viernes, 13 de junio de 2025

Un hombre pequeño de estatura (a mi Padre)

Esto lo escribí  dos años antes de que mi padre muriera.
Lo encontré releyendo mi diario:

Tengo ante mi a un hombre pequeño de estatura. Ahora con sus 85 años parece mas pequeño aun, pero cuando lo vi por primera vez (es decir, como lo recuerdo cuando yo era un niño) , hace mucho, era hermoso y proporcionado. Muy blanco de piel y cabellos muy negros. Aun hoy, incluso después de unas sesiones de quimioterapia, operaciones de cáncer, radiaciones y una vida bien agitada en muchos sentidos su cabello solo exhibe unas cuantas hebras blancas.
Un gran luchador. Siendo de una familia acomodada siempre quiso hacer su propio sendero en la vida y renuncio' a muchas cosas que se daban por sentadas. Camino' los llanos , los montes y las montañas en la búsqueda, que ahora se', nunca encontró pero disfruto' mucho el viaje en el tiempo.
¿será ese el verdadero objetivo de la vida?
Lucho' fuerte por un ideal, un ideal que considero' hermoso y por el cual murieron algunos, muchas familias quedaron divididas (incluida la suya), y tuvo hijos. Pero solo yo estoy ahora a su lado.
Mucho trabajo', y hasta hace poco continuo' siendo un luchador. Creo que aun lo es, pero ahora lucha por su salud. Pero antes hizo un compromiso por el amor.
Lo malo fue que nunca supo traducir sus sentimientos en palabras hermosas. Enfrentaba los problemas a medida que surgían. Amaba a las mujeres de su vida a medida que surgían. Crió a sus hijos a medida que surgían y los mantuvo lo mas cerca posible de su corazón mientras la vida le dio la oportunidad. Pero los hijos vuelan y se van, a otros la vida te los arrebata, otros son lanzados a lo desconocido. Uno de ellos murió siendo muy joven.
¿alguna critica?
Siempre hay alguna, pero ahora lo tengo frente a mi, enfermo y tan vulnerable que solo afloran mis mejores sentimientos. Lo ayudo durante la noche a ir al baño, hasta 4 veces cada noche y desde hace un año. Lo ayudo a asearse en las mañanas, lo afeito con cuidado y limpio sus heridas que durante la noche siempre supuran.
Después desayunamos y lo acomodo para un día lo mas entretenido posible. Le tomo de la mano para hablarle mirándole a los ojos porque un sicóloga me ha dicho que lo que lo puede traer de vuelta es eso, que sienta mi presencia y el amor que hay en mi.
Y es extraño, porque nunca imagine' que hubiera tanto amor en mi. Nunca me había desprendido de mis limitaciones y crecido tanto para defenderlo y lograr que se levante. Porque todos tenemos un día para morir, pero hay maneras dignas y horribles de morir. Y con amor se logra mucho, y la válvula que sellaba mi corazón se ha abierto y derrama algo intangible y poderoso sobre ese hombre pequeño que es mi padre.
Pero ya estamos superando los momentos mas difíciles. Ha sido una batalla larga y costosa. Un año y mucho dinero en este mundo de hoy donde todo se cobra, cuesta mucho y hay pocas oportunidades para los que son rectos.

Mis ojos se quedaron sin lagrimas los primeros meses, el dolor de verlo casi morir también. Las canas que 'el nunca tuvo ya están sobre mis sienes y una arruga profunda cruza mi frente. Pero eso no tiene importancia porque me he graduado de Hijo.

cubangel@gmal.com

Dos Cafés y cuatro Pastelillos



1 café expreso en La Habana usualmente cuesta como promedio 50 centavos de dólar. Un pastelillo de calidad cuesta como promedio 30 centavos de dólar. Una botella de agua mineral de las pequeñas unos 55 centavos de dólar.

Por lo tanto dos cafés , 4 pastelillos   y una botella de agua cuestan mas o menos 3.30 de dólar.

Cada dólar  cuesta  380 pesos normales hoy, en aquel momento unos 50, no quiero imaginar lo que sucedería hoy en día.
Mi salario era entonces de 550 pesos normales mensuales.

Cuando mi padre enfermó a finales del 2008 y casi muere yo rogaba  que no sufriera. Que prefería verlo partir antes de verlo sufrir. Sentado al pie de la cama trataba de reconocer, en aquel anciano que perdía peso cada día  porque casi no comía, y que entre mi mamá y yo cambiábamos  varias veces durante la noche por la incontinencia , a mi padre.
Y un día se durmió. Ya no sufría en apariencia. Y entonces  rogué ques me guiara en el camino de su regreso a nosotros. Porque tampoco lo quería dormido, vegetando. Y fueron visitas y visitas de médicos, y me quedé sin un centavo porque cada semana era un tratamiento diferente, una esperanza diferente.
Algunos me decían, la mayoría, que ya todo había acabado. Solo uno me dijo que lo tomara de la mano y le hablara. Que un día despertaría.
Y así lo hice.
Y un día despertó.
 A los seis meses justos.
Atontado y distante aun no me reconocía. Preguntaba cuando regresaría a su casa.
Pero poco a poco le fuimos ganando terreno a lo imposible, dejando como secuela cierta debilidad motora.
Pero claro, ya no podía salir a sus diarias y  largas  caminatas 'el solo.
Entonces una vez a la semana salíamos juntos.
Por un lado yo , por el otro su bastón .
Y nos sentamos a tomar su café en la avenida 23, céntrica, llena de vida,  y es increíble como la mirada de un anciano se puede parecer a la de un niño curioso. Y con cierta malicia y cara de goloso me pregunta si  sería posible comprar dos pastelillos “para acompañar el cafecito”.
La gente lo mira un poco extrañado porque como tenia una traqueostomía permanente daba la impresión de que dice algo muy importante y secreto cuando me habla.
“Y claro papá, siempre hay pastelillos por acá”
Y nos tomamos nuestros cafés , nuestra botella de agua natural, y los 4 pastelillos cada semana.
 Regresamos a casa tomados de la mano (¡tenia pavor de que se me cayera!).
Son dos horas de paseo con alguien que con amor traje de vuelta de algún lugar misterioso y oscuro.
Y por el camino de regreso ya me iba rompiendo la cabeza , pensando como mantener ese ritmo.
Porque cada semana eran pesos normales que debia convertir en dólares .
Cada mes muchos pesos pesos de mi salario de 550
Y solamente para dos horas cada semana entre un padre y su hijo, un instante en la eternidad y solo  un grano de arena en las montañas de problemas que tiene  esta humanidad.




martes, 27 de mayo de 2025

Los infiltrados

¿Quiénes son los infiltrados o traidores  y por qué son un problema?


Cuando alguien que debería estar de nuestro lado actúa en contra, hay que entender cómo y cuándo pasó eso. A veces, los infiltrados entran “por la ventana”, es decir, sin permiso; otras veces, entran “por la puerta grande” porque alguien les dio la llave, les vendió el acceso o se lo prestó. La mayoría de las veces, estos infiltrados tienen un objetivo claro: destruir, romper o traicionar algo que antes parecía bueno y valioso para el grupo.

Como decía Alfredo Zitarrosa, “un solo traidor puede con mil valientes”. Esto significa que una sola persona que traiciona puede arruinar el trabajo de muchas personas valientes.

 ¿Cómo actúan los infiltrados?

Estos infiltrados suelen aprovecharse de las debilidades de los grupos y de las personas que los dirigen o apoyan. A veces obedecen órdenes que vienen de afuera, y otras veces actúan por sus propios intereses . Muchas veces, son como parásitos que se meten en un grupo y lo van dañando poco a poco, aprovechándose de la confianza, la bondad o la ingenuidad de los demás.

Hay muchas historias de infiltrados que se meten en el momento justo para arruinar el esfuerzo de otros. Son personas que buscan subir en la vida a costa de destruir lo que otros han construido. En realidad, cada infiltrado es como una pequeña muestra de cómo funciona el mundo en la actualidad, un mundo donde abundan los que se aprovechan de todo y de todos.

¿Cómo se disfrazan?

Los infiltrados no siempre parecen malos. Muchas veces se muestran como personas normales, incluso mediocres, que buscan sacar ventaja sin mucho esfuerzo. Están en todos lados y se aprovechan de las peleas internas para sembrar dudas, mentiras y traiciones.

Suelen hablar muy bien y convencer a otros con discursos que parecen emocionantes, pero que en realidad buscan su beneficio personal. Se mueven entre diferentes grupos y cambian de ideas según lo que les conviene, sin importarles la verdad o la justicia.

