lunes, 25 de enero de 2021

LA LIBERTAD (II), la individual



Cada lugar, cada país,  cada generación,  cada persona tiene su propia historia.
Muchas veces he dudado en contar la mia. Una historia de vida compartida por millones de cubanos en una nueva realidad nunca vista en la mayoría del mundo. Nada extraordinariamente mejor ni peor que otras realidades u otras experiencias humanas. Hay mucha gente que muere de hambre, en terribles guerras o accidentes, sobreviven enfermedades y en fin, hace que mi camino palidezca ante la vida real de personas en otras partes. Pero como he dicho otras veces, este blog es para si algún día la memoria comienza a fallarme entonces recordar, o sencillamente retornar al pasado y leer nuevamente los pensamientos que tuve. Y hay algo muy importante en mi vida: una libertad física limitada, y una interior infinita.

Entonces, concretando, hablaré sobre los miedos que no me han permitido ser libre y cómo pude vencer y calmar otros y retarlos a todos. La libertad es un tesoro inmaterial, algo que solo se percibe cuando realmente está y genera una euforia y una confianza que nos da felicidad. La libertad es un tesoro que muchos, muchísimos, no protegen ni luchan por conservarla.

Pero la libertad individual es también difícil de comprender. ¿Colectivo o individuo? ¿Sacrificio o premio? Lo difícil es cuando no nos ajustamos al modelo de sociedad en la que nacemos. Se finge, se camufla la personalidad, se espera pacientemente a poder expresarse.

En mi caso siempre ha sido el rechazo a la colectividad. Incluso mis años de escuela fueron casi un suplicio: todos los niños haciendo lo mismo, recitando lo mismo, consignas y poemas, vistiendo igual. Erick, un profesor grande y poderoso que a los chicos diferentes de alguna manera les daba con el nudillo del dedo del medio sobre el hombro, o apretaba los hombros por delante y por detrás, haciendo pinzas con su manaza y reduciéndonos hasta llegar al piso. Y su cómplice, una auxiliar que nos bajaba los pantalones frente a los chicos “normales”.

Secundaria, 12 años: por fin un poco menos de tiempo de escuela. Media sesión solamente. Pero con ella vino LA ESCUELA AL CAMPO. El trabajo fuerte y agotador por 45 días viendo a nuestros  padres solo los domingos. Trabajos en cultivos de papas, naranjas, tomates “guataqueando” por horas, perdiendo la piel de las manos con un azadón mas alto que yo. Poca comida que había que proteger de los chicos mayores. La suciedad, la promiscuidad, profesores que se desnudaban ante chicos de 12 años, duchas frías a cielo descubierto en enero, letrinas nauseabundas. Chicos que se envolvían los brazos en toallas mojadas y se daban un golpe fuerte para fracturárselo y poder regresar a casa con una baja médica.

Es verdad que no nos morimos, pero algo, en algunos, sí lo hacía. Era el entrenamiento para lo que se esperaba de nosotros y que llamaban formar al hombre nuevo: estudio, trabajo, fusil. Regresar a casas despintadas, casi sin equipos eléctricos y poca comida nos parecía el paraíso comparado con aquellos campamentos y nos mataba cualquier insipiente pensamiento hacia lo desconocido.

PREUNIVERSITARIO: Ya casi un hombre. Mismas experiencias en la “escuela al campo” que hoy en día sería considerado explotación de menores. Trabajar desde casi madrugada en las plantaciones de tabaco, el sereno pegajoso que penetraba cada poro, envolvía cada cabello y encartonaba la ropa.

Mirando atrás, yo con 16 años. Poca ropa. Un par de zapatos. Un radio pequeño en casa. Un TV americano de bombillos roto y libros baratos apilados, pero lo importante era el contenido. Y esos libros me transformaron, y en cierta medida me marcaron la vida pues me convirtieron en alguien aún más fuera del molde.

