Cada fin de curso, antes de
la pandemia, tenía una reunión con varios alumnos que después de una preparación
intensa habían por fin obtenido el premio tan deseado: poder acceder a la
universidad y con la carrera que siempre habían soñado. Ya lo he explicado en otro
blog, pero es una preparación larga y en la que intervenimos muchos. Pues cada fin de curso lo hacía y les daba o
un consejo importante, o una consideración sobre un tema que quizás les pudiera
servir. No porque yo sea sabio y profundo sino porque los conozco muy bien después
de casi tres años con ellos y casi que percibo con antelación los errores de
pensamiento de un adolescente que entra a la universidad o en muchos casos se enfrentan
a la vida con descaro y altivez en una Cuba llena de retos y escaseces.
Este año el curso fue atípico
y termina y comienza en abril. Así que todo sucedió hace unos días. Tuve la “conversación”
con solo siete estudiantes. Quería hablarles de muchos temas, pero no era
posible ocuparles sus mentes en temas “pesados”, sin embargo al final terminé
siendo pesimista y “profundo”
La decisión del tema fue
debida a que en estas últimas semanas he leído mucho sobre la degradación de
los tiempos modernos. Ya sé, nuestros abuelos lo decían, nuestros padres lo decían
y ahora lo decimos nosotros y el mundo sigue adelante. Entonces les hablé sobre
los retos de los tiempos que les ha tocado vivir y la tendencia de la gente
joven del mundo a emigrar. La emigración siempre ha existido, pero el concepto
de ir a vivir a donde los problemas ya están resueltos y no contribuir a la resolución
de ellos en el país y circunstancias donde se nace es algo que ha adquirido una
magnitud muy relevante.
Hay una frase que me gusta
mucho: lo último que notaria un pez es que habita en el agua. Igualmente es
importante notar cómo el ser humano de estos tiempos no se da cuenta de la
realidad en la que vive. Hoy en día la mayoría de los seres humanos, aun de los
países más pobres, vivimos en una obsesión por el estatus, vanidad y consumismo,
y como los peces, sin darnos cuenta. Todo esto usualmente está relacionado con
la belleza física y la riqueza. Individualismo disfrazado.
Entonces las virtudes como
la inteligencia, la paz, la salud pública, la creatividad autentica son puestos
a un lado. Todo esto comienza precisamente en los años de formación donde
alcanzar metas y ser listo es visto como ser un tonto, un nerd o algo peor, y
sin embargo el elogio social que se recibe por todas las redes sociales es para
aquellos que lucen bien, los que tienen riqueza y musculatura insensata,
reforzando la idea de que estudiar, pensar, saber y cuestionar no vale la pena,
mientras que defender el estatus-quo del consumo siempre será recompensado.
¿En qué momento cambiamos
nuestros ideales de amor por la familia, por el país, por el de seguir el
ejemplo del millonario con cinco mansiones y considerar eso como el icono más
alto del éxito?
¿Por qué no consideramos esa
adicción compulsiva a acumular dinero, que muy bien podría solucionar problemas
importantes, como una abominación disfrazada?
Lamentablemente la misma
sociedad moderna que pudiera dar alivio y resolución a serios problemas de la
humanidad los está formando en una distorsión de valores que va enfermando a generación
tras generación volviéndolas más antisociales, mas vanidosos, indiferentes al
medio ambiente y definitivamente más maleables al control.
Es importante saber que si
bien en la mayoría de los casos no podemos abstraernos de vivir en la lógica de
estos tiempos, saber comprender y hacerla funcionar a tu favor es importante si
decides emigrar y vivir en ella. Comprender la transformación de la sociedad en
sus comienzos y la de hoy en día es de gran utilidad. De la idea de producir
para cubrir las necesidades humanas que muy posiblemente dejara mucho tiempo
para experimentar una libertad nunca antes conocida se ha transformado en algo
que para la mayoría no es notable: un mundo lleno de vanidad, materialismo,
desperdicio y cada vez más personas con salarios de esclavos y consumo
compulsivo.
Hay tanto que decir, que
alertar, para que estén atentos a la hora de tomar sus decisiones. Que sepan
que en las redes sociales de hoy se manejan los mismos recursos sicológicos de
los nazis, de Freud, y de tantos otros: vincular y explotar los más primitivos
impulsos sociales que son comunes en la mayoría de los humanos tales como la
sexualidad y el estatus con productos de consumo. Ya un producto, una idea, no
son relevantes por su utilidad sino por lo que representa, por su simbolismo. Y
así los deseos los transforman en necesidades emocionales. “Necesidades” que
les hacen dejar atrás muchas cosas y sentimientos importantes por irse a
lugares que la ventaja es tener tiendas llenas, arriesgar la vida cruzando
selvas y ríos por una vida material más plena dejando su país, sus recuerdos,
sus amigos, sus familias.
Hace unos meses hice una
encuesta de lo que deseaban los cubanos. Ni una vez salió a relucir la palabra
libertad. Ya ni eso es relevante como excusa, ya no hay que disfrazar las cosas
para al menos salir por la puerta con cierta dignidad. Y es ahí donde está el
potencial peligro.
Porque es obvio que en un país
desarrollado (cualquiera) se vive mejor que en uno pobre (cualquiera), y que el
talento vive en todas partes. Pero irse persiguiendo los mitos, las
construcciones, no tiene sentido. La libertad en la mayoría de los casos es
solo una ilusión limitada a la compra de cosas, o escoger entre dos políticos que
claramente son de la misma clase, o entre diez tipos de café expreso o
capuccinos.
Resumiendo : a mis alumnos
les dije que:
_ si deciden marcharse como
tantos otros (ya en este año solo a Estados Unidos hasta abril son 45 000) no
olviden cuales son las reglas del juego, que investiguen, que estudien si
pueden y que no pierdan el norte real: que no se fijen en los catálogos de las
estrellas de cine y TV sino en los que realmente es importante.
_ que aprendan a diferenciar
entre la verdadera ganancia financiera y aquella que es la ilusión de la medida
del éxito y que traerá “felicidad”.
_que ya no hay donde
escoger. Ya hay un solo tipo de sociedad. Un solo tipo de político. Una mayoría
que desea lo mismo y que al menos por las estadísticas cada vez consume más ansiolíticos
o antidepresivos
_ que cuando ir de
compras se convierta en una forma de
terapia ya es demasiado tarde, están perdidos.
Dos verdades finales:
_Mientras más posees más te
poseen.
_Todos son más hermosos
cuando sonríen y se sonríe mejor rodeado de los suyos.
Y aclaro nuevamente: son
clarificaciones de la vida moderna. Consejos. Ya no hay izquierdas sino
variaciones de la derecha. Y mientras mejor se comprendan sus dones y peligros,
mejor será.
Humberto Guia & Maestro en la Habana WhatsApp & Telegram +5352646921
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