 ¿Dónde los encontramos hoy? En el mundo actual estos infiltrados se han vuelto comunes. Se disfrazan de diseñadores, periodistas, filósofos o líderes, y promueven la idea de que está bien traicionar o copiar a otros para sacar ventaja. A veces lo hacen incluso usando la religión como excusa.

Estos infiltrados son como enemigos dentro de nuestro propio grupo. No basta con luchar contra los enemigos externos; también hay que estar atentos a quienes están dentro y trabajan para destruir desde adentro. Los grupos poderosos que controlan la economía y la política saben que para mantenerse en el poder necesitan infiltrar a sus enemigos.

 ¿Qué hacen dentro de los grupos?

Un infiltrado no es alguien que aparece por casualidad, sino que forma parte de una estrategia para debilitar a los movimientos que buscan cambios reales. Su trabajo es sembrar dudas, miedo, peleas internas, culto a personas en lugar de ideas, y hacer que la gente pierda la confianza en la lucha.

No siempre parecen espías o enemigos visibles; pueden ser compañeros, líderes, intelectuales, feministas o artistas que, sin que lo notes, están ayudando al sistema que queremos cambiar.

 ¿Por qué traicionan?

Para ellos, la traición es casi una forma de vida. Saben que están ayudando al enemigo y lo hacen para ganar poder, dinero o seguridad personal. Traicionar es una forma de alejarse de la historia y del destino común de un pueblo, y es un reflejo de una personalidad que prefiere vivir escondida bajo el sistema dominante en vez de enfrentarlo.

Desde siempre, en todas las luchas, ha habido quienes venden la causa por dinero, cargos o por odio. Estos infiltrados se disfrazan de honestos, religiosos o intachables, pero en realidad están al servicio de los poderosos. Incluso algunos grupos de izquierda, por torpeza o intereses, terminan facilitando la entrada de estos infiltrados.

 La batalla hoy es también en las ideas

Ahora, en la etapa actual del capitalismo, la pelea no es solo física o económica, sino también en las ideas y las palabras. Los infiltrados no solo destruyen con acciones, sino que también meten ideas falsas, narrativas engañosas y agendas que confunden a la gente.

Hablan en nombre del pueblo, mencionan a héroes y a la justicia, pero apoyan guerras y genocidios. Son como parásitos que se alimentan de la mentira y la traición para mantener el sistema 

 ¿Qué hacer?

Reconocer y denunciar a los infiltrados no es ser paranoico, sino un deber para proteger nuestras luchas y proyectos. Mientras unos siembran claridad y confianza, ellos siembran dudas y traiciones.

La pregunta importante es: ¿quién les abre la puerta? Porque sin alguien que los deje entrar, no podrían hacer tanto daño.



lunes, 12 de mayo de 2025

HISTORIAS DE CUBANOS: Lele´

 

 Lelé

En un apartamento del Vedado, con el sonido distante del mar colándose por las ventanas abiertas. Una mujer madura, elegante sin esfuerzo, habla mientras sostiene una copa, sentada frente a su reflejo.

¿Sabes qué es lo más difícil? No es envejecer. Es mirar atrás y sentir que lo más intenso ya lo viviste... que ya no queda qué conquistar.

En los noventa, La Habana era una ciudad rota y brillante. El mundo se nos venía abajo, pero nosotras lo enfrentábamos con tacones y carmín. Yo era madre, sí, pero también actriz, traductora, profesora ocasional... Y en la noche, otra cosa. Era muchas mujeres en una sola piel.

Mi hijo dormía, y yo salía a representar mi papel. A veces Audrey Hepburn, a veces María Félix. Me aprendí los gestos, las frases, los silencios con los que se seduce y se negocia al mismo tiempo. Cada encuentro era una oportunidad, una inversión. Porque en esta isla no se vivía, se sobrevivía. Y yo tenía que darle un futuro, aunque para eso tuviera que hipotecar el mío.

¿Fue por dinero? Claro. ¿Por ambición? También. Pero más que nada, fue por ilusión. Ilusión de que algún día saldríamos de todo esto. De que mi hijo hablaría inglés mejor que yo, de que viviría una vida donde los sueños no se sintieran tan lejanos ni tan caros.

Había algo hermoso en aquel caos. Las amigas éramos como una troupe de teatro sin escenario fijo. Todas con nombres prestados, perfumes de imitación, acentos ensayados. Los turistas nos veían como postales vivas, y nosotras aprendimos a darles lo que querían, mientras buscábamos lo que necesitábamos.

Cuando decidí irme fue porque el reloj corría más rápido que mis excusas. Mi hijo estaba por entrar al servicio militar y yo no iba a permitir que lo convirtieran en un número más. Encontré a mi sueco, empaqué lo justo y pagué por adelantado las clases de inglés. Era mi forma de quedarme sin estar.

Y me fui. Con un pasaporte vencido, un hijo adolescente, y una certeza tan frágil como luminosa: allá afuera todo sería mejor.

Y fue mejor. Al menos por un tiempo.

Barcelona me dio estabilidad. Un apartamento, un trabajo, cierta dignidad. Pero también me quitó algo que no supe nombrar hasta muchos años después.

Aquí —en esta ciudad, en esta humedad que se mete hasta en los huesos— yo era alguien. No por lo que hacía, sino por lo que me jugaba. Cada día tenía un propósito: sobrevivir, cuidar, resistir. Después de emigrar, la vida siguió, sí. Pero ya no ardía. Ya no dolía ni emocionaba. Era como flotar en un acuario limpio: sin hambre, sin miedo... pero también sin sentido.

Mi hijo ahora es un ciudadano del mundo. Mercenario, le dicen algunos. Yo prefiero pensar que es libre. A veces viene y nos sentamos en este balcón. Me habla de guerras y fronteras, de idiomas que no entiendo. Yo le hablo de Alex, de las chicas, de los polluelos. Reímos. Pero en el fondo, sé que hablamos lenguajes distintos. Él vive en el presente. Yo, en el eco.

¿Y sabes qué es lo más irónico? Que ahora que podría escribir todas aquellas cartas en inglés, ya no tengo a quién escribirle.

La Habana sigue aquí, con sus balcones y su salitre. Me recibe cada año como si no me hubiera ido. Y yo, cada vez que aterrizo, vuelvo a sentirme viva. Solo que distinta. Como si ya no formara parte del reparto principal, sino como una actriz retirada que regresa al teatro vacío... y saluda al telón que no volverá a subir.

[Pausa larga. Mira por la ventana, como si esperara algo que no llega.]

No me arrepiento. Elegí lo que creí mejor. Y ahora tengo a mi hijo, un apartamento en Barcelona, este rincón en el Vedado, y recuerdos suficientes para llenar diez vidas.

Pero a veces me pregunto… ¿qué se hace con la vida cuando ya todo lo urgente está resuelto? ¿A qué se despierta una mujer que ya no necesita luchar?

Sorbe el vino con calma.  Me mira , luego sonríe leve, apenas.

Tal vez mañana lo descubra.


Humberto Guia & Maestro en la Habana Whatsapp +5352646921 

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domingo, 11 de mayo de 2025

ENTREVISTA 1 (A LOS OTROS CUBANOS) : RAFAEL

 "Rafael"

 Una oficina minimalista en un edificio moderno de La Habana. Grandes ventanales muestran el mar al amanecer. Rafael, mediana edad, elegante y sereno, está sentado descalzo en un sillón, sosteniendo una taza de café. 

RAFAEL:

Siempre me ha gustado llegar temprano a la oficina. Me acostumbré desde que trabajaba con firmas europeas; las reuniones eran a las cuatro de la mañana, hora de La Habana. Después de un buen café, me siento a mirar el mar... o la piscina del hotel contiguo. Ese resplandor del amanecer en el agua me calma, me da energías.

Ver a la gente corriendo para alcanzar el transporte al trabajo, mientras mi jornada ya lleva casi cinco horas... Me gusta descalzarme y dejar que el calor del café me recorra el cuerpo. Por eso siempre llevo mocasines; me encanta estirar las piernas y disfrutar de ambientes relajados.

¿Que de dónde soy? De Cienfuegos. Estudié Ingeniería en la Universidad de Santa Clara. Fueron años felices, pero estudié mucho. Lo tenía claro desde el comienzo, sobre todo cuando regresé a casa después de graduarme. De alguna manera, mi madre se enteró de que soy gay. A la mañana siguiente, me botó de casa y tomé un autobús para La Habana. Ella era muy católica.