Las reuniones de análisis, sobre todo las que se hacían antes de otorgar las carreras universitarias. Allí tuve que rendir cuentas de por qué no pertenecí a las Milicias , por qué no había solicitado el carnet de la Unión de Jóvenes Comunistas, justificar ciertas actitudes que daban la impresión de que era un “tapadito”, es decir, un burgués escondido o peor aún, un contrarrevolucionario. ¿Hubieran entendido que no soporto las multitudes? ¿un burgués? Que raro me sonaba aquello cuando solo tenia un solo par de zapatos para todo. Pero a ellos les sonaba mas raro aun mis comentarios sobre Alexander Solzhenitzyn o Milan Kundera, mi interés por los idiomas extranjeros menos el ruso, el gastar mi dinero de la merienda en la única revista del mundo no soviético que se vendía: El Correo de la Unesco. Las tenia todas, las coleccionaba, y con ellas pude “viajar” desde la Meca hasta los campos de arroz en China.

En el listado de alumnos para coger carreras , en Cuba se le llama ‘escalafón’, tenia el lugar 20, nada mal para alguien que no estudiaba mucho y no es tan brillante. Y casi no me otorgan lo que había solicitado porque a duras penas logre pasar la evaluación política.

Es curioso, todos los que hablaron negativamente sobre mí, los que casi decidieron dejarme fuera se fueron del país tiempo después.

NO SE DEBE CONFUNDIR LA VERDAD CON LA OPINIÓN DE LA MAYORIA

UNIVERSIDAD: Hoy en día la universidad conserva mucho de la época en que pasé por ella, pero ahora los peligros para el alma no son tan contundentes.

Cuando llegué a ella pensé que estaba a solo 5 pasos de un futuro luminoso y por fin libre de las preocupaciones de las finanzas. Podría ser libre al estar protegido por un título universitario, por una salario digno, y por ideas que se iban tornando más claras. El extranjero no existía. El show de Truman.

La vida tenía otros planes, pero sobre todo seguía siendo muy terco. No aceptaba ser miembro de las organizaciones . No iba a las marchas, no iba a los lugares que me enviaban y usualmente terminaba vagando por terrenos movedizos. Sin embargo, y ese era mi principal temor, no se daban cuenta de cuánto maduraba en mis conceptos de cubanía, de lo que consideraba bueno para mi país, de la comprensión de nuestra historia, sin demasiado ruido o palabrería barata , sencillamente hacía, no predicaba.

Varias veces “conversaron” conmigo, me citaron en oficinas destartaladas donde trabajaba gente con cierto poder que a regañadientes aceptaban hablar con los “flojos”. Hasta el día, mucho tiempo después, en que siguiendo la lógica del sistema fui declarado “potencial delictivo”.

Pero entre una cosa y la otra, y el final de ese camino que me costó la desconfianza y la falta de oportunidades, la vida me mostró rostros terribles de los que no voy a hablar acá pues aunque son un obstáculo a la libertad personal, no son relevantes para los extraños.

Solo había una salida: perder el miedo. Es difícil lograrlo porque los enemigos son colosales y atacan por doquier. El miedo viene desde la infancia, muchas veces es inculcado para que nos paralice y no cambiemos el rumbo, para que no seamos libres. Sigue con nosotros por décadas y muchos mueren como vivieron, sin atreverse. Pero no critico, le tememos al hambre que ya conocimos en los 1990s, la falta de ropas y estar vestidos todos iguales y caminar con los ojos bajos por la vergüenza de no ser capaces de poder ser diferentes, únicos. Le tenemos miedo a las guerras que hemos tenido que participar, las propias y las ajenas, pues como bien dice la canción es un monstruo grande y pisa fuerte y no la queremos para nuestros hijos. Miedo a las prohibiciones, a las sospechas, a los informes secretos y quien los lee y determina la “solución”. Nos aprieta el alma y el estómago el enemigo sin escrúpulos, poderoso y terrible, que nos quiere muertos.

Retirarse un día a un rincón de esta isla, apretarse las manos y sudando y temblando decidir retarse unos mismo, no temer a otros seres humanos, decidir no renunciar a mi espacio en este país por lo que puedan decir o determinar, luchar con mis herramientas escasas, mi inteligencia promedio y dejar brotar el amor cada minuto serían mi escudo y mi espada. Sé que el camino es infinito, nunca acabará porque no es el sendero trillado, y que incluso en el momento final muy posiblemente todavía no me sentiré libre porque las amenazas se renuevan y pueden generar nuevos miedos en personas que básicamente estamos desprotegidos. Los que no piensan en estas cosas son un poco más felices. Por eso concuerdo con la famosa cantante negra, que en otra realidad y contexto lo expresó tan bien: La libertad es no tener miedo.

