martes, 18 de marzo de 2025
La Habana, una de las siete ciudades maravilla del mundo
domingo, 22 de diciembre de 2024
HISTORIAS DE CUBANOS: LA OSTENTACION
Estas líneas para algunos puede ser solo anecdótico. Para otros son tonos de gris, entre el color blanco absoluto inexistente y el color negro maldito
En las calles de La
Habana, un Mercedes Benz con placa que comienza con "W" o
"P" es hoy el símbolo más visible del nuevo poder. Mientras miles de
habaneros esperan durante horas en las paradas de guaguas bajo el intenso sol
del Caribe, estos vehículos de lujo circulan con sus ventanillas cerradas y el
aire acondicionado funcionando, como testimonio silencioso de una nueva casta emergente. Pero la historia de los símbolos de poder en Cuba es mucho más
compleja y ha experimentado profundas transformaciones a lo largo de las
décadas.
Antes de 1959, la riqueza
se manifestaba de manera tradicional del capitalismo: la posesión de centrales
azucareros, extensas cabezas de ganado, y cadenas de tiendas marcaban
claramente quiénes eran los poderosos. La Revolución transformó radicalmente
este panorama. Con la nacionalización de propiedades y la salida de las
familias adineradas, los indicadores de estatus cambiaron drásticamente.
Durante la segunda mitad
de los años sesenta, al comienzo del bloqueo estadounidense y antes de
consolidarse los vínculos con la Unión Soviética, los símbolos de distinción se
volvieron sorprendentemente modestos: poder estrenar zapatos nuevos o tener
varios pares para diferentes ocasiones se convirtió en un privilegio notable.
Realizar una fiesta de cumpleaños con todos los elementos tradicionales, sin
necesidad de "inventos", era ya un signo de posición privilegiada.
La década de los setenta
trajo nuevos marcadores de estatus. El poder viajar fuera de Cuba se convirtió
en el privilegio máximo, reservado casi exclusivamente para funcionarios
gubernamentales y sus familias. Sus hijos se distinguían por pequeños detalles:
un maletín escolar de calidad, plumas de colores, juguetes importados con
características especiales como "autitos" con puertas que se abrían.
Mientras tanto, la mayoría de los cubanos vestían ropas desgastadas y
descoloridas, situación que llevó a la importación de telas -mayormente chinas-
que, aunque de colores llamativos y diseños repetitivos, transformaron las
calles habaneras en un desfile de vestuarios idénticos. Incluso esa “forma de
vestir” , no vamos a llamarla moda, se le decía “24 x segundo” parafraseado la
cantidad de cuadros por segundo de una película.
Los años ochenta marcaron
un punto de inflexión. Tras el éxodo del Mariel, y con el fortalecimiento de
las relaciones con el campo socialista, aparecieron nuevas formas de distinción
social. Las tiendas comenzaron a ofrecer muebles, electrodomésticos e incluso
algunas prendas de marcas internacionales. Una nueva generación de
profesionales accedió a ciertos privilegios: créditos para automóviles, acceso
a bienes de consumo especiales y, sobre todo, la posibilidad de viajar.
La década de los noventa,
tras la caída de la URSS, vio emerger una nueva élite. Los hijos de la clase
dirigente, criados con privilegios y contactos internacionales, heredaron
propiedades estratégicamente ubicadas que transformaron en negocios lucrativos:
casas de renta, restaurantes privados (paladares) y conexiones con el turismo
emergente. Esta generación, conocida popularmente como "los hijos de los
dirigentes", desarrolló una visión híbrida: ni contrarrevolucionaria ni
ideológicamente comprometida, sino pragmática y orientada a los negocios.
Llega la década de los dos
mil. Obama por unos meses levanta la prohibición de viajes a Cuba y hasta el
mas pinto de las palomas hizo dinero, siempre y cuando tuviera propiedades o cierto capital. Lo que
era privilegio se convirtió en algo común para mas personas: viajar, conocer
extranjeros poderosos, residir en el extranjero. Los privilegios se
transformaron. Ya habían grandes privilegio, medianos privilegios, pequeños
privilegios y . . .nosotros, los que no tenemos ninguno.
Concentrémonos en los
grandes. Hoy en día se han ampliado las posibilidades de negocios, sobre todo
con la importación de alimentos. Y para colmo, hasta este momento en que
escribo estas líneas, casi sin pagar impuestos.
¿Quiénes son los nuevos
privilegiados?
Fácilmente los detectas
con los nuevos signos del poder: autos lujosos, grandes, fuertes que se pasean
por el país ostentando, sí, ostentando su posición económica. Al principio se
les autorizó solamente vehículos de carga, después, como siempre alguien gana
con el rio revuelto, en un país donde falta la gasolina, las energías, la
electricidad, proliferan todos esos autos con placas que comienzan con W y P. Es
la cara notable de la nueva casta.
Pero, ¿Quiénes son esos?
Comencemos por lo más difícil
de tragar y digerir: los cubanos pobres de hoy son los hijos de los honestos de
ayer.
Los pobres de hoy no es que no tengamos
inteligencia, talento o ganas, es que no tenemos capital, y por lo tanto no
somos esos que podamos aspirar a tener esos permisos que da el Estado para
tener negocios y como consecuencia esos autos de lujos, que como dije es lo
visible, la punta del iceberg, y que como una bofetada la sentimos en el rostro.
Segundo, la respuesta: ellos son por un lado los hijos y nietos de los corruptos
de ayer, de los hijos de los que fueron gerentes o
trabajaron en empresas extranjeras, de los que fueron funcionarios del gobierno
y que incluso traicionando sus obligaciones y siendo depuestos de sus cargos
conservaron sus casas que pudieron rentar y sus contactos en el extranjero. También
los hijos de aquello oficiales del gobierno que hicieron buenos trabajos y que
por el ambiente en que crecieron, estudiaron y mantuvieron las relaciones con
gente importante en otros países y viviendo en el extranjero hacen negocios en
Cuba y disfrutan en el capitalismo luminoso dinero que extraen en la Cuba pobre.