Tenía un conocido aquí en La Habana y poco tiempo. En una fiesta esa semana, conocí a Gabriel. Me llevaba más de 30 años, pero era agradable y profesional. Había viajado por Europa y me sentí cómodo con él. Tenía casa y me consiguió trabajo. Cinco años después, mi vida había cambiado totalmente.

Siempre me habían gustado los idiomas y sentarme por las madrugadas a leer, pero si era a estudiar, mejor. Aprender algo útil es más práctico. Ganar dinero con conocimientos que otros no tienen me hace sentir bien. En esos cinco años, entré en todos los cursos del Ministerio de Comercio Exterior, pulí mi francés y mi alemán. El inglés ya era pan comido desde hace mucho. Soy de esos que tuvo que aprender desde el Windows 95 hasta un Doctorado en Economía.

¿Que si me gusta el dinero? Muchísimo. Me he esforzado mucho para tenerlo. Y no, no veo la contradicción entre vivir en Cuba y tener dinero. Sé que hay gente que se va a los dos extremos, pero yo estoy en el centro. He tenido y tengo un buen trabajo, dos apartamentos —uno alquilado a un diplomático que una vez fue mi amante—, auto, una casa en la playa, visa para Estados Unidos por diez años y, con ella, obtuve la de México por el mismo tiempo. Mis abuelos españoles que no conocí me dejaron la posibilidad de su ciudadanía y pasaporte. Y al mismo tiempo, me encanta trabajar para mi país y su gente. Sé que la realidad para muchos es difícil, pero yo he creado la mía, y si yo pude, ellos pudieran. Además, quizás tengamos las mismas metas, solo que vamos por carriles diferentes. No veo la contradicción entre gustarme las cosas buenas de la vida, las sutiles, el rechazar el ruido y los carnavales y, al mismo tiempo, trabajar lo mejor posible y defender los intereses de mi país. Realmente hace mucho que no le dedico tiempo a pensar en esas cosas.

¿Mi mejor experiencia? Mi viaje a París, exactamente mi primer viaje a París. Y dentro de ese viaje, la visita al museo de L’Orangerie, o la llamada Capilla Sixtina del Impresionismo. Allí están los grandes murales de los Nenúfares, pintados por Monet al final de su vida. Desde la primera vez que entré allí, se me saltaron las lágrimas. Es una habitación oval con varios murales de un lago con nenúfares en diferentes momentos del día. Desde el diseño de la habitación hasta los asientos en el centro, las paredes blancas y contrastantes, los murales con azules intensos, reflejos de un agua hechos con grandes trazos de pincel que más que reflejar, sugieren un mundo de belleza, un mundo mejor. Ese es el espíritu del mundo que le deseo a Cuba.

Es bueno estar acá, mirando los reflejos del sol en la piscina del hotel de al lado. Pronto se inaugura uno nuevo en el malecón y creo que pediré alquilar una suite para oficina allí, frente al mar, sin vista a la ciudad, solo el mar. Pararme en el centro de la habitación y ver solo el horizonte.

Sí, con esto del COVID todo se hace más difícil... para ellos. Me apena y espero que pronto termine; ya es demasiado tiempo para la gente pobre del mundo, incluidos los cubanos. Extraño las tardes en los jardines del hotel Nacional. Tomarme algo con algunos amigos o solo, esperar a mi pareja antes de irnos a casa o a comer en cualquier lugar.

No, no tengo muchos amigos o conocidos en el gobierno más allá de lo estrictamente laboral. Ellos necesitan a gente como nosotros: trabajo duro y muchas horas, pero la política y sus empleados, mientras más lejos, mejor. No tenemos mucho en común; ya te dije que me gustan los silencios.

Lo que más disfruto: mis paseos en kayak. Llevo mi mochila y en ella un mantel de cuadros rojos y blancos, varios sándwiches y una botella helada de vino blanco. Llegamos a la ensenada cerca de la casa de la playa y, allí, lejos del mundo, compartimos momentos y la caída del sol en este mar maravilloso que nos rodea y que cada vez son menos los que se detienen a mirarlo.

Sí, lo sé, llevo una vida mejor, pero no me lo han regalado.

¿Preocupado? Para nada. Los que vienen detrás están drogados en dopamina dada por internet y Disney. Hay oportunidades, y las que están por venir son mejores aún.

Claro, puedes perderlo todo en un abrir y cerrar de ojos, pero, ¿dónde no?

Rafael se levanta, se acerca al ventanal y observa el horizonte. La luz del amanecer baña la habitación. Silencio.

en mi opinion Rafael es como un existencialista moderno: Disfruta, goza, trabaja, pero hay algo en su mirada —en cómo habla del horizonte, del silencio, del riesgo de perderlo todo— que revela que, en el fondo, Rafael se pregunta si todo esto tiene sentido,  es un arquetipo del profesional exitoso en un contexto post-utópico: alguien que lo tiene todo, pero que ha perdido la brújula del “para qué”. Vive, pero ya no busca. Aspira a la paz, pero no al futuro.


ENTREVISTA 2: SONYA



martes, 18 de marzo de 2025

La Habana, una de las siete ciudades maravilla del mundo



La Habana es una capital "federal". Es un decir porque el sistema de gobierno de Cuba no es federalista, como el de Venezuela. Cuba es una república. Y sin embargo sus provincias y sus municipios se dividen como si fueran federaciones. Por eso, sucede a menudo oír hablar de una zona de La Habana, que uno considera simplemente como un barrio y descubrir que en realidad es un municipio. La Habana Vieja es un famoso ejemplo de esto.

Por esta misma razón La Habana, aún cuando se llamaba oficialmente Ciudad de La Habana, no es realmente una ciudad, sino es técnicamente una Provincia, a pesar de que para todo el mundo siga siendo es una ciudad. Partiendo de esta división La Habana Vieja y Centro Habana, por ejemplo, son dos "ciudades" diferentes con administraciones diferentes y son autónomas así mismo como Brooklyn es uno de los cinco municipios de Nueva York. Existe un proyecto de unificación entre La Habana Vieja y Centro Habana, pero en la actualidad es algo totalmente teórico.


La Habana suspendida en la historia

"Si me pierdo, encuéntrame en Cuba" escribía García Lorca. Y si usted visita La Habana comprenderá el por qué. La Habana es uno de los pocos lugares en el mundo que aún dispone de un encanto único. Es la única capital que todavía conserva la apariencia de cuando las fotos eran en blanco y negro y sólo pocos elementos esporádicos y ocasionales devuelven al presente como si usted estuviera soñando y alguien de pronto viene a despertarlo y le cueste trabajo retomar rápidamente la noción de la realidad. Esto es lo que provoca La Habana al viajero primerizo.

La Habana representa hoy un ajuste perfecto entre historia y circunstancias. 90% de la capital tiene un aspecto que se mantiene invariablemente firme al que tenía durante la década de los años 1950. La única capital Latonoamericana que se le asemeja lejanamente es quizás Santo Domingo de la República Dominicana, donde incluso la gente habla de manera casi idéntica a los habitantes de la provincia de Santiago de Cuba. Pero la semejanza termina ahí.

Usted verá las calles llenas de autos antiguos desde los Ford T hasta los Chevrolet del 1959, pero no sólo los americanos, también coches europeos, de primera y segunda generación y otros vehículos que usted probablemente nunca haya visto en su vida, todo esto al lado de Volgas y Ladas soviéticos, los recientes vehículos asiáticos, algunos coches modernos, sin contar las cosas exóticas como los Coco Taxis y bicitaxi (es decir, triciclos inventados, que caminan a pedales como las bicicletas). Últimamente las calles se han llenado de motos y bicicletas eléctricas, pero los coches eléctricos aún no han llegado a Cuba. Verá además edificios y hoteles modernos rodeados por viejas estructuras y casas coloniales, muchas de ellas, cercanas al colapso.

Un entorno donde el calor y la humedad dan una sensación de aire asfixiante y un estilo de vida compartido entre el pedantemente protocolar y el excesivamente négligé darán a todo este conjunto un atractivo singular que siempre sorprende al nuevo viajero.

Es verdaderamente difícil encontrar en lugares otros que La Habana el triunfo definitivo de la esencia sobre la apariencia. Graham Greene y Ernest Hemingway han tomado profundos (y numerosos) tragos en todos los lugares que los han inspirados. Ava Gardner y Winston Churchill son famosamente asociados a ron y tabacos cubanos al punto que el nombre de Churchill ha marcado toda una generación de Habanos Puros y ha coniado una medida de estos tabacos, que son todos celebres y representan uno de los numerosos must have de todo fumador que se respete y no se arrepiente.

