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lunes, 26 de julio de 2021

El Juego (suerte + inteligencia vs la vida que toco')

Yo era pobre. 
No muy pobre, solo pobre.
Mis momentos de solaz eran caminar por las calles hasta llegar al mar. Frente a los grandes hoteles. 
La señora era muy rica. Vivía en California, pero había nacido en Cuba.
Se había marchado en 1952.
Estaba muy enferma y quería regresar a los lugares de su pasado.
A la señora le fui recomendado y así podría ayudarme económicamente también.
La señora recorrió  la Habana y Pinar del Rio.
Muchas lágrimas.
Al final de viaje la señora me ofreció  una computadora. ¿es posible enviarla?
No.
En el 2004 era imposible hasta tenerla.
Pero no importa, llegará porque vendrá de una ciudad cuyo nombre es Los Ángeles y fui recomendado por alguien en una iglesia.
Y llegó diciembre con la noticia de que Alguien vendría con una laptop.
Y llegó con ella en  un pequeño maletín en una mano y otro mas pequeño aun en la otra.
“ahora ve a tu casa, comienza a disfrutarla, puede ser un juguete o puede ser transformada en una poderosa herramienta, solo quiero que me vengas a buscar mañana temprano”.
La noche fue esplendida, explorando un pequeño objeto como si fuera Egipto, el Amazonas, el Everest. ¡tantas cosas y experiencias caben en tan poco espacio! ¡cuanta felicidad en lgo tan pequeño!
El chico se presentó temprano. ‘Alguien’ le dijo que debía cambiar el pasaje para marcharse. Solo había venido a entregar el presente.
Así lo hizo, pero antes  me puso en la mano 100 dólares. ‘ comprate algo para ti o tu familia, pero deja la mitad porque es inevitable que algo bueno traiga algo aun mejor’
Pasó escasamente una semana.
Un amigo de un amigo de un hermano de un conocido tocó a mi puerta.
Venía con una oferta: internet.
¿internet? ¿Qué es eso? Digo, ¿no está prohibido?
‘¿y? ¿lo quieres o no?’
‘Probemos’
1 hora al día por 40 dólares al mes. Toda una fortuna aun hoy.
Un mes, una hora diaria para aprender, bajar cursos, aprender a hacer una página web al menos básica, dar de alta en los buscadores de entonces y lo mas importante: tener clientes para poder pagar otro mes y. . . alimentar la familia.
El cerebro se expande ante los retos. El alma decide no tener miedo.  El reto estaba planteado y las naves se habían quemado.
Nunca mas  supe de la Sra. Ofelia de California.
Nunca mas supeo de el Sr. Evan que trajo la laptop.
Mas de 20 proveedores de internet a escondidas en todos estos años.
Y lo más relevante fue que se abrió la puerta hacia un mundo prohibido entonces, y aún desconocido. Descarga de libros digitales, música, información actualizada, contactar mentes de lugares distantes, viajar sin moverte de casa. Todo lo que entonces estaba prohibido, hoy mas común, pero aun por descubrir para el 90% de los cubanos de entonces, incluso hoy que Facebook  y sus "amiguitos " llevan a la mayoria por caminos retorcidos. 


La mejor rebelión contra el  sistema de las cosas hoy en día (cualquiera sea el sistema)  es estudiar, aprender. Sobre todo estudiar lo que el sistema no quiere que estudiemos , para así poder ser lo más libre posible. Entonces seremos capaces de poder decidir por nosotros mismos el tipo de vida que queremos llevar, aun dentro de él.  O al menos poder perdernos en nuestra mente a donde Ellos, todavía, no pueden llegar.
 

sábado, 8 de agosto de 2020

UN LIBRO. UNA REALIDAD. UN SENTIMIENTO


Hay libros que todos leemos. Unos por disciplina cultural. Otros por la fascinación de la lectura. No todos dejan una huella profunda, ni una enseñanza, a veces solo un recuerdo vago, lejano , que cuando alguien lo menciona nos permite no pasar “la vergüenza” de parecer incultos.
Pero lo importante es leer porque nos enseña a pensar, a que personas como yo que vivimos en una isla, son pobres, y durante mucho tiempo el goce de viajar se consideraba peligroso por el gobierno podamos transportarnos a otras realidades mas allá de nuestros ambientes cerrados y tristes.
Hay libros que no parecen importantes, que son anecdóticos y un dia adquieren un valor diferente, porque nos recuerdan una verdad, una sensación que de niños nos horrorizó, por ejemplo.
Aquí les dejo unos fragmentos del último capítulo de uno de esos libros que hoy en día su recuerdo me golpeó como un mazazo. Les dejo el suspense del título para el final, aunque imagino que ya al leer las primeras líneas sabrán a cual me refiero

