Nací en la Habana.
Cuando nací aun quedaban restos de lo que había sido la Habana conocida en el mundo entero por sus zonas de placer, por sus grandes cabarets y salas de juego, por tener mas cines que Paris, por ser la ciudad donde las grandes compañías americanas probaban sus productos para saber si tendrían éxito en América Latina, y los grandes de Europa intentaban entrar en el mercado americano a través del gusto “muy similar” al americano que tenia la clase media cubana.
Aun se podían ver en las paredes exteriores de edificios y de casas señoriales las placas que identificaron en su momento los consultorios de todo tipo de especialistas de medicina. Famosos en Cuba y en todo el mundo por novedosos métodos terapéuticos. Médicos que habían hecho una gran fortuna haciendo abortos a las americanas que venían a Cuba porque en su país estaba prohibido. Médicos que reconstruían la virginidad de chicas que habían dado el mal paso.
Todavía estaban allí las placas, ya un poco oxidadas o gastadas de los grandes bancos del momento previo al 1959. Todas las aceras de la Habana Centro , de granito y con los nombres en mármol o granito contrastante marcaban el espacio donde alguna vez en el pasado hubo abundancia y movimiento constante de riquezas.
Si aun hoy hay un gran por ciento de autos clásicos principalmente americanos, cuando nací eran aun los únicos existentes. Ya tener un auto privado era algo que pasaba a ser de común a extraordinario.
Nací en un país que aun no tenia los 10 años de embargo americano sobre sus espaldas, y aun cuando ya escaseaba casi todo, las personas conservaban ropas y demás de la época anterior. Pero de todos modos muchas personas ya tenían algún familiar o amigo que había emigrado por razones políticas. . . o económicas.
Porque efectivamente, desde 1963 las nacionalizaciones ya había pasado de los grandes negocios a los medianos y a los pequeños. Así que, puedo decir, que nunca he conocido la propiedad privada.
Una época por otro lado recordada por muchos como gloriosa y romántica. Ya cientos de jóvenes habían marchado a las montañas, a los valles, a los barrios mas pobres de cada ciudad o pueblo para erradicar el analfabetismo. Ya se habían decretado reformas en las leyes agrarias, en la vivienda, dándole a los pobres parte de ese tesoro nacional que hasta 1959 se les había negado y que en definitiva es la causa de todas las revoluciones verdaderas.
Nací en el momento en que definitivamente ‘alea jacta es”, es decir, la suerte estaba echada. Para mi generación y las siguientes la vida sería muy diferente. Seríamos criados y educados como espartanos, bajo privaciones cada vez mas severas y, solo con algunos momentos de relativa prosperidad. Creceríamos en una capsula donde sabíamos que el tiempo pasaba porque envejecían nuestros padres y morían nuestros abuelos, pero todo lo demás estaba allí: las mismas casas, los mismos autos, las ropas gastadas, la no llegada de los adelantos tecnologicos
Sabíamos que el tiempo pasaba porque llegaron otros rubios, pero eslavos y no anglosajones. Aunque estos rubios no venían a disfrutar de los cabarets y los night clubs. Venían a otras cosas.
Porque claro , cuando nací ya Cuba se encontraba en el medio, y como una pieza importante , en la guerra fria.
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