Los otros, y aun más
delicado desde el punto de vista político: quienes tienen familia en Estados
Unidos. Los hay quienes se fueron de Cuba al principio de la revolución, pero ya
son muy mayores, la mayoría son emigrados en la década del 1980 que han hecho algo
de dinero, no suficiente para Miami,
pero mucho para La Habana y han visto la oportunidad de oro de aprovecharse de
casi 10 millones de cubanos con grandes necesidades, sobre todo de alimentos.
Usualmente traen mercancías desde Méjico o Panamá, hasta ahora los impuestos
muy bajos, abren negocios mayoristas y minoristas, llenan las calles con sus
productos de tres a diez veces su valor original, lo venden en la moneda cubana
con la que después compran dólares que regresan a Estados Unidos. El noventa
por ciento están en contra del gobierno y la revolución misma, y ni tan
siquiera lo esconden, solo hay que quedarse un rato en sus negocios y oírlos
hablar, pues en su ostentación se creen intocables.
Todo esto hace que al
menos algunos del pueblo puedan resolver alimentos y demás. Ha sido por otro
lado un salvavidas para el gobierno que cada día más va renunciando a sus
funciones como Estado en situación de emergencia alimentaria para que nos
vayamos acostumbrando a la selva financiera.
¿Negativo?
Uno, es obvio que se lava dinero, y por otro lado el enorme coste ideológico que genera todo esto. Porque el mensaje es bien claro: los hijos o nietos de personas que se fueron del país, no porque andaban buscando mejores oportunidades para vivir, sino porque eran abiertamente contrarrevolucionarios, llegaron a Estados Unidos y lo que decían que no era posible se hizo posible aunque fuera un poquito y son los que están manteniendo hace rato con remesas a sus familias, y ahora con estas posibilidades. Y los trabajadores, las personas que han estado en las menos malas y las malas, que han echado pie en tierra por la revolución,o sencillamente están atrapados en la Historia y son las que están dando su dinero para que ellos se enriquezcan y vivan en condiciones que un obrero no puede soñar.
La Habana en el verano es
un horno, sobre todo en las tardes. Estar dos o tres horas esperando una guagua
(autobús) para llegar a casa extenuado y enfrentarse a una despensa vacía, o
casi, es duro. Pero mas duro es ver pasar por esa parada de guagua un auto del año con aire acondicionado con placa W, y ni tan siquiera ofrecer un alivio a esos
que posiblemente enseñen a sus hijos o sanen a sus padres en los hospitales.
La ironía histórica no
escapa a nadie: muchos de los que hoy ostentan el poder económico son
descendientes de quienes abandonaron Cuba por oponerse a la Revolución.
Mientras tanto, los hijos de quienes permanecieron leales al proyecto
revolucionario o fueron victimas pasivas de la voragine historica frecuentemente se encuentran entre los sectores más vulnerables
de la sociedad.
Humberto Guia & Maestro en la Habana Whatsapp +5352646921
martes, 17 de diciembre de 2024
HISTORIAS DE FIN DE AÑO. Un momento en la noche en el malecón
Unos minutos en el Malecón
Entrada de diario
Hoy me senté un rato en el muro del Malecón. No tenía un motivo concreto, solo una especie de cansancio blando, como si el día pesara más de lo habitual. Alguien me dijo una vez que el mundo me pasaría por encima, que yo no tenía ese filo de los que logran cosas grandes. Supongo que no se equivocaba del todo. Pero aquí estoy. He vivido, he comido aceptable, he amado más o menos, he tenido algo de dinero —nunca demasiado, pero lo suficiente para no tener que compartir el último pan. Y he tratado de no hacer daño. Eso debería contar para algo, ¿no?
A veces siento que he ido caminando por los bordes, evitando las avenidas principales de la vida, como quien se pierde a propósito en una ciudad extranjera solo para no tener que llegar a ningún lado. Y me ha gustado. A ratos me he sentido como una estrella de rock venida a menos, sin guitarra ni gira, pero con estilo.
La Habana no es una ciudad, es un recuerdo húmedo. Las calles están llenas de cosas que ya pasaron. No de gente exactamente, sino de lo que dejaron atrás: el olor a su ropa, la risa que se les cayó en una esquina, un deseo mal apagado. Si te detienes lo suficiente, empiezas a escucharlos. Hay lugares donde las memorias son tan densas que te pisan los talones. Y no todas son tristes. Algunas solo están cansadas.
El mar hoy estaba tranquilo. No indiferente —tranquilo. Como si también necesitara un respiro. Me gusta pensar que me entiende, que él también tiene días en que no quiere sostener tanta historia encima. Me dejé despeinar por la brisa sin resistencia, como si el viento pudiera quitarme también algunas dudas.
Lo curioso es que, en medio de todo, no me siento ni exitoso ni fracasado. Solo... existente. Como si estuviera haciendo tiempo hasta que llegue algo, sin saber exactamente el qué. Pero no me angustia. No siempre hay que tener un propósito para estar en paz.
A veces basta con ver el horizonte sin esperar que algo venga del otro lado.
Humberto
Guia Local y Maestro.
whatssap +5352646921
jueves, 12 de diciembre de 2024
HISTORIA DE CUBANOS. GONZALO
Historia de Cubanos. Gonzalo
Aquí tienes una versión reelaborada con un tono más introspectivo, maduro y combativo: la voz de alguien que ha peleado muchas batallas y sabe que el descanso nunca será completo, porque vivir también es resistir.
Gonzalo, desde el balcón
En una tarde pegajosa de agosto, me asomo al balcón. El mar está ahí, azul, sereno en apariencia. Pero yo lo conozco. Ese mar arrastra, separa, borra huellas. También te las devuelve cuando menos lo esperas. Del otro lado, Florida. Mis hijas. Un futuro que no era el mío, pero que ayudé a construir.
Uno no se da cuenta de cuánto pesa una decisión hasta que empieza a mirar hacia atrás con demasiada frecuencia. Trabajé duro. Me gané un lugar decente. Viajé, traje cosas, llené la casa con comodidades que nunca tuve de niño. Quise que mis hijas lo tuvieran todo. Y sin saberlo, las fui preparando para marcharse. En cada metro europeo que elogié, en cada supermercado lleno, en cada parque sin baches ni consignas, les insinué que había una vida mejor. Tal vez más cómoda, sí. ¿Mejor? Eso está por verse.
