Navidad.
Eran los años en que aún no sabía. No sabía de 
política, no sabía de marxismo ni de dios. La vida era mas sencilla, 
alimentada por la amable ignorancia de la infancia. Días en la escuela y
 semanas de vacaciones en un hotel enorme casi vacío donde trabajaba mi 
mamá. 
No había manera de saber. 
Entre otras cosas 
mi mamá tenía mucho miedo de contarme. Podía ser peligroso saber de 
dios, en cualquiera de sus nombres y formas, y cuando se tomaba la 
decisión de seguir el camino de la religión se sabía de las 
consecuencias.
Ese diciembre tendría yo escasamente 8 años. 
Hacía frío, y para mí era todo un tormento levantarme tan temprano. 
Vivíamos lejos de la escuela y salíamos de casa aún antes del amanecer. 
Era un camino de varias cuadras antes de llegar a la avenida Línea. Las 
 casas estaban cerradas y el Vedado, donde vivíamos, conservaba aún el 
encanto de la década de los 1950’s, es decir, aún entre las sombras de 
la noche que terminaba y los estragos de tantos años de socialismo pobre
 había un aire de nostalgia feliz. . .por la Navidad.
Pero cuidado, bajito , sin que se enteren.  
La
 noche anterior una familia debió reunirse, debieron beber juntos y 
celebrar el nacimiento del hijo de un dios que hace algunos años parecía
 desterrado de estas tierras. Esa noche sacaron del baúl un árbol que ya
 tenía más de 30 años. Milagrosamente algunas luces aún servían .  Sería
 solamente por una noche. No podía ser más.
Camino a la escuela, muy temprano, aún de noche y con frío. 
Pero
 las luces se notaban desde metros de distancia. El apartamento estaba 
en planta baja y no tenía balcón. En su lugar había un ventanal grande 
que daba a la calle. En una esquina de la habitación habían colocado el 
árbol.  Se veían extrañas esas luces desde la calle con ventanas 
nubladas por medio. Me pareció lindo y casi me detuve a mirar a pesar 
del frío, pero mi mamá tiró de mi brazo y apresuró el paso. No quería 
saber.
Sencillamente se habían dormido y  olvidado apagar las luces del árbol.
En
 una hora ya habría amanecido y las luz del sol aplacaría el desfile de 
escasas luces sobrevivientes en un árbol viejo guardado seguramente por 
una abuela.
Margarita .
No la 
describiré . Casi no la recuerdo. La cuestión era que ella vivía dos 
cuadras más arriba de donde vivíamos nosotros. Ella era la secretaria 
general del partido comunista en el hotel donde trabajaba mi mamá. Ella 
era la jefa real del hotel aún cuando solo era una simple carpetera. Y 
lamentablemente pasó por la calle de la casa con luces de colores en la 
ventana pocos minutos después de nosotros.
Cuando llegó al 
hotel su rostro enjuto estaba plagado de manchas rojas en las mejillas, 
alrededor de la nariz, en la frente y en el cuello. Sus ojos eran 
fieros. Y la primera persona que encontró fue a mi madre. Ella sabía el 
camino que tomábamos cada mañana, y así  directamente le lanzó la 
pregunta : ‘¿no notaste nada cuando venias para acá?’ ‘ No, ¿por qué?’ ‘
 Estoy segura que en un apartamento había un árbol de Navidad y solo me 
hará falta averiguar si hay algún militante en esa casas que lo permitió
 , yo sé a dónde llamar’
Muchos años después 
supe de esta historia. Pero ,lo que sí recuerdo es que cada vez que 
pasaba frente a esa casa miraba con la esperanza de encontrar algo 
diferente al gris de los viejos edificios, cada año más grises. Nunca 
más sucedió algo colorido, pero sin embargo algunas cosas cambiaron. Los
 cristales se rompieron con el tiempo y fueron sustituidos por cartones,
 la señora que a veces se asomaba al ventanal a los pocos días ya no la 
vimos más, las plantas de un cantero al borde del ventanal se secaron y 
un día vimos a unas personas llorando que  se abrazaban despidiéndose. 
Quizás no tuvo nada que ver todo lo sucedido con lo que pudo haber o no 
hecho Margarita . Esa historia fue solo una lagrima que cayó en un 
torrente de un río crecido, solo tuvo importancia para pocas personas .
En
 mi valiente y tonta adolescencia creí que era una cobardía el marcharse
 del país por miedo o disgusto y dejarle el terreno a las miles de 
Margaritas que eran terribles en su fanatismo. Después comprendí muchos 
hechos , pero debió pasar mucho tiempo.