“Había sucedido lo que yo y muchos otros podríamos haber previsto …. Los gérmenes de las enfermedades han atacado a la humanidad desde el comienzo del mundo, exterminaron a muchos de nuestros antecesores pre humanos desde que se inició la vida en la Tierra. Pero en virtud de la selección natural de nuestra especie, la raza humana desarrolló las defensas necesarias para resistirlos. No sucumbimos sin lucha ante el ataque de los microbios, y por ejemplo muchas de las bacterias -las que causan la putrefacción en la materia muerta, por ejemplo- no logran arraigo alguno en nuestros cuerpos vivientes.



. . . Con un billón de muertes ha adquirido el hombre su derecho a vivir en la Tierra y nadie puede disputárselo; no lo habría perdido aunque hubieran sido diez veces más poderosos de lo que eran, pues no en vano viven y mueren los hombres.
. . .Y mientras contemplaba aquella vasta extensión de casas, fábricas e iglesias, silenciosas y abandonadas; mientras pensaba en las esperanzas y esfuerzos, en las vidas que contribuyeron a la construcción de aquel refugio humano y en la terrible amenaza que se cernió sobre todo ello; cuando comprendí que la sombra habíase disipado, que los hombres recorrerían sus calles y que esta vasta ciudad muerta volvería una vez más a la vida, experimenté una emoción que estuvo a punto de arrancar lágrimas de mis ojos.
Había pasado la tempestad. Ese mismo día comenzaría la cura. Los sobrevivientes diseminados por el país -sin líderes, sin ley, sin alimentos, como ovejas sin su pastor-, los miles que huyeran por el mar, emprenderían el regreso; la pulsación de la vida, cada vez más fuerte, volvería a latir en las calles desiertas y a verterse por las plazuelas abandonadas.
Fuera cual fuese la destrucción, habíase ya detenido la mano destructora. Todas las ruinas, los ennegrecidos esqueletos de los edificios, que parecían mirar con desesperación hacia el verdor de la colina, resonarían ahora con los martillazos de los constructores. Al pensar esto tendí las manos hacia el cielo y di las gracias a Dios. En un año, me dije; en un año.
Y luego, con fuerzas aplastadoras, volvió a mi mente la idea de mi situación, el recuerdo de la vida de esperanza y ternura que había cesado para siempre…

LA GUERRA DE LOS MUNDOS de H.G. WELLS

Entonces cuidémonos los unos a los otros, velemos los unos a los otros,  juntos podemos, de manera individualista difícilmente.


lunes, 1 de enero de 2018

RECUERDO

Recuerdo al hombre que me contó la historia de su niño en prisión y que solo podía alimentarlo con agua de cebollas. Era un poeta. 

Recuerdo al que me mostró mi subconsciente, mi paisaje lleno de temores, mi cañaveral de ideas. . .mi riqueza. Al que la cantante le pidió que renaciera en forma de pincel. Era un pintor. 

Recuerdo al que en el estrado me regalaba la sonrisa de la luna. El que contaba la historia de su padre, un traidor de su amigo mas querido, y tan querido que fueron amantes durante la guerra, y que a la hora de morir , después de tantos años de casado y 5 hijos, le entrego una carta para su verdadero amor pidiéndole perdón. Era un actor. 

Recuerdo siempre sus palabras , en las que me llama el regalo mas preciado que la vida le ha dado después de tantos sinsabores. Después de muertes y años terribles, después de falsos amores. Yo era, soy y seré sus lagrimas amargas y sus sonrisas dulces. Es mi mamá.

martes, 20 de septiembre de 2016

Recuerdos, o un diario malogrado III

Durante muchos años toda la vida del piso 10 acababa a las cuatro y media cuando se cerraban las puertas del departamento de ama de llaves y las camareras bajaban esos diez pisos para irse a casa.
Todo un piso del largo y ancho del hotel quedaba vacío cada noche. E incluso por el día solo un tercio era utilizado, y a veces ni eso.