La Habana es una provincia que administrativamente tiene 15 municipios, de los cuales los más importantes son Centro Habana, La Habana Vieja, Plaza (municipio que contiene El Vedado y Nuevo Vedado), Playa (que contiene Miramar) y el Cerro muncipio que tiene el barrio Casino Deportivo no tan conocido turísticamente pero muy residencial. Además cuenta con el municipio Habana Del Este el cual contiene lugares famosos como Las Villas y la Vía Panamericana, sin contar su cercanía de La fortaleza Del Morro. Y finalmente Playas del Este, donde encontrará las más famosas playas de la provincia como Santa María del Mar, Boca Ciega, Brisas Del Mar y last but not least Guanabo, quizás el lugar de playa más frecuentado por los turistas después de Varadero. También Marianao está ganando popularidad, Playa Baracoa, un pueblo de playa que se encuentra a unos 20 km al oueste de La Habana, cotizado no sólo porque se parece a una pequeña ciudad griega, sino tamibién por estar cerca de la Escuela Latinoamericana de Medicina.

La Habana, contrariamente a la visión que los Occidentales tienen de las capitales socialistas, encierra un sentido de alegría y diversión típicamente caribeñas y la ciudad resplendece y chirria hasta de noche.

La Habana en general

Situada en la costa norte-occidental de Cuba, La Habana está construida alrededor de un puerto y puede jactarse de una auténtica artuitectura colonial, difícil de ver tan auténticamente en otros países, con plazas decoradas de plantas de coco que hacen sombra a un sol jaguar. Puertas de otros tiempos, patios encantadores, fachadas casi de mil y una noche, edificios antiguos y modernos, vibrancia, pueblo, unicidad.

Muchas de las zonas de La Habana, especialmente los municipios históricos están en una fase de restructuración. En 1982, la importancia de la ciudad ha sido reconocida por la UNESCO y La Habana ha sido declarada como patrimonio de la humanidad.

Siendo una de las más antiguas ciudades de las Américas, La Habana es hoy en día una ciudad sobre todo colonial. Cuba fue colonia de España y es por eso que se habla de época colonial, pero también fue una especie de "colonia" de Estados Unidos y de la Unión Soviética, es decir que después de su independencia con España, Cuba estuvo un tiempo bajo el control político y luego la influencia económica de los Estados Unidos. Y de 1959 a 1991, después de su revolución socialista, Cuba tuvo una gran dependencia socio-económica con la Unión Soviética. Gracias a todo esto La Habana puede vanagloriarse de una serie de logros que sin embargo no corresponden a lo que dicen lo fanáticos respecto a lo que pasaba en Cuba antes del 1959 (hay páginas en internet que están haciendo esta propaganda pero con muchas inexactitudes y datos falsos). En Cuba y en La Habana se alcanzaron muchos objetivos, pero esto ha pasado en todas sus etapas históricas, incluso durante el gobierno de Fidel Castro.

Y queda cierto que estar bajo la influencia de grandes potencias sin ser oficialmente colonia de nadie (excepto al principio con España), es algo que le ha ocasionado al país numerosas ventajas y hace que La Habana sea hoy en día una metrópolis, fijada en el tiempo pero igualmente bastante desarrollada, con mucha abundancia de arquitecturas eterogeneas, incluyendo estructuras ocasionales con exuberante estilo barroco. La Habana Vieja, que no es otra cosa que el Centro Histórico de la ciudad, ha sido también declarada por la UNESCO como patrimonio mundial. Con la ayuda de esta misma organización y varias contribuiciones privadas, incluyendo los ingresos de varios hoteles del centro histórico, la firma estatal Habaguanex dedicada a la preservación histórica del centro y a la restauración de edificios y monumentos, ha restaurado ya la mayoría del territorio de La Habana Vieja, aunque hoy en día no haya aún terminado toda su obra de restauración.

Llegando a La Habana, una de las primeras cosas que se notan es la vitalidad y la vibrancia del pueblo, dado el hecho también que día y noche, uno puede escuchar música donde quiera y ver hasta gente bailando en las calles.

La rica herencia histórico-cultural de La Habana es reflejada en el rostro de la gente, cuyos orígenes son heterogéneos. También hay una minoría china, árabe (existe una gran comunidad musulmana en La Habana y la mayoría son cubanos), judía y francesa, sin contar las personas que tienen origen de los Indios, o sea los aborígenes, los cuales provienen por la mayor parte del Oriente cubano.

La Habana es una ciudad dinámica para la vida nocturna y un lugar perfecto para la música en vivo, no hay horarios oficiales para la diversión, aunque muchos locales cierren temprano e incluso las discotecas, excepto Dos Gardenias y pocas otras, dificilmente quedarán abiertas después de las dos o tres de la madrugada.

A primera vista, La Habana parece una ciudad desteñida, sin embargo su centro histórico no tarda en revelar su glorioso pasado colonial, por la mayor parte restaurado. Los turistas se quedan encantados moviéndose por las callecitas de La Habana Vieja, hoy llenas de diversiones, restaurantes y otros lugares, el centro histórico ha conocido un gran desarrollo, sobre todo después de la abertura hacia el comercio que tuvo lugar a partir del 2011. Teniendo en cuenta todo el entorno que se ha descrito y se conoce, el que se mueve por La Habana tendrá la impresión de estar viviendo en una realidad virtual, en un museo vivo.

En La Habana los hoteles son una de las mayores atracciones y los hay de todo tipo, incluso aquellos que en el pasado han tenido un papel histórico, por ejemplo el Hotel Nacional de Cuba, el Hotel Riviera, el Hotel Parque Central, el Hotel Los Frailes, sin contar el Hotel Ambos Mundos que ha hospedado al escritor Ernest Hemingway en varias ocasiones y cuya habitación es hoy un museo. También, entre los lugares históricos cabe mencionar el Cabaret Floridita donde se inventó el cóctel Daiquirí, o el Cabaret Tropicana, en el municipio Playa, famoso en el mundo, sin contar la Bodeguita del Medio, un bar que tiene un gran número de imitaciones en el mundo entero.

Es deberoso citar también Prado, una avenida con un parque en el medio, que divide Centro Habana de La Habana Vieja, de gran fama, ya que en el siglo IXX fue donde se reunía la alta sociedad de la capital. Ahora es teatro de artesanos, exposiciones y, paradógicamente reunión de la sociedad más baja (¿pena del talión?). Los restaurantes y paladares (pequeños comercios gastronómicos de gerencia familiar, que operan generalmente en casas particulares y no en locales), donde abundan la cocina italiana y española. Pero hay varios restaurantes chinos e incluso un restaurante iraní en el Vedado, al lado del parque de 23 y D. También se debe citar el barrio chino donde se encuentran muchísimos restaurantes y comercios, todos chinos.

La mayoría de los turistas, especialmente los europeos, llegan a Cuba de noche. Y es un choque cultural llegar a La Habana después del ocaso y sentir su característico olor de humedad y su infaltable calor, despertarse al día siguiente y encontrarse en el medio de una sociedad que nada tiene que ver con lo que uno está acostumbrado, según algunos, se trata de una obra maestra de humanidad. Usted verá mujeres de color - generalmente de edad avanzada y a veces gordas - fumando enormes puros y vestidas de forma folklórica, flotas de autos clásicos que parecen recién salidos de una fábrica y con un brillo que no tuvieron ni siquiera en su mejor momento, cuando fueron nuevos, chicas con vestidos variopintos y traseros que usted creía que existiesen sólo en Brasil, niños con uniformes escolares, bicitaxis chinos, abundante policía, viviendas que han conocido tiempos mejores y así sucesivamente.

Pero lo más importante es no olvidar visitar la Fortaleza del Morro, asistir ahí a la ceremonia del cañonazo que se tiene todos los días a las 9 PM, dar una vuelta por el famoso Malecón que comienza en la punta del Morro y termina con el túnel de 5ta Avenida de Miramar, sobre todo a la altura de Centro Habana, el Malecón tiene una vista impresionante de noche y, de verano, cuando el mar es calmo y no hay viento, se ve una luna enorme que hace reflejos en el agua. Un clima cálido todo el año, una brisas refrescantes, hermosas playas de arenas finas y blancas en toda Cuba y no solamente en Varadero y una historia fascinante... Por eso La Habana se una de las siete maravillas del mundo en términos de ciudad.