Espero que en los momentos de partir no sentir arrepentimiento, sobre todo de haber sido valiente. Y si sintiera arrepentimiento que fuera solamente por no haber sido valiente siempre.

Estos son los tiempos del COVID. Nuevamente confinamiento, esta vez físico. Nuevamente los obstáculos que nos derriban y las malas cosechas personales, se levantan diques, así que no queda más remedio que darnos una tregua, pero lo importante es no claudicar.


sábado, 23 de enero de 2021

La Libertad (I)




Uno de las mayores conquistas que disfrutan algunos seres humanos de estos tiempos es la libertad. Y digo algunos porque en verdad no todos pueden darse el lujo de decir que son y realmente sentirse libres.

Uno puede dejar se ser libre por muchas razones. Digamos por ejemplo que una persona endeudada no es libre, que alguien que no pueda cambiar su vida cuando desee tampoco lo es. Allí está ese derecho, pero realmente no se disfruta. La sociedad humana actual ha encontrado formas sutiles, cadenas invisibles, para que los ciudadanos cada vez puedan tener menos rango de acción, menos poder de cambiar las cosas, por lo tanto menos libertad.

El poder decir ¡Abajo el presidente!, o poder leer Internet no es exactamente la idea de libertad de los hombres de pensamiento elevado.

Pero en fin, me quería referir a la idea de Libertad en su estado primigenio antes de que se viera rodeada de sutilezas y tergiversaciones, por la idea que lucharon y murieron muchos hombres de los cuales no conocemos sus nombres pero sí su espíritu.

Esa Libertad no pasa de generación en generación por la sangre, no se hereda  de padres a hijos por el ADN. No. La libertad y lo que ella representa y es pasa mediante la lucha, mediante la educación , mediante el ejemplo y el no ceder ante ninguna forma de totalitarismo.

Y eso lo saben los que nos quieren ver como hombres sin voluntad, sin visión de futuro, sin ganas para defender los  derechos civiles y humanos. 

Si logran que una generación traicione sus ideales de Libertad los que vienen detrás están perdidos. Habrán logrado ganar la batalla por la independencia quizás, pero perdido por la libertad.

Sus hijos serán prisioneros en un país independiente. Ciertamente se debe luchar por la independencia de las naciones, pero sobre todas las cosas, y esa es la batalla mas larga, por la libertad de sus miembros.