Ventanales y ventanales , entre veinte y veinticinco , mayormente de dos hojas que se abrían unos hacia la ciudad y otros hacia el mar. Otros solo dejaban pasar la luz pues eran de un cristal opaco que en el medio tenia como unos entramado de alambre en forma de colmena que supongo era para en caso de huracanes y posible rotura no se rompiera en mil pedazos que volarían desde una altura increíble como proyectiles sobre la ciudad y caerían sobre las casas vecinas, sus patios, las aceras. Es un edificio de diez pisos que equivaldrían a veinte de los de hoy en día.
En todo ese paraíso de luz y olor a mar , pues el hotel se encuentra a solo dos cuadras del océano y sin obstáculos entre ellos, había un área que siempre estaba oscura y cerrada. Yo le decía el almacén, aunque en verdad no lo era desde el punto de vista del trabajo del hotel en si mismo.
Así que una vez despachado el día comenzaba la magia.
Es decir, las camareras para sus pisos con sus enormes bultos de ropa limpia: sabanas, fundas y toallas  impregnando de olor a nuevo y limpio los elevadores.  Los reportes de habitaciones entregados para poner en pequeñas casillas y mediante números la historia de la noche en cada habitación, en cada piso. Las supervisoras ya buscando los errores de alguna camarera descuidada y ellas mismas tratando de escapar del calor o el frío del día refugiándose en una limonada o un té tempranero en la cocina, donde estaba El guajiro, un cocinero tosco y vulgar, pero con un cuerpo que valía la pena admirar a través de su uniforme blanco como la masa del coco.
Entonces el décimo piso quedaba con solo dos empleadas: el Ama de Llaves y la encargada de la ropería. Y yo. Y los ruidos que solo se podían percibir en el silencio de las alturas.
Durante años ese silencio estuvo interrumpido algunas veces por personajes, o personas que no sabia decir si eran reales o no. Es decir, entraban poco tiempo, hacían algo por allí y se marchaban como habían llegado, desde la nada. Quizás con muchos de esos personajes sucedió como con la lámpara de la historia infantil, cuando uno frotaba alguno de los objetos que pertenecieron a ellos entonces de alguna manera alguien nuevo para mi, pero en cierta forma siempre presente en el hotel se hacia visible e interactuaba quizás por ultima vez con alguien de este mundo, de esta época.
Y es que era muy difícil ignorar todos esos tesoros tirados en el almacén del piso 10. Allí se habían puesto y cada año aumentaban las pertenencias de todos aquellos que habían fallecido en el hotel, o que se habían marchado y dejaban muchas pertenencias detrás sin decir si algún día retornarían por ellas. Y también había muchas cosas del hotel, los recuerdos de un  lujo ya ido para siempre.
Vajillas de porcelana holandesa, con amplios platos llanos y hondos tan blancos que incluso en la semi oscuridad de aquel lugar cuyas ventanas estaban permanentemente cerradas le daban la bienvenida alegremente a cualquier rayo de luz, natural o artificial y respondían con un destello puro, aunque breve. Algunas de ellas tenían paisajes de mar todo en azul y todas tenían un número en el la parte del fondo que se ponía sobre la mesa. Siempre me pregunté como es que los empleados y empleadas no se llevaban esos platos en una época en que ya faltaban en Cuba tantas cosas de las tiendas, para no decir vajillas, ni tan siquiera habían platos. Ya la mayoría de las casa tenían solo los platos exactos de acuerdo a la cantidad de miembros de la familia y se trataban con mucho cuidado para que no se rompieran. Vendrían tiempos peores en que serían sustituidos por platos plásticos. Pero supongo que la carga de honestidad era bien fuerte y en general la gente no tocaba lo que no les pertenecía.
Pero se acercaba una época cuando todo esto cambiaria.
Entonces era difícil escarbar entre tanta losa pesada, cajas y cajas que iba moviendo poco a poco, para que no se dieran cuenta de que yo exploraba y buscaba un posible tesoro.
Aprovechaba cualquier resquicio, cualquier espacio entre caja y caja y metía mi mano de niño de 7 años y sacaba siempre algo interesante. Ajeno por entonces  a palabras como diamante, diadema, perla, terciopelo, satín, rubí, brazalete , tiara,  las cosas eran solo bonitas o feas, brillantes, doradas y plateadas.