Cuando se fueron, no hubo llanto dramático ni promesas rotas. Solo esa sensación de que algo se soltaba para siempre. La arquitecta limpia casas. La emprendedora se ahoga entre formularios y créditos. La médica, mi orgullo, estudia para volver a hacer lo que ya sabe hacer. No se quejan. Me llaman. Me mienten. Yo también les miento. Jugamos ese juego de padres e hijos donde todos pretendemos que está bien.
Y aquí estoy, con mi esposa, pensando si debemos cruzar también. No por el sueño americano. Eso ya no me seduce. Es por estar cerca. Por no morir lejos de los que amamos. Pero me duele. Porque lo que tengo no fue suerte, fue lucha. Porque aquí, entre carencias y obstáculos, pude vivir con dignidad. Y ahora, para estar con ellas, tendría que empezar desde cero en una tierra que no me espera.
Hay algo cruel en ver cómo el deseo de “mejorar” puede desarmar todo lo que uno construyó. Cómo el consumismo se disfraza de amor. Cómo se justifica el desarraigo diciendo que es “por el bien de la familia”. Yo lo dije también. Ahora me doy cuenta de que no era cierto. O no del todo.
Este país me enseñó a resistir. A trabajar con poco. A no perder el alma. Sé que allá todo cuesta más: el tiempo, los vínculos, la salud mental. Lo sé porque me lo cuentan... o me lo callan. Pero no les guardo rencor. Ellas también luchan. A su manera.
El mar no responde. Solo se mueve. Como yo. Como todos los que hemos aprendido que no hay victoria definitiva. Solo pasos. Algunas veces hacia adelante, otras solo para mantenerse en pie.
HUMBERTO. Guia y Maestro
Tours en La Habana.
whatssap +53 52646921
lunes, 9 de diciembre de 2024
ENTREVISTA 2 (A LOS OTROS CUBANOS): SONYA
SONYA
Las madres
cubanas, igual que todas las madres latinas, son muy posesivas con sus hijos.
Nunca comprenden que son solo un vehículo por el cual llegamos los hijos.
Recuerdo que cuando tenía más o menos nueve años y recién fallecido mi papá se
lo dije a mi madre. Le peinaba sus rizos negros en los que ya asomaban unas
canas, le dije que no me quedaría a verla envejecer. Que partiría tarde o
temprano de la casa. Quería vivir sola, no quería tener hijos. Sus ojos, que ya
estaban cansados, me miraron fijamente y decidieron no creerme. Al menos eso
pensé en ese momento, después comprendí que realmente había decidido no dejarme
partir, costase lo que costase.
Fue la
primera persona que se equivocó de plano conmigo. No sé por qué creen que mi aspecto de chica linda no
contiene una voluntad de hierro. . . o quizás la falta de un corazón sensible. Quieren
imponerme reglas, quieren seducirme y atraparme en relaciones. Aunque tengo que
reconocer que mi madre me llevó por un camino expedito y sin obstáculos por el
sistema de educación, tuve ropas y zapatos en una Cuba llena de escaseces,
celebraba los cumpleaños en las piscinas de hoteles de la Habana, compró a médicos que emitieron certificados para que
no fuera a las escuela en el campo. Y así llegué a la universidad.
Siempre
quise estudiar derecho. Ya sé lo que estás pensando. Lo mío no era lo de
juicios, presos, defender a ladrones o corruptos. Lo mío era lo de las
relaciones internacionales, las corporaciones, el derecho internacional.
¿En Cuba?
Solo espera.
Recuerda que fuiste mi maestro, que lo que serían clases por cinco años lo
fueron por dos. Tenía planes de otros idiomas y que mientras esperaba para
matricular en la Alianza Francesa me diste clases de alemán. Y así cuando entré
en la universidad ya tenía un tramo andado.
Así fue que
la chica de ojos azules intensos, cabello muy negro con cuerpo de sirena, que
tocaba el piano y la guitarra, que sabía tres idiomas además del suyo y que no
salía con nadie pasó por los tres primeros años de la carrera. Tenía
calificación perfecta, pero como no era participativa en la política sabía que
las posibilidades de un buen trabajo directo al graduarme estaba al borde del
precipicio. Solo una oportunidad de oro podía salvarme porque hay sacrificios
que no estaba dispuesto a hacer. Esas marchas, esos juegos deportivos
universitarios, esos sudores interminables solo eran una última opción y siempre
a ser evitados.
Y me puse a
esperar. En estos dos años que faltaban tenía que aparecer algo importante y
debía estar preparada. Y así fue.
Llegaron
unos abogados de un importante bufete de Canadá. Venían a dar un curso de
negociación. En aquellos años en la universidad había un plan piloto de idioma
francés y los abogados comenzaron su clase hablando en francés. Tímidamente se
levantó un brazo. Era la jefa de los jóvenes comunistas: ¿no pudiera hablar en
español?
El profesor
se bajó las gafas hasta la punta de la nariz, ¿Cómo? A mí me dijeron que
ustedes hablaban fluidamente el francés.
El silencio
y alguna que otra risa nerviosa fue la respuesta. OK, dijo el profesor, solo se
quedan los que puedan hablar fluidamente el francés y el inglés.
Nos quedamos
ocho. Y fue brillante. Ocho mentes muy parecidas a la mía, aunque con menos
ambición, en el sentido positivo de la palabra. Al final del curso nos dieron
una tarjeta de presentación para si quisiéramos contactarlos cuando
“visitaramos” Canadá. Todos rieron ante la imposibilidad de ese pensamiento.
Todos menos yo, pues hacia mucho que esa posibilidad estaba en el libro de
planes de mi vida.
Mi tesis de
graduación fue sobre Marcas y Patentes. Principalmente sobre la Coca-Cola en
Cuba. ¿Recuerdas que te puse en los agradecimientos? Si, uno de los tres , solo
tres. Y en menos de un año estaba en Canadá visitando a mis “amigos”. Realmente
aproveché la oportunidad de un evento internacional al que nos enviaron a un compañero de trabajo y a mí. Al día
siguiente me le perdí y fui al bufete. El canadiense a duras penas me reconoció,
pero finalmente lo hizo y me ofreció trabajo. Fueron tres años gloriosos, de
aprendizajes y de economía. El mundo anglosajón gira alrededor del dinero. Pero
yo no gastaba mucho porque había algo que no me dejaba quieta. Era tan ridículo
y lo probé todo para quitarme la nostalgia, pero me faltaba Cuba.