martes, 12 de enero de 2021

UTOPIA: UNA EDUCACION PARA CAMBIAR EL MUNDO




En el transcurso de estos años he trabajado varias veces con algunos maestros que han venido de vacaciones a Cuba. Siempre he tenido la curiosidad por saber cómo son los sistemas educativos en diferentes sociedades  y me han resultado interesante ver cómo además de tener problemas comunes y también métodos comunes para resolverlos , poco a poco todos vamos confluyendo hacia la necesidad de transformar esos sistemas y formar entonces un nuevo tipo de ser humano.
La mayor parte de la educación que se ve hoy en día es para producir personas listas para un trabajo. Para nada es una educación integral, es más bien muy especializada, sobre todo a nivel de universidades. Desde niños y hasta adultas la gente no sabe mucho de muchos temas distintos. Una de las pruebas de eso es que si los hombres supieran más sobre otras culturas e historia no creo que se pudiera hacer que la gente fuera a la guerra. La educación en casi todas partes consiste mayormente en memorizar y no tanto se les enseña herramientas universales para resolver problemas,  para no hablar de herramientas emocionales en su propio campo, como por ejemplo desarrollar un pensamiento crítico.
Pero claro, para los términos en que se desenvuelve el mundo de hoy en día estamos creando los seres humanos perfectos , la mano de obra perfecta para los intereses reinantes. Debimos algunos años atrás haber diseñado un sistema educativo  en que realmente se desarrollara la mente, y motivar a cada persona a alcanzar su mayor potencial. Así , mientras más inteligente es la gente más rico es el mundo porque todos contribuirían al mismo.. mientras más inteligentes sean los niños mejores serán nuestras vidas porque ellos contribuirán más constructivamente al entorno y directamente a nuestras vidas.
Pero para crear seres humanos  preparados no solo intelectualmente hay que por un lado volver a nuestras raíces ´humanas´ y por otro lado enseñar ¨nuevas ¨  asignaturas que les den acceso al corazón .
Y para eso hacen falta maestros conscientes y buenos que enseñen también sobre los sentimientos y no solo sobre los conocimientos.
Enseñar que la aflicción es una emoción natural. Es esa parte de ti que te permite despedirte cuando no deseas decir adiós; expresar (expulsar, sacar) la tristeza dentro de ti debido a la experiencia de cualquier clase de pérdida. A los niños que les dicen “No llores”, se les dificulta llorar cuando son adultos. Después de todo, durante toda su vida les han dicho que no lloren. Por lo tanto, reprimen su aflicción.
La aflicción que se reprime en forma continua se convierte en depresión crónica; una emoción muy poco natural. Las personas han matado y se han suicidado debido a la depresión crónica.
Enseñar qué es  la a ira . Es la herramienta que tienes y que te permite decir “No, gracias”. No tiene que ser abusiva y nunca tiene que dañar a los demás. Cuando los niños  la comprenden y los caminos que puede tomar muestran una actitud muy saludable respecto a esta cuando son adultos y, por lo tanto, generalmente atraviesan por su ira con mucha rapidez.
A los niños que les hacen sentir que su ira no es correcta, que es malo expresarla y que no deberían sentirla, se les dificultará manejar en forma apropiada su ira cuando sean personas adultas. La ira que se reprime continuamente se convierte en cólera, una emoción muy poco natural.
Enseñar  acerca del miedo o  temor como una emoción natural. Todos los bebés nacen con dos temores únicamente: el temor de caer y el temor a los ruidos fuertes. Todos los otros temores son respuestas aprendidas, proporcionadas al niño por su medio ambiente, enseñadas por sus padres. El propósito del temor natural es desarrollar un poco de preocupación. La precaución es una herramienta que ayuda a mantener vivo el cuerpo. Es un fruto del amor. El amor por el Yo.
A los niños que les hacen sentir que el temor no es correcto, que es malo expresarlo y que ni siquiera deberían sentirlo. El temor que se reprime continuamente se convierte en pánico.
Sería maravilloso que se hablara mas en las escuelas sobre el amor. Cuando a un niño se le permite expresarlo y recibirlo, en forma normal y natural, sin limitación ni condición, sin inhibición ni vergüenza, él no requiere de nada más, puesto que la alegría del amor expresado y recibido de esta manera es suficiente. Sin embargo, el amor que ha sido condicionado, limitado, regido por reglas y reglamentos, por rituales y restricciones, controlado, manipulado y reprimido, se convierte en algo no natural.
El amor que se reprime en forma continua se convierte en actitud posesiva.
Las emociones naturales, cuando se reprimen, producen reacciones y respuestas no naturales. Hoy en día son mas y mas las personas que reprimen las emociones más naturales. No obstante, éstas son nuestras amigas. Éstas son nuestros dones. Recibimos estas herramientas al nacer y son para ayudarnos a negociar la vida.

