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sábado, 16 de abril de 2022

TRATANDO DE COMPRENDER ALGO

 

Cada fin de curso, antes de la pandemia, tenía una reunión con varios alumnos que después de una preparación intensa habían por fin obtenido el premio tan deseado: poder acceder a la universidad y con la carrera que siempre habían soñado. Ya lo he explicado en otro blog, pero es una preparación larga y en la que intervenimos muchos.  Pues cada fin de curso lo hacía y les daba o un consejo importante, o una consideración sobre un tema que quizás les pudiera servir. No porque yo sea sabio y profundo sino porque los conozco muy bien después de casi tres años con ellos y casi que percibo con antelación los errores de pensamiento de un adolescente que entra a la universidad o en muchos casos se enfrentan a la vida con descaro y altivez en una Cuba llena de retos y escaseces.

Este año el curso fue atípico y termina y comienza en abril. Así que todo sucedió hace unos días. Tuve la “conversación” con solo siete estudiantes. Quería hablarles de muchos temas, pero no era posible ocuparles sus mentes en temas “pesados”, sin embargo al final terminé siendo pesimista y “profundo”

La decisión del tema fue debida a que en estas últimas semanas he leído mucho sobre la degradación de los tiempos modernos. Ya sé, nuestros abuelos lo decían, nuestros padres lo decían y ahora lo decimos nosotros y el mundo sigue adelante. Entonces les hablé sobre los retos de los tiempos que les ha tocado vivir y la tendencia de la gente joven del mundo a emigrar. La emigración siempre ha existido, pero el concepto de ir a vivir a donde los problemas ya están resueltos y no contribuir a la resolución de ellos en el país y circunstancias donde se nace es algo que ha adquirido una magnitud muy relevante.

Hay una frase que me gusta mucho: lo último que notaria un pez es que habita en el agua. Igualmente es importante notar cómo el ser humano de estos tiempos no se da cuenta de la realidad en la que vive. Hoy en día la mayoría de los seres humanos, aun de los países más pobres, vivimos en una obsesión por el estatus, vanidad y consumismo, y como los peces, sin darnos cuenta. Todo esto usualmente está relacionado con la belleza física y la riqueza. Individualismo disfrazado.

Entonces las virtudes como la inteligencia, la paz, la salud pública, la creatividad autentica son puestos a un lado. Todo esto comienza precisamente en los años de formación donde alcanzar metas y ser listo es visto como ser un tonto, un nerd o algo peor, y sin embargo el elogio social que se recibe por todas las redes sociales es para aquellos que lucen bien, los que tienen riqueza y musculatura insensata, reforzando la idea de que estudiar, pensar, saber y cuestionar no vale la pena, mientras que defender el estatus-quo del consumo siempre será recompensado.

¿En qué momento cambiamos nuestros ideales de amor por la familia, por el país, por el de seguir el ejemplo del millonario con cinco mansiones y considerar eso como el icono más alto del éxito?

¿Por qué no consideramos esa adicción compulsiva a acumular dinero, que muy bien podría solucionar problemas importantes, como una abominación disfrazada?

Lamentablemente la misma sociedad moderna que pudiera dar alivio y resolución a serios problemas de la humanidad los está formando en una distorsión de valores que va enfermando a generación tras generación volviéndolas más antisociales, mas vanidosos, indiferentes al medio ambiente y definitivamente más maleables al control.

Es importante saber que si bien en la mayoría de los casos no podemos abstraernos de vivir en la lógica de estos tiempos, saber comprender y hacerla funcionar a tu favor es importante si decides emigrar y vivir en ella. Comprender la transformación de la sociedad en sus comienzos y la de hoy en día es de gran utilidad. De la idea de producir para cubrir las necesidades humanas que muy posiblemente dejara mucho tiempo para experimentar una libertad nunca antes conocida se ha transformado en algo que para la mayoría no es notable: un mundo lleno de vanidad, materialismo, desperdicio y cada vez más personas con salarios de esclavos y consumo compulsivo.

Hay tanto que decir, que alertar, para que estén atentos a la hora de tomar sus decisiones. Que sepan que en las redes sociales de hoy se manejan los mismos recursos sicológicos de los nazis, de Freud, y de tantos otros: vincular y explotar los más primitivos impulsos sociales que son comunes en la mayoría de los humanos tales como la sexualidad y el estatus con productos de consumo. Ya un producto, una idea, no son relevantes por su utilidad sino por lo que representa, por su simbolismo. Y así los deseos los transforman en necesidades emocionales. “Necesidades” que les hacen dejar atrás muchas cosas y sentimientos importantes por irse a lugares que la ventaja es tener tiendas llenas, arriesgar la vida cruzando selvas y ríos por una vida material más plena dejando su país, sus recuerdos, sus amigos, sus familias.

Hace unos meses hice una encuesta de lo que deseaban los cubanos. Ni una vez salió a relucir la palabra libertad. Ya ni eso es relevante como excusa, ya no hay que disfrazar las cosas para al menos salir por la puerta con cierta dignidad. Y es ahí donde está el potencial peligro.

Porque es obvio que en un país desarrollado (cualquiera) se vive mejor que en uno pobre (cualquiera), y que el talento vive en todas partes. Pero irse persiguiendo los mitos, las construcciones, no tiene sentido. La libertad en la mayoría de los casos es solo una ilusión limitada a la compra de cosas, o escoger entre dos políticos que claramente son de la misma clase, o entre diez tipos de café expreso o capuccinos.

Resumiendo : a mis alumnos les dije que:

­_ si deciden marcharse como tantos otros (ya en este año solo a Estados Unidos hasta abril son 45 000) no olviden cuales son las reglas del juego, que investiguen, que estudien si pueden y que no pierdan el norte real: que no se fijen en los catálogos de las estrellas de cine y TV sino en los que realmente es importante.

_ que aprendan a diferenciar entre la verdadera ganancia financiera y aquella que es la ilusión de la medida del éxito y que traerá “felicidad”.

_que ya no hay donde escoger. Ya hay un solo tipo de sociedad. Un solo tipo de político. Una mayoría que desea lo mismo y que al menos por las estadísticas cada vez consume más ansiolíticos o antidepresivos

_ que cuando ir de compras  se convierta en una forma de terapia ya es demasiado tarde, están perdidos.

Dos verdades finales:

_Mientras más posees más te poseen.

_Todos son más hermosos cuando sonríen y se sonríe mejor rodeado de los suyos.

Y aclaro nuevamente: son clarificaciones de la vida moderna. Consejos. Ya no hay izquierdas sino variaciones de la derecha. Y mientras mejor se comprendan sus dones y peligros, mejor será.

Humberto Guia & Maestro en la Habana WhatsApp & Telegram +5352646921

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