Un amigo me sugiere el tema del optimismo para mi blog.
Es un tema tan tocado ya, a veces tan manido. ¿Qué aportar nuevo? ¿Debo
mencionar lo del vaso medio lleno o medio vacío? ¿A dónde debo mirar o qué
fibras tocar para que mi lector siga a partir de esta línea?
Esto sera' un poco largo, asi que pienso que es mejor leerla en una PC. Pero nada, lo siento mucho, no cabe en menos.
Quizás deba comenzar con una línea muy atrevida: el
pueblo cubano es uno de los pueblos más optimistas que existe. . Espero poco a poco, y con la limitante de espacio del
blog, demostrar ,aunque sea una somera idea ,de porqué lo digo. Y que conste,
yo no soy una de las personas más optimistas que conocerías en Cuba. A veces
sueno mas resignado que optimista.
En el mundo de hoy hay pueblos que hacen grandes
proezas. Pero sus motivaciones son económicas, hacer o morir en el intento; hay
pueblos que logran liberarse, pero es cuestión de supervivencia. Hay pueblos
que se vuelcan sobre la imagen de una sola persona como representante de una nación
entera: un futbolista, un músico, y hasta un youtuber.
Pero no hablo de eso. Quiero enfocarme en esto: en una
historia de optimismo colectivo de la que solo tocaré algunos elementos de los últimos
sesenta años, pudiera hacerlo incluso desde el 1900, pero ya eso sería un
libro.
Tantas y tantas caídas, fracasos y seguimos siendo
optimistas. Es como si reseteáramos el disco cada 10 años, y comenzáramos una y
otra vez. No ha sido siempre nuestra culpa. El mundo, la política, las crisis,
el duelo de potencias. Quisiera hacer un contraste con otros pueblos que han
aceptado en su mayoría al mundo tal cual es, injusto en sus reglas, y esa forma
del cubano de sacar fuerzas como pueblo que espero poder argumentar con éxito.
Manejar la mente en el modo “optimismo colectivo” por décadas
es algo relevante. Entonces entremos en materia.
Hoy en dia Cuba tiene unos 11 millones de habitantes
viviendo en la isla. En los últimos 50 años se ha duplicado la población. Y a
pesar de que en la última década la tasa de natalidad ha disminuido, el hecho
de tener hijos y la esperanza de criarlos y que llegaran a la madurez durante un
proceso social lleno de problemas muy serios que incluso han amenazado la vida
del ser humano en mi país es una muestra de optimismo. Pensar en hacer el amor
(no solo tener sexo) y tener hijos cuando en cualquier momento seriamos el
campo de batalla entre dos superpotencias nucleares, durante una década como la
del 1970 al 1980 con grandes escaseces de alimentos y ropas, con la certeza de
que nos casaríamos y tendríamos una nueva familia dentro de una casa en la que
ya habitaban 3 generaciones y sin posibilidades de que eso cambiara. . . en los
próximos 20 años. El pensar que tendríamos (porque lo construiríamos) un
sistema de salud y exportaríamos médicos cuando se quedaron escasamente 3000 médicos
de los casi 6000 que había en el 1960. Hoy tenemos mas de 75 000 dentro del país,
uno cada 160 habitantes. Y ahora la joya de la corona: tasa de mortalidad
infantil de 4 por cada mil nacidos vivos. Eso es trabajo duro, diario de
largas horas y muchísimas veces sin recursos materiales.
El salir a los campos, por todo el país de una población
de 7 millones de habitantes) a buscar atletas porque los soviéticos nos dijeron
que era una buena propaganda para el socialismo tener medallas olímpicas y
descubrir que era mucho más que eso. Tener una población saludable, hacer
escuelas de deportes, cuando los deportistas amateurs existían y no todo era
dinero fue una prueba de optimismo. Todo eso en momentos, en décadas, en que no
existían escuelas de deportes (que hubo que construir), en profesores de alto
rendimiento (que hubo que formar), en que no existían en el país médico del
deporte. Hoy ocupamos el lugar 16 en el medallero histórico olímpico por países.