¿Por qué la mayoría de la gente reprime estas emociones? Les enseñaron a reprimirlas, les dijeron que lo hicieran. ¿Quiénes? Los padres, las personas que los criaron. ¿Por qué? Porque sus padres se los enseñaron y a sus padres se los enseñaron los suyos. ¿Por qué continúa? Lo que continúa es que la paternidad y los métodos de enseñanza ejercida por personas no adecuadas.
Nadie está peor equipado para criar a los niños que los padres jóvenes. La mayoría de los padres asumen la tarea de la paternidad con muy poca experiencia en la vida. Apenas acaban de ser educados. Todavía buscan respuestas e indicios.
Ni siquiera se han descubierto a sí mismos; no obstante, tratan de guiar y de proporcionar descubrimiento a otros, incluso más vulnerables que ellos. Ni siquiera se han definido a sí mismos y se les confía el acto de definir a otros.
Es decir, unos casi niños que están criando otros niños cuando ellos mismos todavía tratan de superar lo mal que sus padres los definieron.
La presión es muy grande para hacerlo bien; ni siquiera pueden dirigir “correctamente” sus vidas. Por lo tanto, dirigen todo mal: sus vidas y las vidas de sus hijos.
Si tienen suerte, el daño a sus hijos no será demasiado. Los hijos los superarán, aunque tal vez no antes de transmitir algún daño a sus hijos.
Y es que las sociedades humanas modernas han roto el esquema original en que varias generaciones compartirían una vida en común, sus hijos, sus recursos, sus alegrías y tristezas. Supongo que  en  los orígenes del desarrollo humano nunca se tuvo la intención de que los jóvenes que dan vida a los niños fueran educadores de niños.
Me explico. Los seres humanos son biológicamente capaces de crear niños cuando ellos mismos son aún niños, Sí, desde cierta perspectiva. Sé que resulta difícil mantener esto como verdad, pero miremos a nuestro alrededor. La dificultad yace en la sociedad. A los 18 años les decimos que son “mayores” y están listos para enfrentar el mundo. A esto hay que añadir el hecho de que a muchos de los adultos actuales  los criaron madres y padres que no tenían más de 18 años de edad cuando empezaron a criarlos.
En otras palabras, para mejorar esta situación la sociedad debe cambiar ciertos patrones, criterios , se esperaría  que el dar la vida sea una actividad de los jóvenes, cuyos cuerpos están bien desarrollados y fuertes. Se esperaría que el criar a los niños fuera una actividad de los mayores, cuyas mentes están bien desarrolladas y fuertes.
En nuestra sociedad se insiste en hacer responsables de criar a los niños a las personas que les han dado la vida, con el resultado de que no sólo han dificultado mucho el proceso de la paternidad, sino que se distorsionan muchas de las energías que rodean al acto sexual.
A medida que los niños crecen y llegan a la adolescencia, comprenden que esto no es verdad, pero entonces les hablan en términos muy claros sobre el vínculo entre embarazo y la sexualidad  y acerca de cómo tendrán que educar a los niños, por lo que ahora tienen otro motivo para sentir que la expresión sexual es “mala” y así se completa el círculo.
Esto ha causado confusión en la sociedad, así como estragos. Hemos creado la vergüenza sexual, la represión y el pudor, lo que ha conducido a la inhibición sexual, a la disfunción y a la violencia.
Como sociedad, siempre estaremos inhibidos por eso que nos avergüenza; siempre seremos disfuncionales con comportamientos que hemos reprimido y siempre actuaremos con violencia, como protesta porque nos hacen sentir vergüenza por algo que en el corazón sabemos no deberíanmos sentirla.

