LA HABANA
Una noche que comenzó de manera increíble.
Los rayos corrían el cielo como si removieran piedras entre las nubes y el mar.
Iluminaban todo el norte de la ciudad de manera extraña, pues no caían, simplemente parecían retozar en el cielo.
Solo unos pocos quedamos en las calles.
Miraba extasiado el cielo cuando sentí sus pacitos.
Pequeñito vino corriendo hacia mi. No me llegaba ni a la rodilla.
¿Habría caminado ya sus primeros 5000 pasos? No me parecía.
Cruzó con una destreza de principiante la pequeña ranura llena de agua en la acera que de seguro le pareció ancha y profunda, y me regaló la pequeña flor blanca que traía entre sus diminutos dedos.
Una sonrisa que se convirtió en risa cuando la mamá lo levantó desde atrás y lo llevaba a algún lugar donde no pudieran mojarse cuando comenzara la tormenta.
Aun en los brazos de su mamá se las arregló para virarse y decirme adiós.
Ojos de luciérnaga, sonrisa de pillo, dientecitos como gotitas de rocío, manitas que brillaban en la oscuridad.
Como todo lo bello que me ocurre medite' sobre ello un buen rato.
‘un saludo del pasado, pero desde muy atrás en el tiempo, desde cuando llegamos a caminar por primera vez esta tierra, este planeta. Los rayos fueron los días azarosos que le tocaron vivir al hombre desde el mismo comienzo. El pequeño era cómo lucíamos entonces, diminutos en un mundo de gigantes, a expensas de los elementos y de los peligros que acechaban.
Fue un milagro que sobreviviéramos.
La flor es la esperanza, porque ellas fueron tan frágiles como nosotros en los comienzos, y lograron sobrevivir donde otros no pudieron. Esperanza con belleza. Simpleza y eficiencia es la lección.
La madre representa a Dios, el universo o el espiritu del conocimiento, da igual. ¿no es femenino en espíritu? Nos protege, nos levanta entre sus brazos porque aun cuando las tormentas no sean peligrosas siempre lloramos por estar en su regazo. Ella nos lleva entre sus brazos, y entre ellos desafiamos al mundo con una sonrisa picara, sin temores.
Y finalmente yo solo, en la calle, con la tormenta formándose sobre mi cabeza, sobre la ciudad, representa la vanidad del hombre que se dice a si mismo, ya de grande, cuando ha dejado a la madre y sobre todo renegado del amor , que puede hacerlo solo, que no necesita de nadie, que es un héroe, aun cuando los truenos le hagan recordar con temor otros tiempos en que desnudo y sin posibilidades fue guiado por una voluntad mas allá de su alcance de entendimiento desde la llanura a la caverna, de la caverna a la choza hasta terminar en la ciudad, sobre ella, sobre el planeta’
Anoche dormí bien, me complace saber que el espíritu que nos anima es femenino, y sobre todo que aun envía mensajes.
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martes, 4 de agosto de 2020
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