Primero que todo aclarar que para nada es del gusto del
gobierno la presencia de tantos extranjeros en Cuba. Es decir, no hay que mirarlo
desde el punto de vista negativo, pero para ellos la realidad cubana sería más
manejable si no existiera el turismo y todo lo que este trae.
Ya sabemos, desapareció la Unión Soviética y por primera
vez en la Historia estábamos solos frente a un embargo económico. Había que
buscar dinero urgentemente.
Ya en los primeros tres años de la década del 1990 las
pocas reservas del país se habían gastado y se decidió abrir el país al turismo
y la inversión extranjera. De los errores más grandes y evidentes de esa etapa,
producto de la inexperiencia en el mundo de los negocios capitalistas quizás
hable algún otro día.
Los cubanos estaban pasmados. Se dieron permisos para
alquilar habitaciones en casas (sin pagar impuestos), los turistas más aún:
llegaban a casas en su mayoría desvencijadas, sin las condiciones para rentas.
A un país con muchos apagones, ningún transporte especializado, en fin, un
caos, pero todos venían a estar en la Cuba revolucionaria antes de que
desapareciera, antes de que llegaran los americanos (o la invadieran).
De repente las calles, y dios es testigo que no sabemos
de donde salieron, se llenaron de prostitutas que con esa habilidad que tiene
el cubano para aliviar el peso de la realidad las llamaron jineteras. Las
jineteras no eran las prostitutas como en otros países. Las jineteras eran
muchachas que salían a la calle a buscar dinero para ayudar al resto de la
familia.
Se abrieron locales como discotecas, llegaban aviones
llenos solamente de hombres, comenzaron a circular los primeros autos modernos
de rent-a-car en la Habana, varios extranjeros abrieron negocios en Cuba,
recuerdo en particular uno que trajo las réplicas de las tres carabelas de Cristóbal
Colon, las puso a la entrada de la bahía de la habana y sobre ellas hizo una
discoteca.
Se habló tanto de todo esto dentro y fuera de Cuba que el
mismo Fidel Castro se refirió a las chicas como jineteras ilustradas, pues
todos en Cuba tienen mínimamente un noveno grado. Pero detrás de esto se escondían
muchas tristes realidades: algunas de esas muchachas eran graduadas
universitarias, incluso medicas; los cubanos entraban por primera vez en muchos
años en contacto con una parte del mundo real fuera de Cuba, una parte
tergiversada que brindaba la idea que en el capitalismo todo era diversión y
riqueza y que contrastaba con la que comenzábamos a tener en Cuba.
Todo terminó con una oleada de emigrantes en balsa hacia
Estados Unidos y miles de muertos que todavía muchas familias lloran. Y se tomó
nota de esto. Era un mal que había que aceptar, pero había que alejar a los
cubanos lo más posible de la influencia contagiosa del turismo capitalista.
La otra realidad era que Cuba tenia pocos hoteles. Comenzaron
a hacerse inversiones, y entre ellas, se le asignaron recursos al ejército para
la creación de una compañía llamada GAVIOTA encaminada a recaudar dinero para
las fuerzas armadas y que estas no fueran una carga para la economía del país.
Ellos fueron los primeros en llegar, por ejemplo, a los cayos y convertir esos
lugares paradisiacos y hasta esos momentos intocados en fuente de ingresos. Como
siempre sucede solo muchos años después se les permitió a los cubanos la
entrada y el uso de hoteles. No solo en los cayos, sino hasta en los de la
capital.
Grandes compañías (mayormente españolas) construyeron
decenas de hoteles en Varadero y los cayos, pero muy pocos, poquísimos, en la
Habana y otras principales ciudades. Cualquiera pudiera decir que es lógico
considerando que los turistas vienen por las playas. Veremos.
Y llegamos al 2018. Realmente desde el 2016 ya se venía
hablando de las inauguraciones de hoteles de 5 estrellas y 5 estrellas plus en
la Habana. Compañías desconocidas en Cuba. Grandes edificios, ejemplares
majestuosos de otras épocas que estaban abandonados o muy deteriorados están
siendo salvados poco a poco y convertidos en increíbles piezas de arte y con
una función en muchos casos totalmente opuesta a la original. Ejemplos de esto
son: Hotel Manzana, Packard, y construcción de 3 nuevos.
¿No notan una contradicción?
Para nada, la Habana sigue siendo una ciudad hermosa, que
a diferencia de otras ciudades en el mundo ha podido conservar sus barrios y
edificaciones coloniales y de todas las décadas del siglo XX. Barrios de la década
del 1910, y hasta el 1959 muestran ejemplos soberbios de una burguesía pudiente
y educada.
El nuevo objetivo es el turismo de congresos, de negocios
y a mediano plazo el turismo de lujo, manteniendo el turismo de low cost fuera
de Cuba, turismo clase media a clase alta no interesado en estar en contacto
con el pueblo. Es decir, visitaran y se marcharan casi sin “contagiar” al
pueblo cubano con ideas de consumo y otras más peligrosas aun.
Por eso no se construyen discotecas, centros nocturnos,
nuevos cabarets. Los que vienen a la Habana saben que de noche es posiblemente
la capital más silenciosa del mundo. Incluso la víspera del año nuevo no se
lanzan ni fuegos artificiales.
Pocos recuerdan que hace muchos años Fidel Castro dijo
que “lamentablemente” Cuba debía dejar
entrar el turismo para poder obtener divisas una vez que la URSS había
desaparecido. Pero que siempre recordáramos que ese era el objetivo principal y
si fuera posible ÚNICO, pues inevitablemente crearía diferencias y hechos que
el pueblo no entendería: propinas, salarios en divisas, camareros y barman que ganarían
más que médicos y maestros por ejemplo.
Resumiendo, el ideal del turismo para el gobierno cubano
es el de playa y cayos. Y por otro lado el turismo de lujo, el que gasta mucho
dinero, el de hoteles de 5 estrellas, el turismo burgués que lleva en la sangre
la alergia a los pobres y que nunca se mezclaría con el pueblo de la Habana y
otras ciudades importantes, haciendo ellos mismos el trabajo que antes hacia la
policía.
Por mi trabajo adicional como guía de ciudad lo he vivido
en carne propia. Paso frecuentemente por las entradas de esos hoteles, y allí
están , elegantes ,esperando sus taxis o autobuses y no nos ven, somos
transparentes, ni tan siquiera curiosidad. Lo importante es el clima, caminar
la ciudad y ver sus edificios, disfrutar de música, comida y bebidas en un
ambiente exótico. Tabaco, ron, playas.
Muy buen punto de vista digiero un poco en la parte de que en la Habana no hay vida nocturna, ¡es una ciudad que no duerme! Hay muchas discotecas y bares algunos que son hasta el amanecer, restaurantes 24 horas también, Saludos Humberto espero volver pronto.
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