla increíble: fortaleza física, salud de hierro, la pureza de espíritu del pequeño, y la suya misma, el mar y el sol, las hormonas que corrían en ese cuerpo increíble y finalmente lo que mas me gusto: la falta absoluta de interés por los presentes habitantes de las residencias, por los autos, las lindas ropas y zapatos, las tablas de surf, los celulares, mp3 y ipods brillantes sobre las coloridas toallas, y cuerpos de gimnasio.
Quizás porque mi niñez sigue jugando en tu playa
Y escondido tras las cañas duerme mi primer amor
Llevo tu luz y tu olor por donde quiera que vayas
Y amontonado en tu arena
Guardo amor, juegos, y penas.
Azul, Blanco y Rojo (parte II)
Humberto. Local Guide in Havana, Guia local en la Habana,
sábado, 10 de octubre de 2020
MI DIA A DIA. 10/10/20
Hoy comienzo unas especie de crónicas (casi) diarias. Muchas personas me preguntan cómo es el dia a dia del cubano promedio. Y eso es lo que hare’, contar algunas cosas del hoy, con alguna que otra explicación para hacerlo “mas potable". Si no gustan las borraré del blog.
No sé si considerarme un cubano promedio. Para algunos
el cubano promedio es el muy pobre. Para un europeo yo soy muy pobre. Para un
cubano pobre soy de clase media. Y para el gobierno. . .soy un enigma (envuelto
en misterio). Así que vamos allá. No siempre serán sobre mi, sino de cosas que presencio o
solamente me rozan. Y recuerden, estamos en tiempos de pandemia y todavía las
escuelas cerradas.
Bien temprano fuera de la cama que el que se levanta temprano
Dios le ayuda. 6 am. Tengo la suerte de tener café y preparo mis dos tasas. Necesito
dos para comenzar el dia. Bien negro. Preparo el desayuno para mi madre y para
mi, y a la calle a conseguir algo de vegetales y viandas, y además algún liquido
de limpieza antes de que aparezcan los inspectores y los revendedores los
desaparezcan. De vuelta a las 7:30 am.
La muchacha de la limpieza viene los sabados asi que
parto a la calle a la segunda etapa de la caceria, es decir, conseguir mas
alimentos. En mi celular llevo música, libros, y algo de datos para conectarme
con los amigos. Todo perfecto para una cola de 3 horas, aunque yo casi nunca las
hago. Como dice un guajiro que vino a vivir a mi cuadra: mientras haya huevos,
pan, yuca, malanga, frijoles y aguacates no se me ha perdido nada en esas colas
donde la gente se hacina.
Fui a casa de mi tia, esta vez no caminando. Usualmente
hago 8 kms al día, pero ayer hice 12, y prefiero darle un poco de paz al
cuerpo, tome’ una guagua (autobús) y en 5 minutos allí. Llegamos a tiempo para
comprar algo de yogurt y de paso nos metimos en una cafetería que reabría después
de 7 meses de cuarentena. Helados italianos y café’ expreso (ocurren milagros y
cosas así. . .) Me da mucho placer invitar a mi tia cada semana a algo así. Mi
prima tiene sus características y no considera esas cosas importantes, al menos
para los mayores. Pero lo son.
En fin, regresé a casa a eso de las 1 pm y me entere’
que habían caído unos inspectores en la bodega de los bajos de mi edificio y le
encontraron un gran déficit de mercancías al bodeguero. Haciéndolo corto
llamaron a la policía y derechito al calabozo. La verdad que me sorprendió, el
chico me caia bien, era muy reservado, no se le acumulaban los “amigos” en la
bodega y no parecía que se metiera en asuntos turbios. Parece ser que lo más
importante fue la leche en polvo para los que tienen dieta médica. En fin, la
vida continúa. De cualquier modo hace tiempo deje de solicitarles “favores” a
los bodegueros. Y ahora menos que aplican grandes multas a los receptadores.
Una siestecita, y después casi un privilegio, yogurt de
merienda con galletas de dulce. Hoy es sábado, me encierro en mi cuarto y en un
equipo de música viejo que tengo, pero que aun se escucha aceptablemente,
disipo el estrés de la semana: me preparo un concierto de rock a todo volumen. Bailo,
canto y termino exhausto. Nadie me imagina en esa faceta. Casi llegué a
estudiar para bailarin profesional, pero entonces el asma me llevaba bastante
mal y nada, me dejaron a un lado, pero había pasado bien las pruebas. Aun hoy conservo el ritmo,
la cadencia y soy muy bueno en la improvisación. Pues nada, mañana será otro
dia. Usualmente los domingos nunca han hecho la diferencia en mi vida, al
contrario, me provocan. . .tristeza.
miércoles, 30 de septiembre de 2020
CUBA, COVID, VACUNA. Muro de silencio y otros
Hoy Facebook le ha administrado una dosis de libertad de expresión a nuestro vídeo sobre la vacuna cubana contra el coronavirus. Esta mañana eliminaron el vídeo de la cuenta de RT Play porque, ojo, «viola las normas de la comunidad y puede causar daño físico». Un vídeo que habla sobre el desarrollo de la primera vacuna latinoamericana, sus etapas, resultados preliminares…¿qué daño físico y a quién le puede causar?