Así que poco a poco  se iba formando en mi mente un mejor cuadro del ambiente de ese hotel. Ese hotel que fue construido para una gente muy diferente a la que me rodeaba, no solo por el tiempo, sino también por muchas otras cosas. Sus pertenencias me remitían  a una época en que el hotel estaba lleno d personas elegantes, que comían con cubiertos de plata y en porcelana holandesa sobre manteles de hilo. Sus muebles eran de caoba y ébano, sus amplios baños estaban cubiertos de azulejos blancos como la luna en primavera y que venían de tierras distantes. En el bar del hotel escuchaban de seguro esa música que muchos años después estaría prohibida no solo allí mismo sino en toda Cuba.  Y aunque como alguna gente dice el pecado siempre ha existido de seguro las relaciones entre los seres humanos eran menos directas. Habían otras prohibiciones y otras maneras de escabullirse entre las reglas y la moralidad de aquel momento.
Aquellos pasillos largos y luminosos en la época del socialismo por la falta de cortinajes fueron de seguro atemperados  y mas reservados en las primeras décadas del siglo. Las alfombras no permitían que el taconeo de los zapatos de una mujer infiel o liberada de las ataduras la denunciara en su camino al elevador o de allí a la habitación.
Todavía habían restos de pétalos de flores secos en algún que otro jarrón que en cada habitación estaba sobre la mesita que siempre frente a la ventana permitía llenar el aire con aroma de rosas o violetas, o una mezcla de ellos al entrar el aire e impulsarlo hacia adentro. Siempre se prefería eso a los aun toscos y fuertes aromas químicos que olían a pino. Los búcaros que más me gustaban eran los de un cristal verde y transparente. Brillan particularmente en la penumbra, dándole un aire esmeralda a la habitación. Los había altos y esbeltos que supongo por los golpes de viento y lo delicado de su porte solo quedaban dos en aquel almacén oscuro, y los había mas bajos que siempre me parecían como sombreros de ala ancha puestos al revés. De esos había 3 tamaños, medianos, pequeños y grandes. Para pétalos de flores y bombones, para las esencias y pequeños jabones, y para arreglos florales o memorabilia.

Aun recuerdo, cuando ya tenia unos 15 años,  y ya era hora de cerrar el hotel para una reparación total, que el administrador socialista le daba a los trabajadores la posibilidad de llevarse los restos de aquella época que aun quedaban en el hotel porque los consideraba sin valor. Fue como un zafarrancho y toda aquella gente con ya mas de 20 años de necesidades y hogares escasamente montados la emprendieron a martillazos sobre los azulejos de los baños y los pasillos, arrancaban de las paredes adornos de porcelana que se desmoronaban en aquellas manos que para nada comprendían la delicadeza de aquellas piezas que fueron hechas y transportadas con cuidados esmerados para deleitar los sentidos de personas que debían sentirse como en casa, e incluso lograr que convirtieran el hotel en su casa y no se fueran en mucho tiempo. . .o nunca mas.
Aquellos trabajadores de los servicios que ya no eran escogidos por un Ama de Llaves exigente, ni tenían que presentar una hoja de servicio o una recomendación de empleadores anteriores sino mas bien estaban en la escala mas baja del socialismo de los 1980’s se abalanzaban sobre lo que era mas importante para ellos: azulejos, piezas de los baños, herrajes, picaportes de puertas hechos de cristal, espejos enormes que había en cada puerta de cada closet de cada habitación. Y en esa locura de trabajadores recorriendo piso tras piso, desmantelando en un fin de semana el trabajo de años de cientos o quizás miles de hombres y mujeres  iban destrozando los detalles que hacían del hotel un lugar especial aun tantos años después y el abandono de un sistema que quería ignorar y denigrar al mundo burgués de antaño.
Entré en una de las pocas habitaciones que había estado cerrada y solo atiné a tomar entre mis brazos los tres búcaros verdes, uno dentro del otro encajaban perfectamente, y apartarme a una esquina de la habitación cerca de la puerta. Pegado a la pared, para no ser atropellado, iba acercándome a la puerta y cuando ya estaba a un paso sentí una mirada posándose sobre mí. Sonriendo de manera condescendiente me pasó su brazo sobre los hombros y me llevó hasta el pasillo. “Llévatelos, no te preocupes, y esto también” me dijo mientras arrancaba un picaporte color lila.
Mi mirada le hizo mil preguntas , e inclinándose me respondió mis mil porqués: ‘ si esto te parece horrible, es preferible que sea así. Me costó mucho lograr que le dieran a los trabajadores esta posibilidad. Las bestias de la demolición de interiores llegaran en unos días. De todos modos es bueno saber que alguien tendrá una cosa linda en una casa (dijo esto mirando los búcaros entre mis brazos), o tendrán un baño azulejado, o podrán hacer sus necesidades en una taza decente sin peligro de rajarse de arriba abajo’ 