Superados solamente por países desarrollados, la mayoría con mayor población y
cantidad de participación. Ni mencionar que en una sola olimpiada tenemos más
medallas que todos los países latinoamericanos
juntos. Y la próxima ,espero, no será la diferencia. En estos días de pandemia y con una
crisis económica como nunca los cubanos mantienen el optimismo y en parques,
patios, azoteas y ahora de regreso nuevamente a los gimnasios se preparan para
los de Tokyo 2021.
¿Qué decir de los huracanes? Año tras años se destruyen
cosechas, casas, terrenos e instalaciones. Y se vuelve a la carga. ¿Tiene que
ver con el sistema social? Dejemos el tema político a un lado por un momento, concentrémonos
en la fuerza interior de no aceptar las desgracias, los huracanes, y salir a
resolver la vida. Huracanes,
inundaciones, epidemias naturales e importadas, la condición de isla rodeada de
“enemigos” antiguos, de “amigos” en una realidad paralela y que realmente no lo
son, de una economía siempre sangrante. Hablo del cubano como persona.
El querernos hacernos más educados, más cultos. Una tarea
siempre cuesta arriba, y que cada década y crisis nos demuestra que la
ignorancia se mantiene aún en las mentes escolarizadas. Comenzar por una alfabetización
en 1960 (teníamos un analfabetismo del 23 % , que ya era la más baja de América
Latina) y bajar ese número en 1961 a solo el 8%. Ir a las montañas, los valles más
alejados, las costas más distantes, los puntos más oscuros de las ciudades
donde vivían las prostitutas y los desclasados siendo hasta niños de 14 años
los maestros. Toda una población que se movilizó, sin importar sexo, edad y condición
social a enseñar a leer y escribir, ¿Cómo se llama eso sino optimismo? Un optimismo
loco en que el ser humano podría ser mejor si se le daban las herramientas, de
que los que vivieron aquella época serian también mejores personas si contribuían
a una de las misiones más hermosas que hay: llevar la luz al cerebro oscuro de
un ignorante. Sin importar que como siempre ha sucedido, sucede y sucederá a
alguno de ellos les quitarían la vida. Comenzar las campañas por el sexto
grado, después la del noveno grado, y que mucho tiempo después, décadas después,
esos que aprendieron en la década de los
1960s en Cuba caminaron las selvas de Centroamérica, Suramérica, África
devolviendo lo que recibieron. Incluso tuvimos que crear un nuevo sistema de
enseñanza llamado “Yo sí puedo” basado en números para poder enseñar a leer y
escribir mediante números . ¿no es eso optimismo?, ¿no era optimistamente loco el pensar hace 40
años que tendríamos un maestro por escasamente tres alumnos en las escuelas
especiales?
Hemos creado cientos de escuela de arte. Las escuelas
de música en los años 1990s daban clases de instrumentos de cuerdas. . . sin
cuerdas. Pero no se faltaba a clases ni alumnos ni maestros y hoy ya ganan premios
internacionales. Tenemos la única escuela de ballet con características propias
y de América Latina, y con categoría de Escuela Cubana de ballet en un país machista
y comunista donde los bailarines cubanos hacen cátedra en las mejores compañías
del mundo. ¿no es eso optimismo? Pues claro, pero para llegar al ballet hay que
pasar por las congas, la rumba, el son y la salsa, los carnavales donde el
optimismo se viste de colores y baila.
