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lunes, 9 de julio de 2018

Yo, Maestro (1)

Se aproxima el fin del curso. Usualmente no hago recuento al final de cada curso, siempre ha sido así, un comienzo, un final, un volver a empezar. 
en el mundo de hoy un articulo tan largo es un lujo, pero escribo mayormente para mi, para que no este' solo en mi computadora, para guardarlo en la nube.
es solo otra historia.
Quizás sea que me ha tocado vivir uno de los momentos más difíciles de la sociedad cubana, una época aún más aguda en escaseces y limitaciones de todo tipo, y entonces al finalizar el curso he tenido que continuar trabajando en lo que aparezca y que tenga que ver con lo que me gusta, los idiomas, por ejemplo. Quizás también tenga que ver que en el 1999 mi padre enfermó de cáncer y tampoco podía darme el lujo de disfrutar al menos de más horas de sueño por vacaciones, que era a lo máximo que se podía aspirar en aquellos años pues no había, ni hay todavía, mucho más para alguien que sea maestro.
En realidad no han sido muchos años de maestro. Antes comencé el camino de médico. En la sociedad cubana hay una gran tradición de médicos. Incluso hubo una época que se decía que en Cuba existían 3 clases sociales: la burguesía, los trabajadores y los médicos.
Yo solo tenía claro que quería escoger una carrera con la cual dejar una huella en la vida de los demás. Medicina sonaba romántica y fascinante. Magisterio sonaba mal pagada y agotadora. Pero en todo caso eran las dos que me llamaban. A medida que se aproximaba el momento de decidir la presión para que no escogiera ser maestro aumentaba, según los que me rodeaban era la última carta de la baraja. Cualquier carrera estaba bien excepto ser maestro.
Y así escogí medicina por las razones equivocadas. Y así “perdí” casi 4 años.
He sido maestro en las montañas, en un aula pequeña, luminosa y fresca de día y oscura por no tener electricidad en la noche. Aula de día, dormitorio de noche. Con doce chicos y chicas de diferentes edades en el día, y totalmente solo en las noches. Tan oscura y calurosa dentro que me sentaba en un banco afuera a mirar las estrellas mientras comía en un plato plástico rosa que estaba roto por un costado. Así que la sopa tenía que tomarla en un jarro de metal. Cansado, pero feliz por el reto de darle clases a tres grupos de edades diferentes en una sola aula en un mismo día. En aquellos tiempos me pareció romántico y aventurero. Me dicen que ya hoy esa aula no existe pues los campesinos se han ido mudando a la ciudad más cercana.
He sido maestro de lengua inglesa para funcionarios del gobierno en oficinas que miraban al malecón. He sido maestro de lengua española para alemanes en oficinas con aire acondicionado, pizarras blancas y en vez de tizas que manchan los dedos de cal bolígrafos negros para escribir sobre ellas.
He sido maestro de niños de tercer grado, de secundaria (7mo, 8vo, 9no grados) y de pre-universitario (10mo, 11no y 12mo).
He sido maestro desde el año 1998, y desde entonces no he tenido un solo verano de vacaciones porque los maestros ganamos poco y la vida es cada vez más cara , porque al contrario de lo que pensaba, la vida no se hizo más fácil, la familia enferma y envejece y hay nuevos chicos, más gastos. Entonces hay que trabajar el doble, es decir, también en las vacaciones. He trabajado como guia de turismo, camarero en cruceros, rentando autos, dándole clases de inglés a prostitutas en una época en que estaba prohibido tener moneda extranjera y solo ellas podían, a través de sus clientes, entrar en las tiendas, así que me pagaban en especie, es decir, he dado clases por jabones, champú y pasta de dientes. He dado clases durante el día y llevado a turistas al cabaret Tropicana en las noches, para al día siguiente volver a la escuela.
Y muchas veces me han preguntado si me debo quedar como maestro en una época en que el tiempo parece correr más rápido y todo parece precipitarse, quedando gente como yo en el camino del progreso y el consumo, es como esa figura que se va volviendo más pequeña en el espejo retrovisor del coche cuando le pasas por al lado en tu coche del año.
Pero entonces, y a veces, hay recompensas. Pequeñas en magnitud si la contabilizamos, es decir, la ponemos en valor monetario, pero con una alta carga de valor espiritual y humano.
Cada cierto tiempo me sucede que un ex alumno me visita, y cada año pueden ser más, espero. Gente joven, adultos ya, que vienen a agradecer algo que solo ha sido mi aporte a algo que todos llevamos dentro, pero que en realidad cada vez se nota menos. El amor por los otros y no solo hacer el trabajo por el que nos pagan.