Recuerdos I:  http://habana-havana.blogspot.com/2016/09/recuerdos-o-un-diario-malogrado-i.html


Recuerdos II:  http://habana-havana.blogspot.com/2016/09/recuerdos-o-un-diario-malogrado-ii.html



http://cubamigos.webcindario.com

Recuerdos, o un diario malogrado II

Cada mes, cada año , habían cosas nuevas e increíbles para un chico. Eran los tiempos en que seguramente el dinero de los soviéticos llegaba por tuberías. Tenia que ser así porque no se explica que 30 años después todo eso haya desaparecido sin dejar rastro cuando debió dar paso a nuevas y mas excitantes cosas.
 Para solo mencionar algunas cosas al vuelo:

.carreras de motos. Se hacían en el medio del Vedado, por todo el malecón.  Yo no sabía qué hacer , si mirarlas desde el piso 10 o desde el área de estar en la planta baja. Allí mismo en la esquina se hacia una de las curvas mas peligrosas hacia una de las rectas mas largas en el medio de la ciudad. Trajes brillantes, olor a aceite quemado,  bólidos que no podían mantener el control y salían disparados hacia los grandes cuadrados de paja que se ponían al borde la calle, antes de llegar al contén y que eran colocados en los lugares que  mas o menos se calculaba la trayectoria de una caída. 
¡La televisión a colores! Pequeñito, pero aun lo recuerdo. Siempre se ha dicho que ya antes del 1959 en Cuba se había ensayado la televisión a colores, pero claro después se paralizó todo. Y entonces los juegos olímpicos de Montreal y la tv en colores. Solo en los hoteles y en algunos lugares específicos. Y allí estaba yo en el verano del 1976 sentadito con mucho tiempo de antelación en la mañana, en una esquinita del lobby, sobre el piso, porque los asientos eran para los huéspedes solamente, que en ese momento eran los chilenos refugiados del golpe de estado de Pinochet. Pero solo duró en el lobby durante los juegos olímpicos, después lo pasaron para el bar del hotel y el otro que trajeron lo pusieron en una sala de reuniones en el décimo piso para ciertos momentos en que los representantes del gobierno se reunían con los chilenos.  Creo que lo único que no hacían era ver televisión juntos, pero en fin, allí estaba.

Mas adelante regreso a los chilenos.

Otra cosa fascinante era el bar. Un lugar oscuro, en la planta baja, el único lugar en Cuba que yo supiera donde había ginger ale, esa bebida ni dulce ni amarga, que venia en unas botellitas verdes de cristal semi transparentes y que de vez en cuando el barman me llevaba escondidas en su chaqueta de uniforme. El bar estaba detrás del restaurante, conectado con él por una puerta dorada grande , de corredera; y con el lobby con una puerta mas bien pequeña y ciertamente estrecha. Me llamaba la atención que los músicos que trabajan en el bar, y que iban llegando por las tardes tenían que entrar sus instrumentos por el restaurante porque no cabían por la puerta hacia y desde el lobby.

¡Los músicos!, que gente tan interesante para los niños, bueno, para mí que era el único que por mucho tiempo circulaba por cada recoveco del hotel. Mi primer recuerdo es de solistas, mas bien pianistas y guitarristas. Unas veces me sentaba en una butaca muy cerca de la puerta del lobby, o a veces a los pies del cajero en la puerta que comunicaba la cocina con el bar. Me llegaba al ritmo de los camareros que entraban o salían, o cuando intencionalmente me las arreglaba para dejar entreabierta la puerta que iba hacia el lobby. Pero siempre había alguien al que le molestaba ese hilillo de claridad y cerraba la puerta desde dentro. Quizás en mi casa había un radio en aquellos años, no lo recuerdo, pero aquello ciertamente era diferente, eran notas que llegaban en vivo, que tenían un alma, que volaban desde unas manos, rebotaban en las paredes del bar, chocaban con los espejos y las luces de baja intensidad, se volvían como locas tratando de buscar la salida para finalmente escapar por las puertas. Y allí estaba yo en algunas tardes, como dormido pero realmente atento, tratando de entender por qué aquello me emocionaba tanto.

