Estudié medicina. Algunos lo saben.
Algún dia explico por qué lo deje'. Sin embargo no lo
considero unos años perdidos. Me han servido en muchas ocasiones para una mejor
comprensión del mundo en que vivo, en que vivimos.
Y no todo fue biología, fisiología, bioquímica , anatomía
e histología.
Una de las cosas que más me marcó durante esos años de
estudios intensísimos fue la asignatura de Ética. Es curioso porque se da en el
primer año, no va a examen final, tampoco tiene más de dos frecuencias
semanales, sin embargo tuve unos profesores que nunca olvidaré. Ni a ellos ni
lo que me enseñaron.
Eran un matrimonio de psicólogos. Sembraron en mí algo así
como una brújula moral. La relación entre el médico y el paciente, la iatrogenia, la relacion con la sociedad desde la posicion de alguien que puede curar, aliviar el dolor.
En cada clase trataban de inculcar unos principios importantísimos en una
carrera tan especial como la medicina. Ellos fueron unos de los pocos
profesores de la facultad de medicina que se quedaron en Cuba después del 1959.
Sin embargo, algo sembraron en mi mente que no me permite actuar en cierta manera: siguiendo multitudes. Cosa
que es pecado en una sociedad como la cubana actual.
Sembraron en mí inquietudes intelectuales, valoraciones
profundas sobre el ser humano y el valor de la vida sobre el dinero, el respeto
por lo que han sacrificado sus vidas por la ciencia o la vida de otras
personas. El respeto por la individualidad, aún respetando las leyes del
momento y a la colectividad. Sin emgargo no fui militante de la Unión de Jóvenes Comunistas.
No soy militante del Partido Comunista. No fui miembro de las Milicias. Y por
ser así no pocos obstáculos y
limitaciones he tenido, y tengo. Sin embargo, aquí estoy, a diferencia de otros que sí
pertenecieron de manera oportunista a cuanta organización existe.
Pero tampoco, y a pesar del "negocio" al que me dedico para
paliar mi salario de maestro, he vendido drogas o me he dedicado a la
prostitución, es decir, a ser un proxeneta.
Decenas de personas se me han acercado en estos casi 15
años a ofrecerme “negocios ventajosos”. Pero estoy en contra de todo eso por
principios. No critico o juzgo, solo trato de seguir un camino mostrado por
gente como mis padres, o esos profesores de Ética
Recuerdo el tema de mi exposición de final del año
en esa asignatura: ”El papel del científico en el mundo contemporáneo”
Pude haber hablado mucho. Utilizar palabras trilladas y
huecas, pero escogí hablar de Perseo, el héroe griego que corto' la cabeza de
Medusa y que después de tantas peripecias tenia un dilema: a quién le daba la
cabeza de la Gorgona Medusa que solo con su mirada transformaba a los hombres
en piedra. Era un arma terrible.
Podía entregarla a Ares el Dios de la Guerra o a Atenea.
Prefirió darla a Atenea para que la pusiera en su escudo.
Cuando terminé la mayoría de los estudiantes se miraban
sin entender, y mucho menos cuando el jurado de profesores me dio los 5 puntos
(calificación máxima).
La cuestión es vital en nuestro días. Hoy ya casi no se
crea o inventa por el gusto de donarlo a los demás, de dar libre y
desinteresado acceso a la humanidad, la que puede pagarlo y la que no. Todo gira
en torno a patentes, licencias, permisos, derecho de autor. Pero hay algo peor:
en el mundo de la ciencia esto también llegó y para quedarse.
Y entonces en el mundo contemporáneo algunos científicos logran
descubrir algo increíblemente sensible en cuanto a su importancia para sanar. .
o matar. Un medicamento o una sustancia mortífera. Una herramienta o un arma. Y
es su responsabilidad el saber a quien se lo da. Al dinero o a la humanidad.
Lo estamos viviendo más que nunca. Miremos al mundo a
nuestro alrededor. Medicinas que valen miles y gente muriendo por no poder
pagar. Herramientas que se convierten en armas de exterminio masivo o de
represion. Y así vamos, con cada vez menos responsabilidad moral, responsabilidad
por nuestras acciones , respaldados por las leyes injustas, los gobiernos que se
venden, el mundo que mira hacia otro lado porque todos queremos ser millonarios
con una idea, con un descubrimiento, aun cuando este represente la salvación de
muchos que no pueden costearlo.
Pero tengo fe en que, todavía, puede haber un punto de
giro. O un nuevo comienzo. Aunque sea un borrón y cuenta nueva y decidamos
intentarlo con nuevas reglas. Algo puede pasar, alguien puede nacer y cambiar
las cosas, extirpar pensamientos egoístas y hacer que las cosas funcionen de
manera natural porque la semilla está en nuestras almas, solo hace falta un
empujoncito de amistad, de amor o de paz.
Pero mientras eso sucede, bienvenidos a la maldición de
la Ética, el lugar donde los hombres y mujeres de bien sufren.
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