Mostrando entradas con la etiqueta mujeres. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta mujeres. Mostrar todas las entradas

lunes, 28 de junio de 2021

BELLA CUBANA: CATALINA DE LASA



 CATALINA, una y otra época 

Catalina de Lasa fue considerada una de las mujeres cubanas más hermosa de todos los tiempos. Ganadora de los concursos de belleza de la aristocracia cubana en los años 1902 y 1904. Desde su mausoleo Art Déco hecho por René Lalique en el cementerio de Colón de la Habana con cristales de Murano y esmeraldas nos incita a recordar una Cuba que ya no existe, su vida glamorosa y sus viajes que aun hoy serían considerados extraordinarios. Ella y su segundo esposo, catorce años mayor, fueron el centro de atención de un escándalo a principios del siglo XX, antes de que existiera el divorcio en Cuba y que conmovió a toda la alta sociedad. 

Esa mujer, de la aristocracia cubana, Matancera, que abandonó a su esposo por irse con otro que era el rey de la crónica amarilla en la Habana, Juan Pedro Baró. A la que le quitaron sus hijos y a donde quiera que se presentaban todos abandonaban el lugar, como aquella vez que con el Teatro Nacional lleno toda la platea abandonó la sala y entonces ella se quitó sus joyas y las lanzó al escenario para que cantaran y tocaran solo para ellos. De familia noble y con muchos miembros que participaron en la lucha por la independencia de Cuba se unió a un hombre cuya familia se hizo rica con la trata de esclavos. Con el tiempo hubo cierta admiración por la mujer que rompió las convenciones sociales, quizás  la belleza ayude a perdonar, o al menos comprender.

Eran tan ricos que su casa de la Avenida Paseo en la Habana fue considerada en su momento la más hermosa de toda América Latina. Y aunque hubiera sido solamente la más bella de Cuba ya era un gran mérito, considerando la gran cantidad de casas de esa época que aun hoy, cien años después, conservan esplendor y sueños por vivir. Nada fue dejado al azar. Nada de alfombras que ocultaran aquellos gloriosos pisos con dibujos en mármoles importados de colores diferentes. Casi sin cuadros para que apreciara el trabajo perfecto del estucado de tradición veneciana, ocre, rosa y azul, los muebles, las lámparas, lucetas y apliques de Lalique en vidrio malva de Murano, especialmente diseñados para cada lugar preciso de la casa. La casa de tono rojizo por sus mármoles y la arena roja de cierta parte del desierto del Zahara (todavía están en el sótano sacos para futuras reparaciones). Nada al azar salvo ellos dos. 

Hasta el 1962 perteneció a la familia y entonces se convirtió en una de esas incongruencias que marca el socialismo tropical , la Casa de la Amistad Cuba-URSS. Con el tiempo, la evolución típica de la teoría de la ventana rota (de ella hablare’ pronto en otro blog): las habitaciones se convirtieron en cafetería, restaurante, los jardines alquilados para fiestas de pioneros, nada muy diferente a la historia de otras mansiones abandonadas por sus dueños, poniendo tierra por medio “hasta que los americanos paren en seco a esos barbudos comunistas” y las cosas volvieran a ser como antes.

Ella y su familia fueron representantes de una mezcla de aristocracia mezclada con burguesía rica y con prestigio patriótico. Como ella misma decía , sus apellidos fueron la mejor dote que llevó a sus matrimonios , aunque los contemporáneos decían que  más valiosa era esa especial belleza que varias mujeres de esa familia heredaron.

Por supuesto que tenían que conocerse en Paris, una ciudad que conocían mejor que La Habana, que por otro lado ya casi no vivían los herederos de fortuna, pero a la que siempre se regresa por razones inexplicables y siempre muy propias. Por supuesto que compraron una de las mejores casas del París de la época, y que después fue la casa de los Onassis.