Y las cosas se pusieron mejor, pues aquellos intérpretes solitarios un día se convirtieron en grupos. Para facilitar las cosas y no tener que trasladar los instrumentos pidieron permiso a los administradores del hotel y ensayaban en mi reino, es decir, el décimo piso. Cada sábado era una fiesta.
Me movía en silencio, me sentaba en un rincón, y escuchaba por horas. Al principio me decepcioné un poco. Se detenían mucho, conversaban de esto y de aquello. Discutían. Repetían fragmentos una y otra vez, pero con el tiempo les cogí la vuelta: no había que ir muy temprano, mas bien sobre las tres de la tarde, y entonces ya todo estaba perfilado, listo para ser lanzado al mundo.

Y allí en el décimo piso , rodeado de ventanales que daban al cielo azul sobre la ciudad, al mar, hacia las nubes o la lluvia en dependencia del día, volaba la música. No me interesaba en realidad ver a los músicos tocando. Solo me ponía de espaldas a ellos y me quedaba mirando hacia el infinito que entraba desde los ventanales. Allí estaba el horizonte azul que parecía ser lo máximo a los que los cubanos estábamos resignados y con permiso para percibir y soñar. Pero yo viajaba mucho mas lejos, solo que no recordaba nada  mas allá de la sensación de haber estado en otros lugares,  nada mas. 


Pero claro, era muy poco el tiempo que tenia para disfrutar de ellos. Entre una cosa y otra los ensayos se extendían y solo hasta eso de las dos o las tres de la tarde era que tocaban algunas piezas completas. Ya para esa hora mi mamá estaba casi terminando de trabajar, y ya saben, después venía esa competencia de las mujeres cubanas por los últimos rayos del sol de la tarde antes de que el día se fuera y muy posiblemente llegara la oscuridad mas absoluta por el apagón casi diario. Y eso era cundo estaba en vacaciones, porque cuando estaba en clases bueno, solo podía disfrutar de todo ese mundo del hotel los fines de semana, o mas bien los sábados.

No obstante era un placer que venia a mi de vez en vez. Porque no solamente era algo inusual, por decirlo de alguna manera , el poder vera un grupo ensayar y tocar en vivo, sino aun mas importante lo que tocaban. Era una música diferente, al menos del grupo que mas recuerdo. Una música de aire suave que cuando por fin los músicos llegaban a dominarla los hacia cerrar los ojos y dejarse llevar hacia algún lugar que solo ellos podían decir. Pero supongo que era muy cerca de donde yo me transportaba en ese momento. Quitecito, muchas veces con las rodillas recogidas y mi frente apoyada en ellas, tratando de contener el aliento para ni tan siquiera interferir  una nota esa música nos dominaba a todos. Creo que por aquellos años no era muy bien vista porque muchas veces se habló de tocarla en la noche y hasta donde recuerdo nunca se pusieron de acuerdo en hacerlo.

Jazz.
Que efecto tan increíble provoca esa música. A veces algún músico llegaba temprano y comenzaba a practicar, a calentar con algunos acordes de jazz. Después llegaba otro y se le iba sumando al primero, y después otro, y después otro y así hasta que todos estaban como interpretando un mensaje que solo ellos podían y sabían leer. A veces era un frenesí. Supongo que mezclaban, improvisaban, porque se reían, y se preguntaban en voz alta, ‘ ¿¡Cómo hiciste eso!?’ , ‘ ¡sígueme si puedes!
Todo eso duró un tiempo , pero un día ya no vinieron mas. Me resultó muy extraña esa mañana de sábado que se extendió en solitario. Cada vez que la puerta del elevador parecía abrirse salía corriendo desde la terraza a saludarlos. Pero no, no llegaron. Mi mamá me dijo que se comentaba que tocaron una música ‘en ingles’  fuera de programa y estaban pendiente de si le autorizaban o no seguir tocando allí. Lo que mas me asombró fue lo de la música en ingles porque realmente nunca los oí cantar. Además, había un pianista que tocaba también allí desde hacia muchos años y a mi entender también tocaba esa música, solo que para piano únicamente. Digo, era claro para mi que era el mismo tipo de música y nunca le paso nada. Quizás porque era un ciego y mayor.

