En el trascurso de todos estos años, sobre todo desde el 1990 hasta la actualidad, hay algunos intelectuales, principalmente escritores, que al marcharse de Cuba, se han dedicado a escarbar en la Historia y en la vida de personajes de ésta buscando los momentos y facetas más oscuras.
Los que estamos en la isla , y repito, sobre todo en la década de los 1990s,
devorábamos esos libros que llegaban a
escondidas, con caratulas de otros libros. Me recordaban a esos cubanos que viajaban
en los 1970s y traían los discos (long plays) de los Beatles, Rolling Stones y
Deep Purple dentro de las fundas de discos de música cubana para evitar el
decomiso en la aduana.
Incluso yo mismo traduje uno para mis amigos (lo
siento, no puedo decir el titulo) que había sido publicado solamente en inglés.
Lo hice en una pequeña máquina de escribir marca Remigton. Algunos capítulos y
solo algunas partes que parecían interesantes. Fue como una censura bien
intencionada. Algo mejor que nada.
Pero al tiempo comenzamos a notar que las historias eran
cada vez más oscuras y sórdidas. Como si para poder quedarse en los países
donde pedían asilo político tuvieran que escribir un manifiesto político, publicar las historias más sórdidas, denigrar a sus
compatriotas sin pudor y casi indecentemente. El vocabulario soez y vulgar
dominaba y los personajes de un mundo subterráneo y desconocido por la mayoría
en Cuba se convirtieron en los reyes y reinas de una Cuba desconocida, ajena,
marginal.
Uno de estos libros que me alarmó tremendamente, me
entristeció hasta el tuétano de los huesos, y me dejo sin aliento fresco
durante meses fue uno titulado: “Habana Babilonia”, la historia de la
prostitución en Cuba.
Narraba ,¿o era un estudio? Desde la época de la colonia hasta la
actualidad pasando por la llamada pseudo república, es decir, la época de la
presencia americana en Cuba. Y claro, el renacer de ese mundo cuando Cuba se
abrió al turismo. ¿lo que más me llamó la atención? Que un libro de casi 400 páginas,
menos de la mitad fuera la historia de 500 años, y más de la mitad de una
década, del 1990-2000. Historias oscuras, terribles, escritas al detalle, con
morbo y para ensuciar todo lo que se pudiera, para manchar la reputación de
personas e instituciones de esta época. ¿El error?, que nos hizo sentir sucios,
depravados y permisivos con cosas como la pedofilia aun a personas que no
teníamos nada que ver son ese mundo. Libros que se escribían como manifiestos y
vías de escape, libros que cerraban las puertas de un país pobre y
acorralado, y así poder tener argumentos
para quedarse en otros, coincidentemente ricos y prósperos.
Nunca he sabido si esas historias pueden ser verdad o
no. Si fueron generalizadas o solo algunos casos aislados magnificados por los
medios e incluso convertidos en películas, por supuesto de poca monta.
La cuestión es la siguiente: como mis amigos saben,
además de mi trabajo como maestro, llevo algunos años, desde el 2002, dedicado
a trabajar con turistas en lo de las casas de renta y como guia de ciudad
haciendo recorridos de ciudad (city tours para los puristas). Puedo contar
muchas historias o anécdotas con chicas que buscaban a extranjeros o eran
usadas por proxenetas. Puedo hablar de mujeres, ya mas centradas, muchas
profesionales, que se cruzaron en la vida de turistas, personas de otros países
que trabajaban en Cuba y se vincularon sentimentalmente o interesadamente con
ellos. Pero siempre las vi y las traté como siempre lo he hecho con las
mujeres, con respeto y plan de igualdad. La vida dispone, no yo.
Puedo hablar de Eloísa, la chica de Camagüey que se fue
para Alemania con un hombre que la encadenó desnuda a una cama y la aisló en
una habitación y cobraba euros por verla y que desde Cuba pudimos llamar (una
amiga y yo , con mi idioma Alemán) a la policía y lograla traer a Cuba de vuelta.
Y Eloísa volvió a la carga y se fue con otro Alemán, enorme y feo, pero bueno, y hoy es camionera por toda Europa
con su marido.
Pudiera hablar de Lelé, la madre de un alumno que
pertenecía a un grupo de mujeres que se parecían a estrellas de Hollywood de
los años 1950s y se vestían y maquillaban como ellas. Era bellísima, una Audrie
Herburn tropical. Un dia me la tropecé
en la avenida 23 tomando un taxi y se sorprendió tanto que solo atinó a acercarse
y susurrarme al oído: otro día le explico. Usualmente llevaba un bolso sobre, y
dentro de él un labial, su identificación y un cuchillo pequeño y puntiagudo
para en caso de que el cliente no quisiera pagar. “No sabes nada de la vida” ,
me decía, “ a veces mientras mas dinero tienen son peores”. Muchas veces le hice
largas cartas, donde entre palabras tiernas pedía cientos de euros como prueba
de amor. Hoy vive en Suiza con su hijo, mi alumno, que ya tiene 25 años.
