Mostrando entradas con la etiqueta miedos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta miedos. Mostrar todas las entradas

jueves, 7 de diciembre de 2023

MIEDOS 2023

 Todos los pueblos del mundo han pasado por eventos catastróficos,  por guerras mas o menos largas, pero al final vienen épocas en que las aguas regresan a un nivel en que la mayoría de la población puede respirar y mejorar sus condiciones de vida. Pero no me viene a la mente una prueba tan larga, de sesenta años,  como la nuestra, la del pueblo cubano. Lo que escribiré ahora no tiene carga política, son las consecuencias de lo que nos ha sucedido, o mas bien una consecuencia intangible que ha desatado este año la mayor emigración que jamás haya vivido Cuba en su historia.

 Hemos estado bajo una presión insoportable por muchas décadas, y sobre todo en las últimas. El enemigo histórico ha logrado reclutar aliados entre nosotros mismos , entre gente de nuestra propia nacionalidad y los ha usado para pedir más restricciones, sanciones de todo tipo, haciéndoles creer que sería rápido y eficiente y como no ha sido así entonces nos culpa a nosotros que estamos dentro de Cuba tratando de sobrevivir por no aceptar sus condiciones .

Ha hecho que muchos cubanos sientan miedo. Que sientan miedo y prefieran escapar por selvas, por desiertos, que huyan hacia las entrañas del país que más dolor nos ha causado como esas maripositas nocturnas que enceguecidas se lanzan a la luz de las farolas ¨sabiendo¨ que allí encontraran otro tipo de muerte. No se dan cuenta de que emigrar en la mayoría de los casos es cambiar de miedos.

Porque vino la pandemia y nos vimos como otras naciones enteras de cara a algo nuevo, y cuando ya todos , al menos en teoría, se recuperan, nosotros todavía estamos casi en el mismo lugar desolado en que estábamos cuando la pandemia cedió.

Hablo del miedo.

¿Pero a qué le puede temer el cubano? Nosotros que nos hemos enfrentado a tantas cosas propias y ajenas. Es el miedo a lo no físico.

Los que tienen hijos temen no poder alimentarlos. No poder darles un futuro. Los que tienen padres mayores le temen a todas las enfermedades, virus y bacterias porque caer un anciano en un hospital en la Cuba de hoy, 2023, es casi sentencia de muerte o invalidez.

Un hijo o un anciano con hemoglobina baja es otra gran pesadilla.

Las calles oscuras que en las noches se han convertido en refugio de delincuentes que como en un sueño o mas bien una pesadilla han salido de las alcantarillas de la historia olvidada para cometer sus fechorías que a veces acaban en desgracias. Nosotros ya habíamos superado eso.

Otro Trump y 230 nuevas medidas contra Cuba

Y todos los miedos se combinan en una sola cosa: los asideros emocionales van dejando de existir. Familia y amigos dispersos. Nadie cerca para el abrazo en los momentos difíciles.

Sé que posiblemente en muchas partes del mundo pasen por desigualdades, por injusticias, ahora mismo los ejemplos sobran. Pero para nosotros ya era agua pasada.

Cuando los alimentos, las medicinas, la vida en general es usada como arma para lograr un objetivo político a los hombres y mujeres sencillos se nos corta el aliento y nunca mas somos seres normales otra vez. Y si un día en la Historia se vuelven a repetir el instinto nos lanza en una carrera que creemos de salvación, aunque al final solo esté el abismo.

Como alguien dijo una vez, es toda una experiencia vivir con miedo, eso es lo que significa ser esclavo, no ser dueño de uno mismo.

Honestamente, la gente usualmente no pide grandes cosas. En general solo desean comer su comida favorita. Quieren ir al mar y oler la briza del mar. Quieren tener una siesta , en casa o en la hierba de un domingo de campo y escuchar música. Quieren abrazar a sus seres queridos y ser abrazados por ellos. Quieren ropas cálidas en el invierno y frescas en el verano, quieren dedicarse a un hobbie después de un día de trabajo no muy agotador. Quieren sentirse a salvo y sin temores. Vivir sin miedo a ser ridiculizados, manipulados o forzados a hacer lo que no desean hacer. Y esta es la razón por la que la sociedad moderna es tan molesta, deprimente e incluso destructiva. Porque nos ponemos pensar en las cosas pequeñas que deseamos  y lo difícil que nos la ponen para poder conseguirlas y lo agotador que resulta,  secándonos el alma.