¿mi madre?
No resistió mi partida. Es decir, ella pensaba que habría retorno de aquel
viaje y cuando la llamé para decírselo me amenazó con matarse. No pensé que lo
haría, pensé que sería solo uno de esos chantajes, pero lo hizo. Agradezco
mucho a los vecinos que la enterraron. Lo que no pudo lograr mi madre lo hizo
la nostalgia por cosas que aun hoy no entiendo.
Regresé como
representante de compañías canadienses en Cuba. No pude recuperar mi
apartamento, pero tengo otro, y otras cosas que la gente llama prosperidad. Lo
importante para mí es el reto y estar libre de ataduras, sobre todo
sentimentales. ¿Cuba? Está en un punto crítico , no se le perdona ciertas
cosas. Y miro a los cubanos caminar hacia la luz y otros hacia el precipicio. Sobre
todo ese coqueteo que tienen los artistas e intelectuales con ese enemigo histórico
de Cuba. Si yo, que me encanta la sociedad de mercado y sus ventajas me doy
cuenta, ¿Cómo ellos no?.Los tontos del cuento que después estarán llorando por
los rincones, pero si hay que vivirlo, hay que vivirlo.
Me gusta de Cuba el clima, sus playas, su energía intrínseca, pero los cubanos en su mayoría no. Pero hay algunos que pueden hacer la diferencia, es una pena que hayas decidido mantenerte al margen de tantas cosas, pudieras hacer la diferencia, pero quizás en ese aspecto pienses como yo, o como diría un amigo: pensar que sus votos valen igual que el mío. Ese es el gran error en mi opinión.
domingo, 10 de noviembre de 2024
ENTREVISTA 3 (A LOS OTROS CUBANOS): ABEL
ABEL
Ya sabes, mi
nombre es Abel. Salí de Cuba en el año 2000
cuando recién me graduaba de economía. Realmente aguanté hasta el final de la
carrera a duras penas. Ya no resistía tantas escaseces, tanto calor en todas
partes, tanto marginal en todos los niveles. Gente vulgar y fea. La fealdad era
como una sombra funesta que conquistaba cada vez más terreno. Quería irme a un país
rico y donde la mayor parte del tiempo hubiera frio, o al menos hubiera aire
acondicionado en todas partes. Asocio el calor con la pobreza. El sudor, los
olores fuertes, el desgaste ante cualquier esfuerzo aunque sea mínimo. Y en Cuba
sobra todo eso. Lo de país rico era para llegar a un lugar donde ya todo
estuviera hecho y no en perpetua y estéril construcción .
Llegué a Canadá
y el único trabajo que encontré fue limpiando pizzerías en la madrugada. Tres pizzerías
cada noche. Así por casi dos años, hasta que una tarde de un día libre conocí a
Paul enseguida nos llevamos bien y nos fuimos a vivir juntos al mes. Le conté
mis sueños de un día llegar a Cuba como un hombre rico y restregarles a todos
los comunistas de mi cuadra mis éxitos. Le prometí llevarlo a Cuba por todo lo alto.
De manera
corta: me consiguió un trabajo en la compañía donde trabajaba. Me fue tan bien
que en un año me enviaron a un curso en España para nuevas técnicas de administración
y su relación con los bancos. Al terminar el curso presenté una solicitud en el
Banco Interamericano de Desarrollo que estaban buscando empleados para sus
oficinas en Haití. ¿Haiti? Pues sí, pero allí aprendí que en todas partes
(menos en Cuba posiblemente) había grandes supermercados, edificios imponentes
de bancos, clubes para los ricos y un mundo separado por clases. Mucha comida
basura para los pobres, mucha comida buena para los que podían pagarla. Si al
menos en Cuba fuera así. En fin, tremendo salario y por poco pierdo la vida
porque a los seis meses ocurrió un terremoto que dejó al país
más en ruinas aún, si fuera posible. Me pagaron una buena compensación y me
enviaron a trabajar a Perú. Allí estuve tres años, en Méjico tres más, y desde
entonces en Miami y Houston. Ya sabes, mucho dinero. Saque’ de Cuba a mi madre,
mis dos hermanos y a mi abuela. A mis hermanos les busqué buenos trabajos, a mi
madre y a mi abuela las hice viajar por los cinco continentes. Otro día te
cuento. Pero Cuba no se me quitaba de la cabeza, es decir tenía algo pendiente.
No, no era cuestión de ninguna venganza, al menos no de ese
tipo, es que quería tener ciertas satisfacciones. Después que murió mi abuela vendí
mi apartamento en Canadá, me separé de Paul y me instalé definitivamente en
Miami. Me gusta, excepto por los cubanos
de allí, es la misma escena patética de Cuba, pero en un espejo invertido. Mucho
ruido, juegos de dominó y políticos viejos encadenados en el pasado que
arrastran a los que llegan a cumplir la vendetta política.
Regreso a mi vida. Viajé nuevamente a La Habana en el 2015. Muchos
sentimientos encontrados, pero ya sabes, tenía mis convicciones y mis sueños. Para
colmo el gobierno cubano mostraba signos de debilidad, es decir, ellos decían construir
puentes a los emigrados para que colaboraran de cualquier manera o regresaran a
Cuba. Tontos, es como entregarle la pala al sepulturero. Parece mentira que no
nos conozcan. Y es cierto lo que dices de que tu sufrimiento no nos hace vencedores
, pero también es cierto que la venganza es un plato que se come frio.