Sólo en La Habana tendrá la impresión de vivir en un mundo distinto, un mundo paralelo. ¿Qué está esperando?

HUMBERTO. Guia y maestro in Habana. WhatsApp+53 52646921 

Instagram: humberto_habana


domingo, 22 de diciembre de 2024

HISTORIAS DE CUBANOS: LA OSTENTACION

 Estas líneas para algunos puede ser solo anecdótico. Para otros son tonos de gris, entre el color blanco absoluto inexistente y el color  negro maldito

En las calles de La Habana, un Mercedes Benz con placa que comienza con "W" o "P" es hoy el símbolo más visible del nuevo poder. Mientras miles de habaneros esperan durante horas en las paradas de guaguas bajo el intenso sol del Caribe, estos vehículos de lujo circulan con sus ventanillas cerradas y el aire acondicionado funcionando, como testimonio silencioso de una nueva casta emergente. Pero la historia de los símbolos de poder en Cuba es mucho más compleja y ha experimentado profundas transformaciones a lo largo de las décadas.

Antes de 1959, la riqueza se manifestaba de manera tradicional del capitalismo: la posesión de centrales azucareros, extensas cabezas de ganado, y cadenas de tiendas marcaban claramente quiénes eran los poderosos. La Revolución transformó radicalmente este panorama. Con la nacionalización de propiedades y la salida de las familias adineradas, los indicadores de estatus cambiaron drásticamente.

Durante la segunda mitad de los años sesenta, al comienzo del bloqueo estadounidense y antes de consolidarse los vínculos con la Unión Soviética, los símbolos de distinción se volvieron sorprendentemente modestos: poder estrenar zapatos nuevos o tener varios pares para diferentes ocasiones se convirtió en un privilegio notable. Realizar una fiesta de cumpleaños con todos los elementos tradicionales, sin necesidad de "inventos", era ya un signo de posición privilegiada.

La década de los setenta trajo nuevos marcadores de estatus. El poder viajar fuera de Cuba se convirtió en el privilegio máximo, reservado casi exclusivamente para funcionarios gubernamentales y sus familias. Sus hijos se distinguían por pequeños detalles: un maletín escolar de calidad, plumas de colores, juguetes importados con características especiales como "autitos" con puertas que se abrían. Mientras tanto, la mayoría de los cubanos vestían ropas desgastadas y descoloridas, situación que llevó a la importación de telas -mayormente chinas- que, aunque de colores llamativos y diseños repetitivos, transformaron las calles habaneras en un desfile de vestuarios idénticos. Incluso esa “forma de vestir” , no vamos a llamarla moda, se le decía “24 x segundo” parafraseado la cantidad de cuadros por segundo de una película.

Los años ochenta marcaron un punto de inflexión. Tras el éxodo del Mariel, y con el fortalecimiento de las relaciones con el campo socialista, aparecieron nuevas formas de distinción social. Las tiendas comenzaron a ofrecer muebles, electrodomésticos e incluso algunas prendas de marcas internacionales. Una nueva generación de profesionales accedió a ciertos privilegios: créditos para automóviles, acceso a bienes de consumo especiales y, sobre todo, la posibilidad de viajar.

La década de los noventa, tras la caída de la URSS, vio emerger una nueva élite. Los hijos de la clase dirigente, criados con privilegios y contactos internacionales, heredaron propiedades estratégicamente ubicadas que transformaron en negocios lucrativos: casas de renta, restaurantes privados (paladares) y conexiones con el turismo emergente. Esta generación, conocida popularmente como "los hijos de los dirigentes", desarrolló una visión híbrida: ni contrarrevolucionaria ni ideológicamente comprometida, sino pragmática y orientada a los negocios.

Llega la década de los dos mil. Obama por unos meses levanta la prohibición de viajes a Cuba y hasta el mas pinto de las palomas hizo dinero, siempre y cuando tuviera propiedades o cierto capital. Lo que era privilegio se convirtió en algo común para mas personas: viajar, conocer extranjeros poderosos, residir en el extranjero. Los privilegios se transformaron. Ya habían grandes privilegio, medianos privilegios, pequeños privilegios y . . .nosotros, los que no tenemos ninguno.

Concentrémonos en los grandes. Hoy en día se han ampliado las posibilidades de negocios, sobre todo con la importación de alimentos. Y para colmo, hasta este momento en que escribo estas líneas, casi sin pagar impuestos.

¿Quiénes son los nuevos privilegiados?

Fácilmente los detectas con los nuevos signos del poder: autos lujosos, grandes, fuertes que se pasean por el país ostentando, sí, ostentando su posición económica. Al principio se les autorizó solamente vehículos de carga, después, como siempre alguien gana con el rio revuelto, en un país donde falta la gasolina, las energías, la electricidad, proliferan todos esos autos con placas que comienzan con W y P. Es la cara notable de la nueva casta.

 Pero, ¿Quiénes son esos?

Comencemos por lo más difícil de tragar y digerir: los cubanos pobres de hoy son los hijos de los honestos de ayer.

 Los pobres de hoy no es que no tengamos inteligencia, talento o ganas, es que no tenemos capital, y por lo tanto no somos esos que podamos aspirar a tener esos permisos que da el Estado para tener negocios y como consecuencia esos autos de lujos, que como dije es lo visible, la punta del iceberg, y que como una bofetada la sentimos en el rostro. Segundo, la respuesta: ellos son por un lado los hijos y nietos de los corruptos de ayer, de los hijos de los que fueron gerentes o trabajaron en empresas extranjeras, de los que fueron funcionarios del gobierno y que incluso traicionando sus obligaciones y siendo depuestos de sus cargos conservaron sus casas que pudieron rentar y sus contactos en el extranjero. También los hijos de aquello oficiales del gobierno que hicieron buenos trabajos y que por el ambiente en que crecieron, estudiaron y mantuvieron las relaciones con gente importante en otros países y viviendo en el extranjero hacen negocios en Cuba y disfrutan en el capitalismo luminoso dinero que extraen en la Cuba pobre.

Los otros, y aun más delicado desde el punto de vista político: quienes tienen familia en Estados Unidos. Los hay quienes se fueron de Cuba al principio de la revolución, pero ya son muy mayores, la mayoría son emigrados en la década del 1980 que han hecho algo de dinero, no suficiente  para Miami, pero mucho para La Habana y han visto la oportunidad de oro de aprovecharse de casi 10 millones de cubanos con grandes necesidades, sobre todo de alimentos. Usualmente traen mercancías desde Méjico o Panamá, hasta ahora los impuestos muy bajos, abren negocios mayoristas y minoristas, llenan las calles con sus productos de tres a diez veces su valor original, lo venden en la moneda cubana con la que después compran dólares que regresan a Estados Unidos. El noventa por ciento están en contra del gobierno y la revolución misma, y ni tan siquiera lo esconden, solo hay que quedarse un rato en sus negocios y oírlos hablar, pues en su ostentación se creen intocables.

Todo esto hace que al menos algunos del pueblo puedan resolver alimentos y demás. Ha sido por otro lado un salvavidas para el gobierno que cada día más va renunciando a sus funciones como Estado en situación de emergencia alimentaria para que nos vayamos acostumbrando a la selva financiera.

¿Negativo?

Uno, es obvio que se lava dinero, y por otro lado el enorme coste ideológico que genera todo esto. Porque el mensaje es bien claro: los hijos o nietos de personas que se fueron del país, no porque andaban buscando mejores oportunidades para vivir, sino porque eran abiertamente contrarrevolucionarios, llegaron a Estados Unidos y lo que decían que no era posible se hizo posible aunque fuera un poquito y son los que están manteniendo hace rato con remesas a sus familias, y ahora con estas posibilidades. Y los trabajadores, las personas que han estado en las menos malas y las malas, que han echado pie en tierra por la revolución,o sencillamente están atrapados en la Historia y son las que están dando su dinero para que ellos se enriquezcan y vivan en condiciones que un obrero no puede soñar.

La Habana en el verano es un horno, sobre todo en las tardes. Estar dos o tres horas esperando una guagua (autobús) para llegar a casa extenuado y enfrentarse a una despensa vacía, o casi, es duro. Pero mas duro es ver pasar por esa parada de guagua un auto del año con aire acondicionado con placa W, y ni tan siquiera ofrecer un alivio a esos que posiblemente enseñen a sus hijos o sanen a sus padres en los hospitales.