¿Qué hubieran dicho o cómo habrían actuado si hubieran vivido solo unas décadas más cuando el triunfo de Fidel Castro? Esa burguesía que formó parte de la alta jerarquía del ejército que luchó por la independencia de Cuba, eran en definitiva burgueses nacionalistas. Como muchos que sí coincidieron con los comienzos de la revolución al principio les resultaban simpáticos esos jóvenes rebeldes, pero pronto hubo un cambio, se sentía la frialdad, y se podía entender, ellos perdían sus posesiones y un mundo conocido y amable donde ya eran triunfadores o candidatos seguros, donde iban perdiendo amigos y parientes muy cercanos y todos perdían, muy conscientemente, un futuro que antes parecía moverse  por caminos prefijados. El mundo volaba en pedazos y parecía que no iba a parar. Era una revolución, que se asfixia y muere cuando deja de moverse, como pasa con los tiburones, que aunque a veces estén muertos parecen que se mueven porque la corriente los arrastra y siguen asustando a los bañistas que solo ven la aleta dorsal fuera del agua. Esto se ha cumplido siempre hasta ahora, y ya lo sabemos, es quizás solo una cuestión de tiempo.

Catalina representa una época que siempre está presente en La Habana. Sus calles, sus edificaciones, su espíritu es lo que da el carácter principal de La Habana hoy en dia. Es lo que atrae al turismo, es lo que hace suspirar de nostalgia a muchos cubanos por una época perdida en décadas atrás y que parecía mágica, llena de igualdad y abundancia, llena de detalles que el socialismo rechaza o sencillamente elimina a golpe de mandarria o porrazo. Los palacetes y casas de esa época, las historias de sus vidas sumerge a la desigualdad, el expolio y la explotación en tipos de leyendas urbanas que las nuevas generaciones ya no están dispuestas a creer. Ellos y gente como ellos son el sueño de muchos hoy en Cuba, que aun viniendo de familias muy humildes o francamente pobres de aquellos años  también, los que trabajan y daban las riquezas a Catalina y los suyos, creen que ese mundo debería regresar, aunque sea para mirarlo desde las aceras como hacían sus abuelos u hoy en dia desde Facebook e Instagram.

Humberto

Guia de Ciudad y Maestro

+5352646921 Whatssap,

 Instagram: humberto-habana

http://humberto.webcindario.com



miércoles, 5 de mayo de 2021

HISTORIA DE MUJERES Y CHICAS CUBANAS

 

En el trascurso de todos estos años, sobre todo desde el 1990 hasta la actualidad, hay algunos intelectuales, principalmente escritores, que al marcharse de Cuba, se han dedicado a escarbar en la Historia y en la vida de personajes de ésta buscando los momentos y facetas más oscuras.

Los que estamos en la isla , y repito, sobre  todo en la década de los 1990s, devorábamos  esos libros que llegaban a escondidas, con caratulas de otros libros. Me recordaban a esos cubanos que viajaban en los 1970s y traían los discos (long plays) de los Beatles, Rolling Stones y Deep Purple dentro de las fundas de discos de música cubana para evitar el decomiso en la aduana.

Incluso yo mismo traduje uno para mis amigos (lo siento, no puedo decir el titulo) que había sido publicado solamente en inglés. Lo hice en una pequeña máquina de escribir marca Remigton. Algunos capítulos y solo algunas partes que parecían interesantes. Fue como una censura bien intencionada. Algo mejor que nada.

Pero al tiempo comenzamos a notar que las historias eran cada vez más oscuras y sórdidas. Como si para poder quedarse en los países donde pedían asilo político tuvieran que escribir un manifiesto político, publicar las historias más sórdidas, denigrar a sus compatriotas sin pudor y casi indecentemente. El vocabulario soez y vulgar dominaba y los personajes de un mundo subterráneo y desconocido por la mayoría en Cuba se convirtieron en los reyes y reinas de una Cuba desconocida, ajena, marginal.

Uno de estos libros que me alarmó tremendamente, me entristeció hasta el tuétano de los huesos, y me dejo sin aliento fresco durante meses fue uno titulado: “Habana Babilonia”, la historia de la prostitución en Cuba.