Compré dos apartamentos en La Habana. Para rentar
habitaciones a turistas que yo mismo traería de manera indirecta a Cuba. Le vendería
lo mejor del país, y como debe ser, la mejor parte para mí. A los tres años me aburrí
porque hasta para conseguir papel sanitario era un problema, muchas cosas las traía
de Miami, y con esa intuición que Dios me dio decidí vender los apartamentos. Además,
no sé por qué, pero hay cada vez más negros, eso no puede traer algo bueno, al
final habrá un problema serio con eso, seguramente quemaran cosas en las calles
y se meterán en las tiendas. Creo que será la venganza del comunismo en Cuba para
el futuro sin ellos.
En todo caso, quise encontrarme contigo para despedirme. Quizás
algún día nos veamos por alguna parte del mundo. No regreso a Cuba más, ni aun
sin el comunismo, no vale la pena, esto siempre será lo mismo, por lo menos en
el tiempo que me resta de vida, se lo digo a una prima que me queda por acá, me
tiene harto con que ama a Cuba, solo le envío dinero por mi madre, que si no se
conformara con lo que dan por esa libreta de racionamiento. Todavía me pregunto
cómo has podido no solo sobrevivir aquí , sino mantenerte cuerdo.
¿mi patria? Ese es un concepto del pasado, atrasado, ya el
mundo es casi uno solo, es una apariencia de tantas cosas incluidos esos
conceptos de soberanía, patria, independencia. Pero no te pongas triste, el
mundo va en esa dirección cada vez más y en dos décadas, pues nada.
Historia de cubanos. Gonzalo
https://habana-havana.blogspot.com/2024/12/historia-de-cubano-gonzalo.html
ENTREVISTA 1: RAFAELjueves, 10 de octubre de 2024
ESCLAVO COME CROQUETAS, ASI NOS VEN
Dos introducciones para comprender mejor. Y leer hasta el final, que siempre pueden ser sorprendentes.
Hace algunas semanas un cubano, o una cubana, viviendo
en Cuba, publicó en Facebook una foto con sus brazos con algunas quemaduras
leves. En el texto de las fotos se decía que esas quemaduras fueron hechas
porque estaba friendo unas croquetas que se venden muy baratas y que al
ponerlas en el aceite caliente saltaron de la sartén. Allí venían una serie de
insultos al gobierno que vendía esas croquetas que debían ser comida para
animales y no para personas. Ciertamente las redes se hicieron eco de ese post (sí,
nosotros nos quejamos del precio del helado y de las croquetas ya que nos
faltan los secuestros, los narcotraficantes y los asesinatos en masa) y poco a
poco se le añadieron más elementos y se compartió mucho entre cubanos emigrados
y sus amigos extranjeros. Como información de primera mano quiero decir que yo también
las he comprado, frito y comido sin tener esa mala suerte, pero quizás me
tocaron las menos saltarinas de todas. No obstante, malas son, pero en Cuba comemos
los que haya a la mano no los que queremos.
La otra introducción es que en el transcurso de todos
estos años trabajando como guia he conocido a muchos
extranjeros , algunos de ellos personas interesantísimas y curiosas en los por
qué de las cosas. Con ellos acostumbro a intercambiar por whatssap y telegram,
y a su vez me añaden a sus grupos de debate que tienen entre amigos y colegas. Realmente
no me gusta opinar sobre otra realidad ajena a la mía (cosa que no hacen con
nosotros y con Cuba) porque hacen falta muchos elementos más allá de las agencias
de noticias que tratan de llevarnos en direcciones muchas veces ajenas a la
realidad. Nosotros los cubanos lo sabemos muy bien. Pero al vivir en Cuba me
consideran marxista, comunista, intolerante y esperanzado en una realidad vana
que según algunos de ellos “esta’ anclada en la miseria material”. En otras
palabras, soy la fuente de contraste y el punto de vista de un proletario
resentido de un país pobre.
A veces me pregunto si
alguien realmente me conoce. Menos mal que la mayoría me considera buena
persona (aunque sea una pena que sea comunista, según ellos).Que tontería.
Así que frecuentemente ,
cuando las conversaciones se estancan sale a relucir el tema de las croquetas.
Por ejemplo, ayer. Un colombiano me pregunta sobre cómo veía yo desde mi punto
de vista la situación en Colombia. Con mucho tacto (ya saben que las
conversaciones de Paz entre la guerrilla colombiana y el gobierno de ese país fueron
en Cuba) le expreso mi opinión. ¿Respuesta? “Es que lo importante para nosotros
es evitar el comunismo y no terminar comiendo todos solamente esas croquetas
voladoras que comen todos ustedes todos los días”
Otro momento, un cubano que
hace tres años que se fue de Cuba. Aquí lo conocí, inteligente, trabajaba en un
banco y supongo que en el medio de una crisis existencial decidió quedarse en Miami. Allí trabaja cuidando a
una persona mayor, vive en una habitación de 5x4 sin cocina. Trabaja todos los días
por 10 horas. No ha podido reunir todavía para un viaje, para una gran cena en
un restaurante, para un fin de semana en un hotel. Pero es libre, me dice. En
los primeros momentos de la pandemia usaba mascarilla con un pomo de agua
mineral de 5 litros modificado donde metía la cabeza para no contagiarse. Ahora
no usa nada, a la mascarilla le llama bozal, porque lo que quieren los poderes ocultos es que nos
envenenemos con nuestro propio CO2 y no cogerá el virus porque según él no
forma parte de su realidad. Y por supuesto no se vacunará porque no quiere que
le implanten nanotecnología en su cuerpo. Y por cierto cuando conversamos por
whatssap nunca dice “vacuna” sino “inyección” para que los algoritmos de
Facebook y la CIA no lo detecten como negacionista y uno de esos seres que
quedara’ libre una vez que todos seamos controlados por los microchips de Bill
Gates. Y claro, de todos modos se siente muy bien viviendo en un país donde no
existen esas terribles croquetas “matagente”
Y finalmente la guinda. Un amigo de Méjico me invita a su grupo a escuchar y
expresar sus opiniones sobre las elecciones de medio término en su país. Todos de
clase media, con negocios más o menos grandes. Todos contra el presidente. Yo escucho
y escucho, hay cosas que no entiendo muy bien. Me piden mi opinión, pero antes
debo hacer algunas preguntas. Parece ser que incómodas, de cualquier modo Méjico
es una democracia burguesa bien establecida y al sur de Estados Unidos.