La ironía histórica no escapa a nadie: muchos de los que hoy ostentan el poder económico son descendientes de quienes abandonaron Cuba por oponerse a la Revolución. Mientras tanto, los hijos de quienes permanecieron leales al proyecto revolucionario o fueron victimas pasivas de la voragine historica frecuentemente se encuentran entre los sectores más vulnerables de la sociedad.


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martes, 17 de diciembre de 2024

HISTORIAS DE FIN DE AÑO. Un momento en la noche en el malecón

Unos minutos en el Malecón
Entrada de diario

Hoy me senté un rato en el muro del Malecón. No tenía un motivo concreto, solo una especie de cansancio blando, como si el día pesara más de lo habitual. Alguien me dijo una vez que el mundo me pasaría por encima, que yo no tenía ese filo de los que logran cosas grandes. Supongo que no se equivocaba del todo. Pero aquí estoy. He vivido, he comido aceptable, he amado más o menos, he tenido algo de dinero —nunca demasiado, pero lo suficiente para no tener que compartir el último pan. Y he tratado de no hacer daño. Eso debería contar para algo, ¿no?

A veces siento que he ido caminando por los bordes, evitando las avenidas principales de la vida, como quien se pierde a propósito en una ciudad extranjera solo para no tener que llegar a ningún lado. Y me ha gustado. A ratos me he sentido como una estrella de rock venida a menos, sin guitarra ni gira, pero con estilo.

La Habana no es una ciudad, es un recuerdo húmedo. Las calles están llenas de cosas que ya pasaron. No de gente exactamente, sino de lo que dejaron atrás: el olor a su ropa, la risa que se les cayó en una esquina, un deseo mal apagado. Si te detienes lo suficiente, empiezas a escucharlos. Hay lugares donde las memorias son tan densas que te pisan los talones. Y no todas son tristes. Algunas solo están cansadas.

El mar hoy estaba tranquilo. No indiferente —tranquilo. Como si también necesitara un respiro. Me gusta pensar que me entiende, que él también tiene días en que no quiere sostener tanta historia encima. Me dejé despeinar por la brisa sin resistencia, como si el viento pudiera quitarme también algunas dudas.

Lo curioso es que, en medio de todo, no me siento ni exitoso ni fracasado. Solo... existente. Como si estuviera haciendo tiempo hasta que llegue algo, sin saber exactamente el qué. Pero no me angustia. No siempre hay que tener un propósito para estar en paz.

A veces basta con ver el horizonte sin esperar que algo venga del otro lado.


Humberto

Guia Local y Maestro.

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jueves, 12 de diciembre de 2024

HISTORIA DE CUBANOS. GONZALO

 Historia de Cubanos. Gonzalo









Aquí tienes una versión reelaborada con un tono más introspectivo, maduro y combativo: la voz de alguien que ha peleado muchas batallas y sabe que el descanso nunca será completo, porque vivir también es resistir.


Gonzalo, desde el balcón

En una tarde pegajosa de agosto, me asomo al balcón. El mar está ahí, azul, sereno en apariencia. Pero yo lo conozco. Ese mar arrastra, separa, borra huellas. También te las devuelve cuando menos lo esperas. Del otro lado, Florida. Mis hijas. Un futuro que no era el mío, pero que ayudé a construir.

Uno no se da cuenta de cuánto pesa una decisión hasta que empieza a mirar hacia atrás con demasiada frecuencia. Trabajé duro. Me gané un lugar decente. Viajé, traje cosas, llené la casa con comodidades que nunca tuve de niño. Quise que mis hijas lo tuvieran todo. Y sin saberlo, las fui preparando para marcharse. En cada metro europeo que elogié, en cada supermercado lleno, en cada parque sin baches ni consignas, les insinué que había una vida mejor. Tal vez más cómoda, sí. ¿Mejor? Eso está por verse.

Cuando se fueron, no hubo llanto dramático ni promesas rotas. Solo esa sensación de que algo se soltaba para siempre. La arquitecta limpia casas. La emprendedora se ahoga entre formularios y créditos. La médica, mi orgullo, estudia para volver a hacer lo que ya sabe hacer. No se quejan. Me llaman. Me mienten. Yo también les miento. Jugamos ese juego de padres e hijos donde todos pretendemos que está bien.

Y aquí estoy, con mi esposa, pensando si debemos cruzar también. No por el sueño americano. Eso ya no me seduce. Es por estar cerca. Por no morir lejos de los que amamos. Pero me duele. Porque lo que tengo no fue suerte, fue lucha. Porque aquí, entre carencias y obstáculos, pude vivir con dignidad. Y ahora, para estar con ellas, tendría que empezar desde cero en una tierra que no me espera.

Hay algo cruel en ver cómo el deseo de “mejorar” puede desarmar todo lo que uno construyó. Cómo el consumismo se disfraza de amor. Cómo se justifica el desarraigo diciendo que es “por el bien de la familia”. Yo lo dije también. Ahora me doy cuenta de que no era cierto. O no del todo.

Este país me enseñó a resistir. A trabajar con poco. A no perder el alma. Sé que allá todo cuesta más: el tiempo, los vínculos, la salud mental. Lo sé porque me lo cuentan... o me lo callan. Pero no les guardo rencor. Ellas también luchan. A su manera.

El mar no responde. Solo se mueve. Como yo. Como todos los que hemos aprendido que no hay victoria definitiva. Solo pasos. Algunas veces hacia adelante, otras solo para mantenerse en pie.


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lunes, 9 de diciembre de 2024

ENTREVISTA 2 (A LOS OTROS CUBANOS): SONYA

 








SONYA

Las madres cubanas, igual que todas las madres latinas, son muy posesivas con sus hijos. Nunca comprenden que son solo un vehículo por el cual llegamos los hijos. Recuerdo que cuando tenía más o menos nueve años y recién fallecido mi papá se lo dije a mi madre. Le peinaba sus rizos negros en los que ya asomaban unas canas, le dije que no me quedaría a verla envejecer. Que partiría tarde o temprano de la casa. Quería vivir sola, no quería tener hijos. Sus ojos, que ya estaban cansados, me miraron fijamente y decidieron no creerme. Al menos eso pensé en ese momento, después comprendí que realmente había decidido no dejarme partir, costase lo que costase.

Fue la primera persona que se equivocó de plano conmigo. No sé  por qué creen que mi aspecto de chica linda no contiene una voluntad de hierro. . . o quizás la falta de un corazón sensible. Quieren imponerme reglas, quieren seducirme y atraparme en relaciones. Aunque tengo que reconocer que mi madre me llevó por un camino expedito y sin obstáculos por el sistema de educación, tuve ropas y zapatos en una Cuba llena de escaseces, celebraba los cumpleaños en las piscinas de hoteles de la Habana, compró  a médicos que emitieron certificados para que no fuera a las escuela en el campo. Y así  llegué a la universidad.

Siempre quise estudiar derecho. Ya sé lo que estás pensando. Lo mío no era lo de juicios, presos, defender a ladrones o corruptos. Lo mío era lo de las relaciones internacionales, las corporaciones, el derecho internacional.

¿En Cuba?

Solo espera. Recuerda que fuiste mi maestro, que lo que serían clases por cinco años lo fueron por dos. Tenía planes de otros idiomas y que mientras esperaba para matricular en la Alianza Francesa me diste clases de alemán. Y así cuando entré en la universidad ya tenía un tramo andado.

Así fue que la chica de ojos azules intensos, cabello muy negro con cuerpo de sirena, que tocaba el piano y la guitarra, que sabía tres idiomas además del suyo y que no salía con nadie pasó por los tres primeros años de la carrera. Tenía calificación perfecta, pero como no era participativa en la política sabía que las posibilidades de un buen trabajo directo al graduarme estaba al borde del precipicio. Solo una oportunidad de oro podía salvarme porque hay sacrificios que no estaba dispuesto a hacer. Esas marchas, esos juegos deportivos universitarios, esos sudores interminables solo eran una última opción y siempre a ser evitados.

Y me puse a esperar. En estos dos años que faltaban tenía que aparecer algo importante y debía estar preparada. Y así  fue.

Llegaron unos abogados de un importante bufete de Canadá. Venían a dar un curso de negociación. En aquellos años en la universidad había un plan piloto de idioma francés y los abogados comenzaron su clase hablando en francés. Tímidamente se levantó un brazo. Era la jefa de los jóvenes comunistas: ¿no pudiera hablar en español?

El profesor se bajó las gafas hasta la punta de la nariz, ¿Cómo? A mí me dijeron que ustedes hablaban fluidamente el francés.