 Humberto 

Guia Local y maestro en la Habana

+5352646921

NUESTRO SUFRIMIENTO NO LOS HACE VEENCEDORES

LEYENDO EL PERIODICO EL PAIS

CONFESIONES 

MEDIACION SOBRE CUBA

KABUL-HABANA . LECCION DE HISTORIA

DE MI BLOG DE TURISMO


lunes, 25 de enero de 2021

LA LIBERTAD (II), la individual



Cada lugar, cada país,  cada generación,  cada persona tiene su propia historia.
Muchas veces he dudado en contar la mia. Una historia de vida compartida por millones de cubanos en una nueva realidad nunca vista en la mayoría del mundo. Nada extraordinariamente mejor ni peor que otras realidades u otras experiencias humanas. Hay mucha gente que muere de hambre, en terribles guerras o accidentes, sobreviven enfermedades y en fin, hace que mi camino palidezca ante la vida real de personas en otras partes. Pero como he dicho otras veces, este blog es para si algún día la memoria comienza a fallarme entonces recordar, o sencillamente retornar al pasado y leer nuevamente los pensamientos que tuve. Y hay algo muy importante en mi vida: una libertad física limitada, y una interior infinita.

Entonces, concretando, hablaré sobre los miedos que no me han permitido ser libre y cómo pude vencer y calmar otros y retarlos a todos. La libertad es un tesoro inmaterial, algo que solo se percibe cuando realmente está y genera una euforia y una confianza que nos da felicidad. La libertad es un tesoro que muchos, muchísimos, no protegen ni luchan por conservarla.

Pero la libertad individual es también difícil de comprender. ¿Colectivo o individuo? ¿Sacrificio o premio? Lo difícil es cuando no nos ajustamos al modelo de sociedad en la que nacemos. Se finge, se camufla la personalidad, se espera pacientemente a poder expresarse.

En mi caso siempre ha sido el rechazo a la colectividad. Incluso mis años de escuela fueron casi un suplicio: todos los niños haciendo lo mismo, recitando lo mismo, consignas y poemas, vistiendo igual. Erick, un profesor grande y poderoso que a los chicos diferentes de alguna manera les daba con el nudillo del dedo del medio sobre el hombro, o apretaba los hombros por delante y por detrás, haciendo pinzas con su manaza y reduciéndonos hasta llegar al piso. Y su cómplice, una auxiliar que nos bajaba los pantalones frente a los chicos “normales”.

Secundaria, 12 años: por fin un poco menos de tiempo de escuela. Media sesión solamente. Pero con ella vino LA ESCUELA AL CAMPO. El trabajo fuerte y agotador por 45 días viendo a nuestros  padres solo los domingos. Trabajos en cultivos de papas, naranjas, tomates “guataqueando” por horas, perdiendo la piel de las manos con un azadón mas alto que yo. Poca comida que había que proteger de los chicos mayores. La suciedad, la promiscuidad, profesores que se desnudaban ante chicos de 12 años, duchas frías a cielo descubierto en enero, letrinas nauseabundas. Chicos que se envolvían los brazos en toallas mojadas y se daban un golpe fuerte para fracturárselo y poder regresar a casa con una baja médica.

Es verdad que no nos morimos, pero algo, en algunos, sí lo hacía. Era el entrenamiento para lo que se esperaba de nosotros y que llamaban formar al hombre nuevo: estudio, trabajo, fusil. Regresar a casas despintadas, casi sin equipos eléctricos y poca comida nos parecía el paraíso comparado con aquellos campamentos y nos mataba cualquier insipiente pensamiento hacia lo desconocido.

PREUNIVERSITARIO: Ya casi un hombre. Mismas experiencias en la “escuela al campo” que hoy en día sería considerado explotación de menores. Trabajar desde casi madrugada en las plantaciones de tabaco, el sereno pegajoso que penetraba cada poro, envolvía cada cabello y encartonaba la ropa.

Mirando atrás, yo con 16 años. Poca ropa. Un par de zapatos. Un radio pequeño en casa. Un TV americano de bombillos roto y libros baratos apilados, pero lo importante era el contenido. Y esos libros me transformaron, y en cierta medida me marcaron la vida pues me convirtieron en alguien aún más fuera del molde.

Las reuniones de análisis, sobre todo las que se hacían antes de otorgar las carreras universitarias. Allí tuve que rendir cuentas de por qué no pertenecí a las Milicias , por qué no había solicitado el carnet de la Unión de Jóvenes Comunistas, justificar ciertas actitudes que daban la impresión de que era un “tapadito”, es decir, un burgués escondido o peor aún, un contrarrevolucionario. ¿Hubieran entendido que no soporto las multitudes? ¿un burgués? Que raro me sonaba aquello cuando solo tenia un solo par de zapatos para todo. Pero a ellos les sonaba mas raro aun mis comentarios sobre Alexander Solzhenitzyn o Milan Kundera, mi interés por los idiomas extranjeros menos el ruso, el gastar mi dinero de la merienda en la única revista del mundo no soviético que se vendía: El Correo de la Unesco. Las tenia todas, las coleccionaba, y con ellas pude “viajar” desde la Meca hasta los campos de arroz en China.