Blindada. Pero mis preguntas generan cierta hostilidad. Poco a poco comienzan a
hablar de Cuba, ¿Por qué? No los sé si era sobre Mejico, quizás para sentirse
mejor en su abundancia material. Yo dejo de responder. Pero no olvidan y de
repente salta una voz agresiva que pregunta: ¿Y quién invitó al esclavo come croquetas
a este grupo?
Solo me dio por reír. Los sé, es denigrante ser llamado así, ser visto así.
Pero muchas cosas hay que vivirlas para comprenderlas, y no obstante muchos no lo hacen. Otras veces no hay nada
que comprender, solo sobrevivir. Otros fueron hasta ayer come croquetas y hoy
que tienen mejor suerte lo olvidan y desprecian a su gente y ponen un precio
muy alto, incluida la traición y el crimen, por dejar de comer croqueta y comer
faisán.
Humberto
Guia Local Y Maestro.
Tour de Ciudad. Arte, Sociedad, Historia
Informacion, Whatssap y Telegram: +5352646921
email: humbercuba@yahoo.es
INSTAGRAM; humberto_habana
LEYENDO EL PERIODICO EL PAIS
https://habana-havana.blogspot.com/2021/12/leyendo-el-pais.html
jueves, 3 de octubre de 2024
ESPARTA - CUBA
Tanto Esparta como Cuba han demostrado una notable capacidad de resistencia y perseverancia frente a desafíos significativos y a la presión de potencias más grandes. Hay algunas características que ayudaran a comprender lo que muchos tratan de no ver.
Esparta era conocida por su sociedad altamente militarizada. Los espartanos eran famosos por su resistencia y disposición a sacrificarse por su ciudad-estado. La vida en Esparta era austera y enfocada en la autosuficiencia. Los espartanos valoraban la simplicidad y la fortaleza física y mental.
Cuba ha enfrentado décadas de embargo económico y presión política, especialmente por parte de Estados Unidos. A pesar de esto, ha mantenido su soberanía y ha desarrollado sistemas de salud y educación reconocidos internacionalmente. Al igual que los espartanos, los cubanos han mostrado un fuerte espíritu de sacrificio y resistencia. La Revolución Cubana es un ejemplo de cómo un grupo relativamente pequeño pudo desafiar y derrocar a un régimen apoyado por una potencia extranjera.
La vida en Cuba ha requerido una gran dosis de creatividad y autosuficiencia debido a las limitaciones económicas y de todo tipo. Los cubanos han aprendido a hacer mucho con poco, desarrollando soluciones ingeniosas para superar las dificultades diarias.
Similitudes; tanto Esparta como Cuba han resistido la influencia y la presión de potencias más grandes, manteniendo su identidad y autonomía. Ambas sociedades valoran el sacrificio personal por el bien común y han demostrado una notable valentía en tiempos de crisis. La austeridad y la autosuficiencia son características compartidas, con un enfoque en la fortaleza interna y la capacidad de superar adversidades con recursos limitados.
Diferencias Clave
Mientras que Esparta se centraba en la formación militar y la guerra, Cuba ha puesto un fuerte énfasis en la educación y la salud pública. La Revolución Cubana llevó a una serie de reformas sociales que priorizaron el bienestar civil sobre el militar.
Esparta existió en un contexto de ciudades-estado griegas en constante conflicto, mientras que Cuba ha navegado las complejidades de la política global moderna, especialmente durante la Guerra Fría, y hoy en dia resistiendo hasta la clasificación como Estado que promueve o apoya el terrorismo, con todo lo que esto implica.
Legado y Cultura
El legado de Cuba se refleja en su resistencia cultural y su capacidad para mantener su identidad a pesar de las presiones externas. La música, el arte y la literatura cubana son reconocidos mundialmente y celebran la resiliencia y la creatividad del pueblo cubano.
Ambas sociedades, aunque separadas por milenios y contextos muy diferentes, comparten una admirable capacidad de resistencia y un fuerte sentido de identidad. Esparta y Cuba han demostrado que la determinación y el sacrificio pueden permitir a una nación pequeña resistir la influencia de potencias mayores y mantener su autonomía y cultura.
viernes, 20 de septiembre de 2024
ZONA DE CONFORT (II)
CONSTRUYENDO UNA ZONA POR DECADAS
INFANCIA
En mi infancia, la vida se tejía entre apagones
interminables y la incertidumbre de un futuro difuso. Recuerdo esos momentos en
que, al anochecer, el mundo se sumía en la oscuridad y la única opción era
comer adormilado, en una suerte de acostumbrada penumbra. La noche se llenaba
de una calma extraña y resignada, pero también de una sensación de seguridad,
un manto de inocencia que hacía que la falta de luz pareciera casi una
aventura.
Durante estos apagones, la vida familiar adquiría un ritmo
diferente. Las conversaciones se volvían más íntimas, las voces más suaves.
Recuerdo a mi padre contando historias de su juventud, sus palabras cobrando
vida en la penumbra. A veces, sacábamos juegos de mesa y, a la tenue luz de las
velas, pasábamos horas jugando parchís o dominó, riendo y olvidando por un
momento las dificultades que nos rodeaban. . Estudiar se convertía en un
desafío, con los ojos esforzándose por distinguir las letras en los libros. Pero
incluso en esos momentos de frustración, había una extraña sensación de unidad,
como si toda la familia, todo el barrio, estuviéramos juntos en esto,
compartiendo la misma experiencia de oscuridad y esperanza por el regreso de la
luz.
El confort estaba en los detalles más humildes. Mi mamá
trabajaba en un hotel que, debido a la falta de turismo, apenas recibía visitantes.
Sin embargo, esa exclusividad nos permitió disfrutar de un suministro generoso
de rosquillas, merluza y chícharos que sobraba cada dia. Estos manjares se
convertían en pequeños festines, y la idea de que estos productos eran casi un
secreto bien guardado de una Cuba cerrada al mundo, solo acentuaba nuestra
felicidad.