Narraba ,¿o era un estudio?  Desde la época de la colonia hasta la actualidad pasando por la llamada pseudo república, es decir, la época de la presencia americana en Cuba. Y claro, el renacer de ese mundo cuando Cuba se abrió al turismo. ¿lo que más me llamó la atención? Que un libro de casi 400 páginas, menos de la mitad fuera la historia de 500 años, y más de la mitad de una década, del 1990-2000. Historias oscuras, terribles, escritas al detalle, con morbo y para ensuciar todo lo que se pudiera, para manchar la reputación de personas e instituciones de esta época. ¿El error?, que nos hizo sentir sucios, depravados y permisivos con cosas como la pedofilia aun a personas que no teníamos nada que ver son ese mundo. Libros que se escribían como manifiestos y vías de escape, libros que cerraban las puertas de un país pobre y acorralado,  y así poder tener argumentos para quedarse en otros, coincidentemente ricos y prósperos.

Nunca he sabido si esas historias pueden ser verdad o no. Si fueron generalizadas o solo algunos casos aislados magnificados por los medios e incluso convertidos en películas, por supuesto de poca monta.

La cuestión es la siguiente: como mis amigos saben, además de mi trabajo como maestro, llevo algunos años, desde el 2002, dedicado a trabajar con turistas en lo de las casas de renta y como guia de ciudad haciendo recorridos de ciudad (city tours para los puristas). Puedo contar muchas historias o anécdotas con chicas que buscaban a extranjeros o eran usadas por proxenetas. Puedo hablar de mujeres, ya mas centradas, muchas profesionales, que se cruzaron en la vida de turistas, personas de otros países que trabajaban en Cuba y se vincularon sentimentalmente o interesadamente con ellos. Pero siempre las vi y las traté como siempre lo he hecho con las mujeres, con respeto y plan de igualdad. La vida dispone, no yo.

Puedo hablar de Eloísa, la chica de Camagüey que se fue para Alemania con un hombre que la encadenó desnuda a una cama y la aisló en una habitación y cobraba euros por verla y que desde Cuba pudimos llamar (una amiga y yo , con mi idioma Alemán) a la policía y lograla traer a Cuba de vuelta. Y Eloísa volvió a la carga y se fue con otro Alemán, enorme y feo,  pero bueno, y hoy es camionera por toda Europa con su marido.

Pudiera hablar de Lelé, la madre de un alumno que pertenecía a un grupo de mujeres que se parecían a estrellas de Hollywood de los años 1950s y se vestían y maquillaban como ellas. Era bellísima, una Audrie Herburn tropical.  Un dia me la tropecé en la avenida 23 tomando un taxi y se sorprendió tanto que solo atinó a acercarse y susurrarme al oído: otro día le explico. Usualmente llevaba un bolso sobre, y dentro de él un labial, su identificación y un cuchillo pequeño y puntiagudo para en caso de que el cliente no quisiera pagar. “No sabes nada de la vida” , me decía, “ a veces mientras mas dinero tienen son peores”. Muchas veces le hice largas cartas, donde entre palabras tiernas pedía cientos de euros como prueba de amor. Hoy vive en Suiza con su hijo, mi alumno, que ya tiene 25 años.

Pudiera hablar de Rosa, mi alumna de 16 años recién cumplidos que en el malecón de la Habana conoció a un chico irlandés “precioso” y que le prometió matrimonio tan pronto se lo dijera a sus padres en Dublín. Hoy el pequeño, nacido del “accidente” tiene ya 13 años.

Pudiera hablar de Manelis, la chica negra de 18 años corredora que corriendo el maratón de La Habana de repente vio a un “Señor”  mayor blanco como la leche corriendo detrás de ella y con una tarjeta de presentación en la mano. Aminoró el paso, era una tarjeta de una casa de renta, tuvieron una relación en Cuba de cuatro años, se casaron, viven en California, y hoy en día trabaja para Benetton en un país del Medio Oriente. “!ay, Humberto, ellos valoran el dinero más que nada y nunca su familia me aceptaría, así que mi regalo de bodas fue una matrícula en la universidad, lo que tengo en mi mente no me lo podrán quitar!”.

