jueves, 12 de diciembre de 2024

HISTORIA DE CUBANOS. GONZALO

 Historia de Cubanos. Gonzalo









En una tarde calurosa de La Habana, Gonzalo observa desde su balcón el mar que separa Cuba de Florida, el mismo mar que ahora divide a su familia. Como muchos profesionales cubanos de su generación, Gonzalo representa una paradoja viviente: un hijo de la revolución que ha prosperado en el delicado equilibrio entre los ideales socialistas y las realidades del mundo globalizado.

Trabajando para una firma canadiense en Cuba, Gonzalo logró lo que muchos considerarían el "sueño cubano moderno": un trabajo bien remunerado, la capacidad de viajar internacionalmente, y la posibilidad de ofrecer a su familia comodidades que la mayoría de los cubanos solo pueden imaginar. Sin embargo, esta prosperidad relativa sembró las semillas de su actual soledad.

Durante años, cada viaje familiar al extranjero se convertía inadvertidamente en una lección sobre las carencias de su patria. En París, señalaba la eficiencia del metro; en Toronto, la abundancia en los supermercados; en Madrid, la libertad de expresión en las calles. Sin darse cuenta, Gonzalo estaba escribiendo un guion en las mentes de sus hijas: la vida real, la vida que vale la pena vivir, estaba en otra parte.

La pandemia actuó como una olla a presión sobre estos deseos contenidos. Cuando las restricciones se levantaron, sus hijas, armadas con sus títulos universitarios cubanos y sueños americanos, emprendieron diferentes rutas hacia Estados Unidos. El "éxodo privilegiado", como algunos lo llaman, estaba en marcha.

Pero la realidad estadounidense resultó ser más compleja que las postales turísticas. Una de sus hijas, arquitecta en Cuba, limpia casas en Miami. Otra, que hablaba de abrir su propio negocio, lucha con la barrera del idioma y la complejidad del sistema bancario americano. La tercera, la más joven, descubre que su título en medicina requiere años de revalidación y exámenes costosos.

La ironía no escapa a Gonzalo: sus hijas, educadas en un sistema que prioriza la igualdad y la solidaridad, ahora navegan las aguas turbias del capitalismo sin la red de seguridad social que daban por sentada en Cuba. Las llamadas telefónicas se han vuelto ejercicios de omisión, donde las dificultades se minimizan y los logros se exageran. 

Ahora, Gonzalo y su esposa contemplan unirse a sus hijas, no por el sueño americano, sino por la más básica de las motivaciones humanas: la reunificación familiar. La decisión implica abandonar no solo su posición privilegiada, sino también el fruto de décadas de trabajo en un sistema que, con todas sus limitaciones, les permitió construir una vida digna.

Esta historia refleja una realidad más amplia en la Cuba contemporánea. La generación post-1959, educada en los valores de la revolución pero expuesta a las tentaciones del mundo globalizado, enfrenta una crisis de identidad. Sus hijos, criados en esta dualidad, a menudo eligen el espejismo del consumismo sobre la seguridad modesta pero estable de su tierra natal.

La política migratoria estadounidense, que otorga beneficios especiales a los cubanos por motivos históricos, añade otra capa de complejidad. Crea una ilusión de facilidad que contrasta duramente con la realidad que encuentran al llegar: una sociedad que, más allá de las consideraciones políticas, no siempre tiene un lugar preparado para ellos.

Mientras Gonzalo contempla su próximo paso, su historia plantea preguntas incómodas sobre el verdadero costo de la emigración materialista. ¿Cuánto vale la comodidad material frente a la disgregación familiar? ¿Qué se pierde cuando se abandonan los valores sociales por promesas de prosperidad individual? En un mundo cada vez más polarizado entre el colectivismo y el individualismo, estas preguntas resuenan mucho más allá de las costas de Cuba.


HUMBERTO. Guia y Maestro

Tours en La Habana.

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