Mis zapatos ortopédicos se convirtieron en un símbolo de mi
infancia, una marca permanente de un tiempo lleno de dificultades. Pero, a
pesar de las miradas curiosas y las dificultades que estos zapatos conllevaban,
al menos tenía un par para proteger mis pasos, un pequeño consuelo en un
entorno a menudo adverso. En ese entonces, no entendía por qué no podía tener
esos tenis coloridos que veía en las pocas revistas extranjeras que llegaban a
mis manos. Pero ahora, con la perspectiva que da el tiempo, reconozco el
privilegio que era tener cualquier tipo de calzado. Esos zapatos, que tanto me
avergonzaban, eran en realidad un símbolo de la preocupación y el cuidado de
mis padres.
Los juguetes eran una de las pocas alegrías garantizadas en
el año. Cada julio, las tiendas se llenaban de juguetes durante cinco días, y
mediante un sorteo, cada niño recibía tres: uno grande, uno mediano y uno
pequeño. Era como un festival de expectativas y sueños infantiles, un
recordatorio de que, a pesar de todo, el espíritu de la infancia podía brillar
con fuerza, incluso en los rincones más oscuros de una Cuba en tiempos
difíciles.
Durante cinco días, gracias a un sistema de sorteo que hoy veo como un intento de igualdad en la escasez. Esa breve abundancia anual era como un oasis en el desierto de la cotidianidad, un momento en que todos los niños cubanos, sin importar nuestras diferencias, compartíamos la misma ilusión y alegría.
Adolescencia: Entre Sueños y Realidades Cubanas
Después de una pausa de diez años, los apagones regresaron a nuestras vidas, pero de repente, un día, ¡magia! Un auto apareció en nuestra familia. Para nosotros, eso era como tener un pasaporte a la aventura. Podíamos ir a la playa, sentir el viento en el rostro y escapar del día a día por un rato. Esos viajes se convirtieron en recuerdos inolvidables, donde la arena y el mar nos ofrecían un respiro de la rutina.
La Escuela al Campo: Aprendiendo Más que en los Libros
Y luego estaba la Escuela al Campo. Al principio, muchos
pensábamos que era una injusticia tener que separarnos de nuestras familias
durante 45 días. Pero con el tiempo, nos dimos cuenta de que era una
experiencia increíble. Para algunos, era una oportunidad para escapar de
hogares difíciles; para otros, era el primer contacto con el campo y una forma
de aprender a trabajar duro. Mirando hacia atrás, creo que fue una de las
mejores lecciones de vida que pudimos tener.En resumen, esos años adolescentes
fueron un torbellino de emociones y aprendizajes. Aunque enfrentamos retos y
limitaciones, también encontramos maneras de disfrutar y valorar cada momento.
Esos recuerdos son parte esencial de quienes somos hoy, llenos de resiliencia y
creatividad.
ADULTO
Realidades: Mi Vida Adulta en Cuba
Y así, casi sin darme cuenta, me encontré en el umbral de la
vida adulta. El niño que una vez fui, con sus zapatos ortopédicos y sus tres
juguetes anuales, dio paso a un hombre con sueños y responsabilidades. La
transición no fue fácil, pero ¿cuándo lo es?, me encontré con una paradoja
curiosa: tenía una casa, pero no era realmente mía. Era el hogar de mis padres,
ahora heredado. Un techo seguro, sí, pero también un recordatorio constante de
las raíces que me ataban y las responsabilidades que heredaba junto con las
llaves.
Idiomas y Estudios:
Mi Pasaporte inmóvil al Mundo
Me sumergí en los estudios con la determinación de quien
sabe que el conocimiento es la única riqueza que nadie puede quitarte. Tres
idiomas se convirtieron en mi tesoro personal, una forma de viajar sin moverme
de la isla, de conectar con un mundo más allá de nuestras fronteras. Libros,
revistas y hoy en dia internet.
La Enfermedad de Papá: Un Giro Inesperado del Destino
Justo cuando pensaba que estaba listo para desplegar mis
alas y volar, la vida me recordó su imprevisibilidad. La enfermedad de mi
padre, que le robó la voz, también me cortó las alas metafóricas. Me vi
atrapado entre mis sueños de libertad y el deber filial, una batalla interna
entre el deseo de volar y la necesidad de permanecer firme en tierra.
Pero la vida, en su sabiduría irónica, siempre encuentra formas de sorprendernos. Un cambio de casa trajo consigo el fin de los apagones, una pequeña victoria contra las sombras del pasado. El encuentro fortuito con un funcionario de turismo abrió puertas que ni siquiera sabía que existían. De repente, me vi aprendiendo a crear páginas web, una habilidad que se convirtió en la semilla de una independencia relativa.
¿Pasos Firmes?
Y finalmente, como un símbolo de este nuevo capítulo,
llegaron los zapatos. Ya no eran un sueño lejano, sino una realidad ocasional.
Cada par era un recordatorio tangible de progreso, pequeño pero significativo.
Esta etapa de mi vida ha sido un viaje de contrastes. Entre
el peso de las responsabilidades familiares y la emoción de nuevas
oportunidades, he aprendido que el verdadero crecimiento no siempre significa
alejarse, sino a veces, encontrar nuevas formas de florecer donde estás
plantado.
Cada día es un equilibrio entre honrar el pasado y construir
el futuro. Y aunque el camino no siempre es fácil, cada paso, cada desafío
superado, cada pequeña victoria (incluso en forma de un par de zapatos nuevos),
me hace creer en el movimiento hacia adelante
Entre la Libertad y la Fidelidad: Las Encrucijadas de mi
Vida Adulta
Pero la vida, con su implacable sentido del timing, decidió
que era momento de una lección de humildad. La enfermedad de papá llegó como un
huracán, arrasando con nuestros planes y esperanzas. Le robó la voz,
arrancándole la laringe, y a mí me cortó las alas justo cuando empezaba a
estirarlas. Me vi atrapado en una encrucijada cruel: mi libertad o mi lealtad.
Elegí la familia, como tantos antes que yo, pero el sabor amargo de los sueños
postergados persistía.
Por un lado, tenía la oportunidad de participar en un
programa de intercambio en el extranjero. Era mi boleto dorado, la oportunidad
de experimentar el mundo más allá de Cuba, de sumergirme en nuevas culturas y,
quizás, forjar un futuro diferente. Sin embargo, aceptar significaba dejar a mi
padre cuando más me necesitaba. La libertad que tanto anhelaba estaba al
alcance de mi mano, pero el precio parecía demasiado alto.