Pudiera hablar de Rosa, mi alumna de 16 años recién
cumplidos que en el malecón de la Habana conoció a un chico irlandés “precioso”
y que le prometió matrimonio tan pronto se lo dijera a sus padres en Dublín. Hoy
el pequeño, nacido del “accidente” tiene ya 13 años.
Pudiera hablar de Manelis, la chica negra de 18 años
corredora que corriendo el maratón de La Habana de repente vio a un
“Señor” mayor blanco como la leche
corriendo detrás de ella y con una tarjeta de presentación en la mano. Aminoró
el paso, era una tarjeta de una casa de renta, tuvieron una relación en Cuba de
cuatro años, se casaron, viven en California, y hoy en día trabaja para
Benetton en un país del Medio Oriente. “!ay, Humberto, ellos valoran el dinero
más que nada y nunca su familia me aceptaría, así que mi regalo de bodas fue
una matrícula en la universidad, lo que tengo en mi mente no me lo podrán
quitar!”.
Pudiera hablar de las gemelas Blanco, dos mulatas
preciosas, diseñadoras y artistas que durante tres años fueron enamoradas por
dos gemelos suecos que venían cada seis meses hasta que por fin las
convencieron, se enamoraron y hoy viven en Italia y en Estados Unidos y
trabajan en importantes firmas de diseño.
En fin, muchas y muchas historias, pero inevitables en
un mundo donde hay grandes diferencias de recursos y de oportunidades. Pero
nada comparable con la trata de blancas, nada comparable con las prostitutas en
el mercado de la carne de Europa y del mundo.
Aunque también en Cuba la idea de “normalidad” de algo así
ha ido permeando la sociedad, todavía seguimos creyendo que no tiene que ser
vulgar o denigrante. Siempre será una opción, pero muy posiblemente con
educación y oportunidades iremos disminuyéndolo, hasta que algún día, de manera
natural se reduzca a un mínimo. Muchos podrán decir que es un camino fácil,
pero no tiene que ser un indicador de un país, de una realidad que para la
mayoría sigue siendo de trabajo y subsistencia. El amor existe, el deseo
existe, el oportunismo existe, en fin, la vida misma en cualquier lugar del
mundo. Pero si sucede en Cuba se magnifica, repercute de manera extraña en
periódicos y revistas, en telediarios, creando una imagen de los cubanos como
voraces depredadores de extranjeros.
Cuando en estos días de COVID hemos visto en la TV que
la mayoría de los médicos e investigadores científicos, e incluso de los que
dirigen centros importantes de hematología, biomoleculares, medicina tropical y
demás son mujeres y muchísimas son jóvenes me hace respirar con alivio. Me hace
creer que no todo se perdió en aquellos años de oscuridad y confusión incluso
en estas décadas de penuria que parecen eternas.
Cuando vemos tantas mujeres en el ballet, maestras,
ingenieras de todas las especialidades, doctoras en ciencias incluso en
universidades prestigiosas fuera de Cuba, de atletas olímpicas, de cantantes y
pintoras, escritoras, recuerdo casi con desdén aquellos libros que tanto me
inquietaban pensando en un barco que se hundía.
Pero denigrar, mancillar a tu gente de manera
intencional para vender un producto, sea un libro o una película, con el
objetivo de enriquecerte y/o beneficiarte políticamente es caer bajo. La
familia, tus amigos, tu país deben ser protegidos de la humillación , aunque
contemos historias verdaderas, aunque nos digamos verdades que no nos gusten
escuchar.
Y como he hecho últimamente, unas palabras de un cubano ilustre del siglo XIX:
¿Se prepara mi niña a la vida, al trabajo virtuoso e independiente de la vida, para ser igual o superior a los que vengan luego, cuando sea mujer, a hablarle de amores, a llevársela a lo desconocido, o a la desgracia, con el engaño de unas cuantas palabras simpáticas, o de una figura simpática? ¿Piensa en el trabajo, libre y virtuoso, para que la deseen los hombres buenos, para que la respeten los malos, y para no tener que vender la libertad de su corazón y su hermosura por la mesa y por el vestido? Eso es lo que las mujeres esclavas, -esclavas por su ignorancia y su incapacidad de valerse, llaman en el mundo «amor». Es grande, amor; pero no es eso. Yo amo a mi hijita. Quien no la ame así, no la ama. Amor es delicadeza, esperanza fina, merecimiento, y respeto.
HISTORIA DE UNA FAMILIA CUBANA A TRAVES DE LA HISTORIA DE CUBA
Humberto
Guia de Ciudad y Maestro
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