El silencio y alguna que otra risa nerviosa fue la respuesta. OK, dijo el profesor, solo se quedan los que puedan hablar fluidamente el francés y el inglés.

Nos quedamos ocho. Y fue brillante. Ocho mentes muy parecidas a la mía, aunque con menos ambición, en el sentido positivo de la palabra. Al final del curso nos dieron una tarjeta de presentación para si quisiéramos contactarlos cuando “visitaramos” Canadá. Todos rieron ante la imposibilidad de ese pensamiento. Todos menos yo, pues hacia mucho que esa posibilidad estaba en el libro de planes de mi vida.

Mi tesis de graduación fue sobre Marcas y Patentes. Principalmente sobre la Coca-Cola en Cuba. ¿Recuerdas que te puse en los agradecimientos? Si, uno de los tres , solo tres. Y en menos de un año estaba en Canadá visitando a mis “amigos”. Realmente aproveché la oportunidad de un evento internacional al que nos enviaron a  un compañero de trabajo y a mí. Al día siguiente me le perdí y fui al bufete. El canadiense a duras penas me reconoció, pero finalmente lo hizo y me ofreció trabajo. Fueron tres años gloriosos, de aprendizajes y de economía. El mundo anglosajón gira alrededor del dinero. Pero yo no gastaba mucho porque había algo que no me dejaba quieta. Era tan ridículo y lo probé todo para quitarme la nostalgia, pero me faltaba Cuba.

¿mi madre? No resistió mi partida. Es decir, ella pensaba que habría retorno de aquel viaje y cuando la llamé para decírselo me amenazó con matarse. No pensé que lo haría, pensé que sería solo uno de esos chantajes, pero lo hizo. Agradezco mucho a los vecinos que la enterraron. Lo que no pudo lograr mi madre lo hizo la nostalgia por cosas que aun hoy no entiendo.

Regresé como representante de compañías canadienses en Cuba. No pude recuperar mi apartamento, pero tengo otro, y otras cosas que la gente llama prosperidad. Lo importante para mí es el reto y estar libre de ataduras, sobre todo sentimentales. ¿Cuba? Está en un punto crítico , no se le perdona ciertas cosas. Y miro a los cubanos caminar hacia la luz y otros hacia el precipicio. Sobre todo ese coqueteo que tienen los artistas e intelectuales con ese enemigo histórico de Cuba. Si yo, que me encanta la sociedad de mercado y sus ventajas me doy cuenta, ¿Cómo ellos no?.Los tontos del cuento que después estarán llorando por los rincones, pero si hay que vivirlo, hay que vivirlo.

Me gusta de Cuba  el clima, sus playas, su energía intrínseca, pero los cubanos en su mayoría no. Pero hay algunos que pueden hacer la diferencia, es una pena que hayas decidido mantenerte al margen de tantas cosas, pudieras hacer la diferencia, pero quizás en ese aspecto pienses como yo, o como diría un amigo: pensar que sus votos valen igual que el mío. Ese es el gran error en mi opinión.

ENTREVISTA 1: RAFAEL

domingo, 10 de noviembre de 2024

ENTREVISTA 3 (A LOS OTROS CUBANOS): ABEL

 ABEL

Ya sabes, mi nombre es Abel.  Salí de Cuba en el año 2000 cuando recién me graduaba de economía. Realmente aguanté hasta el final de la carrera a duras penas. Ya no resistía tantas escaseces, tanto calor en todas partes, tanto marginal en todos los niveles. Gente vulgar y fea. La fealdad era como una sombra funesta que conquistaba cada vez más terreno. Quería irme a un país rico y donde la mayor parte del tiempo hubiera frio, o al menos hubiera aire acondicionado en todas partes. Asocio el calor con la pobreza. El sudor, los olores fuertes, el desgaste ante cualquier esfuerzo aunque sea mínimo. Y en Cuba sobra todo eso. Lo de país rico era para llegar a un lugar donde ya todo estuviera hecho y no en perpetua y estéril construcción .

Llegué a Canadá y el único trabajo que encontré fue limpiando pizzerías en la madrugada. Tres pizzerías cada noche. Así por casi dos años, hasta que una tarde de un día libre conocí a Paul enseguida nos llevamos bien y nos fuimos a vivir juntos al mes. Le conté mis sueños de un día llegar a Cuba como un hombre rico y restregarles a todos los comunistas de mi cuadra mis éxitos. Le prometí llevarlo a Cuba por todo lo alto.

De manera corta: me consiguió un trabajo en la compañía donde trabajaba. Me fue tan bien que en un año me enviaron a un curso en España para nuevas técnicas de administración y su relación con los bancos. Al terminar el curso presenté una solicitud en el Banco Interamericano de Desarrollo que estaban buscando empleados para sus oficinas en Haití. ¿Haiti? Pues sí, pero allí aprendí que en todas partes (menos en Cuba posiblemente) había grandes supermercados, edificios imponentes de bancos, clubes para los ricos y un mundo separado por clases. Mucha comida basura para los pobres, mucha comida buena para los que podían pagarla. Si al menos en Cuba fuera así. En fin, tremendo salario y por poco pierdo la vida porque a los seis meses ocurrió un terremoto que dejó   al país más en ruinas aún, si fuera posible. Me pagaron una buena compensación y me enviaron a trabajar a Perú. Allí estuve tres años, en Méjico tres más, y desde entonces en Miami y Houston. Ya sabes, mucho dinero. Saque’ de Cuba a mi madre, mis dos hermanos y a mi abuela. A mis hermanos les busqué buenos trabajos, a mi madre y a mi abuela las hice viajar por los cinco continentes. Otro día te cuento. Pero Cuba no se me quitaba de la cabeza, es decir tenía algo pendiente.

No, no era cuestión de ninguna venganza, al menos no de ese tipo, es que quería tener ciertas satisfacciones. Después que murió mi abuela vendí mi apartamento en Canadá, me separé de Paul y me instalé definitivamente en Miami.  Me gusta, excepto por los cubanos de allí, es la misma escena patética de Cuba, pero en un espejo invertido. Mucho ruido, juegos de dominó y políticos viejos encadenados en el pasado que arrastran a los que llegan a cumplir la vendetta política.

Regreso a mi vida. Viajé nuevamente a La Habana en el 2015. Muchos sentimientos encontrados, pero ya sabes, tenía mis convicciones y mis sueños. Para colmo el gobierno cubano mostraba signos de debilidad, es decir, ellos decían construir puentes a los emigrados para que colaboraran de cualquier manera o regresaran a Cuba. Tontos, es como entregarle la pala al sepulturero. Parece mentira que no nos conozcan. Y es cierto lo que dices de que tu sufrimiento no nos hace vencedores , pero también es cierto que la venganza es un plato que se come frio.

Compré dos apartamentos en La Habana. Para rentar habitaciones a turistas que yo mismo traería de manera indirecta a Cuba. Le vendería lo mejor del país, y como debe ser, la mejor parte para mí. A los tres años me aburrí porque hasta para conseguir papel sanitario era un problema, muchas cosas las traía de Miami, y con esa intuición que Dios me dio decidí vender los apartamentos. Además, no sé por qué, pero hay cada vez más negros, eso no puede traer algo bueno, al final habrá un problema serio con eso, seguramente quemaran cosas en las calles y se meterán en las tiendas. Creo que será la venganza del comunismo en Cuba para el futuro sin ellos.

En todo caso, quise encontrarme contigo para despedirme. Quizás algún día nos veamos por alguna parte del mundo. No regreso a Cuba más, ni aun sin el comunismo, no vale la pena, esto siempre será lo mismo, por lo menos en el tiempo que me resta de vida, se lo digo a una prima que me queda por acá, me tiene harto con que ama a Cuba, solo le envío dinero por mi madre, que si no se conformara con lo que dan por esa libreta de racionamiento. Todavía me pregunto cómo has podido no solo sobrevivir aquí , sino mantenerte cuerdo.

¿mi patria? Ese es un concepto del pasado, atrasado, ya el mundo es casi uno solo, es una apariencia de tantas cosas incluidos esos conceptos de soberanía, patria, independencia. Pero no te pongas triste, el mundo va en esa dirección cada vez más y en dos décadas, pues nada.

Historia de cubanos. Gonzalo 

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ENTREVISTA 1: RAFAEL

jueves, 10 de octubre de 2024

ESCLAVO COME CROQUETAS, ASI NOS VEN

 Dos introducciones para comprender mejor. Y leer hasta el final, que siempre pueden ser sorprendentes. 