Por otro lado, quedarme significaba posponer indefinidamente
mis sueños. Implicaba asumir el papel de cuidador principal, navegar el
complejo sistema de salud cubano, y convertirme en la voz de mi padre cuando él
ya no podía hablar por sí mismo
La Decisión
Decidí quedarme. Fue una decisión que me pesó durante mucho
tiempo. Veía a mis amigos partir, perseguir sus sueños, mientras yo me quedaba
atrás, atado por lazos invisibles .
Redefiniendo la Libertad.
Sin embargo, con el tiempo, esta decisión me enseñó a
redefinir lo que significaba la libertad para mí. Descubrí que la libertad no
siempre está en la capacidad de ir a donde queramos, sino en la fuerza para
elegir lo que creemos correcto, incluso cuando es difícil.
Esta decisión me llevó por caminos inesperados. Me obligó a
ser creativo, a buscar oportunidades donde parecía no haberlas. Fue lo que me
impulsó a aprender sobre diseño web, a conectar con personas que nunca hubiera
conocido de otra manera, y a descubrir fortalezas que no sabía que tenía.
Estas decisiones difíciles entre libertad y fidelidad no
fueron momentos aislados, sino un proceso continuo de crecimiento y
autodescubrimiento. Aunque a veces me pregunto "qué hubiera pasado
si...", sé que estas experiencias me han moldeado en la persona que soy
hoy, con una comprensión más profunda de lo que realmente importa en la vida. Mirando
atrás, veo un camino lleno de obstáculos, pero también de pequeñas victorias.
Cada desafío superado, cada habilidad adquirida, cada momento de duda vencido,
ha sido un ladrillo en la construcción de quien soy hoy. La vida adulta no ha
sido lo que esperaba cuando era niño, pero ¿cuándo lo es? Ha sido, en cambio,
una lección continua en adaptabilidad, resiliencia y, sobre todo, en encontrar
la belleza y el valor en lo que tenemos, no en lo que nos falta.
La vida adulta no ha sido un camino fácil, y más que disfrutar
de pequeños placeres, me encuentro resistiendo en mi pequeña zona de confort.
Cada día es una batalla por encontrar mi lugar en el mundo, pero sigo
avanzando, enfrentando los desafíos con determinación, y si, también con miedos
ZONA DE CONFORT (I)
La vida en una zona de confort puede parecer una
burbuja de estabilidad, pero las interpretaciones pueden variar drásticamente
dependiendo de si uno vive en un país rico o en uno pobre. Mientras que en el
primer caso, la zona de confort puede parecer una prisión dorada construida por
el confort económico y social, en el segundo, puede parecer un refugio frágil
en medio de una tormenta implacable.
En los países
pobres, la zona de confort es a menudo una construcción precaria, sostenida por
un equilibrio frágil entre la supervivencia y la estabilidad. La lucha diaria
contra la adversidad, desde la inseguridad económica hasta los conflictos
sociales, convierte cualquier logro, por pequeño que sea, en una victoria
monumental. La falta de recursos y la constante batalla por la supervivencia
crean un entorno donde el cambio puede ser una amenaza más que una oportunidad.
La zona de confort en estas regiones está marcada por la necesidad de adaptarse
a condiciones adversas, donde los esfuerzos por salir de la rutina pueden ser
peligrosos o incluso imposibles sin riesgos significativos. En este contexto,
el miedo al cambio no es solo una cuestión de desinterés, sino una estrategia
de supervivencia.
Las críticas que llegan desde el mundo rico hacia los
habitantes de países en desarrollo, a menudo, parecen ignorar la feroz batalla
que se libra día a día por la mera existencia. La inmovilidad en estos contextos
no es un signo de pereza o falta de ambición, sino una respuesta a un entorno
donde el riesgo de desafiar el statu quo puede ser desastroso. Enfrentarse a
una realidad dura no siempre deja espacio para el lujo de la autoexploración o
el emprendimiento audaz; cada paso en falso puede tener consecuencias graves.
El contraste entre estas realidades muestra que la zona
de confort no es un fenómeno uniforme. Mientras que en los países ricos, la
comodidad puede llevar a una complacencia peligrosa, en los países en
desarrollo, la comodidad puede ser un logro extraordinario en sí mismo. La
inmovilidad no siempre es una elección; a menudo es una estrategia de
adaptación en un entorno donde la supervivencia misma ya exige una lucha
constante.
En el corazón de La Habana, alguien sonríe mientras
muestra con orgullo su nueva nevera. Para muchos en el mundo desarrollado, esto
podría parecer un acontecimiento trivial. Sin embargo, para esa persona,
representa el culminar de años de ahorro y sacrificio.
Este es solo un ejemplo de lo que significa la
"zona de confort" para millones de personas en el mundo en
desarrollo. Un concepto que, visto desde afuera, a menudo se malinterpreta como
conformismo o falta de ambición.
Redefiniendo el éxito
En países como Cuba, cada pequeño paso adelante es una
victoria contra adversidades que muchos en el primer mundo ni siquiera pueden
imaginar. Lo que para algunos es rutina, para nosotros puede ser el resultado
de una lucha de años".
Esta perspectiva desafía la noción occidental de
"salir de la zona de confort". Para muchos en el tercer mundo,
alcanzar cierto nivel de estabilidad y seguridad es en sí mismo un logro
extraordinario.
Es
crucial reconocer que el progreso y el éxito tienen diferentes significados en
diferentes contextos. Para muchos en el tercer mundo, mantener un techo sobre
sus cabezas, proporcionar educación básica a sus hijos o tener acceso a
atención médica son logros monumentales.
No
se trata de conformismo. Se trata de resiliencia, de la capacidad de encontrar
dignidad y satisfacción en circunstancias que muchos considerarían
insoportables.
La próxima vez que se hable de "salir de la zona
de confort", vale la pena reflexionar: para millones de personas en el
mundo, llegar a esa zona es ya un viaje heroico.
Humberto. Maestro y guia local en la Habana.
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