Pudiera hablar de las gemelas Blanco, dos mulatas preciosas, diseñadoras y artistas que durante tres años fueron enamoradas por dos gemelos suecos que venían cada seis meses hasta que por fin las convencieron, se enamoraron y hoy viven en Italia y en Estados Unidos y trabajan en importantes firmas de diseño.

En fin, muchas y muchas historias, pero inevitables en un mundo donde hay grandes diferencias de recursos y de oportunidades. Pero nada comparable con la trata de blancas, nada comparable con las prostitutas en el mercado de la carne de Europa y del mundo.

Aunque también en Cuba la idea de “normalidad” de algo así ha ido permeando la sociedad, todavía seguimos creyendo que no tiene que ser vulgar o denigrante. Siempre será una opción, pero muy posiblemente con educación y oportunidades iremos disminuyéndolo, hasta que algún día, de manera natural se reduzca a un mínimo. Muchos podrán decir que es un camino fácil, pero no tiene que ser un indicador de un país, de una realidad que para la mayoría sigue siendo de trabajo y subsistencia. El amor existe, el deseo existe, el oportunismo existe, en fin, la vida misma en cualquier lugar del mundo. Pero si sucede en Cuba se magnifica, repercute de manera extraña en periódicos y revistas, en telediarios, creando una imagen de los cubanos como voraces depredadores de extranjeros.

Cuando en estos días de COVID hemos visto en la TV que la mayoría de los médicos e investigadores científicos, e incluso de los que dirigen centros importantes de hematología, biomoleculares, medicina tropical y demás son mujeres y muchísimas son jóvenes me hace respirar con alivio. Me hace creer que no todo se perdió en aquellos años de oscuridad y confusión incluso en estas décadas de penuria que parecen eternas.

Cuando vemos tantas mujeres en el ballet, maestras, ingenieras de todas las especialidades, doctoras en ciencias incluso en universidades prestigiosas fuera de Cuba, de atletas olímpicas, de cantantes y pintoras, escritoras, recuerdo casi con desdén aquellos libros que tanto me inquietaban pensando en un barco que se hundía.

Pero denigrar, mancillar a tu gente de manera intencional para vender un producto, sea un libro o una película, con el objetivo de enriquecerte y/o beneficiarte políticamente es caer bajo. La familia, tus amigos, tu país deben ser protegidos de la humillación , aunque contemos historias verdaderas, aunque nos digamos verdades que no nos gusten escuchar.

Y como he hecho últimamente, unas palabras de un cubano ilustre del siglo XIX:

 ¿Se prepara mi niña a la vida, al trabajo virtuoso e independiente de la vida, para ser igual o superior a los que vengan luego, cuando sea mujer, a hablarle de amores, a llevársela a lo desconocido, o a la desgracia, con el engaño de unas cuantas palabras simpáticas, o de una figura simpática? ¿Piensa en el trabajo, libre y virtuoso, para que la deseen los hombres buenos, para que la respeten los malos, y para no tener que vender la libertad de su corazón y su hermosura por la mesa y por el vestido? Eso es lo que las mujeres esclavas, -esclavas por su ignorancia y su incapacidad de valerse, llaman en el mundo «amor». Es grande, amor; pero no es eso. Yo amo a mi hijita. Quien no la ame así, no la ama. Amor es delicadeza, esperanza fina, merecimiento, y respeto.




ROJO, AZUL Y BLANCO: 

HISTORIA DE UNA FAMILIA CUBANA A TRAVES DE LA HISTORIA DE CUBA

Humberto

Guia de Ciudad y Maestro

+5352646921 Whatssap, Instagram & Signal

http://humberto.webcindario.com


martes, 4 de mayo de 2021

AZUL, BLANCO Y ROJO (parte II) Historia de una familia y de Cuba

 


 No hay palabra alegre en la vida excepto “Hijo”

 La revolución triunfó,  ¿pero qué pasó con las que la hicieron?  

