Si hay algo que queda claro cuando se visita Cuba es que hay pocas cosas más importantes que hacer un viaje para un cubano de hoy en día. Y algunos solo necesitan una oportunidad. El viaje de ida.
Si hay algo que por otro lado no nos queda claro a todos los cubanos es que las personas que vienen a Cuba pocas veces se les ha regalado su dinero, usualmente lo han luchado, los han trabajado fuerte o al menos lo han pensado muy bien. Desde aquí todo parece fácil.
La motivación principal del viaje de los cubanos hoy en día es la compra y el paseo por el capitalismo. No importa el país, casi todo el tiempo se pasa entre tiendas, restaurantes, hoteles y si hay algún viaje entre ciudad y ciudad entonces se conoce algo del país. Casi nadie va a museos o recorre la ciudad admirando la arquitectura. No es extrañar que muy pronto comiencen a merodear los pensamientos de quedarse a vivir allí “donde todo funciona y hay de todo”. Y además se puede pedir ayuda para establecerse y a los cubanos generalmente se las otorgan.
Debido a mi trabajo haciendo recorridos de ciudad y con el turismo, he conocido algunas personas maravillosas y de corazón enorme que se han convertido en amigos. Y ellos siempre han insistido mucho en invitarme a sus casas y prometido un viaje de ensueño.
Pero tengo razones, propias, para quedar en espera y no correr detrás de esas propuestas:
. los costos. Todo es cada vez más caro, y yo no puedo aportar un centavo, literalmente. ¿Creen que es una posición cómoda para mí y justa para la otra persona?
Todo: comida, alojamiento, paseos, posibles compras si las hubiera, todo sería a costa de la otra persona. Esa dependencia del dinero ajeno es difícil de llevar. Al menos para mí.
Pero todo el proceso comenzaría mucho tiempo antes. El proceso de viajar para un cubano es engorroso y muchas veces humillante. El costo de un pasaporte es de 100 dólares o euros que no tengo, e incluso si me lo enviaran seria casi doloroso porque nunca hay garantía de que se obtendría la visa.
En otro blog usé la frase que a los cubanos se les quiere, pero lejos. Los requisitos son casi insalvables de manera honesta (por lo tanto nos obligan a mentir para lograr el sueño), hay que tener cuentas bancarias en miles de euros o dólares, o ahora su equivalente en pesos cubanos, que para un ciudadano honesto es casi imposible de obtener. Recuerden que soy maestro.
Y al final, aun cumpliendo los requisitos perfectamente, te pueden rechazar. No hay garantías porque todos somos posibles emigrantes en la lógica primer mundista.
Pero imaginemos que logre viajar a Europa, o a Estados Unidos, o a Méjico. Paso unos días maravillosos, disfruto lo que para mí serían manjares, recibo regalos, conozco personas interesantes y todas muy amables, me sumerjo en paisajes nevados o de montañas, visito museos que nunca imaginé que visitaría, mi mente estaría relajada sin pensar en el sustento o el miedo a tantas cosas.
Y llega el día del regreso, el regreso a lo que ustedes saben que es mi mundo de escases y problemas tan sencillos y complejos como numerosos. Regreso con toda esa belleza en los ojos, con toda esa paz en el corazón, y diciéndome una y otra vez que todo va a estar bien.
Eso lo he visto muchas veces, y sé que no funciona. Es como un virus que infesta el espíritu y no te deja vivir. No importa si tienes familia o no, la suerte está echada, las locuras se cometerán: se venderán las casas para poder pagar a coyotes o a funcionarios de embajadas o para tener las cuentas bancarias. Se renunciará a amigos y familia, lo importante es irnos detrás de ese sueño maravilloso que vivimos por un mes o dos. Nos presentaremos en las oficinas de esos países y denigraremos a nuestra patria, a nuestras ideas, a todo lo que pueda ser ensuciado con tal de tener ese sueño convertido en realidad permanente.
Y eso si se logra.
Pero imaginen que no y entonces la pesadilla y el sueño conviviendo juntos, luchando día a día. Es como la bipolaridad. Pasaran los días y a medida que desaparecen los sabores del paladar, los perfumes del olfato, las imágenes y paisajes de la vista, todo aumenta en la mente, se agiganta y te va aplastando. Y la paz se convertirá en una palabra hueca.
GRACIAS de todo corazón a los que quieren regalarme algo tan especial, por la bondad y la amistad. Es un regalo especial y ya me tienen ganado por siempre. Quizás este' complicando algo demasiado simple.