En la vida
real hay algunos seres humanos realmente libres. Creo que son pocos, pero los
hay. Afortunados los que lo son. . .y los que creen que lo son también, al
final quizás solo sea una cuestión de dopamina.
Hay otros
que viven las llamadas sociedades libres y se sienten aprisionados , en caminos
y vidas sin salida.
¿Cuánto le pagarías
a alguien que puede darte la libertad?
¿Cuánto ayudarias al que la busca para que pueda pagarla si está en tus manos el dársela?
La libertad
es a veces una cuestión de espacio. Es estar en el espacio que te corresponde,
a veces son solo unos kilómetros. Las personas muchas veces asocian la libertad
con ciudades y países lejanos donde comenzar una nueva vida, pero hay quien
nace en un lugar para comenzar un viaje en la búsqueda de la libertad
verdadera, la interior. Hay quien por fin nace en el lugar donde debe estar después
de varias vidas viajando y encontrando otras cosas, pero no su libertad.
Si tuviera
que definirlo en mi vida, diría que nací libre, pero en un espacio reducido. Incluso
cuando era niño, y después adolescente, me sentía atrapado y obligado a seguir
un camino que no me gustaba, en el que sentía las piedras de la incomprensión y
el totalitarismo dentro de mis zapatos. Tomaba un camino y otro esperando que
no tuviera esas piedras de incomprensión y no importaba cual tomara allí estaban.
Me hacían el camino difícil y doloroso. Me señalaban mis pies sangrantes como
un pecado por no ser igual a los demás, resistente y feliz.
Hasta que
poco a poco, y aun hoy no completamente, comprendí que la libertad puede estar
dentro de mí. Si no toda, al menos en su mayoría, y que allí no me pueden
gobernar. Por eso digo que nací libre, pero en un espacio reducido por los
hombres de mi tiempo, mi país, mi realidad.
Pero no es
culpa, esas cosas pasan, y siempre han sucedido. Lo importante es educarse,
comprender y un dia dar el salto. Han existido circunstancias en que me han
dicho que mi rostro se pone como de mármol, inexpresivo. Y no es eso, es que me
he retirado a ese lugar donde no pueden alcanzarme. Es un precio alto, ya lo he
dicho en otros momentos. Los sistemas políticos no perdonan las diferencias. Ninguno
de ellos. Cada uno impone un precio o un castigo. Los que vinimos con las monedas
para pagarlo seguimos adelante, los que no, perecen.
Conocí a una
botánica cubana que obtuvo su doctorado en la que entonces era la República Federal
Alemana (RFA). Su especialidad eran las orquídeas y los líquenes. Viajó por
todo el mundo dando conferencias, haciendo trabajos de campo. Pero había un
lugar especial para ella. En la Sierra Maestra, cerca de la ciudad de Santiago
de Cuba, en un lugar intrincado, se da una variedad de orquídea única. Es una
especie endémica, tan endémica que solo se da en un área no mayor de tres
metros cuadrados en lo alto de una de las montañas.
Esta botánica
padecía de una rara enfermedad que la ponía en riesgo de morir todo el tiempo
cuando estaba alejada de zonas donde no hubiera hospitales, pero así y todo pasó
mucho tiempo tratando de “salvar” esa planta de una posible extinción, tratando
de que se diera y creciera aunque fuera un metro más allá. Salvarla de los
huracanes, de la contaminación de algún tipo.
Nunca pudo
ser. Ella murió más o menos por el año 2005.
De ella y su
historia aprendí que debía tratar de ser libre, verdaderamente libre donde
nací. Aun cuando el espacio sea reducido y a veces siento que me ahogan. Aprendí
que es importante aceptar en el corazón los lugares, la gente y hasta las
dificultades que nos harán crecer, para así saber con sudor y lágrimas si es necesario
lo que es ser libre.
Ser libre no
solo es cuestión de tener derechos y oportunidades. Hay mucha gente que tiene
eso y no lo son, o no lo sienten como libertad en sí misma. Es el estar listo
para llegar a, y partir de, un lugar especial dentro de uno mismo donde nadie
puede esclavizarte. Fue importante para mí comprender que el hambre, las
enfermedades propias y de los seres queridos, la política, limitan y pueden
matarnos en el cuerpo, y afectan de alguna manera a la libertad, pero a ella no
se la mata así.
Nací en
Cuba. Soy maestro. Y nacer en Cuba , quizás como en todas partes, sin un don
especial te hace casi invisible, una cifra. Pero nacer también en Cuba con un
don especial, un sueño por cumplir, un camino que recorrer lejos de la
multitud, sobre todo lejos de la multitud (aunque la comprendas y les desees lo
mejor con mucho amor) es un estigma.
He visto muchas
personas partir de Cuba y por muchas razones disfrazadas con el sueño de la
libertad. Muy pocos realmente buscaban su lugar en el mundo, su libertad. La mayoría
solo ha cambiado los barrotes de la celda que se van construyendo. Tienen más
cosas sin lugar a dudas, pero no son más libres.
Quizás algún
día me sea dada la libertad de los ojos y poder ver las maravillas del mundo. La
libertad del movimiento y recorrer los caminos y las obras creados por los
hombres y los dioses. El tener la libertad de reconocer que estaba equivocado y
en lo correcto al mismo tiempo. Pero todas esas son libertades de este espacio
y este tiempo.
Por el
momento estamos aquí, en los tres metros cuadrados, en la cúspide de una montaña,
tratando de comprender los por qué, y le doy las gracias a los amigos que me
han ofrecido sus casas en otras partes del mundo, sus ayudas para “escapar” de
algo indefinido que lo llaman de diferentes maneras. Pero estoy luchando por
otros, mayormente niños, tratando de que vivan vidas más largas cuando parecen
condenados, de que encuentren más amor cuando parecen abandonados, de que
crezcan con grandes conocimientos que les permitan ser verdaderamente libres. Para
eso estamos los maestros en países como Cuba. Forjamos voluntades y creo que ha
valido la pena, a pesar de que cada cierto tiempo regresen los días grises.
Muchas
gracias a todos los que me ayudan en esto, a sembrar la semilla de la libertad ,
de la salud, del conocimiento, de un segundo de vida alegre en los chicos que
se cruzan en mi camino. Son solo unos pocos, pero es algo inconmensurable lo
que puede suceder al salvarlos, ayudarlos a vivir, al darles las herramientas
correctas. Algunas veces he pensado en
dejarlo todo porque los maestros no podemos sostener una familia y todo se hace
difícil, y entonces aparecen los amigos que lo comprenden todo.