Azul creció en una familia numerosa. Pero no seré condescendiente con el que lee estas líneas. Era una familia tan pobre que solo ella, sus hermanas y un hermano, sobrevivieron a la tuberculosis en una época en que todavía no existían los antibióticos o cuando ya comenzaban resultaban demasiado caros.

La madre de Azul tuvo sus hijas y su hijo, cuatro hembras y un varón, en el sanatorio donde casi todo el año permanecía internada para evitar contagiar a otros familiares. Solo su esposo podía visitarla y en escasos momentos podía irse a casa por unos días.

El padre de Azul era panadero. Compartía la casa con su hermana y sus hijos. Por supuesto que no había mucho dinero, pero la vida fluía sobre todo después que las chicas crecieron.

Pero antes hubo un momento difícil en que parecía que el círculo se cerraba para ese grupo de personas y se pasaría otra hoja del libro anónimo de tantos y tantos seres humanos. Uno de esos días la madre tomó a sus hijos pequeños y con una amiga se plantó en la entrada de autos del Palacio Presidencial. Esperaban que la secretaria de la Primera Dama saliera y entregarle una nota explicándole su situación.

Tuvieron suerte y al rato llegaba la Primera Dama en persona y se bajó del auto para saber qué pasaba con esa señora y esos cinco pequeños que se agrupaban temerosos alrededor. Todo fue muy rápido, le entregó la nota y le pidió por Dios que la ayudara.

Una semana después las niñas eran llevadas a una escuela interna atendidas por monjas, el varón a una atendida por curas. Justo a tiempo pues en un mes la madre de Azul, la abuela de Blanco, moría. Pasaron ocho a diez años y todos se reunieron nuevamente en la mesa familiar. Muchos jóvenes y sus sueños.

De todas las  hermanas, Virginia, era la más cercana. Solo dos años de diferencia y compartían muchos de los intereses, por ejemplo, la política. No es que participaran de ella, pero leían mucho y comentaban los periódicos y los incidentes casi diarios en una Cuba siempre revuelta, llena manifestaciones, huelgas, fraudes electorales, y golpes de estado. La policía y el ejército campeaban por las calles de La Habana y no parecía haber límite para la crueldad y el despotismo. Al mismo tiempo La Habana bullía por la moda, los conciertos en teatros, artistas de todo tipo y de todas partes pasaban por aquí.  Uno de los primeros países  del mundo en tener la radio, el primero después de Estados Unidos en tener la televisión. Las grandes compañías de la moda europea primero venían a la Habana y si sus productos gustaban continuaban hacia Estados Unidos, en caso contrario probaban suerte en el Sur.                                                Las navidades, los carnavales, las loterías millonarias, los ferris de fin de semana desde y hacia Estados Unidos con miles de turistas que venían a burlar la ley seca de su país, la ley del aborto, la reconstrucciones de virginidad,  y el próximo traslado de las Vegas hacia La Habana para escapar del FBI.

Azul trabajaba en una entonces muy céntrica esquina.  Desde su puesto de trabajo se veía claramente, casi a tocar de mano El Capitolio, donde se reunían senadores y congresistas.  Al Frente se encontraban Los Aires Libres de Prado. Cinco cuadras de cafés y bares con mesas cubiertas con sombrillas afuera, en las aceras, donde tocaban tríos y cuartetos todas las tardes y noches. Cada café con sus vitrolas, cada bar con sus músicos. A veces la vida parecía una ilusión.

Allí conoció a Rojo que venía escapando de su pueblo. Conversaban de sus afinidades políticas que más bien eran sueños de igualdad y justicia que un cambio radical. Y mientras más pasaba el tiempo mejor se sentían estando juntos. Él era un hombre con experiencia, mundo visto, ya casado y con hijos a pesar de su juventud. Le confesó que era revolucionario y lo que quería para Cuba y un día sintió miedo por él y pensó que debía ser el amor.

