Hoy comienzo unas especie de crónicas (casi) diarias. Muchas personas me preguntan cómo es el dia a dia del cubano promedio. Y eso es lo que hare’, contar algunas cosas del hoy, con alguna que otra explicación para hacerlo “mas potable". Si no gustan las borraré del blog.
No sé si considerarme un cubano promedio. Para algunos
el cubano promedio es el muy pobre. Para un europeo yo soy muy pobre. Para un
cubano pobre soy de clase media. Y para el gobierno. . .soy un enigma (envuelto
en misterio). Así que vamos allá. No siempre serán sobre mi, sino de cosas que presencio o
solamente me rozan. Y recuerden, estamos en tiempos de pandemia y todavía las
escuelas cerradas.
Bien temprano fuera de la cama que el que se levanta temprano
Dios le ayuda. 6 am. Tengo la suerte de tener café y preparo mis dos tasas. Necesito
dos para comenzar el dia. Bien negro. Preparo el desayuno para mi madre y para
mi, y a la calle a conseguir algo de vegetales y viandas, y además algún liquido
de limpieza antes de que aparezcan los inspectores y los revendedores los
desaparezcan. De vuelta a las 7:30 am.
La muchacha de la limpieza viene los sabados asi que
parto a la calle a la segunda etapa de la caceria, es decir, conseguir mas
alimentos. En mi celular llevo música, libros, y algo de datos para conectarme
con los amigos. Todo perfecto para una cola de 3 horas, aunque yo casi nunca las
hago. Como dice un guajiro que vino a vivir a mi cuadra: mientras haya huevos,
pan, yuca, malanga, frijoles y aguacates no se me ha perdido nada en esas colas
donde la gente se hacina.
Fui a casa de mi tia, esta vez no caminando. Usualmente
hago 8 kms al día, pero ayer hice 12, y prefiero darle un poco de paz al
cuerpo, tome’ una guagua (autobús) y en 5 minutos allí. Llegamos a tiempo para
comprar algo de yogurt y de paso nos metimos en una cafetería que reabría después
de 7 meses de cuarentena. Helados italianos y café’ expreso (ocurren milagros y
cosas así. . .) Me da mucho placer invitar a mi tia cada semana a algo así. Mi
prima tiene sus características y no considera esas cosas importantes, al menos
para los mayores. Pero lo son.
En fin, regresé a casa a eso de las 1 pm y me entere’
que habían caído unos inspectores en la bodega de los bajos de mi edificio y le
encontraron un gran déficit de mercancías al bodeguero. Haciéndolo corto
llamaron a la policía y derechito al calabozo. La verdad que me sorprendió, el
chico me caia bien, era muy reservado, no se le acumulaban los “amigos” en la
bodega y no parecía que se metiera en asuntos turbios. Parece ser que lo más
importante fue la leche en polvo para los que tienen dieta médica. En fin, la
vida continúa. De cualquier modo hace tiempo deje de solicitarles “favores” a
los bodegueros. Y ahora menos que aplican grandes multas a los receptadores.
Una siestecita, y después casi un privilegio, yogurt de
merienda con galletas de dulce. Hoy es sábado, me encierro en mi cuarto y en un
equipo de música viejo que tengo, pero que aun se escucha aceptablemente,
disipo el estrés de la semana: me preparo un concierto de rock a todo volumen. Bailo,
canto y termino exhausto. Nadie me imagina en esa faceta. Casi llegué a
estudiar para bailarin profesional, pero entonces el asma me llevaba bastante
mal y nada, me dejaron a un lado, pero había pasado bien las pruebas. Aun hoy conservo el ritmo,
la cadencia y soy muy bueno en la improvisación. Pues nada, mañana será otro
dia. Usualmente los domingos nunca han hecho la diferencia en mi vida, al
contrario, me provocan. . .tristeza.