Entonces, cuando al fin muchos jóvenes comprenden que han sido víctimas del engaño, que se supone que la sexualidad debe ser una parte maravillosa, honorable y gloriosa de la experiencia humana, se enfadan con los demás: con los padres, por reprimirlo; con la religión, por avergonzarlos; con los miembros del sexo opuesto, por desafiarlos y con toda la sociedad, por controlarlo.
Por último, se enfadan consigo mismo, por permitir que todo esto los inhiba.
Gran parte de esta ira reprimida se canaliza hacia la construcción de valores morales distorsionados y desencaminados, en la sociedad en la que ahora viven, una sociedad que glorifica y honra con monumentos, estatuas, timbres conmemorativos, películas, fotografías y programas de televisión, algunos de los actos de violencia más feos del mundo, pero que oculta o, peor aún, que desprecia algunos de los actos de amor más hermosos del mundo.
Todo esto ha surgido de un solo pensamiento: que las personas que tienen hijos, tienen también la responsabilidad de criarlos cuando en realidad los responsables es toda la comunidad, con énfasis especial en las personas mayores.
En las razas y sociedades más avanzadas, las personas mayores crían a los niños, los alimentan, los entrenan y les transmiten la sabiduría, las enseñanzas y las tradiciones de su raza. En una sociedad donde no se consideraría  “malo” producir hijos a una edad joven (porque los ancianos los criarían y, por lo tanto, no existiría un sentido abrumador de responsabilidad y carga), no existiría la represión ni la violación ni la desviación ni la disfunción social y sexual.
La verdad es que la mayoría de los seres humanos no están equipados para criar a los niños incluso cuando tienen 20 y 30 años  y no debe esperarse que lo estén. En realidad, no han vivido lo suficiente como adultos para transmitir una sabiduría profunda a sus hijos.
Alguien  habló sobre esto. Comentó: “Cuando yo tenía 19 años, mi padre no sabía nada. Sin embargo, cuando yo tenía 35, me sorprendió cuánto había aprendido mi padre”.
Lo cierto es que muchos jóvenes sólo les dirán a sus hijos  la verdad que conocen, la verdad de otros, la de sus padres, sus madres, su cultura y su religión. Su propia verdad todavía la están buscando.
Para la crianza de los hijos son las personas mayores las que conocen la vida; lo que es importante y lo que no lo es; lo que significa en realidad términos tales como integridad, honestidad, lealtad, amistad y amor.
Comprendo que es difícil aceptarlo, pero muchos de nosotros apenas hemos pasado de ser “niños” a “estudiantes”, cuando ya tenemos hijos propios y sentimos que tenemos que empezar a enseñarlos. Entonces suponemos que debemos enseñarles lo que nos enseñaron nuestros padres.
¿Cómo podemos terminar el ciclo?
Dejemos la educación de los niños en las manos de las respetables personas mayores. Los padres no pueden ser  los únicos responsables de su cuidado y educación. Las necesidades físicas, sociales y espirituales de los niños las satisface toda la comunidad, con la educación y los valores que ofrecen las personas mayores.
Claro, este modelo no funcionará en la forma como tenemos estructuradas en la actualidad nuestras vidas ya que  no sólo es la paternidad lo que estamos haciendo con un modelo inefectivo, sino toda nuestra forma de vida.
Nos hemos alejado unos de los otros. Hemos separado nuestras familias, desmantelado las comunidades más pequeñas, a favor de ciudades enormes. En estas ciudades enormes hay más personas, pero menos “tribus”, grupos o clanes cuyos miembros consideran que su responsabilidad es incluir responsabilidad para todos.
Aún peor que alejarse de las personas mayores, las hemos apartado, las hemos marginado, les hemos quitado su poder e incluso nos sentimos agraviados por ellas.
Sí, algunos miembros de algunas sociedades se sienten agraviados por las personas mayores, aseguran que de alguna manera desangran el sistema, exigen beneficios que los jóvenes tienen que pagar con porcentajes de sus ingresos cada vez mayores.
Sin embargo, si las personas mayores no contribuyen, esto se debe a que no les permiten contribuir. Les hemos pedido que se retiren de sus trabajos, cuando podrían proporcionar algún bien a la compañía. Les  han pedido que se retiren de una participación más activa y significativa en la vida, justamente cuando su participación podría dar algún sentido a todo.
No sólo en la paternidad, sino también en la política, en la economía e incluso en la religión, donde las personas mayores tenían al menos un punto de apoyo, se han convertido en adoradores de la juventud, en una sociedad que aparta a los ancianos.
La sociedad se ha convertido en una sociedad singular y no en una plural. Esto es, en una sociedad formada por individuos y no por grupos. Al individualizar y rejuvenecer a la sociedad, hemos perdido mucho de riqueza y recursos. Ahora carecemos de ambos y muchos viven en una pobreza y agotamiento emocionales y psicológicos.
Como en muchas otras cosas vivimos en negación. Primero, reconozcamos que es real. Muchos viven en negación. Muchos fingen que lo que es así, simplemente no lo es. No deseamos escuchar la verdad, mucho menos expresarla.
Con frecuencia, la verdad resulta incómoda. Sólo conforta a aquellos que no desean ignorarla. Entonces, la verdad no sólo se vuelve confortante, sino también inspiradora.
No todo está perdido, en el tercer mundo sobre todo, hay algunos buenos motivos para sentirse animado, optimista. Observo que las cosas han empezado a cambiar. Hay más énfasis para crear comunidad y formar familias amplias, más que en años recientes y se están honrando cada vez más con mayor frecuencia a los mayores, produciendo significado y valor en las vidas. Es un gran paso en una maravillosa dirección útil.
Pero por el momento sigue siendo una utopía

Humberto 
Guía Local  y Maestro
+5352646921 whatssap & telegram 

domingo, 3 de enero de 2021

Pensar, un lujo hoy en dia

PIENSA

Pocas cosas poseen mas poder que un Pensamiento.

Porque un Pensamiento tiene el potencial
de convertirse en algo relevante
de solucionar algo significativo
y de inspirarnos para lograr grandes cosas.

Lo que hace a un Pensamiento algo tan poderoso
es que puede ser creado por cualquiera
en cualquier momento
desde cualquier lugar.

Porque donde quiera que el acto de pensar ocurra
grandes Ideas le siguen,
las Mentes se iluminan
el Conocimiento crece,
y los pueblos descubren nuevas maneras 
de liberar su potencial

Asi que ,
!Comencemos a Pensar!