Sentía miedo cada mañana. Se levantaba a las cuatro de la mañana para abrir a las cinco la parte donde vendía el café. A esa hora, todos los días, estaban los servicios funerarios recogiendo los cadáveres en las calles. Jóvenes muertos podían aparecer en cualquier lugar. Ser joven era un sinónimo de ser revolucionario y si estabas en el lugar equivocado en el momento equivocado, o con una chica bonita que le gustaba a algún policía, o cualquier otra cosa, daba igual, podía ser la última vez que vieras las estrellas.

Una tarde de domingo estaban ella y su hermana sentadas en el parque de Bejucal, por un tiempo vivían allí. El matrimonio de Virginia no andaba bien. Ya varias veces su marido, un policía de patrulla, la había golpeado y había tenido que irse con los niños a la casa familiar.  Pero ahora parecía que todo estaba nuevamente bien. Estaban en un banco del centro del parque, protegidas por una gran sombra de una ceiba. Y los vieron llegar en la patrulla. Eran tres. Entre ellos su marido. En uno de los bancos de la esquina una parejita conversaba y cuando vieron a la patrulla se levantaron para irse. Demasiado tarde. La joven demasiado linda.  El marido de Virginia se aproximó demasiado a la joven y el chico trato de interponerse entre ellos.

Los pájaros salieron volando y ellas miraron al cielo porque pensaron que había sido un trueno. Un engaño de la mente donde lo posible y cotidiano ya no los acepta, se niega a aceptar que algo así sucediera. El joven cayó al suelo, la joven abrió la boca, pero nada salió en su auxilio mientras que unas manos poderosas la empujaban dentro del patrullero. El marido de Virginia no las vio.

Caía la tarde y todavía estaban allí temblando y tomadas de las manos. Se habían llevado al joven al hospital o algún lugar, no lo sabían. Virginia había tomado una decisión radical. Al día siguiente con sus hijos sacó tres pasajes para Miami y partió. En aquello años costaban 20 dólares. Era el 30 de diciembre de 1958, un día antes de la caída del dictador Batista, dos días antes del triunfo de la revolución de Fidel Castro y el primer día de 40 años de ausencia.

Finalmente decidieron irse a vivir juntos. Las mujeres miraban las cosas de manera diferente entonces. Pocas imaginaban una vida con un hombre fuera del matrimonio, aunque todas siempre creen las promesas. La reacción de la familia de Rojo fue desproporcionada.  Amenazas, chantajes, sobornos, todo por conservar las apariencias y lo que llevaba implícito en ese contrato social que es el matrimonio.  Todo terminó con aislamiento total y ya con un hijo de diez años por fin vino el matrimonio.

¿Es fácil cambiar? ¿Cómo convertirse de burgués progresista a revolucionario radical? ¿Es fácil dejar de ser machista en una sociedad latina? ¿Es la monogamia posible en una sociedad socialista y machista?

Los que sí es un hecho es que para las mujeres en su mayoría, el amor es incompleto y a veces difuso en época de revolución.  Pero de los amores nacen los hijos, y si hubo algo seguro en la vida de Azul fue a partir del momento en que tuvo a su hijo Blanco. La mujer que ha trabajado desde joven sufre mucho en su salud, en el cuidado de su familia, en tratar de mantener la economía doméstica, en apuntalar el amor, en tender puentes y renunciar incluso a su Fe para que su hijo no sufriera consecuencias en la nueva sociedad atea. Al llegar a la vejez y recapitular su vida, los más especial ha sido el amor del hijo. Para ella hay una frase que se dice al casarse que debería decirse al nacer un hijo: hasta que la muerte nos separe.

Rojo, Azul y Blanco (parte I)

Blanco, Rojo y Azul (parte III)