Pero nada, como dije al principio, siempre ha sido así, un comienzo, un final, un volver a empezar


Humberto
Guia Local en la Habana.
Historia, Sociedad, Politica.
whatssap +53 52646921
email: cubangel@gmail.com

miércoles, 3 de enero de 2018

ARREPENTIMIENTO


Hay filmes que le dejan una huella a uno en el corazón o el cerebro. Sobre todo esos a los que no se publicita, pequeños de presupuesto, pero importantes en el momento en que fueron hechos.
Este el caso de ARREPENTIMIENTO, una pelicula del ultimo año de la existencia de la Union Sovietica como Estado.

Un hombre muere. No es un hombre común. Es Varlám Aradvidze, el alcalde del pueblo. Un pueblo de la República (ex soviética )de Georgia.
En el periódico aparece una extensa nota necrológica de este hombre que todo parece indicar era amado por su pueblo.
Se le entierra con todos los honores. Todas las tumbas del cementerio están sin flores. Solo el mármol negro o blanco. Sin embargo la de Varlám es un manto de flores rojas enviadas por todas las organizaciones, amigos y parientes.
Llega el nuevo día. Pleno de sol y de un acontecimiento extraño: el cadáver de Varlám aparece de pie en el jardín de su casa para el espanto de sus familiares; hijo, nuera y nieto.
Y de vuelta al cementerio, pero esta vez se le entierra de noche, a escondidas. Pero no vale de nada, al día siguiente sucede lo mismo.
Proponen entonces que se ponga una reja de hierro cerrada con un candado alrededor de la tumba. Tampoco esto sirve de mucho. El alcalde reaparece en el jardín con la cadena y el candado al cuello.
La indignación ante los hechos hace que la policía y los familiares monten guardia en el cementerio para capturar al violador de tumbas.
Es el nieto de Varlám quien se encarga de hacer la primera ronda, y también es quien primero se sorprenderá de saber: la violadora de tumbas es una mujer.
Comienza el juicio. Un juicio de fanáticos con una sentencia ya prevista. Pero a insistencia del abogado defensor se accede a escuchar los motivos que tenia esta mujer para sacar de la tumba al ‘querido’ Varlám, alcalde la ciudad.
La mujer no tiene cara de estar arrepentida, es mas sus primeras palabras es que lo desenterraría 100 veces si fuera necesario. Y entonces cuenta su historia personal, ese misterio que todos nos empeñamos en descifrar.
Todo comenzó cuando ella tenia 8 años. Su padre, el pintor Baratelli, que no se interesaba por la política y por lo tanto no rindió pleitesía al nuevo alcalde electo ese año: Varlám Aradvidze.
Varlám, hombre hipócrita y vil se esconde siempre detrás de una sonrisa calida. Culto e inteligente, pero fanático y rencoroso. El tipo de hombre que necesitaba Stalin. El tipo de asesino que quizás era Stalin mismo. El tipo de hombre que no olvida ni perdona, y al cual le deben mucho los políticos de Moscú. Gracias a hombres como él todos los enemigos, reales o potenciales, fueron hechos prisioneros, enviados a Siberia a campos de trabajos forzados y de una forma u otra eliminados.
El pintor Baratelli, padre de Ketty, la violadora de tumbas, fue hecho prisionero y deportado. Desapareció para siempre.
Todos los días miles de personas hacen una cola ante un ventanillo. Cuando llegan a él enseñan el carné de identidad para saber de sus familiares. Desde dentro se escucha una voz sin matices, insensible a las súplicas que responde solo de dos maneras: ‘deportado y sin derecho a comunicación’ o recogen el paquete de ropas y alimentos que lleva la familia. Si la respuesta es la primera entonces no hay esperanzas, el familiar murió. Ketty estuvo con su madre muchas veces y después sola en esa línea humana que parecia no acabar.
O a veces participaba en esa locura que ocurría cuando pasaba por el pueblo algún tren con un cargamento de árboles talados provenientes de remotas regiones. En ellos los prisioneros grababan sus nombres, las fechas y su pueblo o ciudad. Esos cargamentos pasaban por muchos lugares antes de alcanzar sus destinos. El dolor lo acompañaba hasta el último momento. Las madres, esposas y esposos, hijos, salían esperanzados cuando encontraban el nombre amado.
Después de a su padre, al poco tiempo, se llevan a su madre. La dulce, sensible y sobre todo cristiana Ninó desapareció para siempre también. Su culpa: ser fiel a su esposo y a su fe.
El pintor Baratelli fue preso, y muerto por defender a un templo cristiano antiguo contra las manos de Varlám. El templo fue demolido. Baratelli , como símbolo renace en las acciones de su hija. La gente no puede ni debe perdonar.
Al saberse la historia tal cual fue, el mismo nieto de Varlam desentierra a su abuelo y después , por vergüenza, se suicida.

Escena final: Ketty parada en la ventana ve venir a una anciana calle arriba. Se detiene y le pregunta si por allí se va al templo Ketty le contesta que esa es la calle Socialismo y que no conduce al templo. La anciana se encoge de hombros y dice: ¿para qué sirve un camino si no lleva al templo?



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