En todo caso llego el silencio nuevamente al décimo piso y tuve que regresar al almacén, ese espacio entre el departamento de Ama de Llaves en la parte de atrás del piso diez y el salón de baile en la parte de alante. Ese espacio tenia una puerta hacia cada lado. En el lado del salón , muy pegados , estaban los elevadores. Creo que en ese rincón era donde se refugiaban los recuerdos del hotel, su memoria silenciosa que a veces se manifestaba en ruidos extraños, susurros o risas., y a veces en una tristeza o angustia que se podía respirar. Yo creo que por eso tantas personas se suicidaron en ese hotel. Te atraían con una fascinación retro y lograba embargarte de melancolía. Pero no a un chico que corría tanto y reía por todo.

Recuerdos I: http://habana-havana.blogspot.com/2016/09/recuerdos-o-un-diario-malogrado-i.html

Recuerdos III: 
http://habana-havana.blogspot.com/2016/09/recuerdos-o-un-diario-malogrado-iii.html

jueves, 11 de agosto de 2016

CUMPLEAÑOS ( MAS ALLÁ DE REGALOS DE METAL Y PLÁSTICO)

Mi cumpleaños .

Hace muchos años , cuando las cosas en Cuba comenzaron a ponerse realmente  feas, casi sin 
comida, los cubanos comenzamos a cambiar. Al principio imperceptiblemente, no fue d e repente.
Faltaban muchas cosas para la mayoría y otros comenzaban a prosperar basado en el dinero que sus 
familias les enviaban del extranjero o por trabajar en el turismo. Al pasar de los años la realidad ha 
cambiado aún más pues ha llegado el mundo material a infiltrar muchas mentes.

En aquellos años conocí a alguien por no mucho tiempo. En esos días era mi cumpleaños  y no 
obstante no había nada que se pudiera regalar pues cada cosa que teníamos representaba el valor de 
un tesoro, me hizo uno de los regalos más importantes de mi vida: uno d esos que abren las puertas 
de la comprensión de algo profundo  e importante. En una hoja de papel, enrollado como en los 
viejos tiempos y con una cinta negra me regaló esta historia que comparto:


Richard Bach

Ningún Lugar Está Lejos

******

¡Rae! ¡Gracias por invitarme a tu fiesta de cumpleaños!
Tu casa está a miles de kilómetros de la mía, y viajo sólo si tengo una buena razón...
Una fiesta para Rae es la mejor razón y ansío estar contigo.
Inicié mi jornada en el corazón del colibrí al que tú y yo conocimos tiempo atrás.
Fue tan cordial como siempre, pero cuando le dije que la pequeña Rae estaba creciendo y que yo iba a su fiesta de cumpleaños con un regalo, quedó perplejo.
Volamos largo rato en silencio; por fin él dijo:
- Entiendo muy poco de lo que dices, pero lo que menos entiendo es que vayas a la fiesta.
- Por supuesto que voy a la fiesta - respondí -. ¿Acaso es tan difícil de entender?
Calló, y cuando llegamos al hogar del búho, dijo:
-¿Es que los kilómetros pueden separarnos verdaderamente de los amigos?
Si quieres estar con Rae, ¿no estás ya allí?

- La pequeña Rae está creciendo y voy a su fiesta de cumpleaños con un regalo - dijo el búho.
Tuve una extraña sensación al decir voy de esa manera, después de hablar con el colibrí, pero lo dije así para que el búho comprendiese.
También él voló en silencio largo rato. Fue un silencio amistoso, pero cuando me depositaba a salvo en el hogar del águila, dijo:
- Entiendo muy poco de lo que dices, pero lo que menos entiendo es que llames pequeña a tu amiga.
- Por supuesto que es pequeña - respondí -, porque no ha crecido.
¿Acaso eso es tan difícil de entender?
El búho me miró con sus profundos ojos ambarinos, sonrió y dijo:
- Piénsalo.


- La pequeña Rae está creciendo y voy a su fiesta de cumpleaños con un regalo - dije al águila. Tuve una extraña sensación al decir voy y pequeña después de hablar con el colibrí y el búho, pero lo dije así para que el águila comprendiese.
Juntos volamos sobre las colinas, y remontamos los vientos montañeses.
Por fin dijo:
- Entiendo muy poco de lo que dices, pero lo que menos entiendo es esta palabra cumpleaños.
- Por supuesto, cumpleaños - respondí -.
Vamos a celebrar la hora en que empezó Rae, y antes de la cual ella no era. ¿Acaso eso es tan difícil de entender?
El águila curvó sus alas diestramente y aterrizó con soltura, posándose en la arena del desierto.
-¿Un tiempo antes que empezara la vida de Rae? ¿No te parece más bien que es la vida de Rae la que empezó antes de que existiera el tiempo?