En Youtube y Twitter sigue disponible, no habrán sido suficientes las denuncias procedentes de Miami para que lo bloqueen en esas plataformas también. Vamos a recurrir. Pero es muy triste y muy significativo. Que se joda la libertad de expresión si los que recurren a ella no me gustan y encima hablan de temas que no encajan con mi visión del mundo. Es así de fácil, ni normas de comunidad ni nada.
Inma Afinogenova
CONTINUARA'. . .
Muchas eces me sucede esto. Lean los mensajes, uno de Facebook y otro de Instagram. Solo por el hecho de vivir en Cuba.
viernes, 27 de marzo de 2020
CUBA, CORONA VIRUS, (I). Brigadas Medicas.
Aunque en algunos casos –especialmente catástrofes humanitarias– son iniciativas cuyo coste asume el Estado cubano, la mayoría de las misiones entra en la categoría de exportación de servicios profesionales, una de las principales fuentes de divisas de Cuba.
El país que contrata estos servicios paga por ellos al gobierno cubano, que no divulga detalles específicos de las transacciones.
El salario que un país solicitante paga por cada profesional cubano varía, pero los trabajadores reciben solo un porcentaje de ese dinero –se estima que entre el 40 y el 60 %–. El resto va a parar a las arcas del Estado cubano, que asegura que esos ingresos se destinan a financiar el sistema de salud gratuito en la Isla, pruebas de esto sobran con solo visitar Cuba.
En 2005, Fidel Castro, ordenó la creación de un contingente médico de emergencias para ofrecer asistencia a Estados Unidos tras el desastre del huracán Katrina en Nueva Orleans.
El país vecino rechazó la ayuda, pero ya había nacido la brigada «Henry Reeve», que hasta hoy ha asistido en primera línea en incontables crisis y desastres: la epidemia de ébola en Sierra Leona, Guinea Conakry y Liberia (2014-2015) y la de cólera en Haití, los terremotos de ese país caribeño, Pakistán (2005) y Nepal (2015), inundaciones y huracanes en Centroamérica y el Caribe…
La experiencia acumulada en estos tres lustros nos hace sumamente valiosos en emergencias médicas y fue reconocida en 2017 por la Organización Mundial de la Salud con el premio de Salud Púbica en Memoria del Dr.Lee Jong-wook.
A todo el bagaje acumulado por la «Henry Reeve» se suma la capacidad de respuesta de los cubanos, que tras 60 años bajo embargo de Estados Unidos estamos acostumbrados a enfrentar situaciones difíciles con recursos limitados.
Desde entablillar un miembro roto con madera del marco de una puerta a emplear un vaso de plástico como nebulizador, los médicos cubanos tienen una reconocida experiencia en reaccionar rápido y buscar soluciones dado los problemas habituales que tenemos en todos los aspectos de nuestras vidas.
¿Qué países han pedido médicos cubanos para luchar contra el coronavirus?
CORONA VIRUS 2020
Además de los 53 médicos y enfermeros que ya están en la región italiana de Lombardía, en las últimas dos semanas han partido brigadas de médicos y enfermeros hacia Andorra, Angola, Granada, Surinam, Jamaica, Belice, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas, Dominica y Santa Lucía.
A Venezuela, donde trabajan más de 20.000 doctores cubanos, se desplazaron seis especialistas de la «Henry Reeve» y otros cinco de ese mismo contingente viajaron a Nicaragua para colaborar con ese país en la implementación de los protocolos de control, enfrentamiento y tratamiento a la COVID-19.
Está previsto que los próximos días, partan nuevas brigadas a otras naciones. Las especialidades más demandadas por los países son la terapia intensiva, virología, epidemiología y farmacología.
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martes, 27 de noviembre de 2018
CUBANOS, NOSOTROS Y LOS OTROS
Quizás sea solo una utopia sobre todo en las condiciones actuales de Cuba y del mundo.
Hubo un tiempo en que se hacia una distinción entre igualdad e igualitarismo. En todo caso, lo que desean los NOSOTROS es que no se nos quite la posibilidad de pertenecer a los OTROS sin que sea peligroso o mal visto con posibles consecuencias.
Que el camino para los NOSOTROS no sea tan difícil y trabajoso a proposito para que nunca seamos iguales a los OTROS.
en fin, como todo lo social, un tema muy complejo.