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sábado, 26 de febrero de 2022

LA SEMILLA (III)

 La chica se presentó en mi casa con su abuela. Ya eran las ocho de la noche. Parecía frágil y muy cansada.

A la abuela le costó mucho trabajo subir los dos pisos. Mientras hablaba la chica mantenía los ojos bajos. Los exámenes de ingles serian en dos días y ella había necesitado faltar muchos días en el curso por enfermedad, y depresión. Necesitaba un repasador urgentemente. ¡Pero dos días!

Esa chica , que la nombraremos Ana, sería una de mis amigas incondicionales y se formaría un lazo que aun hoy, después de tantos años y con la diferencia de años,  parece indestructible. Solo mencionar que después de dos noches de estudio intenso, realmente solo enseñándole lo básico y los trucos de un examen, pudo pasar el examen y comenzó el camino de una vida asombrosa, de esfuerzos y sacrificios que pocos imaginaron considerando lo externo.

Ana tenia el sueño de hacerse médico. Eran los años que los estudiantes de preuniversitario de La Habana estudiaban en escuelas en el campo. Lejos de su casa de lunes a viernes, con la idea de formar un hombre nuevo, independiente y fuerte. Ella no podía hacerlo. Para eso hacía falta una unión familiar, una logística y organización que ella no tenía.

Ana había sido víctima de violación dos veces por dos padrastros diferentes. Como dicen en Cuba: su madre era más mujer que madre. La típica historia de creerle más a los maridos que a la hija. Pero además tenía una hermana más pequeña y que tenía que proteger.

La abuela de Ana murió ese verano. Su única protección y veladora se había marchado.

Así tenemos a Ana entrando en una escuela lejos, muy lejos, para estudiar técnico en veterinaria. Lo importante era pasar esos dos años y medios y después  pasar un examen de nivelación para tener los doce grados cumplidos y entonces poder presentarse a convocatoria libre a los exámenes de ingreso y aspirar  a la carrera de medicina.

Había que elaborar un plan. Había que pensar en esos exámenes con años de antelación.  Definitivamente Ana no era buena con el inglés, había que dedicarle energía doble y esfuerzo triple. Era como arar en el mar, y además había que ayudarla a sobrevivir. Ella, su novio y amigos vendíamos yogurt, carne de cerdo, ropas, zapatos para lograr sobrevivir y poder pagarle a la madre el cuarto. Y así pasaron esos dos años y llegó la enésima dificultad: había que hacer dos años de servicio social.

Ese mes de mayo en que se graduó nos presentamos en el ministerio de educación para pedir un permiso especial para que pudiera pasar primero el examen de nivelación y tener el doce grado y después presentarse a los exámenes de ingreso a la carrera de medicina. Allí nos dijeron que la carrera de medicina las otorgaba el Ministerio de Salud Pública. Con el examen de nivelación y después de valorar su caso fue autorizado. La entrevista con el Ministro de Salud Pública  fue imposible (además de esa manía de querer picar alto siempre), pero nos atendió otro funcionario. Nos escuchó y nos daría respuesta en unos días. Se demoraron tanto  que casi llegaban las fechas de exámenes cuando finalmente se le autorizó, pero nos habíamos preparado durante años y todo fue un éxito.

Hace algunos años ya, y parece que fue ayer. Cinco años de carrera, expediente de oro, acceso directo a especialidad. Escogió Ginecología y Obstetricia. Cuatro años más, dos maestrías. Y un día no muy lejano vino a Cuba una delegación del gobierno de Arabia Saudita, entre lo que querían era contratar médicos cubanos, y mejor aún médicas para atender a sus mujeres en una clínica que se construiría allí, en Arabia la de las mil historias donde la mayoría de los médicos serian cubanos. Y la bendición de las bendiciones: salarios altos que serían pagados en efectivo porque Arabia Saudita no quería enemistarse con Estados Unidos usando canales de pago a través de los bancos.

Ana trabaja allí. Le es mas cerca ir de vacaciones a Paris que a La Habana. Ya tiene una niña de tres años y su esposo es medico también. En unos cinco años podrán irse a vivir a donde deseen con un buen capital y una buena carta de recomendación. Por el momento solo quedan sobre la mesa dos opciones: España y Cuba

Ella fue mi semilla, y hoy por hoy, siempre se emociona cada vez que nos encontramos y me pide que le cuente , una y otra vez, esa primera noche que nos conocimos y que no podía levantar la vista por la vergüenza de no saber. . .y de lo que había sucedido en su casa con su padrastro la noche anterior.

Dulce y endurecida Ana, un beso y mis mejores deseos.