- La pequeña Rae está creciendo y voy a su fiesta de cumpleaños con un regalo - dije al halcón -. Tuve una sensación extraña al decir voy y pequeña y cumpleaños después de hablar con el colibrí y el búho y el águila, pero lo dije así para que el halcón comprendiese.
Debajo de nosotros, a lo lejos, se derramaba el desierto, y al fin dijo:
- Mira, entiendo muy poco de lo que me dices, per lo que menos entiendo es crecer.
- Por supuesto, crecer - respondí -. Rae está más cerca de ser adulta, un año más lejos de ser una niña- ¿Acaso eso es tan difícil de entender?
El halcón aterrizó por fin en una playa desolada.
-¿Un año más lejos de ser una niña?  ¡Eso no suena como crecer!
Y elevándose en el aire, partió.


Yo sabía que la gaviota era muy sabia. Mientras volaba con ella pensé con sumo cuidado y elegí las palabras de modo que, cuando hablara, ella supiese que yo había estado aprendiendo.
- Gaviota - dije por fin -, ¿por qué vuelas conmigo a ver a Rae, cuando en verdad sabes que ya estoy con ella?
La gaviota descendió sobre el mar, sobre las colinas, sobre las calles, y suavemente aterrizó en su azotea.
- Porque lo importante - dijo -, es que tú sepas esa verdad. Hasta que la sepas, hasta que verdaderamente la comprendas, puedes mostrarla sólo de maneras más pequeñas, y con la ayuda externa de máquinas, personas y aves.
- Pero recuerda - agregó -, que el ser desconocida no impide a la verdad ser verdadera.
Y partió.
Ahora es tiempo de abrir tu regalo. Los obsequios de latón y de vidrio se gastan en un día y desaparecen. Pero yo tengo un regalo mejor para ti.
Es un anillo para que lo uses. Centellea con una luz especial y nadie puede quitártelo; no se lo puede destruir. Eres la única en el mundo entero que puede ver el anillo que hoy te entrego, tal como yo fui el único que pude verlo cuando era mío.
Tu anillo te otorga un nuevo poder. Usándolo puedes elevarte en las alas de todas las aves que vuelan...
Puedes ver a través de los dorados ojos, puedes tocar el viento que sopla por entre sus aterciopeladas alas, puedes conocer el júbilo de llegar muy alto sobre el mundo y todas sus preocupaciones. Puedes permanecer cuanto quieras en el cielo, después de la noche, durante la salida del sol, y cuando tengas ganas de bajar otra vez, tus preguntas tendrán respuestas y tus angustias habrán desaparecido.
Como cualquier cosa que no se puede tocar con las manos ni ver con los ojos, tu regalo se torna más poderoso a medida que lo usas.,
Al principio podrás usarlo solamente cuando estés al aire libre, observando al pájaro con el que vuelas.
Pero más tarde si lo usas bien, funcionará con aves a las que no puedes ver, y al final comprobarás que no necesitas anillo ni pájaro para volar sola sobre el silencio de las nubes.
Y cuando ese día te llegue, debes dar tu regalo a alguien que sepas que lo usará bien, y que pueda aprender que las únicas cosas que importan son las que están hechas de verdad y alegría, y no de latón y vidrio.
Rae, ésta es la última fiesta que celebraré contigo, después de haber aprendido lo que me enseñaron nuestros amigos, los pájaros.
No puede ir a estar contigo porque ya estoy allí.
No eres pequeña porque ya has crecido, jugando entre los momentos de tu vida como lo hacemos todos, por la diversión de vivir.
No tienes cumpleaños porque siempre has vivido; jamás naciste y nunca morirás.
No eres la hija de las personas a quienes llamas madre y padre, sino su compañera de aventuras en una luminosa jornada para comprender las cosas que son.
Cada regalo de un amigo es un deseo de felicidad, como este anillo lo es para ti.

Vuela libre y dichosa más allá de los cumpleaños y a través de la eternidad, y nos encontraremos alguna que otra vez, cuando lo deseemos, en medio de la celebración que jamás puede terminar.