En el listado de alumnos para coger carreras , en Cuba se le llama ‘escalafón’, tenia el lugar 20, nada mal para alguien que no estudiaba mucho y no es tan brillante. Y casi no me otorgan lo que había solicitado porque a duras penas logre pasar la evaluación política.

Es curioso, todos los que hablaron negativamente sobre mí, los que casi decidieron dejarme fuera se fueron del país tiempo después.

NO SE DEBE CONFUNDIR LA VERDAD CON LA OPINIÓN DE LA MAYORIA

UNIVERSIDAD: Hoy en día la universidad conserva mucho de la época en que pasé por ella, pero ahora los peligros para el alma no son tan contundentes.

Cuando llegué a ella pensé que estaba a solo 5 pasos de un futuro luminoso y por fin libre de las preocupaciones de las finanzas. Podría ser libre al estar protegido por un título universitario, por una salario digno, y por ideas que se iban tornando más claras. El extranjero no existía. El show de Truman.

La vida tenía otros planes, pero sobre todo seguía siendo muy terco. No aceptaba ser miembro de las organizaciones . No iba a las marchas, no iba a los lugares que me enviaban y usualmente terminaba vagando por terrenos movedizos. Sin embargo, y ese era mi principal temor, no se daban cuenta de cuánto maduraba en mis conceptos de cubanía, de lo que consideraba bueno para mi país, de la comprensión de nuestra historia, sin demasiado ruido o palabrería barata , sencillamente hacía, no predicaba.

Varias veces “conversaron” conmigo, me citaron en oficinas destartaladas donde trabajaba gente con cierto poder que a regañadientes aceptaban hablar con los “flojos”. Hasta el día, mucho tiempo después, en que siguiendo la lógica del sistema fui declarado “potencial delictivo”.

Pero entre una cosa y la otra, y el final de ese camino que me costó la desconfianza y la falta de oportunidades, la vida me mostró rostros terribles de los que no voy a hablar acá pues aunque son un obstáculo a la libertad personal, no son relevantes para los extraños.

Solo había una salida: perder el miedo. Es difícil lograrlo porque los enemigos son colosales y atacan por doquier. El miedo viene desde la infancia, muchas veces es inculcado para que nos paralice y no cambiemos el rumbo, para que no seamos libres. Sigue con nosotros por décadas y muchos mueren como vivieron, sin atreverse. Pero no critico, le tememos al hambre que ya conocimos en los 1990s, la falta de ropas y estar vestidos todos iguales y caminar con los ojos bajos por la vergüenza de no ser capaces de poder ser diferentes, únicos. Le tenemos miedo a las guerras que hemos tenido que participar, las propias y las ajenas, pues como bien dice la canción es un monstruo grande y pisa fuerte y no la queremos para nuestros hijos. Miedo a las prohibiciones, a las sospechas, a los informes secretos y quien los lee y determina la “solución”. Nos aprieta el alma y el estómago el enemigo sin escrúpulos, poderoso y terrible, que nos quiere muertos.

Retirarse un día a un rincón de esta isla, apretarse las manos y sudando y temblando decidir retarse unos mismo, no temer a otros seres humanos, decidir no renunciar a mi espacio en este país por lo que puedan decir o determinar, luchar con mis herramientas escasas, mi inteligencia promedio y dejar brotar el amor cada minuto serían mi escudo y mi espada. Sé que el camino es infinito, nunca acabará porque no es el sendero trillado, y que incluso en el momento final muy posiblemente todavía no me sentiré libre porque las amenazas se renuevan y pueden generar nuevos miedos en personas que básicamente estamos desprotegidos. Los que no piensan en estas cosas son un poco más felices. Por eso concuerdo con la famosa cantante negra, que en otra realidad y contexto lo expresó tan bien: La libertad es no tener miedo.

Espero que en los momentos de partir no sentir arrepentimiento, sobre todo de haber sido valiente. Y si sintiera arrepentimiento que fuera solamente por no haber sido valiente siempre.

Estos son los tiempos del COVID. Nuevamente confinamiento, esta vez físico. Nuevamente los obstáculos que nos derriban y las malas cosechas personales, se levantan diques, así que no queda más remedio que darnos una tregua, pero lo importante es no claudicar.