Reconstruinos los cascos históricos de las principales
ciudades en la década del 1990 cuando cayó el muro de Berlin y no había un
centavo propio. Aceptamos el guiño soviético y pusimos un hombre negro
campesino y de origen humilde en el cosmos. Logramos traer a 3 Papas, y este
ultimo 3 veces. Logramos traer a los Rolling Stones a la Habana a hacer un
concierto gratuito. Mis padres sobrevivieron la época de Kennedy y la crisis de
los misiles, la época de Nixon y su invasión a Viet-Nam y amenaza de invadir a
Cuba, mi generación sobrevivió a Reagan, los dos Bush, Obama y sus siete
invasiones en el tercer mundo y ahora pasamos horrores con Trump.
Sabíamos que los tiempos más oscuros de la política, la
gente lanzada al mar con la esperanza de llegar a la otra costa pasarán, y que
poco a poco volveríamos a estar conectados con el mundo, que llegarían los
turistas, y algo parecido a internet y superior a la onda corta se crearía, teníamos
la certeza de que todo el mundo no era oscuro y terrible como los soviéticos nos
quisieron hacer creer, sabíamos que nos reuniríamos con las familias que
estaban en Estados Unidos y la gente circularía primero tímidamente y después
en masa en ambas direcciones. Todo esto lo imaginamos y deseamos tan
ardientemente que se hizo realidad, ¿no es eso optimismo? Y sé que hay gente
que me dirá que solo fueron cosas que pasaron o que inevitablemente pasarían,
pero hubo gente que las pensó, dieron los primeros pasos aun sabiendo que no serían
ellos los que verían los resultados, y así y todo continuaron porque no podían
aceptar que así terminarían las cosas: con odio y separación. Y aun hoy la
tarea continúa y los que fabrican los puentes son los optimistas. Y aun cuando
los tiempos nos regresan oscuros y terribles cada cierto tiempo nos ponemos los
brazos en jarras y nos decimos: ¡estamos vivos y hay que vivir!
Y llega la pandemia. Nos teníamos que enfrentar con
todas nuestras fuerzas. Unos nos decían que no lograríamos salir pues somos
demasiado pobres, otros nos decían que no existe y no hiciéramos nada. Pero la
vida es lo importante y por si acaso nos lanzamos con lo que teníamos. Y no
hablo de política, nuevamente quiero mantenerla fuera, hablo de nosotros: de
optimismo, de inteligencia y raciocinio, de solidaridad, y seguramente vendimos
hasta la ropa interior por usar una frase popular para poder comprar lo que se debía.
Hoteles cerrados, aeropuertos cerrados, la gente sin trabajar y en casa por
meses. Y nos lanzamos ante el más grande reto del momento: la Vacuna.
Con esto cierro. Sabemos quiénes harán la vacuna.
Sabemos quiénes la comprarán porque tienen el dinero para pagar diez veces el
precio. Sabemos cómo funciona el mundo, y aun teniendo amigos las cosas pintan
feo y a la hora de un momento terrible no podemos pedirle a otro gobierno que
nos ayude estando ellos mismos en problemas. Y nos lanzamos a hacer nuestra
propia vacuna. En silencio. Es necesario que funcione porque nos daría soberanía
sobre lo que se haga y cómo se haga en el mundo de hoy donde un país rico
secuestra medicamentos destinado a otro país en un aeropuerto. ya tenemos tres
candidatos vacunales. Ojalá funcione alguno de ellos. Nos lo merecemos. ¿no es eso optimismo?
Humberto.
p.s. perdonen la enorme carga de chovinismo y lo largo
de este blog. Lo escribí con una sonrisa porque pensaba hablar de tristezas y
resultó en una especie de canción dedicada a nosotros mismos, estos cubanos
incorregibles. Y que conste, estoy consiente de los otros, de los pesimistas, de los que rompen los puentes, de los que se rinden, de los que se duermen, de los que solo se quejan, de los que odian los esfuerzos ajenos, que de todos tenemos.
LEYENDO EL PERIODICO EL PAIS
https://habana-havana.blogspot.com/2021/12/leyendo-el-pais.html
CONFESIONES DE UN CUBANO
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MEDITACION CON SARCASMO
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KABUL-HABANA UNA LECCION DE HISTORIA
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