Hace algunas semanas un cubano, o una cubana, viviendo en Cuba, publicó en Facebook una foto con sus brazos con algunas quemaduras leves. En el texto de las fotos se decía que esas quemaduras fueron hechas porque estaba friendo unas croquetas que se venden muy baratas y que al ponerlas en el aceite caliente saltaron de la sartén. Allí venían una serie de insultos al gobierno que vendía esas croquetas que debían ser comida para animales y no para personas. Ciertamente las redes se hicieron eco de ese post (sí, nosotros nos quejamos del precio del helado y de las croquetas ya que nos faltan los secuestros, los narcotraficantes y los asesinatos en masa) y poco a poco se le añadieron más elementos y se compartió mucho entre cubanos emigrados y sus amigos extranjeros. Como información de primera mano quiero decir que yo también las he comprado, frito  y comido sin tener esa mala suerte, pero quizás me tocaron las menos saltarinas de todas. No obstante, malas son, pero en Cuba comemos los que haya a la mano no los que queremos.

La otra introducción es que en el transcurso de todos estos años trabajando como guia he conocido a muchos extranjeros , algunos de ellos personas interesantísimas y curiosas en los por qué de las cosas. Con ellos acostumbro a intercambiar por whatssap y telegram, y a su vez me añaden a sus grupos de debate que tienen entre amigos y colegas. Realmente no me gusta opinar sobre otra realidad ajena a la mía (cosa que no hacen con nosotros y con Cuba) porque hacen falta muchos elementos más allá de las agencias de noticias que tratan de llevarnos en direcciones muchas veces ajenas a la realidad. Nosotros los cubanos lo sabemos muy bien. Pero al vivir en Cuba me consideran marxista, comunista, intolerante y esperanzado en una realidad vana que según algunos de ellos “esta’ anclada en la miseria material”. En otras palabras, soy la fuente de contraste y el punto de vista de un proletario resentido de un país pobre.

A veces me pregunto si alguien realmente me conoce. Menos mal que la mayoría me considera buena persona (aunque sea una pena que sea comunista, según ellos).Que tontería. 

Así que frecuentemente , cuando las conversaciones se estancan sale a relucir el tema de las croquetas. Por ejemplo, ayer. Un colombiano me pregunta sobre cómo veía yo desde mi punto de vista la situación en Colombia. Con mucho tacto (ya saben que las conversaciones de Paz entre la guerrilla colombiana y el gobierno de ese país fueron en Cuba) le expreso mi opinión. ¿Respuesta? “Es que lo importante para nosotros es evitar el comunismo y no terminar comiendo todos solamente esas croquetas voladoras que comen todos ustedes todos los días”

Otro momento, un cubano que hace tres años que se fue de Cuba. Aquí lo conocí, inteligente, trabajaba en un banco y supongo que en el medio de una crisis existencial decidió  quedarse en Miami. Allí trabaja cuidando a una persona mayor, vive en una habitación de 5x4 sin cocina. Trabaja todos los días por 10 horas. No ha podido reunir todavía para un viaje, para una gran cena en un restaurante, para un fin de semana en un hotel. Pero es libre, me dice. En los primeros momentos de la pandemia usaba mascarilla con un pomo de agua mineral de 5 litros modificado donde metía la cabeza para no contagiarse. Ahora no usa nada, a la mascarilla le llama bozal, porque lo que quieren los poderes ocultos es que nos envenenemos con nuestro propio CO2 y no cogerá el virus porque según él no forma parte de su realidad. Y por supuesto no se vacunará porque no quiere que le implanten nanotecnología en su cuerpo. Y por cierto cuando conversamos por whatssap nunca dice “vacuna” sino “inyección” para que los algoritmos de Facebook y la CIA no lo detecten como negacionista y uno de esos seres que quedara’ libre una vez que todos seamos controlados por los microchips de Bill Gates. Y claro, de todos modos se siente muy bien viviendo en un país donde no existen esas terribles croquetas “matagente”


Y finalmente la guinda. Un amigo de Méjico me invita a su grupo a escuchar y expresar sus opiniones sobre las elecciones de medio término en su país. Todos de clase media, con negocios más o menos grandes. Todos contra el presidente. Yo escucho y escucho, hay cosas que no entiendo muy bien. Me piden mi opinión, pero antes debo hacer algunas preguntas. Parece ser que incómodas, de cualquier modo Méjico es una democracia burguesa bien establecida y al sur de Estados Unidos. Blindada. Pero mis preguntas generan cierta hostilidad. Poco a poco comienzan a hablar de Cuba, ¿Por qué? No los sé si era sobre Mejico, quizás para sentirse mejor en su abundancia material. Yo dejo de responder. Pero no olvidan y de repente salta una voz agresiva que pregunta: ¿Y quién invitó al esclavo come croquetas a este grupo?

Solo me dio por reír. Los sé, es denigrante ser llamado así, ser visto así. Pero muchas cosas hay que vivirlas para comprenderlas, y no obstante  muchos no lo hacen. Otras veces no hay nada que comprender, solo sobrevivir. Otros fueron hasta ayer come croquetas y hoy que tienen mejor suerte lo olvidan y desprecian a su gente y ponen un precio muy alto, incluida la traición y el crimen, por dejar de comer croqueta y comer faisán.  









Humberto

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LEYENDO EL PERIODICO EL PAIS

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jueves, 3 de octubre de 2024

ESPARTA - CUBA

  Tanto Esparta como Cuba han demostrado una notable capacidad de resistencia y perseverancia frente a desafíos significativos y a la presión de potencias más grandes. Hay algunas características que ayudaran a comprender lo que muchos tratan de no ver.


Esparta era conocida por su sociedad altamente militarizada. Los espartanos eran famosos por su resistencia y disposición a sacrificarse por su ciudad-estado. La vida en Esparta era austera y enfocada en la autosuficiencia. Los espartanos valoraban la simplicidad y la fortaleza física y mental.


Cuba ha enfrentado décadas de embargo económico y presión política, especialmente por parte de Estados Unidos. A pesar de esto, ha mantenido su soberanía y ha desarrollado sistemas de salud y educación reconocidos internacionalmente. Al igual que los espartanos, los cubanos han mostrado un fuerte espíritu de sacrificio y resistencia. La Revolución Cubana es un ejemplo de cómo un grupo relativamente pequeño pudo desafiar y derrocar a un régimen apoyado por una potencia extranjera.
La vida en Cuba ha requerido una gran dosis de creatividad y autosuficiencia debido a las limitaciones económicas y de todo tipo. Los cubanos han aprendido a hacer mucho con poco, desarrollando soluciones ingeniosas para superar las dificultades diarias.


Similitudes; tanto Esparta como Cuba han resistido la influencia y la presión de potencias más grandes, manteniendo su identidad y autonomía. Ambas sociedades valoran el sacrificio personal por el bien común y han demostrado una notable valentía en tiempos de crisis. La austeridad y la autosuficiencia son características compartidas, con un enfoque en la fortaleza interna y la capacidad de superar adversidades con recursos limitados.


Diferencias Clave

 Mientras que Esparta se centraba en la formación militar y la guerra, Cuba ha puesto un fuerte énfasis en la educación y la salud pública. La Revolución Cubana llevó a una serie de reformas sociales que priorizaron el bienestar civil sobre el militar.

Esparta existió en un contexto de ciudades-estado griegas en constante conflicto, mientras que Cuba ha navegado las complejidades de la política global moderna, especialmente durante la Guerra Fría, y hoy en dia resistiendo hasta la clasificación como Estado que promueve o apoya el terrorismo, con todo lo que esto implica.

Legado y Cultura

 El legado de Esparta se encuentra en su cultura de disciplina y sacrificio, que ha sido inmortalizada en la literatura y el cine. La frase "Vuelve con tu escudo o sobre él" sigue siendo un símbolo de valentía y lealtad.
El legado de Cuba se refleja en su resistencia cultural y su capacidad para mantener su identidad a pesar de las presiones externas. La música, el arte y la literatura cubana son reconocidos mundialmente y celebran la resiliencia y la creatividad del pueblo cubano.
Ambas sociedades, aunque separadas por milenios y contextos muy diferentes, comparten una admirable capacidad de resistencia y un fuerte sentido de identidad. Esparta y Cuba han demostrado que la determinación y el sacrificio pueden permitir a una nación pequeña resistir la influencia de potencias mayores y mantener su autonomía y cultura.

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