LA SEMILLA II

LA SEMILLA I

lunes, 24 de enero de 2022

LA SEMILLA (I)

 Este año que recién terminó fue sorprendente por una razón especial. Algunos de mis alumnos de los últimos 10 años se graduaron en la universidad. ¿Imaginan que alguien a quien hemos dado clases hace cinco o seis años te recuerde el día de su graduación o que te dedique una línea de agradecimiento en la defensa de su tesis? Es algo muy sorprendente, a pesar de que me viene sucediendo más y más cada año.

Este año no pude ir a sus defensas porque por la COVID no se permitían muchas personas en los teatros o aulas donde se defendían las tesis de graduados. Solo sus profesores y familiares.

Enseñar es como sembrar en las épocas en que no había el desarrollo de hoy en día. Recibes las semillas y cuidas de ellas, aunque no todas germinan. No todas las que germinan alcanzan el mismo tamaño, y todas no darán frutos grandes y jugosos. Pero lo importante es que germinen. Y siguiendo con estas imágenes, ¿Qué es lo más difícil de lograr? Que la semilla que sembramos se convierta en una planta vigorosa ¡y pueda caminar!

Hay dos profesiones a las que considero las más importantes: el agricultor y el maestro (cualquier nivel). Y sin embargo son de las peor pagadas en general.

No importa la materia que se imparta, es necesario enseñar la importancia de la tierra y la trascendencia de la vida que sale de ella. Los niños y jóvenes necesitan quien les mueva a menudo la compasión en el pecho, y las lágrimas en los ojos, y motivarlos a ser generosos: porque por maravillosa compensación aquel que se da, crece; y el que se repliega en sí, y teme compartirlos con los demás, y sólo piensa avariciosamente en si mismo, lleva en el pecho todas las canas del invierno, y llega a ser por dentro, y a parecer por fuera, un insecto.

Los maestros notamos ,cuando damos clases y las semillas comienzan a germinar, que esos niños y jóvenes crecen de una manera visible, crecen cuando aprenden algo, y cuando han hecho algún bien.

Hoy que parece que casi nadie es feliz, que las luces parecen distante para todos porque eso que llaman felicidad está en una ciudad o un país lejano donde hay abundancia material y todos ríen ante las cámaras, es bueno recordar que la felicidad se la conquista con el ejercicio de la razón, el conocimiento del universo, y la práctica de la generosidad. El que la busque en otra parte, no la hallará. Eso lo saben aquellos que solo han encontrado el verdadero sabor de la felicidad después de haber gustado todas las copas de la vida.

 Pero, no debemos desestimar la importancia de la prosperidad material porque se necesita ser próspero para ser bueno. Y el único camino hacia la prosperidad constante es el conocimiento, y aquí caemos nuevamente en la base que dan los maestros. El conocimiento en si mismo, como la naturaleza, no tiene celos, no tiene odios ni miedos como los hombres. No cierra el paso a nadie, porque no teme de nadie. Son los hombres los que se vuelven celosos y egoístas a la hora de compartir.

Lamentablemente la mayor parte de los hombres pasan su existencia dormida sobre la tierra. Comen y beben, pero no saben de si mismos. Entonces los maestros nos enfrentamos, consciente o inconscientemente, a una cruzada para revelar a los hombres su propia naturaleza, y para darles la independencia que fortalece la bondad y ser alguien viviente-consciente en el magno universo.

Recuerdo cuando hice mi servicio social en las montañas ¡Qué alegría el de los niños cuando veían llegar al maestro que les enseñaba lo que no sabían! , y así en vez de acerca de crías y cosechas se hablaba de lo que el maestro enseñó, de las máquinas que existen lejos, del océano y sus animales.

Pero en la ciudad es diferente. Aquí a veces  los maestros debemos convertirnos de pedagogos en conversadores. En fin, ciencia y ternura, maestros medio científicos y misioneros, porque cuando se falla en esto se crean pueblos vacíos.  

Porque ya lo dijo un maestro, El Maestro de Cuba, hace mucho tiempo: Ser culto es el único modo de ser libre.

Es decir, puedo ser libre viviendo en condiciones adversas y lo opuesto viviendo en otras tierras a las cuales se escapa o se viaja buscando lo que solo puede existir en el interior, cuando se sabe quien eres y donde están tus raíces. Solo así se puede uno dar, y aportar a donde quiera que vaya.

LA SEMILLA (II) GATTACA

https://habana-havana.blogspot.com/2022/02/la-semilla-ii-o-gattaca.html



Humberto.

Maestro y Guia de Turismo

cubangel@gmail.com

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